Pito pito, gorgorito, donde vas tú tan bonito...
la mítica forma de decidir -relativamente al azar- escogió a la rubia.
- Esa mismo.-
dijo escueto el abogado. El hambre lo corroía y tenía que saciarlo con rapidez o dudaba de que pudiera controlarse por más tiempo.
No os resulta difícil llevar a la prostituta a un callejón. Al principio duda, intimidada, pero un buen fajo de billetes que saca el señor A son todo lo que necesita para irse con vosotros.
Una vez allí, él te da una palmada en el hombro y sale del sitio, dejándote sólo con la mujer.
Ella se acerca y te agarra directamente la entrepierna.
- ¿Un completo o solo bajo? - Su acento es claramente latino.
En cuanto el señor "A" desapareció y la mujer le hizo la pregunta, Krauser sonrió y respondió:
- Me llevo el menú completo.-
acto seguido, acercó sus labios al cuello de la mujer con suavidad y sintió una arteria palpitante. Se juró a sí mismo que se controlaría, que no dejaría triunfar a la bestia y que sólo bebería hasta saciarse.
Clavó sus colmillos en la carne y degustó el líquido vital. Deseaba no vomitar y quedar de nuevo hambriento, a merced de sus instintos más primarios.
Cuando hubo terminado, se limpió las comisuras de los labios con un pequeño pañuelo y buscó a su mentor con la mirada.
Esta vez parece que la sangre surte efecto. Casi has dejado vacía a la chica, así que avisas a alguno de sus compañeros de que le ha dado un chungo. Notas cómo una nueva energía recorre tu cuerpo, algo que no habías sentido antes te llena desde dentro. Tu visión, tu oído, todo, parece amplificarse y te sientes fuerte y decidido.
El Señor A sonríe al ver que no vomitas.
- O rubia, o puta. Ya lo descubriremos. Ahora debemos ir a ver al príncipe. Rápido.
Y empieza a caminar de vuelta en las calles.
- Rubias espero-
dijo Wilhem con una sonrisa. La otra opción era sórdida y carente de toda clase. Esperaba acertar con sus víctimas, lo cierto es que ahora se sentía un hombre nuevo, totalmente renovado y con los sentidos alerta en todo momento. Otra percepción del mundo se abrió ante él.
El abogado sonrió, multitud de posibilidades le esperaban. Las aprovecharía.
Su mentor dijo que irían a ver al príncipe; por lo que le había contado, era el líder de los vampiros en la ciudad. Y tan manipulable con un Presidente del Gobierno español. Tenía que saber más al respecto.
- Infórmeme más sobre el príncipe, por favor. Sus funciones, relevancia, autoridad sobre los... nosotros, quiero decir.-
le preguntó Krauser mientras caminaba a su lado.
- Es en el encargado de administrar la ciudad y, en ciertos casos, los alrededores. En ese sentido vigila quién entra o sale de la ciudad, cuantos vástagos hay... Se encarga también de proteger las Tradiciones. Esto es: No Abrazar, No Matar a otro Vampiro sin autorización, No cometer Diablerie... Beberse la sangre de otro vampiro hasta secarlo. Bueno, ese tipo de cosas. Supuestamente es el mandamás del lugar, aunque esta respaldado, o controlado, por un consejo, formado por un representante importante de cada clan: La Primogenitura.
Avanzáis de nuevo entre las calles del centro y pasáis de largo el Ayuntamiento, dejando atrás la limusina esta vez en sentido contrario. Poco a poco, el Señor A te va soltando información sobre el nuevo vampiro al que vas a conocer.
- Esto será mejor que no se lo digas a nadie, pero tu debes enterarte de qué pasa realmente en la ciudad. Los Antiguos, los que realmente gobernaban esto, huyeron tras el ataque del Sabbat dejándonos a los más jóvenes para hacernos cargo de la situación. Munich no ha sido nunca un lugar demasiado importante, o eso pensaban. Ahora es el momento de... - Y se queda callado, pensativo. - A lo que iba. El Príncipe es joven. Bueno, como yo. Es un Tremere, así que ten cuidado. Es poderoso, pero es muy fácil llevarlo a tu terreno.
Llegáis finalmente a una calle desierta. Pasáis por una puerta de bar con los cristales tintados. Parece un garito cutre. Tiene colgado un letrero con un ojo.
- Este es el sitio. Entra.
Wilhem iba aprendiendo cada vez más de la sociedad a la que pertenecía, compleja y llena de recovecos, mucho más desarrollada de lo que podía pensarse en un primer momento, con sus jerarquías y tradiciones. El abogado absorvió los nuevos conocimentos que le permitirían sobrevivir en un entorno hostil.
Llegó hasta el local indicado, ahí debía de encontrarse con el príncipe.
Krauser salió del vehículo y se ajustó la corbata; iba bien vestido, como de costumbre, eso le vendría bien para adaptarse a la reunión con los mandamases.
Entró en el lugar, esperando encontrar al príncipe. Tenía pensado actuar con normalidad y elegancial, lo habitual en él. Estaría a la defensiva en cuanto al desarrollo de la conversación; procuraría estar a la altura.
Una vez entras, un enorme portero se levanta de un taburete a cerrarte la puerta en las narices pero se detiene en seco al ver la figura del señor A asomar por detrás. Con la puerta ya en la mano lo que hace es abrirla de par en par, mientras os sonríe con nerviosismo.
El local esta bastante desierto, quizás por el día o la hora. Lo más extraño es que, siendo Munich, haya algo abierto casi al amanecer. Ves personas "intimando" en varios sitios. Grupos que hablan observándose entre ellos. La mayoría evita miraros.
Las paredes y las luces hacen del lugar un cubículo oscuro, con reflejos azulados. Hay algunas mesas altas, una barra larga con infinidad de copas, unas escaleras que llevan a un piso superior y un par de reservados tapados con cortinas.
"A" te señala uno de los reservados.
- Es ahí. Yo debo irme. Queda poco para amanecer y hay un par de cosas que me gustaría hacer antes. A partir de ahora estás solo, puesto que tengo muchos asuntos de los que ocuparme. - Te agarra el hombro y te estrecha la mano. Sonríe, pero su mirada es fría como el hielo. - No me decepciones.
Habéis llegado andando.
- No se me ocurriría.-
dijo Wilhem sonriendo, ante la advertencia de su mentor. Tras estrecharle la mano se dirigió al reservado. Ahí debía estar el príncipe, por lo que parecía, el señor "A" había puesto grandes expectativas en su encuentro y el abogado no lo dejaría en mal lugar. Krauser se tomó un par de segundos para relajarse; aquéllo sería diferente -probablemente- a todo cuanto había hecho antes, pese a que había estado en cientos de reuniones con consejeros de empresas, atendiendo a clientes con asuntos discutibles y pleiteando ante los Tribunales.
Vamos allá, veremos qué clase de persona es el Príncipe.
Wilhem se acercó al reservado y apartó la cortina.
disculpa el lapsus, debí de confundirme al leer otro post xD!
Cuando entras te encuentras una sillón que te da la espalda. Frente al sillón hay una mesa y más allá unos bancos acolchados de color rojo. Más allá unas cortinas cubren la pared. Ves a alguien sentado en el sillón que, sin girarse, te hace una seña con la mano. Una voz potente, aunque algo rasposa, dice.
- Bievenido, señor Krauser. Siéntese.
Y hace un gesto al banco que está enfrente. El hombre va vestido con una gabardina elegante de color azul oscuro.
El príncipe no se dignó ni a mirar al abogado, de espaldas, le saludó y le indicó que se sentara. El distanciamiento entre su interlocutor y él hizo que el abogado descartara estrecharle la mano. Guardaría las distancias.
- Buenas noches.-
dijo escueto. Luego se encaminó hacia el banco acolchado y tomó asiento. Adoptó una pose relajada, con las pienas cruzadas y la espalda apoyada en el respaldo. Mostraría confianza y seguridad, siempre daba buena impresión. Examinó al supuesto líder de la ciudad, al menos iba bien vestido aunque sus facciones eran vulgares y no se había afeitado.
Wilhem miró a los ojos de aquél vampiro y esperó a que empezara la conversación. No quería mostrar la iniciativa en aquella ocasión, pues quizá se malinterpretara -a nadie le gustaban los listillos y menos cuando se era un novato-; prefirió mostrar cierta humildad. Tenía muchas cosas que aprender y si aquél tipo era el mandamás quería que tuviera una buena imagen de él. La primera impresión siempre era fundamental.
- No me importa lo que Alexander te haya contado, aquí solo hay una autoridad. Seguramente te habrá dicho que soy manipulable, pero olvídalo. - El Príncipe clava la mirada en ti. Ha ido directo al grano. - Su intención es utilizarte al igual que cree que me utiliza, pero si quieres sobrevivir en esta ciudad, sabrás a quién hay que obedecer. Al fin y al cabo hasta que demuestres tu valía eres carne de cañón, como todos los demás.
El hombre saca un par de folios doblados de su gabardina y los extiende hacia ti.
- Mañana te reunirás con el resto de neonatos e iréis a ese centro comercial. Tenéis que vigilar al Vástago que se muestra en la foto y observar cualquier posible... anomalía. Lo importante es que no os pillen.
Memoriza bien las fotos y devuélvemelo.
El príncipe fue directo y brutal, le dejó claro que no era más que un peón prescindible. Eso le gustó, al menos, había sido sincero. Al parecer, su mentor -cuyo nombre según parecía era Alexander- era un manipulador de cuidado. No le extrañaba, pero estaría al tanto de no ser utilizado para intereses que lo superaran.
Por lo visto, según dedujo Wilhem, había una nueva hornada de vampiros a los que iban a encargarles un seguimiento, algo muy alejado de sus labores profesionales, pero no parecía que tuviera muchas opciones de negarse.
Le echó un vistazo a las fotos: el centro comercial lo conocía y el sujeto... bueno, sería difícil olvidarlo. No era muy discreto, la verdad.
Tenía muchas preguntas, pero no hizo ninguna. Ya las iría contestando o encontrando las respuestas.
- Listo.-
dijo entregándole las fotos a su interlocutor. Ya las había memorizado.
El hombre recoge las dos fotografías y las arruga en una mano. Cierra los ojos un segundo y ves cómo los dos papeles arden en llamas. Dos segundos después no quedan más que cenizas, pero durante esos dos segundos, durante el tiempo que has visto el fuego, un sentimiento te ha atravesado todo el cuerpo. Un miedo irracional que no podrías explicar de forma alguna. Por suerte, ya ha pasado.
El Príncipe sonríe, claramente enterado de lo que te ha pasado.
- Si pasa algo, actuad. Si necesitáis ayuda, que espero que no, llamad a la operadora desde una cabina y decidle que es una urgencia ebónica.
Sin explicar nada más, el vástago se recuesta, observándote. Empieza a tamborilear en la mesa.
- ¿Y bien?
- Todo en orden, le garantizo que daré la talla.-
le dijo Wilhem al príncipe. Manipulable o no, el vampiro tenía poderes nada desdeñables, si había conseguido darle fuego a unas fotos con su sola voluntad, el abogado no quería saber qué otras cosas podría hacer.
Krauser sonrió cortesmente y se levantó. Si el líder no tenía nada más que decir, él tampoco. Cumpliría con su parte y esperaba que los nuevos miembros de la Estirpe también lo hicieran.
- Con su permiso caballero, encantado de haberlo conocido.-
se despidió. Acto seguido se levantó y se dispuso a abandonar el local. Al día siguiente tenía cosas que hacer, su primer encargo. Aún tenía que adaptarse a su nueva naturaleza y asimilar la realidad en la que le tocaba vivir a partir de esa noche. Jamás la olvidaría.
correcto, si no hay nada más me voy a casa :)
Sales a la calle y te diriges hacia tu piso, con un montón de cosas en mente. Es increíble lo mucho que te ha cambiado la vida en apenas unas horas. Te das cuenta de que la noche empieza a clarear y pronto será reemplazada por la luz del sol... Una luz que no volverás a ver por el resto de tu nueva inmortalidad.
Y con esa idea en mente, sin poder evitarla, vuelves a casa.
¡Felicidades!
Has terminado el prólogo. Recibes 2 puntos de experiencia por tu interpretación. Espero que hayas disfrutado. Pronto subiré el sistema y empezaremos la aventura en sí. Cualquier comentario que tengas sobre lo que ya has jugado puedes hacerlo en el Off Topic. Y si tienes dudas, pregunta sin miedo.