Partida Rol por web

Okazaki es la primera en encontrarse con el grupo de apoyo, unas horas después de abandonar el pueblo, cuando ya la mañana se encuentra avanzada. Los cuatro chunin observan sorprendidos a la shinobi caer prácticamente exhausta entre ellos… No es solo la lucha que han sostenido antes. Durante todo el camino, la piedra ha estado presionando su mente, golpeándola una y otra vez dentro de sí.

Hiroto se les une poco mas tarde, habiéndose demorado en atender un poco los cuerpos de sus compañeros. El tampoco se encuentra en buen estado, ni físico ni emocional. Dado que dos heridos es mucho, el grupo se retira sin ir hacia la aldea, para llevarlos cuanto antes a casa… una palabra que tiene un sabor agridulce hoy.

Solo descansan un poco durante el viaje, sin embargo. Aun con el peso de sus heridas encima, son llevados a comparecer frente a los tres ancianos que dirigen Kusagakure…

Atsushi Jinto preside a los 3 esta vez; el sabio maestro de Genjutsu tiene una expresión pensativa. A su derecha esta la anciana Mitzuki Usui, una mujer pequeña de rostro apacible; pero debajo de esa expresión se encuentra la fuerza de la maestra de Taijutsu de la aldea.

No obstante no es ninguno de ellos el mas difícil de sobrellevar, sino el anciano a la izquierda. El maestro de Ninjutsu tiene los ojos bajos, inundados de tristeza. Es lo lógico; Kado Aoi es el abuelo de Nadeshiko… o mas bien, lo era. Se ha extinguido la ultima flor de su linaje. 

-Perdonen que les tratemos con tanta rudeza...+empieza el anciano en tono bajo+ Hacia mucho que no se presentaba una situación como esta en la aldea. Deseamos que descansen y se repongan tan pronto sea posible, pero me temo que el informe de lo sucedido no puede esperar.

Cruza las manos, apoyándolas sobre la mesa.

-Necesitamos saber todo lo acontecido, con vuestro grupo, la misión, ese objeto que habéis traído… absolutamente todo. Les ruego que no intenten ocultar nada; expongan que ha pasado sin rodeos. No necesito señalarles, que seguridad de la aldea depende de eso.

Okazaki comprendía perfectamente la urgencia del informe. Aunque apenas tenía fuerzas para mantenerse en pie relató los hechos acontecidos desde que llegaran a la aldea de Koani en busca del equipo ninja que había enviado un mensaje de auxilio. Relató el estado en el que habían encontrado la aldea, los cadáveres sin causa aparente de muerte, como habían tratado de reunir a los supervivientes y encontrado a Hamachi, el capitán del equipo ninja que estaba por la zona, y a Valea la genin médico. Les contó que un oni con forma había atacado a la aldea provocando numerosas bajas y se había enfrentado al equipo de Hamachi.

- Una mezcla de serpiente gigante y humano con un excepcional control del elemento fuego. Al parecer absorbe el chakra no sólo de los ninjutsus sino de los seres vivos hasta matarlos. Eso explicaría el estado de los cadáveres.- Relató también cómo el Oni les había atacado esa misma noche. Su evidente superioridad les hizo seguir el plan marcado: separarse en varias direcciones para que Valea pudiera llevarse a los supervivientes a una zona segura. A partir de ahí Okazaki estuvo sola un tiempo. Cuando huía se encontró por casualidad con un extraño grupo de lo que parecían extranjeros. 

- Yo me topé con un extranjero que me atacó. Le dije que era de la aldea y me atacó diciendo que se alegraba de que el monstruo no hubiese acabado con todo porque así él podía acabar con alguno. Tuve que deshacerme de él. Había más en un campamento, civiles...tuve que huir pues apenas me quedaban fuerzas. Después volví a encontrarme con Hiroto.- Les contó a sus superiores como habían vuelto a la aldea al haber visto fuego en esa dirección. Además Hiroto se había encontrado con Osha, del equipo de Hamachi, y estaban preocupados pro si la mujer intentaba a cabar ella sola con el Oni pues según ella había encontrado su punto débil. Al llegar de nuevo a la aldea se toparon con la estatua del Oni. La describió tal y como la recordaba. Junto a la estatua había un túnel y allí se metieron. Allí es donde encontraron aquel extraño objeto. Las paredes del túnel tenían escrituras grabadas.

- Parecía un ritual antiguo de sellado del oni. Pero los pictogramas… las imágenes… no concordaban con las de ninguna tribu o clan conocidos. Después encontramos el cristal. Parecía que el Oni había estado sellado allí mucho tiempo. Sí. No hay duda. Es un cristal de chakra. Pero jamás he conocido o leído sobre uno como este. Es muy raro. No se corresponde con ninguna naturaleza elemental conocida. Ni agua, ni tierra, ni fuego ni aire. Es puro chakra, sin matices de ninguna clase. Y por su tamaño, es una reserva mucho más grande que ninguno haya visto. Sea lo que sea realmente, no hay nada igual hoy día. Sólo tocarlo resulta agotador.- Contó también que, cuando lograron salir de allí, se toparon con sus compañeros. Sin embargo, Sunauto y Nadeshiko estaban raros. El primero parecía haberse rendido al poder del Oni uniéndose a su maligna causa. La segunda había perdido ya toda esperanza y se rendía a su suerte. Sólo Hiroto mostró un coraje suficiente como para enfrentarse a las habilidades potenciadas de Sunauto mientras Okazaki trataba de poner a salvo el cristal.

El regreso a Kusagakure no resultó ser todo lo reconfortante que Hiroto hubiese podido esperar. La amarga experiencia de perder a dos compañeros, uno muerto por su propia espada, combatía contra el alivio de estar de nuevo en casa. Además, por mucho que hayan conseguido regresar el peligro no había pasado en absoluto. La urgencia de lo que habían descubierto resultaba agobiante y abrumadora y así lo entendió el consejo de la ancianos. 

Como era de esperar, pidieron explicaciones sin dar respiro a los dos shinobis. Ni Hiroto ni Oka pusieron objeción pues el futuro de la aldea estaba en juego... Fue la estratega quien comenzó relatando lo sucedido. El guerrero agradeció la invitaba de su compañera pues el dolor y el cansancio amenazaban con hacerle perder el conocimiento si osaba realizar el más mínimo esfuerzo. Pero no podría eludir su responsabilidad mucho tiempo así que, cuando Oka terminó de contar su parte, Hiroto se dispuso a completar la historia con los acontecimientos que solo había experimentado él. -Después de encontrar la esfera, yo quedé atrapado por su influencia y Oka salió del subterráneo para buscar ayuda.- Comenzó a hablar con evidente esfuerzo. -En ese momento, el Oni apareció haciéndome entender que ya se había topado con Nade y Sunauto...- El recuerdo se le atragantó en la garganta, cortándole la voz durante un segundo. -Por suerte pude liberarme del efecto de la esfera, lo suficiente como para poder luchar. Durante el combate pude notar que el Oni evitaba el contacto con ella. Solo es una conjetura, pero puede que tenga algo que ver con el ritual de sellado.- Explicó intentando no dejarse nada en el tintero, por poco que fuese. -Finalmente me derrotó, aunque no acabó con mi vida...- El rostro de Hiroto se ensombreció al recordar nuevamente. -En ese momento, creo que entró en mi mente. Me hizo recordar cosas de mi pasado, solo que el Oni apareció allí para intervenir... Entonces me hizo una promesa de poder si me sometía a su voluntad. Pero me negué.- Dijo tajantemente. Está vez la determinación y la voluntad del shinobi inundaban su mirada a pesar de su penoso estado. -Luego me desperté, agonizando y herido. Fue Oka la que llegó justo a tiempo para salvarme de una muerte segura y salir de aquel túnel.- Lo que vendría a continuación supondría el mayor reto del relato. La traición, el enfrentamiento, la muerte de un compañero... -Al estar de nuevo en la superficie nos encontramos con Nadeshiko y Sunauto. También habían sobrevivido al encuentro con el Oni pero, donde Nade y yo mismo nos resistimos, Sunauto se vio tentado por la fuerza que le prometía el monstruo.- De nuevo la tristeza regresaba a su voz a medida que un nudo se formaba en su garganta. -Parecía que nos iba a ofrecer a su nuevo amo de modo que me enfrenté a él para darles tiempo a Oka y a Nade para escapar y regresar a la aldea. Luchamos con todas nuestras fuerzas pero nade se interpuso muriendo a manos de... de Sunauto. Ella me brindó la oportunidad de darle el golpe final... de darle un sentido a su sacrificio.- Finalmente las lágrimas comenzaron a brotar, abriéndose paso por las mejillas del espadachín. Se tomó un segundo para recuperar la compostura, limpiarse las lágrimas y sacar la bandana que recuperó de Nade. Se acercó hasta el anciano Kado Aoi y se la tendió a la vez que le hacía una reverencia. -Lo siento, no he sido lo suficientemente fuerte para salvarla.- Con la voz afectada y la mirada fija en el suelo, Hiroto mostraba su arrepentimiento y su culpa. Él era el capitán del equipo, el encargado de las vidas de sus compañeros... y dos de ellos habían muerto en la misión.

Los ancianos guardaron silencio durante el informe de ambos, asimilando estoicamente las noticias, así como las descripciones que hacían. Al menos, dos de ellos. La mirada del tercero desaparecía bajo sus tupidas cejas. Sin embargo, alzo ligeramente la cabeza cuando Hiroto se aproximo con la bandana, observándola en silencio. La tela tenia todavia manchas oscuras donde la sangre de la kunoichi la había manchado… no había habido tiempo de lavarla, ni nada más.

Con mano ajada y lenta, el anciano Kado tomo el adminiculo. Lo acaricio despacio, mientras desaparecía entre las anchas mangas de su kimono. Nunca había parecido tan viejo como ahora. Pero era un maestro y él también había estado en el campo muchas veces en décadas pasadas.

-… es tu responsabilidad su muerte, en efecto. +dijo despacio+ Todo capitán toma esa carga sobre si mismo cuando asume el mando. Esas dos vidas pesaran para siempre en tu historial y en tu conciencia…

Sus palabras son como martillazos. Tras una pausa, no obstante, continúa.

-… pero no te odio por ello. +afirma con tono grave e inflexible. Debajo de la tela, cierra los dedos con fuerza en torno al metal de la bandana, y vuelve a aislar su mente de todo lo demás, pensando solo en su pequeña nieta; no en las circunstancias de su muerte, sino en su sonrisa y los momentos que tuvieron juntos, grabándolos a fuego en su corazón por encima del dolor… Las lágrimas serán mas tarde, a solas.

El viejo Atsuji retoma la palabra luego de la silente pausa que imponen las palabras de Aoi-sama.

-Lamentable… en verdad. Pero difícilmente hubiese salido de otra forma. Como sin duda comprenderán, enfrentaron un enemigo como no se había visto en siglos. No hay registros de que apareciera un monstruo con semejantes poderes desde que los Biju rondaban por el mundo. Ha sido una suerte que sobrevivieran al menos ustedes, y eso nos alegra. También han cumplido al traer la información que pudieron recopilar de su experiencia; al menos sabemos algo del enemigo, por lo que podemos prepararnos.

Su tono se vuelve mas firme a medida que toma las riendas del asunto principal.

-Esa piedra… será puesta a estudiar de inmediato. Si es parte del ritual de sellado o alguna debilidad, debemos averiguar todo sobre ella cuanto antes.  También enviaremos patrullas para inspeccionar a distancia la aldea y vigilar los alrededores. Ahora que sabemos algo sobre el monstruo estarán alertas.

Resopla, intentando ser positivo, enérgico.

-Ustedes dos quedan relevados entre tanto se recuperen. Mas tarde volveremos a interrogarlos, cuando se hayan aliviado sus heridas, en busca de algún detalle que pudiera faltar. Pero mientras, permanecerán en el hospital. ¿Alguna duda?

Entendía al abuelo Aoi pero Hiroto no tenía la culpa de la debilidad de su nieta. Nadeshiko la había decepcionado, había muerto, se había sacrificado cuando no hacía falta. Había sucumbido a la desesperanza igual que Sunauto, ese cabrón de Sunauto, había sucumbido al Oni.

Cuando Anciano Atsushi Jinto se dirigió a ellos la konoichi ni siquiera parecía estar escuchando. Tras unos segundos que le parecieron eternos entendió que se dirigían a ella también y asintió con un gesto leve de la cabeza.

- Sí, Señor. ¿Saben algo de esos extranjeros de los que les hablé? ¿Se sabe algo de Valea y los supervivientes de la aldea?- Apenas podía con su alma pero antes de irse a descansar necesitaba saber aquello.

Cruza los dedos sobre la mesa, relajando los brazos.

-No, pero los nuevos grupos todavía están en camino a la aldea, puesto que van con más lentitud para evitar sorpresas. Deberían estar arribando mañana. Entonces tendremos novedades.

Sonríe muy levemente, para tranquilizarlos al respecto.

-Despreocúpense de eso. Ellos irán con mayor cuidado gracias a ustedes. Sin duda nos informaran tan pronto los localicen, y enviare a alguien a informarles... Ahora, si no hay más, pueden retirarse. Los escoltaran al hospital. Concéntrense solo en recobrarse; los necesitaremos si este enemigo vuelve a aparecer.

Hiroto encajó la respuesta del abuelo de Nade agradeciendo el perdón implícito en sus palabras. Podía buscar mil excusas para justificarse, para explicar por qué no estaba en su mano que la kunoichi se interpusiese en la pelea. Pero no sería más que una manera de intentar aligerar el peso de la responsabilidad. Cada uno de los shinobis que formaban su equipo era distinto. Su carácter, sus motivaciones, su manera de entender la vida... pero siempre pensó que un lazo muy fuerte los unía y que el entrenamiento les había enseñado a poner en consonancia sus diferencias para funcionar como si fuesen uno. En algún momento ese lazo perdió intensidad y Hiroto no supo verlo... Por eso Sunauto dejó de confiar en su propia fuerza, en la fuerza del equipo, para entregarse a una falsa promesa y arrastrar a Nade junto a él. Lo único que le consolaba de todo aquello era haber conseguido que Oka regresase a salvo. Incluso si él mismo hubiese muerto en el duelo, habría valido la pena pagar hasta con la última gota de sangre para que su compañera saliera con vida de toda aquella destrucción.

La voz del anciano lo sacó de sus pensamientos, haciendo un esfuerzo por escuchar las palabras que les dirigían. -Ninguna duda, señor.- Respondió Hiroto. Realmente no tenía más ganas de seguir allí y Oka no lo decepcionó al mostrarse más inquisitiva y pedir más detalles. No obstante, ya les habían dejado claro que su trabajo había terminado. -Estaremos preparados lo antes posible.- Dijo el espadachín para dejar bien claro que las heridas no serían un impedimento aunque su cuerpo estuviese a punto de rebelarse para tomarse el descanso que tanto necesita. Sin nada más que decir, Hiroto esperó a que Oka se despidiese para salir los dos de aquella sala y dirigirse a la enfermería para recibir la atención médica que tanto necesitaban.

Las respuestas que les daban eran esquivas. Era normal pues aún se encontraban en una fase inicial de la investigación. Aún así apenas pudo ocultar en su rostro la frustración que le generaba todo aquello. Asintió de forma sumisa a sus superiores y abandonó la sala sin darles la espalda. Casi ni se atrevía a mirar a Hiroto a los ojos. Habían perdido a la mitad de su equipo y podía imaginarse la carga que llevaba el líder sobre sus espaldas. Así era la vida de los ninjas de la Aldea de la Hierba.

- Ya no está en nuestras manos. Tratemos de recuperarnos lo antes posible.- En un gesto poco habitual de la kunoichi tendió su mano para tomar la de Hiroto. El tacto de la mano de Oka era frío y húmedo, como el de la tierra recién mojada.

El trió de ancianos nada tiene que acotar ya a los dos, dando su venia para salir. Afuera esperan otro par de chunin, para acompañarles cuanto antes al hospital a fin de ponerlos bajo tratamiento por sus heridas.

La aldea afuera del recinto se siente pacifica. La gente continúa sus rutinas habituales, ignorantes por completo de la nueva amenaza que se cierne sobre ellos. Ven niños paseando con sus padres, ancianos tomando el aire, mujeres charlando; ninguno distinto en absoluto a los que habitaban en la desdichada aldea de Koani. Pero estos respiran, ríen y viven, mientras que aquellos solo abonan con sus cuerpos el suelo que habitaban…

¿Que es lo que sigue ahora? ¿Que les depara el destino? Al llegar al hospital, ambos son separados para ir a salas diferentes; las heridas de Hiroto son de mayor consideración, por lo hablar de la marca en su rostro que deben intentar tratar. Mientras traen las camillas, sera la ultima chance de hablar que tengan en algún tiempo.

Okazaki se esforzaba por no pensar en lo sucedido para poder descansar pero no era fácil. Era la estratega del grupo loderado por Hiroto y su mente privilegiada no paraba de darle vuelta a todo. Lo que más le molestaba era no tener todos los datos para poder hacer un diagnóstico acertado. Estaba segura de que mucha de la información sería clasificada y que no le la trasmitirían a ellos, a pesar de haber sacrificado dos miembros de su equipo para conseguir aquella piedra.

Una vez recuperada de sus heridas sepasaba el día acompañando a Hiroto. No tenía a nadie más ahora. Miraba con extrema preocupación la terrible herida del rostro de Hiroto sin poder evitar que le recorriera un escalofrío al hacerlo.

- Te pondrás bien.- Trataba de animar a su amigo.

Poco más había que decir, mientras las palabras se desgranaban. Sonaban huecas: ninguno de los dos estaría realmente bien nunca mas. La sangre derramada podía limpiarse de las ropas, de las manos, pero las heridas que quedarían en sus almas eran mucho mas hondas.

Mientras la pareja se alejaba, del techo del cuarto donde se había reunido el consejo, una sombra se desprendió. Sus ropas y sobre todo la mascara, lo identificaban como uno de los famosos ANBU.  Guardo silencio, esperando que los ancianos hablasen.

La callada sabia fue la que rompió la concentrada meditación en que se encontraba el trió.

-Espero que sus palabras basten. Seria una pena tener que añadirles mas cargas ahora…. +intento detenerse allí, pero prosiguió impasible; no era de su carácter callarse un reproche+ Si tan solo el aviso nos hubiera llegado antes, esta situación podría haberse manejado mucho mejor. Hemos perdido buenos jóvenes…

No añadió más, por respeto al anciano Kado. El, de los tres, era quien sin duda debía sentirse mas indignado, pero por ahora guardaba sus sentimientos.

-El Consejo decide el orden de prioridad y las grandes aldeas debían ser alertadas primero. No teníamos forma de saber que comenzarían a aparecer aquí. +replico quedamente. Era la verdad, por supuesto, pero no podía decir otra cosa.+ De todas formas, tomaremos cartas en el asunto de inmediato. Por supuesto, estos dos serán vigilados, en especial el marcado… Intentaremos que nuestra presencia los perturbe lo menos posible, pero esta no es una situación que pueda manejarse discretamente. ¿Contamos con su cooperación?

El anciano tomo el hilo, tras una mirada a sus compañeros.

-La tendrán. Ahora tenemos nuestras propias razones para querer solucionar este conflicto cuanto antes. Solo exigimos que se nos mantenga informados con la misma presteza que las demás aldeas. Mientras, retendremos la esfera para ser investigada.

Esto último fue mencionado en un tono seco, dejando claro que no era un tema a debatir.

Alzo la mirada, sorprendido. Pero no replico. Solo asintió con un cabeceo, hizo una pequeña reverencia y se retiro, ahora por la puerta lentamente…

Unos minutos después se encontraba fuera de la aldea, de camino al País del Fuego. La informacion era demasiado importante para confiarla a la radio y ademas debia reunirse con su grupo, preparando el proximo paso. Todo aquel asunto se estaba gestando mucho antes de lo previsto... Mientras corría, sus atuendos fueron cambiando, a unos mucho mas ceñidos y estilizados. Las prendas normales de un agente de INS.

Mientras tanto, muchas millas al Norte...

Un cuerpo cayo entre los arboles, seco y roto. Junto a el resbalo una katana. Había muchos mas en derredor de aquel claro junto al rio, ero los otros eran mas antiguos y ya comenzaban a pudrirse. La mayoría muy pequeños… aunque otros bultos no parecían humanos siquiera.

-Tu otra alumna no ressulto tan astuta ssegun parece. +dijo una voz femenina. Descansaba sobre una roca, acariciando el rostro pequeño y blanco de Valea, acostada en su regazo. Esta lamia esa mano con delicadeza, como una gatita con la mirada perdida.

-No, no lo fue. +respondió otra voz, esta masculina.+ Pero el ultimo “fiel” tampoco. No atendió sus heridas y fue derrotado. Dos del grupo consiguieron huir. Se llevaron la esfera, a la aldea seguramente.

Resoplo, dejando que el aliento formara nubecillas en el aire frio de la ribera. No era por la fatiga, aunque la niña había dado mucha guerra. Pero la otra persona solo replico en el mismo tono suave, paciente y seseante

-Tu vission es corta… Sin el pergamino que la completa, la esfera solo ess un cebo y puedo luchar con ella esta vez. +alzo la vista. El fallo de Sunauto no era tan grave como aquel petulante creía.+ Ademass, uno de los que esscapo me abrirá las puertas, cuando sea el momento. Tiene mi sello.

-Si tú lo dices…

-Lo digo. +replico la mujer, y ahora había frialdad en su tono. Se levanto, dejando caer a un lado su carga. Valea rodo suavemente y quedo de rodillas, observándola con adoración, sin exhalar una queja siquiera+ A ssu tiempo elloss también se unirán. Ahora, no obstante, tenemos otras cosas que hacer… empezando por buscar a mis hermanoss.

Una sonrisa pronunciada se extendió por su hermosa faz, mientras Hamachi asentía con un cabeceo ante el siguiente plan de su señora. Era realmente bella ahora que estaba completa. Pelirroja, con un cuerpo bien torneado, y vestida con un ceñido traje de cuero que realzaba sus formas, sin dar indicios de poder que contenía dentro. Lo único que le restaba encanto, eran los ojos serpentinos... la mirada fria y sedienta de poder de un Oni.