Partida Rol por web

- ¡no! Tú no entiendes ... Sé que Sunauto tiene un plan, debe tenerlo! Pudo matarnos varias veces antes y no lo hizo... y es porque no quiere... Además... además estamos marcados, si nos vamos, el Oni llegará a la aldea... ¡basta!- se pone entre los dos shinobis, con sus brazos extendidos, estaba cegada, sin poder asimilar la idea de que su compañero los hubiera traicionado simplemente, seguía pensando que había otra razón, que había algo oculto que no nos podía revelar, no podía no existir solo la traición, no podría sentir aquello que sentía por alguien que simplemente traicionara a los suyos. Se resistía, porque de no hacerlo, enloquecería. Quizás por eso protegía a Sunauto, porque así confiaba que podría volver, porque así, podrían derrotar al Oni antes de que llegara a la aldea y sometiera a todos los que habían jurado proteger...

El ataque de Hiroto es impresionante…  La tremenda onda de viento que le rodea hace agitarse como llamas la cubierta de chakra que envuelve a Sunauto, mientras los múltiples impactos se suceden a medida que el capitán del grupo descarga toda su fuerza de una sola vez.

Los primeros dos golpes parecen rebotar sobre la fuerte defensa, pero el tercero hace resquebrajar el frente del felino, demostrando un ablande persistente… El cuarto rompe el genjutsu ante la sorpresa de todos, y la hoja del tanto se hunde en el pecho de Sunauto. Nadeshiko llega para interponerse mientras los dos hombres se miran y la sangre mana de la herida, mezclándose con las otras marcas en el torso de este.

-Tu… tanto quieres matarme? +masculla rabiosamente, mientras sus ojos se encienden y brillan con furia sobrehumana. Solo puede verlo a él ahora... Esta herido, pero todavía sobra chakra y este fluye por sus músculos mientras habla.+ GRAAAGHHH!!!

No hay control, solo poder, mientras golpea repetidamente hacia adelante a toda velocidad, tal como el mismo Hiroto hiciera. Sus garras golpean brutalmente, tal como las del mismo oni… sin hacer distinciones.

Mientras tanto, Okazaki va ganando distancia de la tragedia. No hay mucho mas alla ni puede ver gran cosa por la nube de humo que dispusiera para dificultar la persecucion. 

Ahora tocaba solo correr...

La ira había cegado por completo a Sunauto, y esa ira lo había llevado a acabar con la vida de la única persona que aún confiaba en él, sus garras atravesaron su cuerpo, por completo, y detuvieron su corazón. Nadeshiko sintió el golpe sólo cuando pudo darse cuenta de las garras ensangrentadas, y el dolor comenzó a florecer, pero sólo por unos segundos, luego, todo comenzó a hacerse más y más frío. Comprendió que era su fin y que en realidad, no había logrado mucho, moriría, su abuelo quedaría solo, y el Oni lograría llegar a aldea. Había confiado en Sunauto, no, de hecho, aún confiaba que podría resolver todo eso, aunque no podría verlo... Moriría...

Llevó sus manos a su pecho, la sangre salía a borbotones, y fue cayendo, con sus ojos en Sunauto, al que le dedicó una sonrisa, con los ojos llenos de lágrimas, movió sus labios, pero no salió palabra alguno de ellos, no había suficiente energía para hacerlo, aunque si logró decirlo en su mente: "Salvalos...", fue lo que pesó, antes de caer al suelo, ya sin vida, con sus ojos cerrados y con lágrimas en ellos.

El potente ataque de Hiroto consiguió sobrepasar la técnica de Sunauto para terminar por herirlo de gravedad. -Solo quiero proteger a mi aldea.- Respondió el guerrero a las palabras del explorador. Nadie más que él los había llevado a esta situación, obligándolo a enfrentarse a su propio compañero. Sunauto se convirtió en un traidor desde el mismo instante en el que aceptó un poder desconocido a cambio de entregar a su equipo al Oni. 

Hiroto estaba exhausto. Aunque se había recuperado un poco de las heridas, había usado casi todo su chakra en ese último ataque y Sunauto también parecía estar al límite tras ser ensartado. Pero el excéntrico explorador no se rendiría a pesar del daño recibido. Con un grito salvaje, se lanzó hacia él dispuesto a desgarrarlo. Hiroto se preparó para defenderse cuando algo inesperado sucedió... Nade se interpuso en un nuevo intento de traer de vuelta a Sunauto. El espadachín observó horrorizado cómo la kunoichi recibía los zarpazos y caía sin vida al chamuscado suelo. Con un grito que rivalizaba con el del traidor, Hiroto rechazó el último ataque de su excompañero y él mismo se lanzó al ataque blandiendo sus dos espadas con furia vengativa.

No miró atrás. Okazaki siguió alejándose llevando consigo aquella pesada carga y la angustia pro tener que dejar a los que habían sido sus compañeros. Iba a ser un camino largo y difícil por lo que deslizó la mano a uno de sus bolsillos ocultos y extrajo una píldora de soldado que masticó inmediatamente.

El doble ataque cae sobre Sunauto, atravesando su cuerpo por completo. Sin embargo este no cae,… no de inmediato. Su furia se apaga sin embargo, y ya normales los ojos felinos baja la vista. No a las espadas que terminaron con su vida, sino a un lado. A Nadeshiko.

Lentamente se deja caer a su lado, postrándose ante su obra. Estira la diestra, intentando tocarla... La voz del oni ya no resuena. Solo esta él y el frio ganándolo muy rápidamente sus músculos. Así está bien… no valdría la pena sin ella. ¿Que mas da una venganza si no hay algo después? Incluso esto…

Finalmente de desploma en silencio junto al cuerpo de la kunoichi, mientras el aire frio de la aldea acaricia sus cuerpos ensangrentados. Okazaki se ha ido. Todos se han marchado. Solo queda Hiroto de pie para observarlos, y asumir las consecuencias.

Hiroto se quedó congelado tras asestar el golpe final a Suanuto. Respirando agitadamente y con la mirada fija en un punto indeterminado tras el cuerpo del explorador. Aun así pudo ver el dramático y doloroso final; de la muerte de un amigo, de un compañero... de un traidor. Y jamás se olvidaría de que fue con sus propias manos con las que dibujó éste final. Pero, ¿qué alternativa le quedaba? ¿Cómo debía haber actuado? ¿Por qué Sunauto había caído en la tentación del poder del Oni? Ahora todo eso ya daba igual... Finalmente, había logrado crear una oportunidad para que Oka escapase, una oportunidad para avisar a la aldea. 

Las piernas de Hiroto finalmente cedieron, cayendo de rodillas en el suelo. Las lágrimas del shinobi cayeron por su mejillas a la vez que golpeaba la tierra quemada con sus puños. Ni siquiera era capaz de gritar para liberarse del peso de las muertes de Nade y Sunauto. Jamás podría hacerlo por completo. -Lo siento...- Fue capaz de decir con un hilo de voz. Se quedó en la misma postura durante lo que bien podría haber sido una eternidad hasta que por fin se vio con fuerzas para ponerse en pie. Miró una última vez a sus dos compañeros, cogió sus cintas y se las guardó. A pesar del cansancio, Hiroto se las arregló para darles sepultura juntando piedras y escombros. No podía hacer nada mejor por ahora pues todavía quedaba trabajo por hacer, gente a la que proteger. Si el Oni intentaba darle caza, lucharía y moriría mientras ello le comprase tiempo a Oka. Si no, regresaría a su aldea para continuar cumpliendo su deber.