-Sí, maestro -asiento-. Ya me he dado cuenta de que es un erudito, aunque parecen gustarle los conocimientos más por el mero hecho de acumularlos que de aprender algo de ellos... Una muchacha interesante, por otra parte -digo, cambiando de tema-. Discutía conmigo mismo si ella existía, no digo ya "mantenía cerca suyo", como un curioso animal exótico o como un último tablón al que agarrarse. Y sigue sin quedarme claro, maestro, pues no parece un hombre dispuesto a mover un sólo dedo por salvarse.
- Hay quien te diría que lo movió al Abrazarla. Pero... -suspira-. No voy a darte detalles, pero la Noche de la Segunda empujó a Lucian definitivamente cuesta abajo. Hasta entonces, se mantenía medianamente bien. Y no le subestimes, es muy inteligente y culto. Atesora conocimientos porque sí, pero también sabe sacar algo de ellos. Solo que lo que saca... no creo que tu mente ni la mia pudiera entenderlo.
El último comentario de mi maestro me deja bastante perplejo, pues creo que jamás ha dado por imposible la comprensión de cualquier fenómeno.
-Creo que me has entendido mal, maestro. No dudo que no sea inteligente. Sus ojos lo delataban como poseedor de una mente sagaz e inquisitiva. Per -añado-, me dio la sensación de estar hastiado de esos conocimientos. De no... de creer que no le sirven para nada.
-Mmm.
Parece pensativo, no tanto ordenando las ideas para tí como para él.
- Quizá es que él es un tanto más... Veamos. En última instancia, nada sirve para nada. Lo que somos, tarde o temprano, será una gota diluyéndose en la eternidad. Tú comprendes la valía de lo pequeño, porque hasta la más insignificante criatura que camina sobre la faz de la tierra tiene algo de único. Él prefiere comprender que, como en términos cósmicos nada cambia nada, nada vale nada. O eso creo. No me veo capaz de hacer un buen análisis de su mente.
Esbozo una sonrisa.
-Supongo que él no es de los que se someterían de buen grado a tus cuidados. Ni siquiera a los de tu hermana, maestro...
- Por supuesto que no. Ni yo lo pretendería. Hay cosas que están lejos del alcance de mi mano. Dudo que hasta Saulot fuera capaz de ahondar en esa oscuridad y salir bienparado.
Me quedo pensativo.
-¿Y ninguno de los Wu yong ha querido que las artes del gran Zao Lat o de la hábil Rayzeel les ayudaran? -sacudo la cabeza-. No lo entiendo... pero por eso mismo creo que si forjamos nuestra espada los Wu jong se volverán a alzar, esta vez contra nosotros.
Tu maestro te mira, pensativo. Lentamente, como si le llegara de muy lejos, te responde:
- Aún necesitas aprender más para comprender más.
Inclino la cabeza con respeto.
-Sí, maestro, sin duda tienes razón.
Suspiro.
-Había estado pensando, maestro, si debería visitar a Mal Kav, el hermano de Zao Lat, pero Se-fi-ra -pronuncio con dificultad el nombre entero- me lo desaconsejó. ¿Tiene ella razón?
- ¿Quién podría saberlo, sino tú y a título póstumo? Nadie conoce el futuro -dice, místico. Después adopta un tono más distentido-. Salvo, valga la tontería, Malkav.
- ¿Quién podría saberlo, sino tú y a título póstumo? Nadie conoce el futuro -dice, místico. Después adopta un tono más distentido-. Salvo, valga la tontería, Malkav.