Se le conocía con muchos nombres, pero en última instancia, se apelaba a su condición.
EL DEMONIO.
EL REY DE LOS NUEVE INFIERNOS.
-Sí... Aunque no os lo creáis, el Infierno era un rascacielos de nueve pisos. ¿Que os suena de una película? ¡Bah! No interrumpáis. Todo tiene su explicación. Atentos-. El narrador recuperó el tono de suspense.
Allí estaba Él, en toda su aterradora majestad, sonriendo mientras comprobaba con satisfacción como la cuenta de almas torturadas aumentaba segundo tras segundo. Más de 9.000 millones de pobres bastardos sufriendo el Tormento Eterno. Cuando alcanzase los 10.000, Él edificaría un Décimo Infierno. Y así, sucesiva, interminable, implacablemente.
¿Su objetivo? El Cielo. ¿Qué si no?
Anhelaba alcanzar el Elíseo. Inflar a hostiazos a todos los santos, apóstoles y vírgenes. Y partirse de risa mirando su abyecta MAGNA OPUS.
Entonces... Sucedió.
La cifra de almas se detuvo en el contador. Luego, comenzó a mermar.
EL DIABLO torció el gesto y pulsó el botón del intercomunicador que conectaba con su secretaria y súcubo personal.
-LUJURIOSA... LAS CIFRAS NO ME CUADRAN... Y CUANDO NO CUADRAN, TIENDO A ENFADARME. ¿SABES LO QUE PASA CUANDO ME ENFADO?-.
Al otro lado del intercomunicador, una voz dulce y aterciopelada replicó.
-Sí, Amo. Sé que cuando las cifras no suben solas, el Amo les da un empujoncito.
-BUENA CHICA, LUJURIOSA. Y AHORA DIME... ¿POR QUÉ NO SUBEN LAS CIFRAS SOLAS COMO ACOSTUMBRAN?-.
-Según me informan los zánganos, tenemos un rebelde. Ha liberado de su miseria a varias almas en pena. No tardarán en encontrarle, Amo-.
-EXCELENTE... QUE ME LO TRAIGAN VIVO...-.
EL DEMONIO se relamía pensando qué nuevos tormentos practicaría sobre el alma de ese insecto rebelde.
Lo que ignoraba, claro está, es que ese insecto rebelde no era tal...
Era un gallo...
Un gallo de pelea bérserker...
-¡Eh! ¡Eh! Nada de saltar sobre el sillón, niños. Tranquilizaos o termino la historia ahora mismo y os quedáis sin la mejor parte-. El narrador sonrió, astuto. Truco baratísimo para dejar a los niños en vilo.
En pie, frente a las inmensas puertas del rascacielos que llamaban Infierno en aquel erial dejado de la mano de Dios, estaba nuestro héroe.
Un gallo singular.
Sus ojos, dos piedras de azabache, brillaban de determinación mientras observaba la cúspide del edificio perderse entre las nubes de una tormenta de fuego.
-Aunque no os lo creáis, en el Infierno hay un clima bastante inestable-. El narrador carraspeó, retomando la historia.
-Tú y yo, Daisy... Tú y yo...-. Fueron las misteriosas palabras que emitió el gallo.
¿Su nombre? Roasty Jones.
¿Su objetivo? Llegar a la azotea del Infierno y cruzar en vuelo el Purgatorio rumbo al Elíseo. Allí encontraría a su amada, la gallina Daisy.
NUNCA SUBESTIMES A UN GALLO ENAMORADO.
Los pobres demonios que osaron detenerle yacen ahora a sus patas, rajados de diversas y dolorosas formas por sus espolones de acero.
Roasty entró en el edificio. Ocho guardias de seguridad cargaron contra él. Era un combate injusto.
...DEBERÍAN SER 500 para igualarlo.
EL DEMONIO recibió un mensaje de alarma por el intercomunicador. Su paciencia comenzaba a agotarse.
-ESPERO QUE SEA UNA BROMA... ¿SABES LO QUE PASA CUANDO NO ES UNA BROMA, LUJURIOSA?-.
-Sí, Amo. Las cifras de almas reciben un chute de adrenalina y suben por centenares varios días. Lo sé, Amo.
-BUENA CHICA... AHORA DIME... ¿POR QUÉ BROMEAS CON LA ALARMA DE ASEDIO?
-Bueno, su Malignidad, a decir verdad, he revisado el nuevo Código de Fracturas de Seguridad...
-¿EL QUÉ?-.
-El CFS, su Malignidad. Lo firmásteis hace unas semanas con Azathot y Nyarlathotep para evitar roces con la frontera de lo Insondable.
-AH, SÍ... ESO... HUM... ¿Y QUÉ? ESO NO EXPLICA POR QUÉ TENEMOS UNA FRACTURA DE SEGURIDAD...-.
-Como le decía, Amo... He revisado el Código... Y la matanza que se está produciendo en el segundo piso sólo puedo catalogarla como... Bueno... Fractura de Seguridad. Si comprueba los dígitos de Almas Demoníacas en su terminal, comprobará que las bajas se están multiplicando a un ritmo alarmante.
-HUM... YA ESTÁN LOS PUTOS HACKERS FASTIDIÁNDOME LA CUENTA. VOY A REVENTARLES SU JETA...
-¡Oh! ¡Amo! ¡Tengo un mensaje de emergencia del tercer piso! ¡Le pongo el altavoz!-.
*YEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARRRRRGHHH!!! EL OTRO OJO NO, POR FAVOOOOOOOOOORRRR, SOY UN DEMONIO MENORRRRR!!! MI PECADO ES EL ANSIA VIVAAAAAAAAAAAAA!!! NO SOY PELIGROSOOOOOOOOOOOOOOOO!!! AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARRRRRRGHHHHH!!! ENVÍEN REFUERZOS!!! NOS ESTÁ MATANDO A CHORROS!!! UN POLLO!!! ES UN POLLO DIABLOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!*
-¿¡PERO QUÉ CARAJO...?!-.
-Amo, ¿saco a pasear al Cancerbero y a los Dallas Cowboys?
EL DEMONIO notó cierta inquietud en el píloro. Hacía tiempo que no sentía algo así.
-LUJURIOSA, NO REPARES EN GASTOS. Y OFRECE UNA PRIMA PARA EL QUE ME TRAIGA LA CABEZA DEL POLLO DIABLO ÉSE.
-¿Que les ofrezca a mi prima Libidinosa? Amo, ella se ofrece sola. No encuentro la compensación, francamente...
-HAZLO-.
EL DIABLO estaba distraído, preocupado, cariacontecido, de semblante gris, melancólico, plomizo...
Un pollo diablo... ¿Qué era eso?
ROASTY JONES ERA UN POLLO DIABLO.
Avanzó empleando su nueva técnica del Espolón Aéreo de Brooklyn. Era tan veloz y acrobática como mortífera.
A su paso, los cadáveres se apilaban por centenares. Nadie podía pararle. Quinto piso. Sexto piso. Séptimo piso.
ALL ENEMIES KILLED.
Entonces... Apareció Él...
El narrador observó el brillo en los ojos de los pequeños. Les tenía agarrados por el esternón y contenían la respiración, tensos por el destino de Roasty. El viejo zorro sonrió. Ahora llegaba su parte favorita.
-VOLVEMOS A ENCONTRARNOS... POLLO...-, dijo el enemigo mortal de Roasty Jones.
El enorme mutante y el gallo se arrebataron la vida mutuamente en un duelo épico en otro tiempo. Ahora, volvían a encontrarse en el Octavo infierno.
-...CON UNA SUTIL DIFERENCIA... AHORA CONOZCO TUS TRUCOS. TE DECAPITARÉ PRIMERO... Y LUEGO ME COMERÉ MIS NUGGETS... JUE, JUE, JUE...-.
El narrador tenía una imitación del mutante muy, muy conseguida. Recordaba bien a aquel bastardo...
Los niños se llevaron las manos a la boca, reprimiendo un grito. Estaban asustados con la aparición del gigantesco enemigo.
Roasty guardó silencio mientras observaba a su némesis.
A su alrededor, electricidad estática.
Sus ojos parecieron estallar en llamas.
Su plumaje se encrespó, erizado.
KI ASESINO.
Armó los espolones e inclinó el cuerpo para un nuevo vuelo.
-No soy un pollo... Soy la Muerte emplumada. Soy Roasty Jones. SOY EL MAYHEM 2. Y tu alma será mi esclava en el más allá. Ahora... MUERE-.
ROASTY JONES HABÍA PERFECCIONADO SU TÉCNICA DESCORAZONADORA HASTA EL PUNTO DE REACCIONAR AL MERO PENSAMIENTO.
EL LÍDER STRIG EXPLOTÓ EN MIL PEDAZOS MIENTRAS EL GALLO LE ATRAVESABA CONVERTIDO EN UNA SILUETA DE PURA ENERGÍA.
El narrador no pudo evitar una lágrima de emoción mientras imaginaba a su viejo colega culminar la hazaña.
Los niños, lógicamente, estaban ya hiperventilando.
-LUJURIOSA, ¿QUÉ COJONES ESTÁ PASANDO AHÍ ABAJO? ¡¡NOTO JALEO EN LA PLANTA DE ABAJO!!-.
-Amo, se ha cargado a los Dallas Cowboys en cuestión de segundos y al perro lo ha distraído con los huesos del quarterback...-.
-¡MIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERDA! ¡NO TE PUEDES FIAR DEL PERRO! ¿DÓNDE ESTÁ? ¿DÓNDE ESTÁ AHORA MISMO?-.
-¡Amo! ¡Está aquí! ¡Está aquIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEAAAAAAAAARGHHHHH!*
-¡HOSTIAS!-.
EL DEMONIO corrió a su armería personal y tardó unos segundos en dilucidar si el tridente sería adecuado para la ocasión, así que optó por lo sencillo: EL RAILGUN.
-VAMOS, POLLO DE LOS COJONES. SEAS LO QUE SEAS, ESTOY PREPARADO...-.
-Lucius, por Dios... Estás usando un lenguaje muy soez para los chicos. Modérate, por favor...-.
-Esto... perdona, cariño. Tendré cuidado en adelante. Es por el dramatismo y estas cosas...-. El narrador sonrió a su esposa, la zorra más hermosa de todo Manhattan.
La Puerta Negra estalló en mi pedazos.
En el umbral, entre el reguero de muerte, sangre y destrucción, un gallo permanecía en pie.
Sus ojos miraron al Diablo como quien observa a una hormiga a punto de ser aplastada.
-Tú y yo, Daisy... Tú... Y yo-.
GALLO ARMADO.
GALLO DEMONÍACO.
GALLO CONQUISTADOR.
El rascacielos estalló en mil pedazos cuando un orbe de energía emergió desde la azotea, como una suerte de proyectil impulsado con un único objetivo: ALCANZAR A DAISY JONES.
ROASTY JONES, EL ÚLTIMO GALLO EN PIE, HABÍA DESTROZADO EL MISMO INFIERNO.
Los niños son un público muy agradecido. Los vítores y los abrazos no tardaron en llegar cuando el viejo Lucius Sharp acabó la historia. Desde el umbral de la cocina, la señora Maggie Sharp observaba orgullosa a su marido. Los críos ahora les dejarían en paz durante unos minutos.
-Son agotadores, ¿verdad?-. Maggie besó en la mejilla a Lucius.
-Aunque no lo creas, he estado en situaciones peores... Aunque no mucho peores, a decir verdad-. El zorro sonrió con astucia. -Voy a ver al resto de invitados. Deben sentirse abandonados...-.
-Oh, sí. Sin su sargento deben estar desvalidos completamente-.
-Totalmente-, añadió él.
-Absurdamente-, añadió ella. Era más astuta que él.
* * * * *
Afuera, las vistas de Manhattan y del agua azul rodeando la isla sumieron al viejo zorro en un sentimiento de profunda satisfacción. El aire era fresco y la noche caía sobre ellos. La melodía de una guitarra no le dio demasiado tiempo a regocijarse en el atardecer.
El viejo Fitz-Wallace tocaba sin aparentar cansancio alguno para los niños y el resto de viejos soldados. Lucius sonrió. El gorila poco había cambiado. Su espíritu sobreviviría a mil guerras. Siempre sería el alma alegre del Escuadrón.
Extrajo de su chaqueta la vieja fotografía. La vieja y única foto. Maggie no se había dado cuenta de que la había cogido hoy del dormitorio.
Miró la foto del escuadrón al completo. El viejo Roasty, su mal carácter, su amor incondicional por Daisy, su mirada indescifrable. El enorme Fitz sonriendo con su vieja guitarra Stratocaster al hombro. El pequeño Chipp, que había fallecido hacía años a causa de un infarto mientras concebía a su nonagésimo cuarto hijo... Chipp Jr.
Soltó una carcajada rememorando a la ardilla. Hasta su muerte fue cómica.
Observó a la Teniente Rose, en su momento herida en combate y retirada del frente. Ahora, era una de las Generales más dura de las Fuerzas de Seguridad Mundiales. Su melena ya no era azul. No encontró motivo para tintarse su cabellera roja como el fuego.
Y finalmente, miró al chaval. SU chaval. Rook Fury, con gesto de tensión, como necesitando parecer duro entre tanta máquina de matar, con su Peluche y una barrita Krunchy Munchy sobresaliendo del pantalón.
Le dio la vuelta a la foto. Una pequeña frase, escrita a mano.
Gracias, Sargento, por cuidar de todos nosotros.
Fdo. James Turner.
-Puto Jimmy... Qué malo era disparando...-. Soltó otra lágrima al tiempo que se reía recordando al tío que se dejó la vida, literalmente, devolviendo Nueva York a todo su esplendor.
Una sombra a su espalda. Guardó la foto y mantuvo la sonrisa en su rostro.
Era Fitz.
-Joder, Fitz... Un gorila sigiloso, ¿a tu edad?-.
-En no pocas ocasiones le he dicho, sargento, que los primates somos la cima de la escala evolutiva...-. Dijo, satisfecho, el gorila. -Tengo una canción nueva para los niños, pero necesito un batería... ¿Cuento con usted, sargento?-.
-Avance, soldado. Me uniré con usted en breve... Pero antes... ¡EL PONCHE!-.
-¡OH DIOS SÍ! ¡EL PONCHE DE LA SEÑORA SHARP!-.
* * * * *
Lucius cargó la fuente de ponche y se dirigió al jardín, donde tenía lugar la fiesta. Entonces, sonó el timbre.
La enorme figura que sobresalía del marco no dejaba duda. La cornamenta aún menos.
Lucius abrió el portal para recibir al último invitado. Llegaba tarde y tenía buenos motivos.
-Teniente Fury, me alegro de saludarle, señor-. El zorro se cuadró ante su joven promesa, un rinoceronte enorme como un armario de seis puertas, trajeado con el uniforme militar de gala y con una cesta de barritas Krunchie Munchie. Rook seguía tan cumplido como siempre. -Puedes ponerte el pijama si quieres. Los niños te van a poner perdido el uniforme. El tío Rook volverá a ser el héroe local cuando vean las barritas-.
El rinoceronte, siempre correcto, devolvió el saludo a su sargento. El único, puesto que su carrera había estado vinculada estrechamente a la odisea contra los Tecnomariachis.
Ambos avanzaron hasta el centro de mando dispuestos a recordar viejos tiempos.
* * * * *
Mucho más tarde, cuando acabó la fiesta y su familia dormía plácidamente, en la soledad y la quietud de la noche, Lucius miró al cielo, a la luna, y no pudo evitar sentir una profunda emoción embargándole el alma.
-Misión cumplida, soldado... Misión cumplida-.