Partida Rol por web

-¡¡¡LA HOST&% &%$$!!!-, el gorila observa la cadena de explosiones y al comprobar que el icono de la zona de lanzamiento está apagado, comprende qué ha ocurrido. -¡¡¡ROASTY LA ESTÁ LIANDO AHÍ ABAJO!!!

Luego, comprueba que los iconos que simbolizan enemigos en el radar comienzan a apagarse rápidamente, pero hay un icono, más rezagado, que parece acercarse al Escuadrón Mayhem atravesando edificios y que está relativamente cerca de la posición que cruza en este instante la Brooklyn's Finest.

-¿¿Pero qué...??-, el gorila no tiene tiempo de reaccionar ante la onda de energía que atraviesa el fuselaje de la nave, haciéndole perder el control del sistema. La cabina se inunda con el ensordecedor pitido de la sirena de alerta. La pantalla advierte daños muy graves en el rotor derecho y calibra el riesgo de una colisión mortal en un 90%. Fitz-Wallace, aturdido, trata de mantener la nave estable como puede y acciona el intercomunicador, sin saber que esa será la última vez que lo haga.

-¡MAYDAY! ¡MAYDAY! ¡TENIENTE! ¡EVACUACIÓN ABORTADA! ¡ME HAN DADO! ¡REPITO! ¡ME HAN DADO! ¡TIENEN UN ENEMIGO DESCONOCIDO FLANQUEÁN*-.  

El Escuadrón Mayhem advierte cómo en el horizonte la figura inconfundible de la Brooklyn's Finest es impactada por un ensordecedor torrente de energía sónica que proviene de "algo" que emerge de entre los restos de lo que una vez fue un orgulloso rascacielos.

Ese algo es una criatura mecánica que el Escuadrón Mayhem no ha visto jamás en su vida.

Una mole de hierro rojo de más de 20 metros de altura con cables chisporroteantes a su espalda y con la mirada de un fulgor azul. 

Comprobáis que la Brooklyn's Finest pasa sobrevolando vuestra posición en un vuelo errático e inestable, hasta que finalmente impacta contra un edificio lejano a unos 75 metros de distancia pasada la boca de metro. La nave insignia del Escuadrón, fuera de control, arremete contra la estructura en ruinas con una aparatosa colisión.

¡¡¡¡SLAAAAAAAM!!!! ¡KKKKKKKKKKKKRRRRRRRRRRRAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSSSSHHHHHHH! 

Es imposible que Fitz Wallace haya sobrevivido al impacto.

Si el sargento Lucius pensaba amonestar a Rook y a Chipp por insubordinación, poco queda de ese pensamiento al ver los acontecimientos pasar de modo inexorable.

El zorro observa con impotencia cómo su hogar volante, su preciosa nave, cae contra el edificio y no puede evitar apretar los dientes hasta sangrar cuando siente cómo su hermano de armas, Fitz, cae con ella. Saca fuerzas de su interior y mantiene la compostura. Su Escuadrón le necesita. Más que nunca.

-¡Teniente! ¡Retirarnos calle abajo es la muerte segura! ¡No podemos iniciar un tiroteo contra esa cosa! ¡No tenemos artillería! ¡Tenemos que guarecernos bajo tierra!-, Lucius habla con toda la confianza de la que es capaz en ese momento y mira fijamente a la Teniente Rose con sus penetrantes ojos verdes, casi suplicando que la escuche.

La mole se detiene en mitad de la calle, a unos 40 metros de vuestra posición. Su tamaño y su envergadura son imponentes. Para vuestra sorpresa, el coloso alza un brazo y apunta con su enorme dedo mecánico a uno de vosotros.

A uno en particular.

A Jimmy.

Luego, de sus altavoces situados en su enorme cabeza emerge una voz gutural, siniestra como la mismísima Muerte.

-TUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUURRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRNEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERRRR...-.

Tras pronunciar "Turner", el gigante avanza. Avanza implacable. Hasta vuestra posición.

Al ver el trágico descenso de Brooklyn's Finest Rook se lleva una mano al comunicador —¿Mayhem 3, estás bien?¿Mayhem 3? ¿Fitz? ¡Fitz! ¡FIIIIIIIIIIIIITZZ!— si hubiera dispuesto de más tiempo, Mayhem 5 quizás se hubiera puesto a recordar momentos con el gorila que en retrospectiva fueran tiernos aunque en su momento quizás no tanto. Como esos montajes que la gente hace en los funerales, pero dentro de su cabeza. Incluso es posible que hubiera lagrimeado un poco, cosa muy rara pensando que en este mundo las lágrimas de rinoceronte son lo más parecido que puede haber a las lágrimas de unicornio.

Pero Rook no disponía de más tiempo. Un robot grande como un edificio se asomó desde detrás de un rascacielos, señalando al ICC. Mayhem 5 no sabía dónde estaban sus compañeros, pero el dedo del robot le quitó las dudas.
El rinoceronte comenzó a correr en dirección a la boca de metro cuando vio tirados en el suelo a sus dos compañeros. Los levanto de la ropa como si de bolsas de supermercado se tratase mientra los arrastraba a la oscuridad de la red de túneles subterranea.

—¡Mayhem 1, Mayhem 2! ¡Retirada! ¡Aquí!— gritó intentando sobrepasar el estruendo de la tormenta ácida y los pasos del robot gigante, antes de meterse en aquel hormiguero. Nadie lo había puesto a cargo, y en realidad todos los presentes, salvo el Idiota Caido del Cielo eran superiores a él. Pero ya toleraría el sermón más tarde. Para eso necesitaba primero estar vivo.

Al ver la caída del Brooklyn's Finest algo se rompió en mi interior. Era el momento de asumir aquel mundo como algo real, puede que yo hubiese guionizado y dibujado el Giant Size #1 de NUEVA YORK NUCLEAR, pero alguien se había apoderado de mis niños y estaba jodiendo la marrana cosa mala, como cuando Calremont plantó a los X-MEN o Marvel dio puerta a Alan Davis de CLANDESTINE. Yo NUNCA HABRÍA MATADO A FITZ, NUNCA HABRÍA ESTRELLADO LA BASE AEROTRANSPORTADA (Más que nada porque eso me habría recordado a cuando un abusón derritió mi dirigible de las Tortugas Ninja, uno de mis mayores trauma sde infancia), y eso significaba que podía morir, de verdad, allí, como ellos podían morir como Chipp, Roasty, Lucius, Rook o Rubi... Negué con la cabeza... Fuese o no fuese este un delirio post mortem inducido por disolventes o el olor de mis figuras de acción derritiéndose, si podía actuar sobre él, lo pondría todo de mi parte para no ver morir a nadie más.

Yo era un creador, ¡COÑO!... ¡¡¡DADME UN LÁPIZ Y OS HARÉ UN MUNDO!!!

Claro que aquella mole que asomaba tras los edificios no iba a notar demasiado el impacto de un puto lápiz. 

Rompí mi pose de tristeza épica tras Lucius, me giré casi temblando y encaré uno de mis lugares favoritos para dibujar splash pages, portadas y pinups: el Nueva York bajo nuestros pies, el del metro, el alcantarillado y los mil pasadizos secretos.

- ¡¡¡MAYHEM!!! NECESITAMOS REPLEGARNOS... ¡¡¡VAMOS!!!

En los ojos dilatados por el espanto de la teniente se reflejó la bola naranja de la explosión que terminó con su amada nave y con Fitz.

Por un momento se quedó boquiabierta y un segundo más tarde su rostro se convirtió en una máscara de ira absoluta, mandíbula en tensión, y dientes apretados. Gritó a todo pulmón.

“¡¡¡¡FIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIITZ!!!!”

Con la vista clavada en el monstruo mecánico que acababa de destruir la nave y matar a su compañero, Ruby comenzó a soltar tacos, echando espumarajos por la boca.

“¡¡¡GRAAAAAAARG!!

Se incorporó de un salto y estuvo a punto de hacer pie sobre un montón de escombros para darse impulso y abalanzarse sobre el monstruo mecánico, cuando algo tiró de su chaqueta y la hizo caer hacia atrás. La teniente comenzó a debatirse furiosa, para zafar del agarre, sin dejar de gritar.

 “¡¡¡¡HIJO DE P&%AAAAA!!! ¡¡¡TE VOY A DESTROZAR, MALDITA HOJALATAAAAA!!!”

Comenzó a dar patadas al aire, como si con ellas pudiera alcanzar y hacerle daño a aquella cosa, mientras algo la arrastraba por la espalda.

“¡¡¡¡SUELTAAAA, SUELTAMEEEE!!!!!" Le gritó a quien fuera que la estaba arrastrando “¡¡¡¡LO VOY A DESGUAZAAAAAAARRR!!!”

Chipp, aún con el cuello doblado en un ángulo, digamos, incómodo, queda petrificado de terror al ver el último vuelo de la que ha sido durante incontables misiones su hogar móvil. Por un momento piensa en su colega Fitz. En su guitarra desafinada y en su obsesión enfermiza con aquella banda del tío del sombrero de cowboy cuyo nombre nunca recuerda. Su respiración se acelera y tiene que hacer un notable esfuerzo para no estallar en lágrimas. 

La pequeña ardilla, a lomos de su fiel Rook, se sentía invencible hasta ese momento. Ahora, al ver avanzar implacable a aquella mole de acero rojo, es consciente de que sus peores temores se han hecho realidad. Los Tecnomariachis tienen el arma definitiva. La guerra ha terminado.

En estos pensamientos está sumido cuando es el único del equipo en percatarse de que el gigante robótico que avanza hasta ellos junta las manos y genera un torrente de energía que dirige hasta el Escuadrón Mayhem.

-¡¡¡ROOK!!! ¡¡¡AL SUELOOOOOOOOO*

Una onda expansiva sacude el campo de batalla con la violencia de un tsunami. Es un torrente de energía sísmica generada por el gigante al golpear en suelo con sus puños. En cuestión de segundos, una brutal sacudida telúrica devasta la zona derrumbando los últimos vestigios de la calle y demoliendo los edificios que rodean vuestra posición.

Todos los miembros del Escuadrón Mayhem salen despedidos cayendo directos al interior de la boca del metro en una durísima caída hacia la oscuridad del subterráneo, quedando la entrada sepultada bajo los restos de los edificios.

Fundido a negro.