-Vaya... -comento, sorprendido. Exhalo un suspiro de tranquilidad. Parece que la paranoia de Cloe era infundada-. La expedición q... q... que vino antes que nosotros cometió el mismo error con los tr... tra... trajes alienígenas, pero ahora, por suerte, ya no quedan más trajes ni más "chupacabras" -explico con satisfacción. No obstante, de repente, caigo en un detalle que no me gusta y mi ojo izquierdo se cierra y abre involuntariamente a toda velocidad-: Pe... pe... Pero oiga, ya podría habernos avisado de lo que íbamos a enco... encontrar en la nave de los raianos, ¿no? -digo mirando al anciano con cara de pocos amigos-. En fin, ahora ya da igual... -concluyo con resignación, mirando al suelo.
-Bueno, nosotros... nos volvemos a Redención -le digo a Jeff Turner al cabo de unos segundos de silencio incómodo-. Le contaremos a nuestros superiores que en la Tierra hay supervivientes y espero poder convencerles para volver con más naves para ayudarles, tal vez para rec... rec... recolonizar el planeta. Hasta pronto, señor Turner -digo a la vez que estrecho la mano del viejo militar. Luego miro a Vásquez y al doctor un instante y doy media vuelta y salgo de la cabaña.
Me despido del viejo haciendo un movimiento con la cabeza, y reculo hacia la puerta sin darles la espalda.
-Que les vaya bien.
El anciano os despide con un simple movimiento de cabeza y comprendéis que en la frialdad de su mirada no hay más que desconfianza. Lleva toda su vida esperando el reconocimiento por su trabajo y sabe que nadie de Redención se dignará a darselo.
Una vez fuera os reunís con vuestros compañeros.
Salgo caminando sin terminar de dar la espalda ala choza hasta que han apsado varios pasos y cuando encuentro al otro grupo les digo:
-Vámonos ya de esta pocilga...
Al cabo de unos minutos, Leroy, Vasquez y Castro salen de la cabaña con algo parecido a la decepción en sus rostros.
Sin nada más que hacer en el pueblo, ni siquiera en este planeta os dirigís a la nave de los Mileto y comprobáis con satisfacción cómo todos sus sistemas están intactos.
El zumbido de los motores os reconforta y una sensación extraña os invade cuando os eleváis por encima de los árboles.
Esto ya está, pequeños marsupiales. Os dejaré esto abierto por si queréis postear las impresiones de vuestros pejotas, charlar, aclarar cosas... Y luego lo cierro con un bello epílogo de los mios.
Cuando la nave se estabilizó en el espacio, solté mi cinturón y me acerqué hasta la piloto poniendo una mano sobre su hombro.
-Reconozco que fue una sorpresa que siguieses allí como te había dicho mientras yo estaba en la choza del viejo. Simplemente descubrimos que el lo sabía todo desde le principio, y no nos dijo nada. Supongo que en cierto modo te debo una disculpa, y puede que no seas tan traicionera como me pareció, aunque te estés saliendo con la tuya y te llevas a la Mileto de regreso a casa.
Empezaba a darme la vuelta y le dije:
-Ah, se me olvidaba. ¿Recuerdas la carga explosiva que había colocado? -Saqué un detonador de mi sujetador y lo puse al lado de su oreja, y lo apreté-
¡CLICK!
-Era un farol -lo solté y cayó sobre sus piernas- puedes quedártelo de recuerdo...
Volví a mi sitio y me até con el cinturón otra vez.
El despegue ha sido un exito, sin contratiempos. Sentada ante el panel de mandos me pierdo entre mis propios pensamientos. La voz de Vazquez me sobresalta y la miro, no la aguanto, si pudiera viajar a la velocidad de la luz lo haria por perderla de vista de una vez.
-Asi que lo sabia todo -no hago mas comentarios sobre el viejo- Deberias saber ya que la Mileto es la forma mas facil de regresar, como hubieras regresado tu sin la nave?- no espero que me responda a esto, simplemente intento que se de cuenta de lo estupido que puede llegar a ser un comentario a veces- La carga explosiva me trae sin cuidado- miro el detonador con hastio, dejandolo justo donde ha caido- Sinceramente, espero no volver a repetir esta experiencia, y si lo hago espero que no estes tu
Dejo que vuelva a su asiento y cierro los ojos mientras rebusco en mi bolsillo, al final encuentro lo que quiero. Saco una pequeña capsula roja y blanca y la tomo. Introduzco las coordenadas exactas para llegar a Redencion y dejo que la nave nos lleve de vuelta por su cuenta. Supervisare el aterrizaje, pero hasta entonces voy a olvidarme de la Tierra, de sus habitantes y de los que me acompañan.
Ocupo un lugar en la cabina, detrás de la piloto, por si hace falta volver a intentar el numerito de la salvación en el último segundo. Oigo lo que dice Vásquez y suelto una carcajada mientras expulso el humo de mi último puro y me palmeo la pierna recién engrasada.
- ¡El muy cabrón lo sabía todo desde el principio!- río con ganas- ¡Y nos utilizó para limpiar su mierda!
Vuelvo a reír con ganas y un punto de histeria. En realidad la cosa podría haber ido mucho, pero que mucho peor.
- Eso me recuerda un dicho -tiro la ceniza con despreocupación- Lo decía un sargento veterano... combatí bajo sus órdenes hace como treinta años. Siempre decía... ¿cómo era?
Hago una pausa dramática y concluyo con una enorme sonrisa.
- ¡Ah, sí! "Sabe más el diablo por viejo que por diablo" - aspiro otra calada- Eso decía el viejo hijo de puta.
-Bueno, en re... re... realidad, el señor Turner nos contó que todo empezó c... cu... cuando el niño y su padre se internaron demasiado en el bosque y debieron encontrar la nave alienígena -explico desde mi asiento-. El señor Turner les había prohibido a los del pueblo alejarse demasiado precisamente para que no ocurrieran cosas como esas, porque en su juventud ya tuvo que abatir a uno de los suyos que se puso el traje alienígena. Pero pasó igualmente, es decir, el padre del niño se puso un traje de los raianos y se convirtió en un chupacabras. Al mismo tiempo, las defensas de la nave debieron activarse y una de esas arañas mecánicas se pegó al cogote del niño. Luego llegaron los Mileto y se transformaron en más monstruos de esos -me quedo pensativo unos segundos, guiñando el ojo izquierdo involuntariamente y luego continúo-. C... Cre... Creo que deberíamos volver y poner cargas explosivas en esa nave para destruirla de una vez por todas. Además, quién sabe si la señal que detectaron en Redención habrá llegado mucho más lejos, hasta dondequiera que estén ahora esos malditos raianos -afirmo mientras un escalofrío me recorre la espalda-. ¿Creéis que el CET nos dejará volver? ¿Creéis que enviarán más naves a la Tierra, ahora que saben que es habitable?
- ¿Volver? - Ozzy mira al cielo un momento - Yo no voy a volver. Vivimos un exilio impuesto por el CET... ¿Por qué nos quieren a todos ahí arriba? No es lugar para los humanos, nuestro lugar es la Tierra. Aquí estaba el país donde nacieron mis antepasados, aquí voy a vivir y aquí moriré. - Tras quedarse pensativo un momento, se sienta sobre una pequeña piedra en el suelo y pasa sus dedos entre la hierba, en silencio.
En pocos segundos, la figura del Doctor diciéndoos adiós con la mano desaparece entre la verde espesura de la jungla y tras echar un breve vistazo al poblado, la ciudad en ruinas y el inmenso mar azúl, vuestra nave se eleva hacia el cielo a toda velocidad.
Cuando llegáis a Redención, el Capitán Skolknick os está esperando. El único superviviente de la Mileto le entrega algo que os recuerda a una tarjeta de almacenamiento; puede que antes del incidente de los chupacabras hubiesen logrado su objetivo, fuera cual fuera.
Después os felicitan. "Lo habéis hecho bien muchachos, no se esperaba menos de vosotros, esto os dará muchos puntos para vuestra próxima promoción..." Pero vuestros intentos de explicar qué hay realmente en la tierra son ignorados. Eso no es cosa vuestra y se os dan unos dias de descanso. Volvéis a vuestras casas.
Las calles grises y estrechas de Redención, último bastión de la humanidad como os habían hecho creer hasta ahora os cobijan; son vuestro hogar, pero por primera vez en vuestras vidas sentís algo parecido a la claustrofobia. Miráis por última vez la esfera azúl del cielo y entráis.
Vuestras casas no son más que pequeños cubículos habilitados para dormir y que permiten un número limitado de posesiones. Os acostáis en vuestros camastros y aspirais el aire purificado de Redención al que ahora le notáis un olor extraño.
Esta noche soñaréis con un cielo azúl, aguas cristalinas y el sonido de las hojas movidas por el viento.
FIN