Trato de levantarme hasta quedar con una rodilla apoyada en el suelo. Miro en el interior del templo pero no soy capaz de ver al jefe Slann.
-Tengo una premonición para el Jefe Slann.- Digo bien alto, esperando que el jefe pueda escucharme desde dentro aún meditando.
- Ni tienes forma de demostrarlo ni los Maestros han dado orden alguna. Cambia su voz a un tono tan severo que notas que no dirá palabra alguna más. Lo siguiente que se diga, lo anunciarán las armas. Parece que ha hecho una excepción y se ha dignado a hablar una última vez.