Una nueva decepción, al parecer era lo que más estaba obteniendo de este apestado mundo. Fue por ello que molesto muté las espadas en una gigantesca maza y golpeé con fuerza la representación de aquel insignificante dios élfico, haciéndola totalmente añicos antes de salir de nuevo al exterior y olfatear el horizonte. Necesitaba más presas, más cráneos para mi amo y señor, más sangre para sus calderos, más cuerpos para sus mastines.
- ¿Dónde está el próximo asentamiento?
Exigí a la elfa sin miramientos y con el firme propósito de marchar cuanto antes.
Señaló hacia el sur. Justo por donde habíais venido.