Partida Rol por web

Cuando Garv y Garin tranquilizan a la joven pareja, estos comienzan a hablar. No parecen muy convencidos de lo que les cuentan los aventureros:

-Me llamo Rufus Tulby y esta es mi mujer, Imelba. Y no sabemos nada de ninguna babosa ni de nada parecido. Hasta ahora los clérigos han cuidado siempre del pueblo y hacen que Gozreh nos bendiga con pesca abundante todas las estaciones.

Vinimos esta mañana para entregar a nuestra pequeña en "apadrinamiento" a los Vecinos de Más Allá de la Bahía. Así se ha hecho durante generaciones con las segundas y terceras hijas de todas las familias del pueblo. El Padre Voltiaro, nuestro Visir, nos asegura que esto es todo un honor, pues las hijas de Illmarsh se convierten en las mujeres de grandes terratenientes de los Vecinos, y además esto asegura que la pesca sea abundante para el pueblo.

Después, sin hacer caso de la extrañada expresión de los aventureros, es la mujer la que continúa entre sollozos: -Pero según nos contó el Visir los Vecinos llevan semanas sin venir al templo a recoger a las niñas... Así que decidió llevarse a nuestra pequeña a la vieja Casa Undiomede con la esperanza de poder contactar con los Vecinos allí. Nosotros nos quedamos aquí en el templo conversando con el hijo del Visir, el vicario Caleb. Fue entonces cuando escuchamos ruidos de lucha y Caleb nos dijo que permaneciésemos aquí.

Sé que debería estar contenta de recibir este honor, pero no puedo evitar pensar que quizás esté pasando algo malo. Y que los clérigos pueden no haber sido honestos con nosotros...

- No, no han sido nada honestos con vosotros, iremos a esa casa y esperamos encontrar con vida a la niña, pero me temo que la habéis entregado a un sacrificio. Esos puñeteros sacerdotes no eran sino una panda de asesinos. Y me alegro de poder decir eso en pasado.

Montaña no tenía puñeteras ganas de contemporizar, se sentía frustrado y cabreado por lo maligno de los sacerdotes, hasta el extremo de sacrificar niños inocentes y convertir a seres humanos en extraños besugos, y también por la credulidad de la gente del pueblo.

Visiblemente preocupado por lo que estaba en juego, Garvos exclamó:  Rufus, Imelba, iremos corriendo a la casa Undomiede. Ustedes alcáncenos ahí con la mayoría de gente que puedan conseguir.  Quizá podamos rescatar a su hija.  Si está ahí, lleguen ustedes para que se las demos, pero prepárense para asaltar la casa si nosotros fallamos.  

Los clérigos no son de Gozreh, y han estado dando sus hijas a poderes oscuros.  ¡Debemos poder rescatarlas!  Traigan símbolos benditos de la verdadera dama de los mares.  Necesitaremos su ayuda también.

¡Vamos compañeros!  y diciendo esto salió a toda prisa del lugar rogando a Pharasma que no fuera demasiado tarde.

Alatar escuchaba compungido lo que los aldeanos tenían que decir, negando con la cabeza de vez en cuando. Abandonó la sala sin mediar palabra.

Alatar se dirige sigilosamente a la sala donde descansa el rehén, mientras saca una pequeña navaja de su bolsa de componentes. Esta vez está furioso y no se anda con chiquitas, así que acerca la navaja a la garganta del cultista.

- Puede que merezcas algo peor que la muerte, pero por desgracia tengo que reservar las energías mágicas que me quedan para terminar con el resto de tus compañeros, así que tendré que usar los métodos convencionales. Ya has recibido muchas oportunidades para redimirte, y yo no soy tan condescendiente como mis compañeros... 

El mago espera unos segundos por si tuviera algo que decir.

- Si no tienes más que añadir, que la Dama te acoja.

[color=#00FF00](Percepción)[/color] Mientras los aldeanos hablan, Alatar permanece en la parte trasera de la habitación e intenta desaparecer por una de las puertas laterales, de camino sin duda hacia el vestíbulo o a donde montaña dejó atado al cultista capturado. Se lleva la mano a su mochila, sacando un pequeño cuchillo mientras camina...

[color=#FF0000](Intimidar)[/color] -Jajaja, ¿me amenazas con la muerte? He contemplado el verdadero rostro de Nyarlahotep y paseado en sueños por la Meseta de Leng, perseguido por arañas de once patas cuya mera visión te volvería loco, hombrecillo. ¡¡Mi alma pertenece a Dagón y déjame decirte que estoy ansioso por unirme con él en las profundidades abisales!!

Y recuerda, el mundo es más fino en algunos lugares. Teme a lo que atraviesa el tejido... repone el maníaco con una desquiciada sonrisa mientras presiona su cuello contra el cuchillo del mago. Un pequeño reguero de sangre se desliza manchando la túnica del fanático.

No muy seguro de las intenciones del mago, Eredhir le sigue los pasos...

Me parece que estamos en un buen aprieto. ¿Cómo podríamos hacer para que el pueblo no volviera contra nosotros? Zaev Maldijo la buena fe del clérigo, podría haber "dosificado" la información que le había dado a la pareja. Ahora mismo el grupo se encontraba con el culo al aire.

Además, el hecho de animar a los aldeanos a acudir a la Casa Undiomede no le parecía muy buena idea, prefería hacer las cosas discretamente. Solo faltaría que saliese el Visir y exaltara a toda la turba en nuestra contra. Al fin y al cabo es su líder espiritual, y nosotros unos extranjeros metomentodos. 

Zaev sigue a Alatar discretamente, intentando averiguar si está en plenas facultades o controlado de alguna forma.

¿Qué pretende? ¿Liberarlo o ejecutarlo?

Zaev, te veo dudando.  El clérigo puso la mano sobre su hombro buscando darle seguridades pero apreciando su revisar toda posibilidad.  Tu pon tu confianza en Pharasma y ahora Gozreh.  Ellos saben del engaño de los clérigos y el Vizir no tendrá más influencia sobre ellos ahora que saben la verdad sobre sus hijas. 

Gozreh se manifestará para ayudarlos.  Y envió una plegaria que llegara a alguna clériga verdadera que llegara a guiarlos. 

Vamos, que puede estarse acabando nuestro tiempo.  Entre más pronto lleguemos, mejor. 

Convencido de que es lo correcto, Alatar deja que el cuchillo se hunda en la garganta del hombre. El mago no vacila mientras corta transversalmente, y descubre con un escalofrío como la carne del cultista no opone más resistencia que el pescado que hace sólo unas horas preparaba despreocupadamente.

Se separa del cadáver, observa con horror su obra durante unos instantes y se marcha con el rostro sumido en sombras.

Zaev y Eredhir siguen los pasos del mago mientras los demás terminan la conversación con los Tulby.

Al llegar al dormitorio donde Montaña había atado al cultista, encuentran a Alatar amenazando al cultista con una daga, que tiene colocada sobre el cuello del fanático mientras éste le espeta...

-Jajaja, ¿me amenazas con la muerte? He contemplado el verdadero rostro de Nyarlahotep y paseado en sueños por la Meseta de Leng, perseguido por arañas de once patas cuya mera visión te volvería loco, hombrecillo. ¡¡Mi alma pertenece a Dagón y déjame decirte que estoy ansioso por unirme con él en las profundidades abisales!!

Y recuerda, el mundo es más fino en algunos lugares. Teme a lo que atraviesa el tejido... repone el maníaco con una desquiciada sonrisa mientras presiona su cuello contra el cuchillo del mago. Un pequeño reguero de sangre se desliza manchando la túnica del fanático.

(Averiguar Intenciones) Es bastante posible que Alatar vaya a matar al cultista, seguramente llevado por la furia al descubrir el blasfemo pacto de "apadrinamiento" que los sectarios de Dagón han perpetrado durante generaciones en Illmarsh.

Pero entonces, Pharasma iluminó al clérigo.  Si habían de luchar contra una de las guaridas más densas de este culto del abismo, tendrían que tener toda la fuerza posible.  Pharasma le pedía que le dedicara una noche para recibir todas sus bendiciones, bendiciones que necesitaría para vencer al mal de mar que se alzaba ya como marejada. 

Vayamos mejor al pueblo, avisemos al alcalde y lo que sea necesario con el pueblo.  Oremos, yo haré un símbolo de Pharasma en suelo seguro y santo si se puede, para descansar ahí las horas que nos faltan, y pedir las fuerzas que necesitamos para lo que se avecina.  Ir ahorita de hecho reduce las probabilidades de que regresemos a la niña, pues podríamos fracasar. 

Finalmente vi la realidad, amigos, Era honesto en admitirlo. Son la cordura y la verdadera misión la que nos llama a esta impaciente espera de una noche.

Zaev observa en silencio al mago. De acuerdo, que así sea pues. Cada uno tiene lo que se merece. Decide no intervenir, y vuelve con el resto del grupo.