-Venid a verme en un par de días a mi taller de Illmarsh, muchachos. Tendré algo que enseñaros para entonces. Y no dejéis que la reputación de Illmarsh os intimide. Sus pobladores pueden ser rudos, pero no es más que otro pueblo costero de provincias. Tenemos un siniestro fundador, leyendas de monstruos marinos y otras supersticiones varias dice el hombrecillo.
Ahora, si pudiese recordar dónde dejé mi carro de mulas... dice mientras comienza a caminar en la dirección opuesta al pueblo.
Fin del Prólogo. Seguimos en el Capítulo I: "Malvenidos a Illmarsh"