Vi como se iban al suelo la mitad de los presentes, entre ellos la señora. Raudo va el caballerete a socorrerla, así que le dejo hacer que uno no está para meterse en cosas de nobles que ya sabe uno cómo las gastan. Así que voy al caballo de la señora y lo cojo de las riendas para evitar que escape.-¿Está bien señora?.digo mas por obligación que por cortesía. SI no fuera por las ideas de la viuda de mi señor yo ahora estaría bajo techo calentándome con alguna fulana y no aquí perdido de la mano de Dios y calado hasta los huesos.-Vámos allá pa allá-y dirijo al caballo hasta la luz detrás de Gaizka y Brais.
Guiados por Gaizka, os dirigís hacia donde dice que ha visto una luz, aunque vosotros en el aguacero, apenas veis al que va delante, confiáis en vuestro compañero. Brais se adelanta unos pasos, pero es incapaz de ver nada más que sombras, lluvia y barro, así que debe esperar a que llegue Gaizka a su altura y os guie.
Y os guia a un lado del camino, sorteando riachuelos improvisados y piedras resbaladizas. Una vez ahí, advertís la existencia de una senda que se dirige hacia los árboles y que parece que se utiliza con cierta frecuencia, que sin la águda vista del cazador es posible que nunca os hubiéseis percatado. Con cuidado y a fila de a uno os intoducís por la senda, a la lluvia y el barro ahora debéis añadir los zarpazos de las ramas de los árboles que con la ventolera se agitan como la llama de una vela. Nada importante, sólo unos arañazos y vuestro par de cazadores os guían con cuidado de que no acabéis en medio de las zarzas.
Tras unos minutos a paso ligero bajo la lluvia, llegáis finalmente hacia la fuente de luz: un cándil que cuelga de una cadena a la entrada de lo que parece una mina. Quizás no sea una ermita, ni un caserío, pero está claro que es un refugio y donde quizás haya trabajadores que puedan apiadarse de unos viajeros y tengan una hoguera donde calentarse los cuerpos y algo de sidra para calentar los estómagos...
Alrededor, aunque es difícil precisarlo, a la luz del candíl de aceite se ven montones de escoria y rocas, y alguna herramienta como una tosca carretilla. Los animales no van a pasar más allá de unas pocas varas, además si esto es una mina, no van a caber a la que entréis dentro y avancéis unos pasos. Pero podéis dejarlos en la entrada al resguardo de la lluvia, que con la que está cayendo no van a ir a ningún lado. Y vosotros estáis empapados, un aire gélido y cortante se os mete en el cuerpo a través de la ropa mojada. Gaizka no puede contener unos sonoros estornudos. Quedarse quietos y empapados es jugarse la salud y no va a haber forma de secaros en el exterior.
Teodoro al llegar bajó ágilmente del caballo y ayudó a bajar a Lady Gimena, tras lo que cepilló un poco de agua del caballo y le colocó una manta para que no se enfermara tras ese viaje bajo el chaparrón.
- A fe mía mi buen Gaizka que gozas de una vista prodigiosa le dijo al cazador. Ni en mil años habría sido capaz de encontrar esa luz entre tanta agua que caía del çielo. ¿Vamos adentro a ver si encontramos una lumbre que nos caliente antes de que agarremos un buen romadizo*? dijo dirigiéndose a Lady Gimena y el resto del grupo.
Se sentía responsable como Caballero de la Orden que a ningún cristiano le pasara nada durante el peregrinaje y unas malas fiebres podían acabar con la vida de uno igual de fácil que una buena estocada.
(*) romadizo = Catarro
Al ver que no fui a pacer al barro como casi todo el mundo, lancé un suspiro mientras me santiguaba tres veces gracias señor, gracias señor, gracias señor. Tú proteges a tu fiel servidor.
No queriendo poner a prueba la paciencia del todopoderoso, me bajé de la mula y, agarrando la brida para sujetarme, fui bajando lentamente, paso a paso, hasta llegar abajo del todo.
Cuando llegué todos se había recompuesto, y la dama, aunque hecha unos zorros, parecía ilesa Gracias a Dios estáis todos a salvo digo alzando las manos hacia el cielo y mirando directamente a la lluvia aunque ya podías hacer parar esta interminable lluvia pienso antes de bajar nuevamente la cabeza.
Gaizka, esa caída sin duda fue la señal del señor para que pudiéramos encontrar esa luz de la que hablas, aunque claro está, sin tu vista, ni con toda la ayuda divina creo que la hubiera podido encontrar comento encogiéndome de hombros mientras me encamino siguiendo al que tengo justo delante, confiando en que todos vamos en la dirección correcta.
Una vez que llegamos a la luz, a esa tenue luz que, al verla, no podía entender cómo alguien había podido fijarse en ella, agradecí al señor el que lo pusieran en nuestro camino. Mina, caverna, cueva, nos protegerá de este temporal y, a buen seguro que podremos hacer un fuego donde calentarnos y secarnos un poco. Antes de entrar, me dirijo a Perico para atarle a un árbol tranquilo pequeño, tranquilo, que si puedo, te meteré ahí dentro para que te resguardes tú también digo palmeándole el lomo, recogiendo el petate que tenía ahí, y echándomelo a la chepa para entrar a la mina abandonada.
Gaizka agradeció con movimiento de cabeza la palabras del caballero y del sacerdote. Aquel gañan obsesionado con su vara le daba mala espina, tanta mala espina como aquella caverna. ¿Quien dejaría una lampara a la entrada de una caverna con esta lluvia y los nuberus jugando en los cielos? Pensó el cazador. A continuación miro al chico y le hizo una seña de tener vigilado al gañan de Brais, seguía sin darle confianza aquel tipo ¿Que demonios hacia en el camino de Santiago? No parecía un peregrino, y no era extraño que rufianes y delincuentes usasen caminos como estos para hacerse con incautos.
- Entremos cuanto antes, pero primero aseguremos la seguridad de esta mina. No deja de llamarme la atención este candil encendido ¿Para quien seria? - Dijo con la lluvia aún escurriéndole por el rostro. A continuación comenzó a adentrarse lentamente preparado para enfrentar una oscura caverna, y el tiempo que su vista podía adaptarse.
- Somos peregrinos y buscamos cobijo esta noche - Grito al interior de la mina mientras se adentraba. No quería insultar a los dueños de la mina apareciendo de improviso todo embarrado y mojado. Gaizka dirijia el ingreso, con su mano derecha se persignaba reiteradamente, y luego la llevo al mango de su hacha, lista para usar en caso de que fuese una caverna de bandidos.
Echo un vistazo a la mina por si hay algo que me llama la atención. Estoy tranquilo, pero no quiero que nos sorprendan. Miro a ver si encuentro leña seca para hacer un fuego. Por si acaso llevo el escudo en la siniestra. El hacha no la saco a pasear por no incomodar a la señora.
Si hay para hacer un fuego, lo hago y me quito la capa y las botas y saco un poco de queso para llenarme el gaznate y bebo un trago de agua....quién llevase vino.-Habría que hacer guardias, a saber quién pué ser a quién están esperando.
Motivo: descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 79 (Fracaso)
Brais, que hacia el camino porque regresaba a casa de ver a unos primos también recelaba de los agujeros en las montañas: solían ser entradas al submundo de las mouras y los duendes. Apaño un trapo y lo unto un poco del aceite del candil para improvisar una antorcha y alumbro el interior del pasadizo. Voy dare un vistazo.
No de todos es sabido del oro que puede haber en estos agujeros.
Gallegos y asturianos primos hermanos, no?
Esta mina, en medio del monte... ¿que secretos tendrá? ¿será de carbón, de plata, habrá duendes o dragones? Te mueres de ganas de averiguarlo y a la que alguno de tus compañeros hace mención o gesto de entrar, ya estás tú a su lado o inculso antes introduciendote por la boca de la mina.
Motivo: ¿Que será, que habrá dentro?
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 86 (Fracaso)
Gaizka ya se había internado en la caverna atento mientras gritaba - He, somos peregrinos y buscamos cobijo esta noche - Su vista ya se estaba acostumbrando a la caverna cuando de improviso una luz desde su espalda le ilumino aquel escondrijo, era el Brais, aquel de quien desconfiaba.
Goyo ya se encontraba en la caverna y se preparaba a montar un fuego para calentar las carnes tras el aguacero pasado. Aprovechando la luz de la improvisada antorcha Gaizka examina la mina, buscando madera seca, o rastros de habitantes, quizás antorchas en viejas, con el fin de ayudar al soldado en preparar un fuego que espante animales, alimañas y a los duendes que habitaban las minas.
- Espero estar haciéndolo bien, es mi primera vez de rol por web. Lo que no me queda claro es el como ligamos todo, he tratado de ir tomando los relatos del resto en mi participación ¿Es así cierto?
- Y sobre las tiradas, las pide uno, las pide el director, uno llega y las hace ¿Como proceder? Pregunto pues quisiera buscar indicios en la caverna.
Lo estás haciendo perfecto, no te preocupes por eso.
Tiradas en ocasiones la pido yo, si quieres tirar en algún momento tu por iniciativa propia, hazlo, pero si es de descubrir (en este caso) márcala como oculta, y ya te diré lo que ves.
Unos débiles gémidos de dolor resuenan por los túneles de la mina.
Motivo: Escuchar Beltrán
Tirada: 1d100
Dificultad: 47-
Resultado: 50(+25)=75 (Fracaso)
Motivo: Escuchar Brais
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 17(+25)=42 (Exito)
Motivo: Escuchar Gaizka
Tirada: 1d100
Dificultad: 70-
Resultado: 40(+25)=65 (Exito)
Motivo: Escuchar Goyo
Tirada: 1d100
Dificultad: 15-
Resultado: 66(+25)=91 (Fracaso)
Motivo: Escuchar Jimena
Tirada: 1d100
Dificultad: 20-
Resultado: 31(+25)=56 (Fracaso)
Motivo: Escuchar Pascu
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 13(+25)=38 (Fracaso)
Motivo: Escuchar Teodoro
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 22(+25)=47 (Fracaso)
Cuando te arrimas a entrar, te parece escuchar del interior de la mina un gémido lastimero de dolor, como si hubiera un minero herido...
Nada hay fuera de la mina que pueda estar seco, no lo estará en muchas horas, estás pensando ya en entrar en la mina a buscar algún refugio cuando los ecos te traen del fondo un gemido lastimero de dolor, que procede sin duda de la mina.
Los montones de escoria y rocas que hay en el exterior identican los restos de mineral de hierro, esta es pues, una mina de hierro.
Has oído esu?
Brais se adentra con la antorcha en una mano y el palo en la otra... Había alguien allí además de ellos.
Tener que bajar de mi yegua para caminar con plebeyos debido al clima, no ha sido algo con lo que me sienta cómoda, pues no estoy acostumbrada a tener cerca de mi a personas tan dispares y tan diferentes a las de mi entorno habitual. De hecho no tengo muy claro casi ni cómo comportarme, pues ahora mismo mi vida puede depender de estos hombres y tampoco creo oportuno exigir en estas circunstancias mucho más de lo que me ofrecen...
Finalmente, llena de barro y con toda mi decencia perdida... camino en silencio hasta lo que parece ser una mina, de hecho mas que una mina es un techo y un entorno seco... debo acicalar mi aspecto y cambiarme para estar seca y no enfermar, algo llevo en mi yegua, pero tampoco deseo cambiarme sin más delante de toda esta gente.
Observo como uno de mis acompañantes se pone a gritarle al vacío, no sea que tengamos compañía y aprovecho para comentarle a mi acompañante mis deseos con una gran sonrisa:
- Querido, creo que si el destino quiere que pasemos la noche secos y a salvo en un lugar como este, no debemos conservar estas ropas secamojadas. Lamentáblemente no dispongo de ropa de varón en mi montura pero si de una modesta muda para en mi yegua ¿crees que podrías echar un vistazo a ver si hay algún lugar donde me pueda cambiar y no haya ojos indiscretos? - prosigo con un mezcla de pudor y coquetería - me da tanto miedo esta tormenta y esta mina...
Acto seguido me giro hacia el resto de varones y decido darles un sencillo consejo - y ustedes deberían hacer lo mismo caballeros, si vamos a pasar aquí la noche, las ropas mojadas podrían hacernos enfermar.
Hacia las profundidades de la montaña...
No había hecho el noble Teodoro la sugerencia de entrar a mirar el interior a ver si podían encontrar una lumbre y el párroco Beltran se mostraba de acuerdo cuando cayado en mano brinca al interior Brais Brañas, casi apartando a Gaizka que en ese momento llamaba al interior por si hubiera alguien que puediera oiros "He, somos peregrinos y buscamos cobijo esta noche". Estornudando retrocedió unos pasos y los caballos se agitaron e inquietaron cuando retrocedio dando unos traspies, relinchando con nerviosismo.
En cuanto recuperó Gaizka el equilibrio, el juglar Pascu, se introduce en la mina, despacio, observando todo con curiosidad y asombro, obvio es que el juglar no acostumbra a pisar minas por como le asombra todo.
Ahora sí, Gaizka se introduce en la mina, seguido de Aritz, el otro cazador. El parroco os mira al resto y encogiéndose de hombros se dirige también al interior, tras tranquilizar a su asno y asegurarse de que queda bien resguardado.
Lady Jimena no ha abierto la boca desde que se cayó y resbaló por la ladera de la montaña, aún está cubierta de barro y ramitas y tiene la ropa con rasgones, el pelo le cuelga calado y embarrado. Por fín se decide a hablar a su acompañante.
"- Querido, creo que si el destino quiere que pasemos la noche secos y a salvo en un lugar como este, no debemos conservar estas ropas secamojadas. Lamentáblemente no dispongo de ropa de varón en mi montura pero si de una modesta muda para en mi yegua ¿crees que podrías echar un vistazo a ver si hay algún lugar donde me pueda cambiar y no haya ojos indiscretos? me da tanto miedo esta tormenta y esta mina...
y ustedes deberían hacer lo mismo caballeros, si vamos a pasar aquí la noche, las ropas mojadas podrían hacernos enfermar."-
Ayudada por el caballero y con Goyo cerrando la marcha, recoge Lady Jimena lo que precisa. El resto también coge sus pertenencias. Algunos es fácil, poco llevan y lo poco lo llevan puesto. Y os introducís por fin también en la mina. Mientras un enorme trueno retumba en el exterior y se recrudece la tormenta. Una gran ventolera se une a la cortina de lluvia levantando ramas, y pequeñas rocas, pero nada de esos os afecta ya en cuanto avanzáis unos cuantos pasos al interior.
Justo cuando alcanzáis a los que primero han entrado y os juntáis todos otra vez, oís que dice Brais a Gaizka.
Has oído esu?