Partida Rol por web

Pel camín de Mieres

La historia detrás de La aventura.

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22/06/2018, 18:35
Director
Sólo para el director

 

   Todo fue culpa de Sindo, llamado el Carbonero. O quizás no. Pero ahora, ya no importa.

 

   Nacido y criado en Oviedo hace ya más de cincuenta años, Sindo ha sido siempre una mente curiosa hasta extremos insospechados, por lo que a nadie extrañó que, con el dinero que recibió de su rica familia, los Carboneros de Monte Excusa, Sindo dedicara su vida al estudio de la alquimia y la astrología, aunque pronto su afán de conocimientos le llevó mucho más allá de lo que nadie podría haber sospechado, y en pocos años se inició en el estudio de artes mucho más oscuras. Hasta que una noche, hace ya cuatro años, torturara al hijo segundón de un noble de la región para contactar con el demonio Guland, al que vendió su alma a cambio de mucho más conocimiento. Es cierto que, de carambola, también se contagió de la lepra, pero es precio que Sindo pagó gustosamente a cambio del poder obtenido.

   Desde entonces, el ansia de saberes y de secretos de Sindo el Carbonero ha crecido de manera desmedida, y ha servido tan fielmente a su oscuro señor que Guland le enseñó hace poco uno de los más ocultos hechizos infernales, el Bautismo Negro, con el que Sindo puede controlar a su propio engendro del infierno, sin olvidarnos de la pareja de silfos que le acompañan desde hace años. Claro que para llevarlo a cabo con propiedad es necesario, además de cierto secretismo, hacerlo en algún lugar subterráneo. Y bueno, pensó el Carbonero, si en plena Asturias uno no puede encontrar un lugar oculto en las raices de una montaña, es que es imbécil, pues hay minas a puñados. Por desgracia, a la que le había echado el ojo y que hasta hacía poco tiempo se encontraba abandonada, acababa de ser abierta de nuevo, y aunque no le costaría demasiado echar a todos sus ocupantes, no faltaba mucho para la luna llena, necesaria también para la invocación. Así que en la misma Oviedo, Sindo contrató los servicios de Cachero el Mucho Hierro, líder de una banda de mercenarios en ocasiones, bandidos las más de las veces, con los que espantar o asesinar a los trabajadores de la mina.

   Pero claro, cuando uno tiene el corazón ennegrecido y retorcido, como lo tiene Sindo, nada termina como uno quisiera. Y es que Cachero y los suyos llevaron a cabo el encargo con toda la pasión que un hatajo de desarrapados desalmados puede poner en ello —o sea, matando o mutilando gravemente a todo trabajador que encontraron en la mina—, pero Sindo no estaba dispuesto ni por lo más mínimo a cumplir con su parte. De tal forma, que conforme iban acabando los del Mucho Hierro con la vida de los mineros, Sindo utilizaba su Anillo de Nigromancia (pág. 188 del manual de juego) para devolverles a la vida convertidos en cadáveres vivientes, ordenándoles a continuación acabar con Cachero y los suyos. Y es que cuando se trata de un brujo goético, lo mejor es no fiarse.

    Una vez resuelto el problema del Mucho Hierro —o creyendo que estaba resuelto—, Sindo bajó a lo más profundo de la mina para realizar por fin el Bautismo Negro que le había llevado allí: dibujó la estrella invertida, ató a su víctima —un sirviente judío que había contratado en la aljama de Oviedo—, lo torturó durante horas y lo bautizó finalmente con la sangre de un demonio, tras lo cual el sirviente se transformó en un horroroso engendro del infierno; concretamente, un dragón en su primera fase de crecimiento, cuando es “poco más” que una serpiente gigante de más de siete varas de largo. Sindo estaba maravillado ante el éxito de la invocación, y lo hubiera disfrutado más si no hubiera sido atacado por la espalda en ese momento por Cachero, que tras lograr sobrevivir a las hordas de mineros muertos que el mago le había lanzado, se abrió camino hasta el lugar de la invocación para clavar su enorme hacha entre los omoplatos del Carbonero. Tampoco es que disfrutara él mucho con su venganza, pues tras abrirle un bonito agujero en mitad de la columna vertebral al mago, el dragón acabó con su vida en un plis plas.

   Y ahora, tras esta bonita historia de traiciones, magia negra y minerales, acaba de llegar a la mina del Padrún un grupo de aventureros para refugiarse de una tormenta como no han visto antes, sin saber que allí abajo le esperan muertos vivientes, supervivientes enloquecidos, silfos desatados y una serpiente gigante con muy malas pulgas.

 

Y mientra tanto, Guland sonríe en las profundidades del averno.