Partida Rol por web

Tras el pequeño discurso del chamberlán, se despidió de todos con un pequeño y amable gesto de la mano. Tenía cosas que hacer, y eran urgentes, pero antes, comentó: - Capitán Gormanidi, quedo a sus órdenes, con su permiso. Parecía una despedida protocolaria, pero ni su postura ni su voz eran las firmes y contundentes de un militar. A decir verdad, ya no lo era. Estaba de excedencia, y aunque sus orígenes fueran la propia Armada, ya no estaba en ella. Había sido licenciada ... o expulsada más bien.

- A ver si la mitad de lo que ha dicho, es cierto.

Guiñó un ojo, y con un giro sensual y alegre, se marchó sin esperar a nadie.

Salgo de allí todo lo deprisa que puedo, intentando, darle esquinazo por si alguien me siguiera. Quiero un sitio cómodo, solitario y tranquilo. Y si no es muy cómodo, pero cumple las otras características me vale. Quiero llorar tranquila. Quiero librarme de este sentimiento interno contradictorio. No sabría explicarlo.

Al llegar apoyó en la pared su espalda. De cuclillas. Con las manos en el rostro, intentando contener unas lágrimas que no sabían por donde salir.

- ¿Liberada o expulsada?. Tantos años invertidos como para que la larguen de un puntapié, con la vana promesa de un destino más tarde, mejor. - ¿Quién mierda considera que seguir embarcada es mejor? Será idiota el chupasillas ese.

Cerró el puño y golpeó una vez la dura superficie que hacía contacto con su espalda. Con una mano golpeaba y con la otra se intentaba limpiar los ojos que se empeñaban en inundar sus visión con un líquido, que cuando penetraba entre sus labios estaba saldo: - Maldito lamebotas. Todo mientras seguía golpeando, una y otra vez. Cada vez más rápido; cada vez más fuerte...

Cuando los otros tripulantes se marcharon, Rytep le indicó a Gormanidi que se acercara. - Capitán, quiero reiterar en primer lugar mis felicitaciones por su nuevo puesto. La Armada y el Reino de Drinax esperan grandes cosas de usted y sus hombres. -  Rytep se acercó a un mueble-bar y sacó un par de copas y una botella de exquisito cristal decorado. - ¿Un Old Sindal, Capitán? - preguntó el Chambelán, mientras se servía un poco a sí mismo. El Old Sindal era un licor que ya no se fabricaba, y que tenía probablemente más de 100 años. 

- Capitán, le seré sincero, y espero contar con su discreción. Todo este asunto de la piratería es un plan muy audaz. Excesivamente audaz, al decir de algunos de los consejeros del Rey. - Podría decirse que Rytep era uno de ellos, pero en realidad, no lo había dicho directamente. - Pero cuenta con la aprobación de Su Majestad y debemos llevarlo a cabo con la mayor de las diligencias. 

- He examinado con interés su carrera naval y he de decir que es usted uno de nuestros Comandantes más brillantes. Esta es su oportunidad no solo de demostrar que tiene lo que hay que tener para ser un Capitán, sino que puede llegar al Almirantazgo. - Rytep hizo una pequeña pausa. - E incluso más allá.

- Escuche, Capitán. Cuando el Rey contrató a la tripulación original, les prometió que si conseguían cumplir su misión, les haría entrega de un título nobiliario y el control de un planeta. El Rey le ha quitado ese privilegio a la anterior capitana por su evidente incompetencia. Pero quedan tres tripulantes que aún disponen de él. - Tres hologramas aparecieron sobre la mesa del Chambelán, sin que aparentemente el hombre hubiera realizado ninguna acción para activarlas. Probablemente disponía de algún tipo de conexión neuronal directa con los sistemas de su despacho. - Mark Malta, Adriana Scharhorst y Pavel de Bligh. - dijo, señalando hacia ellos, al tiempo que le daba a Gormanidi un pequeño terminal de datos portátil, fino y flexible como una hoja de papel, donde estaban los datos de todos ellos. - El señor Malta es el líder de los marines. Un hombre impulsivo, obsesionado por las armas, pero eficaz. La señorita Scharhorst es la piloto de la nave. No demasiado leal a Drinax, pero excepcional a los mandos de una nave, le recomiendo que la mantenga en el puesto. Y el señor De Bligh... es un antiguo agente de la megacorporación GeDeCo. Un asesino y un saboteador. Muy peligroso. 

- Hay otros dos marines en la nave, Roberto Valdés y Darko Ostenhöllen. Carne de cañón. Y no se les ha ofrecido nada más que un sueldo normal y corriente. No debería preocuparse por ellos.

Rytep suspiró. - Escuche, Capitán. La razón de estado en ocasiones nos lleva a tomar decisiones que podrían ser moralmente cuestionables. Estas tres personas, Malta, Scharhorst y De Bligh, no están preparadas para asumir el control de un planeta. No tienen ni el entrenamiento ni la actitud necesaria. Pero no podemos ir en contra directamente de las órdenes del Rey, salvo que él mismo las revoque, como hizo con la anterior capitana. - El Chambelán bebió de su copa antes de proseguir. - La profesión de corsario es peligrosa. No le negaré que se están jugando la vida. Usted es el Capitán y debe velar en primer lugar por la misión y la seguridad de la nave. Nadie le diría nada si alguno de estos hombres y mujeres muriera en acto de servicio, cumpliendo sus órdenes. ¿Me entiende?

Tras despedirse con gesto cordial de su nueva "tripulación", Renzio centró su atención en Rytep.

-Por supuesto. Uno no deja pasar la oportunidad de probar un Old Sindal así como así, Lord Chambelán -Renzio hizo hincapié en el "Lord", intentando demostrar cierta pleitesía que tal vez agradara a Rytep. Sin embargo, a medida que el chambelán avanzaba en su discurso el delicado licor se le fue atragantando en la garganta mientras trataba de evitar que su inquietud se revelara en su rostro.

¿No llevaba ni cinco minutos como capitán y ya estaba recibiendo sutiles "presiones" e insinuaciones sobre una tripulación que ni siquiera conocía? Sabía que la urdimbre de tramas e intrigas a ciertos niveles del palacio de Sindal podía llegar a ser muy compleja, pero no podía imaginarse qué habrían hecho aquellos tres hombres para ganarse el... "aprecio" del chambelán. Por otro lado, un ex de GeDeCo siempre era muy peligroso, y saber que tenía alguien así en su nave era algo que Renzio agradecía. Tendría que vigilar muy de cerca al tal Pavel. Odiaba GeDeCo y todo lo que representaba, y no le gustaba nada tener a un ex de la compañía cerca.

Cuando Rytep terminó su discurso, Renzio se obligó a paladear el último trago de licor y dejó delicadamente el vaso sobre la mesa, como si temiera romperlo, y con rostro enormemente serio, dijo:

-Os entiendo perfectamente, y os agradezco la información privilegiada sobre los hombres y mujeres con los que a partir de ahora compartiré la vida y a quienes aún no conozco. Entiendo también que la seguridad de la misión y de la nave son prioritarios, como entiendo que a veces es necesario hacer... "sacrificios" por el bien mayor, por muy dolorosos que sean. No os preocupéis, no me temblará el pulso llegado el momento. Aprovecho para agradeceros la muestra de confianza que supone mi nombramiento como capitán de la nave, y espero estar tanto a la altura del cargo como de las expectativas que tiene el gobierno en mí -dijo, sin creerse mucho sus últimas palabras.

Luego se levantó, haciendo una reverencia con la cabeza a modo de despedida. Mientras salía de la sala, no se podía quitar de la cabeza una idea: ¿realmente el mismísimo chambelán real había insinuado abiertamente su desacuerdo con las decisiones del Rey? No se lo podía creer...

- Prrrffff… - soltó una vez se largaron el lameculos y el nuevo mandamás.

Se levantó apoyando las manos en la mesa. Paseó la mirada de uno en uno.

- Habrá que ir a por suministros. ¿Alguna petición especial para la celebración de esta noche? – preguntó con una sonrisa pícara y divertida.

Rytep pareció satisfecho con la respuesta de Gormanidi. Tanto como para sonreír, aunque no sin que su mirada analítica examinara cada una de las reacciones del nuevo Capitán de la Armada de Drinax (en su rama corsaria). - Magnífico, Capitán. Me alegro de que nos entendamos. - Después, Rytep y Gormanidi intercambiaron un par de aburridas cortesías, mientras cada uno examinaba al otro, en busca de muestras de traición o falsedad. Por supuesto, ambos encontraron bastantes, pero se comportaron como perfectos y educados caballeros. Un reflejo fiel de lo que era la sociedad drinaxiana.

Finalmente, Rytap dejó que Gormanidi saliera, y siguió ocupado en sus importantes asuntos. Recetas de niños en salsa, envenenamiento de enemigos del estado, organización de diversiones aberrantes para el Rey. Lo normal en la vida del Lord Chambelán.

Cinco minutos después de que saliera el resto de la tripulación, Renzio abandonaba la sala de reuniones con expresión circunspecta. Cualquiera que quedara fuera habría notado, aun sin conocerle, que su clásica mueca burlona se había visto sustituida por un rictus más serio, más embebido en sí mismo. ¿Sería que el peso de la capitanía empezaba ya a pesarle, con apenas unos minutos en el cargo?

Stefan sonrio ante la propuesta de Irina.

-Lo normal pero en mayor cantidad y calidad, me da a mi que durante una temporada vamos a estar fuera de juego, tendre que agotar las existencias que tengo, total, que me busquen, y quemar las naves...metaforicamente por el momento. Alcohol y medicacion divertida para todos. Y visita a los lugares mas infames y los mas caros, sin pagar, claro. A ver donde nos mandan la cuenta. Vayamos a celebrar los futuros ascensos.

La situación era suficientemente extraña como para superar mi habitual carácter tímido, por lo que me quedo sentado en la mesa escuchando las conversaciones ajenas sin más que un leve saludo a Irina, a quien recuerdo de alguna antigua misión.

Cuando veo a Renzio salir de la reunión me acerco a él mientras digo Renz... Capitán Gormanidi, un placer servir bajo su mando. Y realizo un saludo militar si bien muy poco marcial.

Renzio está claramente desconcertado al ver el saludo. Enarca una ceja hacia Lenín y luego, mientras mira a los demás, dice:

-Un placer volver a verte, Lenín. Y un placer, espero, teneros a todos vosotros a mi lado. –Trata de hacer hincapié en las palabras "a mi lado" y no "a mi servicio", que tal vez sería lo más esperable. Luego baja la voz-. Ya tendremos tiempo de hablar con más calma en un sitio donde las paredes no oigan. ¿Alguien tiene algo urgente que hacer esta noche? Os invito a cenar y a tomar algunas copas, para celebrar el "premio" -no queda claro que si lo dice con ironía o no– que nos ha tocado y conocernos un poco mejor...

-Suena mas formal y aburrido, pero para empezar puede estar bien...capitan.

Miro al resto para ver como reaccionan.

-Pues no suena muy bien, la verdad-pienso.

Cla-claro. Será un placer... Renzio. Y me rasco la parte de atrás de la cabeza algo avergonzado.

- Claro, jefe. Cena y copas suena bien. – sonrió ampliamente – ¿Quiere que consiga algo más para la celebración? – añadió guiñándole un ojo.

-Que cada uno elija su veneno... ¿Irina, no? Por mí no hace falta, pero no soy de censurar los gustos del prójimo. -Esboza una sonrisa que trata de ser conciliadora, mientras empieza a encaminar sus pasos fuera de Palacio.