- Sí, señor, está tan loca y tiene la capacidad de hacerlo. Es la mejor piloto que he visto nunca y es muy buena haciendo cálculos de salto, señor. Si además Innovaz va con ella – como imagino que va – es una ingeniera de primera para manejar los motores. – se adelantó Malta a contestar por el capitán.
- Disculpen mi intromisión, pero he servido más tiempo con Scharhost que el capitán Gormanidi. – excusó el haber contestado por su capitán, aunque en verdad le daba igual lo que pudieran opinar de su intervención.
Scharhost se encontraba acorralada como una rata y hasta las ratas atacaban cuando se veían acorraladas. En este caso Scharhost podía intentar una maniobra desesperada para escapar si estaba realmente desesperada. La pregunta, ¿lo estaba? No lo sabía, yo no me la jugaría y no me arriesgaría. La única solución a esto era destruir sus motores. Esos putos motores que tanto habían costado cambiar.
Joder, Adriana, ¿de qué coño va esto?
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La nave enfila directamente hacia el cielo, como una flecha. Los cálculos de astrogración están realizados, listos, y son perfectos. Adriana acciona da la orden y el Motor de Salto comienza a cargarse. No necesita más que cinco minutos para lograr saltar. Podrán llegar al espacio Aslan y a los hombres-león les encantará tener la información que les lleva.
Las Águilas siguen cercándola como aves de presa y una de ellas impacta cerca de los motores. Cerca pero no suficientemente cerca. Los motores siguen empujando a la nave, alejándolas de Drinax. Pero el impacto comienza a provocar explosiones en cadena. Las alarmas de la computadora se hacen frenéticas. La integridad estructural es cada vez más pequeña.
Adriana sigue empujando la nave hacia el cielo. El motor de salto se enciende. El hidrógeno comienza a formar una burbuja alrededor de la nave.
Quizá fue eso. O finalmente la nave no aguantó tanto daño. Pudo ser una simple reacción de cadena.
Pero la nave explotó.
Una enorme explosión que la rompió en mil pedazos, más allá de toda posible reparación.
Misericordiosamente, los tres ocupantes de la nave murieron prácticamente en el acto.
Sorry, ERTYWERT. Un disparo afortunado en el último momento. Ha provocado un daño crítico y me han salido dos críticos en el casco. No ha quedado nada de la nave ni de sus ocupantes.
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Dans se queda mirando a Malta, sin dar crédito inicialmente a sus palabras. Pero luego ve la determinación en el rostro del marine y parece pensárselo mejor. Da la vuelta para ver la nave elevándose al cielo en el holograma.
- Señor, está formando una burbuja. Va a saltar. - dice Morris, con voz asombrada.
- No es posible. - responde Dans. Pero lo es. Está esquivando los disparos de las Águilas y está preparando un salto. Va a saltar casi sin llegar a la órbita. Es prácticamente un suicidio.
A Control de Vuelo empieza a llegar más gente. Kamawaga. Darko. Holderlin y Smirnova.
Todos observan a su nave ascender más y más en el cielo.
Y entonces, una de las Águilas logra un impacto. Aparentemente banal. Cerca de los motores de impulso, pero no totalmente en ellos. Y entonces se produce una explosión en cadena. El Harrier tiembla. Después cambia el rumbo. Otra explosión lo sacude y entonces se ve una luz tremenda que llena los sensores.
Y la Valkyria explota.
Explota en mil pedazos, y las cuarenta toneladas de combustible contribuyen a que no quede nada de la nave. Es absolutamente imposible que nadie haya sobrevivido a la explosión.
Los restos de la nave comienzan a caer al suelo desolado de Drinax. Junto a ellos se precipitan los sueños de Oleb de hacer renacer el Reino de Drinax. Todo desaparecido en un estallido de furia.
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A tomar por culo. Prfff…
Bueno, bah, ¿y ahora qué?
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Malta no tenía palabras. Con esa explosión habían perecido no solo Adriana e Innovaz, putas locas, y cualquier posibilidad de entender que las había llevado a actuar así, había explotado el futuro de todos. Este era el punto y final de sus andanzas. Sabía muy bien lo que acontecería a continuación: convertirse en vecinos de Lorna. Al menos volverían a ver a la capitana.
¿En qué coño pensabas Adriana?
No podía quitárselo de la cabeza. No tenía palabras en aquel momento. Lo único que podía hacer era mantener el silencio mientras las uñas se clavaban en la carne de sus manos al apretar los puños con una fuerza que no había notado.
¿En qué coño pensabas Adriana?
Imagino.
:(
Había que intentarlo. Si no se siguen los ideales, y se está dispuesto a morir por ellos, no son ideales; son intenciones de pacotilla.