No había bebido apenas. Acostumbraba a ser discreta y esta vez no era distinto. Además, como única médico de la nave, se sentía obligada a estar serena y centrada por si ocurría alguna emergencia.
-Buenas noches, De Bligh, procure descansar hoy, ha sido un día movido -le sonreí. -Y ustedes no tarden mucho, aunque a algunos les haya dado calmantes para el dolor, sus efectos no durarán eternamente -digo en tono de doctora-a-los-niños mientras me dirijo al resto, incluida la capitana. -Yo estaré ocupada en la cabina, pero si necesitan algo de mí no duden en acercarse, serán bienvenidos. Buenas noches a todos. -me levanté y me dirigí a la salida, dando un par de golpecitos amistosos a Dri (Adriana) de paso.
Un par de días después de las celebraciones con el vino, Mark apareció por el camarote de Pavel. Tras los saludos de rigor, el marine le tendió un papel (¿hay de esas cosas todavía? XD) donde había escrito varios artículos de su interés. Tras echarle una ojeada quedaba claro que el marine se tomaba muy en serio su función en la nave.
Cita:
En el desayuno tres días más tarde Mark planteo una nueva cuestión a Veillon.
- Cassana – dijo tras tragar un poco de las gachas que habían preparado – ¿crees que podrías conectar los sensores con mi commlink? Me sería muy útil recibir las imágenes en tiempo real durante la próxima incursión. – comentó confiando en que la médico pudiera ejercer su magia con los sistemas de comunicaciones.
A Adriana le hizo muchísima gracia el chiste de arrastra el tanque sobre la chepa.
Tanto que la risa se tornó en tos. Tanta que incluso cedió su copa a "Doble", ya no para que se la aguantara, sino para que se la tormara él mismo; o para que la regalase a alguien que la pudiera disfrutar más.
- Menos mal que no tenía vino en la boca, si no los ... "sulfato".
Y se rió un poco más, con el consiguiente ataque de tos prorrogado por otro mal chiste. La pobre se lo estaba imaginando todo, A Roberto con un tanque en la espalda, medio levantado, y arrastrándolo, como si fuera un esclavo egípcio, con una gran losa en la espalda, arrastrando el otro extremo, pero cuando se imaginó tosiendo y regando con el delicado brebaje a todos los demás, ya fue la repanocha. Se giró, dándole la espalda al resto y luchando por respirar, mientras la tos la seguía asaltando momento tras momento, impidiendo, por unos amargos y angustiosos instantes que el aire llegara a sus pulmones.
La semana de salto daba para mucho y aprender a fijarse en los detalles era terriblemente aburrido, así que una sesión de entrenamiento con la espada con Darko venía bien para desentumecer los músculos y no morirse de aburrimiento. Aquel maldito mastodonte era terriblemente bueno manejando la espada. Después de que le diera un repaso su “subordinado”, le invitó a tomarse unas cervezas.
- Maldita sea, Darko. – gruñó frustrado al terminar en el suelo tras la lección – Eres endiabladamente bueno. Bah, vayamos y compitamos en algo que estemos en condiciones más iguales. Encontramos unas cervezas en los suministros de la tripulación. Algo de verdad y no tan refinado como el zumo ese de los nobles.
Un par de cervezas después Mark ya había pasado a hablar de uno de sus temas favoritos, armas y equipamiento en general. Hablaba de esos trastos con la misma pasión que un aficionado a las carreras de aerodeslizadores hablaban de esas endiabladas máquinas de correr. Tenía un catálogo abierto delante de Darko.
- Te lo digo en serio, Darko. Esto – señalando con el dedo un objeto rodeado varias veces con un círculo en rojo – esto de aquí es lo que te hace falta. Una monstruosidad que abre el metal como un cuchillo caliente la mantequilla. ¿Blindaje? Ríete tú al llegar a su lado y rajarlo entero. Maldita sea, parece sacada de una película de trideo.
Lo que señalaba era un arc-field weapon.
- Sí, sí, es jodidamente cara, lo sé, pero, oye, ¿Cuántas veces vas a encontrar una cosa así? Ahhh… espero encontrarla en ese planeta de alta tecnología… a ver si no se les va la fuerza por el nombre y si no tienes pasta, joder, pídesela a la capitana. Yo pienso hacerlo. Ya que nos pagamos los “martillos” de nuestro bolsillo, ¿qué menos que se estire y nos adelante un poco, eh? – apuntó señalando con su botella antes de darle un trago.
- Bueno, pero si no te quieres gastar ese pastizal, también puedes coger una de estas, como la mía. – señalando ahora un ítem que había estado rodeado por un círculo y ahora estaba tachado; un objeto conseguido, ya que era igual que la que portaba Mark – Abrelatas hace un buen servicio, te lo aseguro. No penetra igual de bien que el arc, pero cumple su función.
- También está esta otra opción – señalando un hacha al lado – Reconozco que tiene pinta de ser más práctica que la espada, pero que diablos, una espada siempre tiene un aspecto más noble, ¿eh? – dando otro trago – Claro que en nuestro trabajo, que diablos. Una herramienta como esta le tiene que poner las pelotas de corbata a cualquiera que te vea blandirla.
- Oh, y que no se te pase esta – señalando una pequeña daga en otra página – Es jodido que te pillen con una de esas y siempre es un buen as en la manga. Ya lo sabes. – era una pequeña daga de un material plástico que era muy difícil de captar por los escanners.
Darko debía reconocer que poco a poco iba cambiando la opinión que tenía sobre Mark. Al principio le había parecido el típico listillo, como tantos otros que había visto en la academia, que pensaban que se las sabían todas. La mitad de ellos acababan en un sillón mullido en lo alto del escalafón y la otra mitad tirados y sin vida en algún campo de batalla olvidado. Mark parecía de los primeros, pero en el limitado y poco sutil cerebro de Darko, parecía carecer de esa malicia intrínseca que le hacía odiar de inmediato a esos tipejos. Con gusto les partiría el cuello a todos ellos como si de un pollo se trataba. Pero no, Mark era diferente.
Y sin duda, estaba claro que podía aprender algo de él:
-Menuda navajuela... -dijo repasando las características de la hoja estática que le señalaba "Doble"-. Me va a costar separarme de Cortacuellos, pero con esta faca todo sería mucho más fácil.
Le dio un trago a la cerveza y, con la barba medio manchada de espuma, miró a "Doble" como miraría un niño pequeño a alguien que le ha abierto una puerta a un nuevo mundo de juguetes, golosinas y diversión.
-Gracias, jefe. Me rascaré los bolsillos y veré si tienen alguno de estos juguetitos en nuestro destino. A cambio, te prometo no cascarte demasiado fuerte la próxima vez que entrenemos, y enseñarte algún que otro truquillo nuevo...
- Bah – dijo dándole otro trago a la cerveza – No me pasara nada por recibir unos cuantos golpes. Así aprenderé – dijo convencido – Ni se te ocurra tratarme como a una florecilla, ¿eh? – le dijo con tono un poco amenazador y señalándolo con la botella – Maldito el día que necesite algo así. – luego sonrió y río de buena gana - ¿Pero quién cree que vayamos a llegar a tan viejos, eh? jajajajaja