Durante toda la conversación obtuve una postura de silencio calmado escuchando la propuesta del lagartijo, así como los comentarios de mis compañeros. Procuré obviar las bromas de la humana, tenía un sentido del humor propio de su especie, cargado de ironías y juegos de palabras absurdos y carentes de significado real ¿Hacer con los ojos cerrados? Pero si los humanos eran incapaces de realizar un simple nudo con toda la iluminación que reportaba tres soles. Estaba claro que, Brec utilizaba un lenguaje encriptado, seguramente habría querido decir que los misterios del universo no eran un secreto para nosotros. Sí y en eso tenía razón. No se nos escapaba una, bueno tampoco quería mentir tras fijarme que Ra Fandu se le habían caído varias cartas al suelo, la culpa era de aquellas manitas tan pequeñas que tenía.
- Demasiados créditos para un simple transporte - evidentemente el trandoshiano tenía urgencia, me daba igual, lo importante era obtener aquella cantidad de créditos y continuar nuestro viaje para obtener muchísimos más cuando nos deshiciéramos de la carga que contenía la bodega de carga - por mí, adelante.
El pequeño del grupo se apeo del asiento con un pequeño salto.
- Haced lo que convenga. Voy a mover nuestra mercancía a un lugar más discreto y a preparar la nave para la misión. Dudo de que page al llegar al destino, pero con el adelanto ya podemos arreglar la Galgari y salir de esta zona y terminar nuestro encargo.-
Había que reconocer que el pequeño era pragmático, aunque les quisieran timar, el pago inicial cubría con los arreglos. Y daba para pagar el embarque en el espacio muelle y poder terminar el negocio que tenían entre manos, que les reportaría créditos de manera más segura que aquel chanchullo de cantina.
Se despidió con la mano y empezó a andar entre el caos del local camino de la salida, pasando en algunos momentos entre las piernas de algún alíen parroquiano que media dos veces y media lo que media el mecánico.
Yo no veo ningún problema, 500 de entrada y el resto al llegar... Al llegar antes de bajar de la nave, o no se abrirán las puertas de la misma...Es lo que hubiera dicho yo...
Por cierto Iri, llevar un droide astro-mecánico con información ilegal, según quien? jejeje.
Nos da tiempo a otra, o nos vamos a hacer algo? tenemos 1 hora si aceptamos...
- Sí, parece mucho dinero para un simple transporte, pero es un buen dinero que nos irá bien para reparar la nave, y solo es cogerlos, llevarlos y dejarlos. - dijo Brec - Tampoco es que por aquí tengamos otras opciones, hasta que reparemos la nave estamos "cojos" ni podemos hacer otros transportes más lejos.
Tras discutirlo delante de la actuación animada de dos droides reprogramados para hacer malos chistes (a los cuáles les lanzaron algunos recambios de inyectores y piezas más pequeñas), esperásteis un rato en aquella cantina antes de dirigiros al muelle donde teníais amarrada la Galgari.
* * *
El trasiego en el muelle de la estación era bastante dinámico. Veíais despegar y aterrizar algunas naves ligeras, y media docena de droides reparadores trataban de no chamuscar con sus sopletes los cuadros mecánicos de un antiguo caza Z-95 Cazacabezas modificado al ser reparado (una verdadera antigualla de antaño). Otros repostaban combustible suministrándolo a la naves desde uno de los tres tanques de combustible del muelle, mientras uno de los encargados del mismo se paseaba por la bahía, entre nave y nave, revisando con un módulo de datos los tiempos de embarque. A través de las grandes cristaleras de los muros laterales veíais el resto de meteoritos orbitando lentamente (de manera relativa) en el cinturón de Gryyyl.
La Última Galgari estaba amarrada en el muelle S-201, una designación para naves sin espera de reparaciones en el momento (y eso que necesitábais arreglar los conectores termofotónicos, pero no habíais podido dar orden para ello a causa del escaso presupuesto común...).
Celebro que estéis aquí -dijo Girad, extendiendo las manos-. Ésta es Yalla Ril y su droide -el pequeño astromecánico emitió unos pitidos al mirar a ANKy, en un pequeño saludo. Para la pistolera MTK-3 aquel "cubo de hojalata" parecía un ser tímido, según la definición que precisaría una forma de vida.
La mujer no dijo nada, sino que se mantenía al margen, en silencio, portando una especie de poncho marrón que la ocultaba en su mayor parte.
Osea que ésta es vuestra nave -dedujo Girad, al veros allí parados-. Bueno... -entonces se giró un poco, y sacó de un compartimento de su cinturón unas pequeñas planchas metálicas. Aquí están... -dijo extendiendo la mano a uno de vosotros-. Quinientos créditos, como acordamos. Nos complacería que pudiéramos salir cuanto antes -añadió-; cualquier cosa que debamos hablar podemos hacerlo en pleno vuelo.
El trato parecía bueno — también pensaba que quizás demasiado bueno — y su brujita particular se había encargado de comprobar que no les mentía—. Un trabajo rápido y bien pagado, y luego podemos seguir con lo nuestro.
Quiso pensar que no había rata womp encerrada. Que seguramente el trandoshano no supiera el coste de un transporte de esas características y que estuviera decidido a pagar sin haberlo pensado antes. O que tras esa hostil apariencia, la twi'lek fuera en realidad la heredera de una rica fortuna y toda cantidad fuera poca para ella. Había muchas opciones, y no todas tenían que ser malas. Pero seguía sospechando del tal Girad. Tampoco me ha respondido a las preguntas—. Mejor mantener un par de ojos de más en ellos, ¿va? —les pidió a Ellassar y ANKy. Si albergaban intenciones peligrosas, ellos se asegurarían de quitarles las ideas de la cabeza.
—Esta es nuestra preciosidad —confimó Iri, palmeando suavemente el tren de aterrizaje de la nave ante la pregunta. Se aproximó a Yalla Ril y la saludó con un elegante gesto—. Es un placer, señorita. Habéis elegido el mejor de los transportes de este lugar. Mi compañero ya se ha asegurado de que esté todo lo más acogedor posible, así que podéis entrar y poneros cómodos. En cuanto firmemos el manifiesto de salida, saldremos de aquí.
La rampa de acceso fue bajando poco a poco hasta quedar casi tocando el suelo, en ese instante hizo un bufido y se paro. Y tras unos instantes y un golpe seco dentro, termino de bajar.
- Lo se, lo se, tengo que engrasar la rampa de bajada.-
Se escucho desde dentro. El pequeño Chadra-Fan, orgulloso mecánico de la Ultima Galgari, había estado haciendo el trabajo pesado, escondiendo la mercancía para que los nuevos clientes, no se toparan con ella por accidente.
Justo había terminado cuando llegaron sus compañeros, no era precisamente el forzudo del grupo. Pero al menos, tras unos paneles de la zona de carga, estaban bien apiladas las cajas. Solo alguien que buscara con ahínco encontraría lo que cargaban.
Cuando la gente subió a bordo de camino a la zona de descanso del personal pudieron verlo con una careta metálica soldando unos puntos de metal en las paredes del motor, puro mantenimiento, pero Ra Fandu ya cuando empezaba siempre encontraba una excusa para seguir trabajando.
Junto con sus compañeros se dirigió al muelle, al encuentro de los pasajeros que tenían que llevar en la nave.
Saludó a Yalla Ril y dirigió una sonrisa al pequeño droide, siempre le habían gustado esas unidades.
- Ven Yalla, buscaremos un sitio dónde acomodarte. Pese a parecer una nave ruda he conseguido tener un rincón acogedor. Aquí estos chicos se conforman con dormir sobre una plancha con una manta, pero las chicas siempre necesitamos algo más confortable. Con gusto te lo cedo mientras dure el viaje.
Ellassar había recibido un encargo de Iri Vagana, así que se dispuso a llevarlo a cabo. Vigilante de los 3 pasajeros, por si querían jugarnosla.
Puso discretamente su arma con el sistema de aturdimiento activo...
Como encargado de la seguridad de esta nave, se les hace saber que las armas están restringidas, excepto por causas mayores, que se les informaría a la mayor brevedad.
Muchas Gracias.
Mis compañeros eran un tanto crédulos, tuve que ser yo quien recogiera aquel cinturón de créditos y comprobase que eran "válidos" - todo correcto - eran créditos corrientes, mismo peso, misma textura, mismo valor.
Saludo al pequeño droide astromecánico - hacía tiempo que no veía una unidad como tú ¿mucho trabajo? Pasa para adentro, buscaré algún sitio para que no te marees mucho - no sabía muy bien porqué la mayoría de las razas no consideraba a los droides como uno más. En realidad éramos el futuro, el pasado y el presente, mucho más inteligentes, más versátiles y casi hasta inmortales. El universo sabría de nosotros si nos alzásemos pero por el momento consideré positivo cargar aquel cinturón de créditos al interior de la nave.
- Aseguramos la carga y nos vamos.
Los tres pasajeros miraron un instante a la Última Galgari ante la presentación de la misma de Iri. Yalla asintió, y parecía conforme y alegre en su rostro por estar a punto de acceder a tal lugar.
En cuanto Brec la invitó al interior de la nave, Yalla atendió a las palabras del devaroriano, tomando interés en ellas.
Me alegra oir eso -dijo entonces la mujer a Ellasaar, cuando éste se pronunció sobre las armas-. Si hay alguien encargado de la seguridad un viaje es siempre más seguro. Sin embargo, ni mi compañero Girad ni yo nos desprenderemos de ellas, pues aunque vuestras intenciones son buenas y parece que el trato se está efectuando, siempre me acompaña mi propio bláster. Si quisiéramos usarlas no sería contra alguien como vosotros, os lo aseguro.
¡Yalla! -se giró el trandoshano-. Su nave, sus reglas -le corrigió Girad, tratando de hablarla con cierta intimidad, pero cosa imposible, pues seguíais allí delante-. Este carguero y estas gentes son una buena oportunidad para viajar. No habrá problema.
Yalla levantó su mentón, se calló y miró al trandoshano con semblante serio. Daba la sensación de que en otra situación la mujer le hubiera vaporizado de un disparo desintegrado por hablarla con tal corrección. Entonces asintió sin demasiadas ganas.
Bien. Sin problema -prosiguió Girad-. Las armas, os las entregaremos ahí dentro, y no aquí en la misma plataforma -a la vista de todos quería decir, algo muy comprensible-. Entonces Yalla aceptó finalmente la invitación de Brec y marchó con ella sobre la poco engrasada aún rampa de descenso de vuestro carguero. Adentro encontraron ya a Ra Fandu haciendo las últimas reparaciones a la Galgari, con su careta de soldar de tamaño diminuto.
Mientras Ellessar iba a la cabina de amarre a realizar el papeleo burocrático (una pequeña solicitud electrónica de voz) para poder despegar sin problemas, ANKy y el pequeño R2-M3 fueron los últimos en acceder al interior de la nave. Comenzó entonces a emitir el astromecánico unos pitidos en respuesta a las palabras de ANKy.
¡Bibbip bibi pb piibp piiiiiii! ¡Fiiiuuuu!*
*No tanto trabajo a excepción de cuando una forma de vida no sabe qué hacer en su día a día. ¿A qué velocidad trabajan tus datos de partición Kw-RAM en datos segregados de infinitésima probabilidad gaussiana? ¿Y tus derivadores protoneutrínicos? ¡Ja! Seguro que lo supero -decía subiendo la rampa de entrada y, para lo que cualquier forma de vida sería, sonriendo un poco a través de pitidos-. Parece que ese pequeño cubo de hojalata era lo que muchos considerarían "un cerebrito de piezas cromadas".
Cuando el devaroniano regresó y Ra Fandu terminó de hacer las últimas chapuzas entre cables y placas de circuitos, Iri se puso a los mandos de los mandos de la Galgari, junto al computador central y tras apretar las palancas y botones pertinentes, los motores de la nave rugieron y comenzásteis a ascender. El panel de energía que separaba el exterior de la instalación con el interior se abrió momentáneamente para que pudiéseis salir despegando. Como así fue. Próximo destino, Sharpalis, octava luna del planeta Kuhurrik (en el mismo sistema).
Escena cerrada. Seguimos en la siguiente escena.