La segunda noche, a pesar del cansancio, los niños del distrito pardúb se arremolinaron en torno al viejo Kor. Quien con mirada cansada, dejó la talla que en el aquel momento elaboraba y accedió a las exigencias y ruegos de que contase una de sus historias. El anciano se incorporó y lentamente avanzó hacia el reconfortante calor de la hoguera de estiercol. Su sombra se alargó y ondeó con la furia de una serpiente arrancada de su sueño antes de que se sentase al pie de la hoguera y las llamas iluminasen su rostro cansado.
-Pedís que os hable de una historia y de eso hablaré. Os hablaré de los tiempos felices antes del desastre, cuando la nuevacosta y el devorador mell todavía no existían y nosotros habitábamos Amsera como orgullosos comerciantes.- Hizo una pausa para calibrar la voz y continuó con la mirada perdida en el infinito. -Dosal era nuestra tribu antes de que el Rey nos unificará y era mi abuelo quien guardaba las costumbres y ritos de nuestra tribu. Pero sabed que la paz que vivisteis no tuvo parangón alguno, pues la unificación de Aeternia fue sangrienta y costosa y no fueron los espíritus los que atacaron la región de Dosal. Fueron hombres armados con lanzas de fuego, escupidoras y atronadores. Soldados sin rostro que asesinaron a mi abuelo ante los ojos de mi padre y arrastraron al caudillo en sus grandes vehículos hasta que sus brazos se desprendieron y su cuerpo no fue más que una mancha roja.-
El anciano se detuvo, consciente de la mirada absorta de adultos y niños por igual. Él solo era un barquero y antes de eso un mensajero comercial. No era un guerrero como Bronn ni tampoco un salvador como Jord Coram. No. Solamente era un viejo al que le quedaba poco tiempo y ahora, en el ocaso de su vida, entendía dos cosas: Por qué lo escuchaban y por qué habían matado a su abuelo.
-Pero la sangre fue lavada por la lluvia y bebida con avidez por las praderas que se extendían por todo el territorio. Los administradores y colonos del oeste implantaron el sistema de gestión de la capital y la riqueza comenzó a fluir por nuestra ciudad convirtiéndose en el nexo comercial de mayor importancia del norte. - se detuvo al reparar en la botella de ámbar que le pasaban y bebió un largo trago antes proseguir. El agua tibia humedeció su garganta y carraspeó antes de continuar.- La Aetergenia nos hizo fuertes y mejoró nuestra vida en todos los aspectos. Las torres de Áras se alzaron por todo el territorio y Amsera se expandió con nuevas gentes venidas de las mismas montañas que se ven... allí.-señaló al horizonte oscuro-Incluso llegamos a construir una fundición real bajo la supervisión de un Operario! Todavía lo recuerdo en la inauguración; un hombre alto de tez pálida y varios servobrazos que aplaudían con una serie de chasquidos. La gente era feliz y muchos de los territorios menos fértiles fueron tratados por enviados de la corona y convertidos en campos de cultivo o plantaciones de pnako.- se interrumpió con un largo suspiro cargado de tristeza. -A un rey le siguió otro y los Caminantes del territorio fueron expulsado bajo un edicto real que les obligaba a acudir a la capital. Yo fui un orgulloso joven que llevó el mensaje a la capital de que todos ellos habían sido expulsados de nuestra región. Recuerdo Santanara como si de un sueño se tratase; con sus dorados chapiteles y sus torres flotantes. Con un mercado Aetergénico lleno de Portentos de una complejidad casi absurda. Recuerdo el pan caliente y la espumeda echa con el pnako de nuestras tierras y aquella tabernera que casi logra convertirme en su...- el ancianó reparó en la mirada de los niños y cambió de tema, incómodo.- Recuerdo el día que abandoné las altas murallas, donde los estandartes de la santa ondeaban con el viento del alba... Y recuerdo bien el resplandor en el horizonte, cuando todavía estaba a menos de un día de la ciudad, que resonó en el mundo con la fuerza de un huracán y llenó mis oídos con el tañido de la condenación.- El anciano hizo una brusca pausa al reparar en el rostro lloroso de muchos de los presentes y titubeó antes de continuar:
-Lo que quiero contaron es que no hay una paz que no haya conocido conflicto. Las épocas doradas necesitan de las épocas oscuras para existir y cada una de ellas tiene gente valerosa y capaz como cómodos e incompetentes que se encargan de empujar la transición entre unas y otras. No fueron los espíritus ni los Caminantes quienes cercaron la región de Dosal y conquistaron la tribu de Amsera. Fueron los hombres del Rey, los que sembraron la época oscura que se abatió sobre nosotros... y fueron los hombres del Rey quienes convirtieron Amsera en la ciudad gloriosa que fue y volverá a ser...- señaló a los niños- gracias a vosotros. Pues yo ya soy viejo pero vosotros sois el impulso que empujará esta era oscura al pasado y traerá una nueva edad de luz a la tierra. Vosotros y...-
-Y Jord Coram?- preguntó con aire inocente una niña de no más de ocho años con la cabeza rapada.
El anciano sonrió ampliamente. -Jord Coram y el resto de nosotros, os daremos impulso y dejaremos en vuestras manos, el destino de nuestra tierra. Pues ese es y siempre ha sido, vuestro mejor derecho y vuestro mayor deber.-
Con ésto concluyó el relato y se alzó para desperezarse y alejarse hacia su tienda, donde en sus sueños regresaría a esas murallas blancas y chapiteles dorados de la capital y ese rostro en forma de corazón y melena negra de cierta camarera...