-No sugiero nada. Solo sé que por aquí no ha pasado nadie por que de lo contrario ya estarían informados de lo que he visto...-
Era el momento de jugar aquella carta. Con un poco de suerte...
-Un pueblo señor. Casas de construcción reciente protegidas quizás por un campo de Ámbar. - tomó aliento antes de continuar. -No he visto a nadie pero si es un pueblo... tiene que haber agua cerca y quizás comida conservada.-
Abogar por los víveres. Golpear en el estómago. Buena esa.
Refugio... agua... comida...
El estómago ruge en anticipación y la muchacha se lleva la mano inconscientemente. Nepos era mucha cosas pero por ahora no se contaba como mentiroso. Y aunque ocultase algo... tampoco iba a matarlos, verdad?
Merecía la pena intentarlo.
-A qué distancia? Guíanos!- se detiene, consciente de que se ha dejado llevar. -Lo siento, Sargento. Usted decide, señor pero creo que sería buena idea.- se corrije, más comedida.
Con la nube de polvo alejándose, es posible entrever entre el aire caliente los últimos rayos del sol. La temperatura se estabilizará durante una hora y luego comenzará a bajar. Pasar la noche en medio de un llano que alcanzará temperaturas cercanas a bajo cero no parece la mejor de las opciones.
El anciano se vuelve ligeramente molesto hacia Dasha. Ya está cansado de esta niña avinagrada.
-Nunca subestimes el pasado, chica. Si lo haces, estarás condenada a repetirlo. Si existe un pueblo es por algo. La gente no construye asentamientos a la ligera.- sacando fuerzas de la flaqueza, se acerca renqueante. -dejadme echar un vistazo a ese mapa... esto no tiene sentido ninguno.- abandona tras unos instantes, está demasiado cansado para leer. -Se necesita una fuente de agua, de comida y aprovisionamiento o en su defecto, una ruta comercial.- querría haber añadido algo más pero le falta el aliento.
Motivo: Consejo efectivo
Tirada: 3d6
Resultado: 3, 2, 2 (Suma: 7)
Tomo el mapa de las manos de Hegan y le doy un vistazo antes de entregarselo al viejo por un momento. Tenía las mismas sospechas que el.
- Suponiendo que haya un pueblo, y suponiendo que esté vacío, ¿Que hace un lugar tan reciente vacío? ¿Qué ocurrió? -hago una pausa. Debía haber un truco. Tampo se podía confiar en lo que decía el chico, incluso aunque dijera la verdad, podría ser un espejismo. O peor aún, podría estar habitado.
- No tenemos muchas opciones. Lo mejor será acercarnos a pasar la noche - busqué en la mirada de todos el asentimiento. La decisión estaba practicamente tomada, pero aun así, esperaba escuchar la opinión de Dasha. Era una persona pragmatica, por lo que veía, y me enorgullecía que pensara como yo. Aunque nunca podría estar del todo seguro sí era algo positivo que lo hiciera. Después de todo, mis desiciones nos habían traído a este maldito desierto.
-¿Un pueblo? ¿de construcción reciente?- Estaba claro que era muy difícil de creer aquello que decía el Sagaz. En primer lugar, ninguna persona racional decidiría asentarse ni levantar un pueblo a menos que estuviera seguro de que no fuera encontrado por algún aquelarre. Segundo, era muy probable que fuera una trampa maldita para atraer a los curiosos hambrientos y sedientos.
Sin embargo, Hegan era exactamente eso, una persona curiosa, y en ese momento muy necesitado de comida y agua, claramente cayó en la trampa del oasis, como un ratón en la ratonera. -¿Un pueblo? ¿de construcción reciente? vamos vamos...-Hizo una breve pausa, intentando esconder su ansiedad- un poco de descanso le vendrá bien todos, mucho más si hay comida o agua-. Finalmente asiente con la cabeza cuando la vista del sargento buscó momentáneamente su aceptación.
Motivo: Hambre, Sed, Fuerzas
Tirada: 3d6
Dificultad: 6+
Resultado: 2, 2, 1 (Suma: 5)
Tenía dos opciones de post. En dependecia de si Hegan lograba que el hambre, sed y el cansancio no bloquearan su sentido común, pues normalmente no le creería a Nepos por varias razones obvias para él. Para este caso hice una tirada para ver si la propuesta de comida y agua superaba su lógica de pensamiento. Uso el rasgo sobreviviente (4d6) pero entiendo que la penalización física de mi pj si influye y lo dejo en 3d6 con dificultad 6.
No sé si logro explicarlo, pero me gustaría que me dijeran si esto está bien, o nuevamente hice una tirada por gusto, XDD
-¿Un... pueblo? ¿En medio de la nada?
Si era verdad, y no un espejismo atroz que el calor, el sol y la arena le hubieran puesto frente a los ojos al crío, entonces era como para desviarse, sí. E investigar.
-Es un riesgo, así lo creo.- Dijo en respuesta a la mirada del Sargento cuando la recibió.- Pero, también una... posibilidad. -No iba a decir "esperanza". No, Esperanza era algo que costaba tanto, que no podía ni pronunciarse, so pena de que se rompiera en mil fragmentos como el cristal fino.- Yo iría a ver...
Emeth quiso reprenderla, o tal vez hacerle entrar en razón. Pero la muchacha no creía ir errada, tal vez realmente la forma en que su generación veía las cosas era la acertada, o quizás no, y tan solo el tiempo le haría descubrir que aquel sentimiento de poder comerse el mundo era algo que le había acompañado a causa de la edad. Muchas cosas quedaban por comprender aún, pero Dasha estaba segura de que eran los mayores los que tenían que asimilarlas.
-Si te aferras al pasado te quedarás sin futuro- respondió al hombre entrado en años -Muchas de vuestras maravillas ahora solo son basura, aceptalo ya- estaba cansada de sueños y mentiras. Todos adoraban al viejo Kor. Los niños se sentaban a su alrededor para escuchar sus historias, los mayores para recordar tiempos mejores. Para Dasha era cruel e inhumano, mentiras y nostalgia, eso era lo que repartía. ¿Acaso no caían en la cuenta de que aquellos niños jamás jugarían despreocupadamente a la orilla del mar? Nunca vivirían nada parecido a lo que contaba Kor, y lo maravilloso de lo perdido solo hacia que se apreciase mejor lo terrible que era el presente. No, no hacía ningún bien a nadie.
-¿Un pueblo?- sintió como los pelillos de la nuca se le herizaban. -Justamente cuando más necesitamos algo así. Deberíamos ir con cuidado-
Claro que valía la pena investigarlo, la muerte ya se la aseguraba el pasar la noche en el yermo. Pero no podían permitirse que la esperanza les desbocase el optimismo. No, debían ir con mucho cuidado. Si estaba deshabitado significaba que algo habría hecho huir a aquellas gentes, o directamente podrían encontrarse con un montón de cadáveres.
-¿Y si es una trampa del Aquelarre?- susurró a su padre. En el fondo de su fuero interno sabía que Miller tenía más experiencia que ella, y de momento era de los pocos que era capaz de escuchar las verdades que salían de su boca. Al menos era de los fuertes, no de los débiles que se arrastran y no saben mirar al mañana a los ojos.
Escuchó taciturna las palabras que volaban, como puñales o como simples caricias, de unos a otros. Sílex no se encontraba con las energías necesarias para discutir. Aunque sabía que pernoctar en el Yermo era una pésima idea, pues ninguno de ellos saldría vivo de semejante insensatez... ¿Ir a un pueblo? ¿Existe, tan siquiera, ese pueblo? Supuso que quizá habían revisado mal el mapa.
- Miller, ¿Me permite echar un vistazo al mapa, por favor? - Estaba segura de que tenían que haber pasado algo por alto. Intentó buscar si había algo que no cuadrase o, simplemente, si todo esto podía ser una mera trampa de los Aquelarres o si, quizá, Nepos había visto mal. - Cuatro ojos ven mejor que dos, y creo que quizá pueda echar una mano.
Miller le tendió el mapa y Sílex lo revisó con sumo cuidado, con suma atención. Podré encontrar algo. Tengo que poder encontrar algo.
Motivo: Entender Mapa (Criada con un Caminante
Tirada: 5d6
Dificultad: 5+
Resultado: 6, 3, 1, 5, 4 (Suma: 19)
Exitos: 2
Sonrío con el comentario de Dasha. Estaba pensando justo en esa posibilidad.
- Es lo que temo. Pero pasar la noche a la intemperie nos será complicado. Y hay una pequeña posibilidad. Valdrá la pena acercarse y mandar a alguién más a explorar.
-Por su puesto señorita - Le tiendo el mapa a Silex sin problemas señandole donde pensaba que estabamos actualmente. Entendía que algunos desconfiaran. De hecho, yo mismo desconfiaba del muchacho. La había hecho una vez en al acantilado, podía hacerla de nuevo. Tenía una idea de que podíamos hacer.
-Podemos intentar acercarnos todos. Luego que un grupo más pequeño de el visto bueno - obviamente Nepos no iría en ese segundo grupo - para estar seguros. En caso de algún percance, acamparemos en los alrededores.
Quien dijo que el camino hacia la salvación era duro, quizás pudo ver aquella escena lamentable para inspirar sus palabras: Un puñado de supervivientes, despojos de las sonrisas que habían sido antes de que el mundo obedeciera a ritos antiguos y pactos con criaturas montruosas, se habría paso por aquel llano ardiente. Ajenos a la vida, ajenos a la muerte e indiferentes ante el centenar de almas que los rodeaban, contemplando en silencio como su última se acercaba a ellas sin ser siquiera consciente de ello. Con el silencio de los condenados en su última noche, las ánimas se apartaron con respeto y bloquearon parte del aire caliente, haciendo la travesía un poco más llevadera.
A unas pocas carreras, el resto de los caídos, aquellos demasiado deshilachados para esperar salvación. Clamaron de rabia contra los espíritus del polvo por última vez y sofocaron los ardientes remolinos antes de desvanecerse en la nada para siempre. Ellos no conocerían el descanso ni el castigo, dejando de existir en plano alguno... y con su esencia devuelta a los elementos para ser forjada de nuevo.
Pero lo aceptaron. Los vivos eran más importantes que ellos... y con sus últimas fuerzas exánimes, disiparon a los iracundos espíritus de vuelta a las profundidades. Todo dependía de ellos ahora.
En la vida fui un cobarde y un traidor, que la muerte me devuelva lo que nunca tuve. Que mi ser sirva para algo más que para beber vino... pensó uno de los caídos antes de ser destruido por la ira de uno de los espíritus. Que nuestros hijos alcancen la paz que nunca tendremos... pensaron las pocas madres antes de lanzar un último pensamiento de amor al cielo.
Y en su ignorancia, todos avanzaron hacia delante. sin siquiera imaginar el calibre de las fuerzas desatadas a su alrededor. No. Ellos solo veían esperanza en las palabras de humo del único que contemplaba la escena completa...
Y lloraba por dentro mostrando el rostro pétreo de alguien sumido en profundos pensamientos. Palabras de humo, palabras de piedra. Seré capaz de hacerlo en caso de que me vea obligado? Tengo la Potestad y el Poder? Tengo los escrúpulos de sacrificar tanto? de arriesgar tanto? Nepos, niño cobarde... pensaba tratando de aplacar las emociones que afloraban a sus ojos. Una única lágrima solitaria se perdió en la arena antes de secarse un instante después.
Con los últimos rayos del sol, alcanzaron las rocas que se alzaban como cuchillas apuntando al cielo. La piedra negra, contrastaba incongruentemente con el polvo gris que lo teñía todo, revelando su auténtica naturaleza a aquellos que fueran capaces de percibirla. Sin embargo, para el grupo de supervivientes, aquel lugar no era más unos peñascos a pesar de que las almas las rodearon para esperarles al otro lado. Sin embargo, en aquel lugar temido por lo espíritus de los muertos, los exploradores echaron un trago de sus pequeñas cantimploras.
-Y bien? Es este el lugar que querías enseñarnos? No veo ningún pueblo...- preguntó un exhausto Snake antes de apoyarse en una de las rocas. -Que los hornos de la hermandad me quemen los huesos! Están frías! Frías como el hielo!- exclamó antes de apartarse con brusquedad a pesar del cansancion.
Nepos sonrió. Tenía que hacerlo.
-No. Detras de las rocas, justo tras ese recodo, ahí está el pueblo. No estamos lejos.-
Manos torpes tocó la piedra con cautela antes de retirarse y, tras revolver en su mochila, sacar sus provisiones y colocarlas al lado para enfriarlas. -Por poco frío que esté, será mejor que ese caldo...- masculló mientras se sacudía el polvo con impaciencia. -Os acordáis del mar? De las pozas dulces que quedaban cuando la sal se retiraba con piedra musical de la factoría? Daría un brazo por una de esas pozas ahora mismo...- comentó con tono soñador.
Terminado el breve reposo, comenzaron a abrirse camino por entre los peñascos y salieron de ellos cuando la penumbra comenzaba a cubrir el llano. Las estrellas comenzaban a destellar en el firmamento y la luna menguante y rosada asomaba ya por los picos del desfiladero a pesar de que el sol todavía no había desaparecido por un margen de unos poco minutos.
Con paso lento, se acercaron hacia la esquina del desfiladero que parecía ocultar lo que fuera que Nepos esperase que encontraran. Las ánimas, frenéticas en su anticipación, danzaban sobre la suave brisa y se acecaban para observar a los vivos lo suficiente para que estos se sintiesen observados antes de retroceder rápidamente.
-Ahí detrás, señor. Es justo ahí... pero le advierto que yo me prepararía para lo que va a ver a continuación. A todos os digo que no va ser nada fácil...- advirtió el muchacho antes de tomar aliento y continuar. El momento había llegado: -Seguidme.- ordenó.
Era el momento de que todos vieran su descubrimiento. Con todas su descarnada realidad.
Nadie dijo nada al principio. Porque al principio no vieron nada reseñable salvo unos bultos que podrían ser casas recortados contra el anochecer. Más tarde comenzaron a entrever los escasos montículos y cruces gamadas que se habían molestado en erigir. El símbolo de la Santa se recortaba lúgubre sobre aquella tierra donde reinaban los más de doscientos cuerpos que los supervivientes hallaron alfombrando el camino.
Hombres, mujeres, ancianos, niños... todos ejecutados sin piedad ni distinción. Apelotonados y fusilados en filas ordenadas o acribillados y dejados pudrir en el lugar donde se desplomaron. Vieron esqueletos sonrientes y pisaron hueso, comprendieron que aquellos cuerpos no habían sido asesinados por magia si no por las balas que encontraron entre el tapiz de muerte que los rodeaba. Y todo ello a escasa distancia de las casas, que ahora eran claramente visibles.
Los autores habían cavado unas pocas tumbas y alzado algunas cruces pero solo unos pocos afortunados tuvieron esa muestra de respeto. Al resto los dejaron en los sitios en los que cayeron, sin siquiera molestarse en saquearlos. Los bebés estaban apilados en una gran pila, con un tiro en alguna parte del cráneo. Al menos, no los dejaron morir al sol.
Las puertas de las casas estaban abiertas, los petates esparcidos por doquier, las escasas armas casi enterradas. Fue entonces cuando los supervivientes comprendieron lo que las ánimas querían mostrarles. Fue entonces cuando fueron verdaderos testigos del macabro descubrimiento:
No había habido lucha. A aquellas gentes las habían masacrado mientras huían desesperados. Hacia los llanos.
Hacia la muerte.
FIN DEL PRÓLOGO.