Esperaron un rato en la Mesa Redonda hasta que Kata entró volando desde el balcón, Rro lo había lanzado desde fuera de rebote con uno de sus movimientos traseros. Kata cayó de pie y todos se quedaron sorprendidos por su habilidad, cualquier otro no entrenado se hubiese golpeado con el suelo.
—¿Sí, mi Señora? —Se arrodilló ante Chiyoko. Ella se agarró de los pliegues del cuello de su kimono, algo ofendida.
—Hermana, si no le importa, ya se lo he explicado. —Se puso seria, planchándo los pliegues para que no se vieran arrugados.— Le agradezco la reverencia, pero no hace falta. Ante quien debería inclinarse es nuestro Rey Hoshi. —Señaló a Hoshi, que se encontraba sentado en su trono, el más alto y ancho de todos.
Prosiguió.
—Hoshi, éste es Kata, nuestro nuevo ciudadano y mi nuevo ayudante. —Ahora miró a Kata con una expresión amable.— Dinos, hijo mío, ¿qué sabes de nuestra amiga Nimia? ¿Dónde la has visto? —Se acercó a él y con un pañuelo le limpió la mejilla, que había quedado manchada de heces de conejo.— Cuéntanos todo.
Motivo: Sabiduría
Tirada: 2d6
Resultado: 7(+3)=10 [4, 3]
Tirada simple, ¿cuenta como acción de las 2 que debemos realizar?
GM:No
Miro a el rey con mi característica seriedad, Siento que estamos demasiado desprotegidos, me gustaría construir un fuerte, pero so vaciaría la totalidad de nuestras arcas.
Lo entiendo Lord Gortorda. Dejaremos la decisión de construcción para el siguiente ciclo, ya que veamos cuanto megaoro conseguimos en nuestra expedición al laberinto.
Ahora, mi sugerencia anterior se mantiene: En estos momentos un deambulatorio recorrido militar por parte de usted a nuestras defensas le daría inspiración sobre qué necesitamos más, y que podríamos conseguir en el laberinto.
-Miró a lontananza. (Lontananza era una muy guapa tallerista de su edad y seriedad que por ahí pasaba.)
Claro, también podría fabricar algún arma o escudo, dura armadura o eterna linterna usando nuestros -hasta ahora- humildes recursos. Si no para usted, que se ve está bien apertrechado, ¿para sus capri-seguidores o alguna otra persona de la Corte?
Y en todo ello, no olvide pasar con Christa, que prometió le cedería un fragmento de estrella para iluminar su andar en la oscuridad del laberinto. Yo le daré una a su vez a la nueva guardia gatuna, si es que no tuviera ninguna, y mi otra estela a Biancarella. -al rey le gustaba la rima y el esgrima.-
Volteó a ver a Kata.
Díganos, nuevo hijo del templo, ¿que sabe de nuestra querida curandera?
Lo escuchamos, pues es importante que tengamos toda la información posible, pues pronto llegaremos a la votación de donde ir en el laberinto. La primera opción es al nido de monstruos que bloquean nuestra puerta Oeste. La otra opción es la Cueva del Devorador de Estrellas, que hemos ubicado al sur del templo.
El consenso es que iríamos donde estuviera Nimia. Pero, de no saberlo, tomaremos votos.
Mi intuición me dice que como Nimia era cuidadora de estrellas, lo más seguro fuera que se fuera a investigar lo del Devorador y estuviera ahí atrapada. Así que ahí va mi voto. Pero espero el vuestro, estimadxs miembros de la Corte. De haber empate, ¿Hoshi sería el que tendría el voto de calidad?
+1 a la Cueva del Devorador.
Su Majestad hace referencia a mi mientras habla con el noble caballero de la Corte, lord Gortorda.
Al escucharlo, camino hasta él y, a su altura hago una reverencia ante el caballero.
- Es un honor, lord Gortorda. Por fin nos conocemos. No tengo el gusto de conocer a los guerreros de la República personalmente, pero para mí será un honor prestarle el poder de mi fragmento de estrella. Le iré iluminado los pasillos de la guarida del Devorador, para que no nos pillen por sorpresa las criaturas - y le sonrío sinceramente. Observo a la enorme criatura que era el caballero. Era un miembro del pueblo Ra. Siempre me habían parecido adorables, pero me habían dicho que un Ra enfadado era lo más peligroso que te podías cruzar en el camino.
Llegaba tarde a la reunión y lo sabía, ¡pero qué culpa tenía él si la base de maquillaje estaba dura como una piedra! Le había costado prepararse el doble de lo habitual, pero por suerte finalmente había podido maquillarse y quedar perfecto. Mientras corría hacia la reunión, el guacamayo que daba parte del nombre al reino decidió hacer acto de presencia, subiéndose al hombro de su cuidador actual. Automáticamente Enzo dejó de correr y le acarició el mentón al ave, dándole un cacahuete acto seguido. Llegaría aún más tarde, pero no quería correr el riesgo de que el animal se marease y le llenase de pota de pájaro su mejor traje.
¿Por qué el símbolo del reino estaba encariñadísimo con los Biancarella? ¿Por qué se dejaba cuidar por los bufones reales en vez de por sirvientas o por el mismo rey? Buf, la memoria que había que hacer para responder a esa pregunta. Pero memoria de ir a mirar la primera crónica elaborada por los fundadores del reino. Y aún así no tendrías todos los detalles, ya que la historia normalmente se escribía para que los protagonistas quedaran como héroes o incluso divinidades terrenales. Después de todo, ¿qué quedaba mejor para que lo leyeran las futuras generaciones? ¿Que el símbolo del reino había sido descubierto por casualidad o que un ave mayestática había descendido de los cielos y bendecido al primer monarca de la Guacamayéutica Reypública P'adelantaria Poliamorosa para que tuviera un reino feliz y próspero? Porque esa segunda historia era la que encontrarías en cualquier libro. Pocos sabían que en realidad el primer rey y fundador del reino, durante la delimitación de los terrenos de su primera ciudad, encontró un nido de huevos. Huevos de color rojo, que relucían como ascuas... Y que acabaron formando parte de su desayuno. Todos salvo uno, que fue salvado del apocalipsis desayunístico por su antepasado, el primer Biancarella al servicio del rey. Este primer bufón-ninja decidió criar el huevo, por las risas, a ver qué salía de él. Y lo que salió ahora reposaba en el hombro de Vincenzo, terminando de comerse el cacahuete que el bufón le había dado.
Finalmente el bueno de Enzo acabó por lelgar a la sala donde todos los notables del reino estaban discutiendo los temas de mayor importancia para el mismo. Bueno, al menos había llegado a parte de la reunión...
-¡Buenos días! Majestad, caballeros, señoritas... Disculpad mi tardanza, estaba solucionando asuntos de vital importancia que me han mantenido más ocupado de la cuenta.
El bufón ocupó su asiento y escuchó lo que se estaba comentando.
-Nimia, ¿aún no sabemos nada de esa muchacha? Qué desgracia, sí señor... No obstante, antes de lanzarnos nosotros mismos a explorar regiones desconocidas, puedo mandar a varios de mis hombres de confianza a hacer un pequeño reconocimiento de la zona sospechosa. ¿La cueva del devorador de estrellas habéis dicho, mi señor?
Perdón por el tochardo, pero había que darle una historia al guacamayo y hoy me encontraba inspirada XD. Si algún detalle no os encaja y queréis modificarlo o lo que sea, avisadme y lo parlamentamos entre todos.
Aún no le habíamos puesto nombre al guacamayito, ¿verdad?
Por cierto, el máster me sugirió esta imágen para la mascota del reino. No es muy guacamayéutico terrícola, pero encaja con la idea que circulaba por ahí de que sea una especie de fénix que ha estado presente desde la fundación del reino. Además, puede pasar como guacamayo enano rojo si le echamos imaginación x3.
Es el pájaro rojo con plumas, no ninguno de los otros tres presentes XDD.
No os preocupeis, Sir (Ris) Biancarella, que apenas comenzamos. Y quiensabe si necesitemos o no esa expedición adicional, que el oráculo del Templo puede darnos resultados pronto. -Miró a sus Kau Chim, sus palillos de la suerte, bendecidos ya por el templo, a ver si ya develaban el número y tipo de monstruos y trampas.
Se estan tardando...
Por cierto, en lo que dilucidamos los siguientes pasos, ¿ha pensado en eso que Christa y yo leímos en las estrellas? Eso de que nuestro guacamayéutica ave oficial pueda comenzar a reproducirse. Será señal de que el reino comenzará a crecer, así decía la carta astral.
Dado que tenemos las instalaciones de la Granja reproductiva, ésta se puede usar tanto para los kistunes que han llegado a nuestras puertas oxidadas y ahora rotas, hm, como a nuestra guay guaycamaya, pues podría aprovechar eso y comenzar con el buen augurio. (¿Así le pusieron al ave, Augurio, los Biancarella de antaño?)
—Queridos, no olvidéis que en el almacén, en el apartado de descartes, todavía tenemos algunos objetos que en un principio decidimos no usar. Entre ellos, se encuentra un fragmento de estrella.
Se coloca el amuleto que lleva colgado en el cuello. Luego mira a Christa.
—Hija mía, esa mochila tan grande que sueles llevar contigo, ¿dónde está? Seguro que nos puede servir para equipar distintos materiales sin tener que regresar al reino, de entre ellos, aquellos que hemos descubierto recientemente.
Ante la pregunta de la sacerdotisa, lanzo una amplia sonrisa.
- ¡Ah, mi mochila! Ahora mismo la traigo - doy unas palmadas y aparece ante mi una enorme mochila con el equipo de sirviente - La tenía guardada en el laboratorio de magia, conectada a mi con un conjuro que activo con una palmada. Funciona siempre que esté dentro del reino ¿Qué es lo que necesitas de mis materiales, hermana Ikeda? - le digo alegremente mientras me arrodillo junto a la mochila y la abro, dispuesta a sacar el material que ella me diga.
Enzo sacó otro cacahuete de uno de los múltiples bolsillos repartidos por su traje para dárselo al ave, la cual se lo comió encantada de la vida.
-No sé qué deciros, majestad. De momento este pequeño aún no me ha dado señales de estar interesado en encontrar pareja. Claro, que siempre podemos probar a presentarle a alguna muchachita con plumas, a ver su reacción. O muchachito, que la verdad nunca me quedó claro si nuestro Flami es varón o mujer.
El guacamayo (o guacamaya) no prestó atención a lo que se comentaba, ocupado como estaba con su cacahuete.
-En cuanto a los trozos de estrella, yo tengo espacio en mis bolsillos para llevar algo como eso, si es necesario.
Busco a Arturo por todo el castillo real. Quería darle algo, una confesión. Algo con lo que pudiese recordarme siempre, que llevase a todas partes. Cuando encuentro al joven cocinero elfo, sonrío ampliamente y recojo mi falda. Corro ligeramente hasta él.
- ¡Arturo! ¡Quiero darte algo, para que me tengas presente siempre! - me pongo a su lado, le cojo las manos y las pongo una encima de la otra para que reciba mi regalo - Debes prometerme que lo guardarás con cariño y siempre cerca del corazón ¿De acuerdo? - y, de mi bolsa, saco una pequeña foto, enmarcada en plata, que coloco sobre sus manos.
- Cuídala bien ¿De acuerdo? - y, como despedida, le doy un beso largo y cálido en la mejilla, cerca de los labios. Tras esto, me giro, para que no vea que estoy derramando lágrimas de tristeza. Y me marcho.
Mi último post. Arturo, ahora tienes una foto de tu amada ^^ Es tu elección si guardarla o no :3
Todo fue muy rápido para el elfo cocinero, si hubiese reaccionado a tiempo la habría abrazado, para responder a su dulce beso con uno apasionado, deseando que ese momento jamás se acabara, pero la realidad es que solo pudo reaccionar cuando su amada ya estaba lejos de su alcance, con un sentimiento agridulce, corre tratando de alcanzarla, sin embargo al darse cuenta de que no puede detenerla le susurra, pues por su pesar su voz no le da para mas, adiós Christa, jamás te olvidare, y atesorare este beso y tu retrato hasta mi ultimo aliento y aun mas, lleva suavemente su mano hacia su boca que muestra una suave sonrisa y sus ojos lágrimas contenidas.
La noticia le llegó de imprevisto, no se lo esperaba, quedó triste por la marcha de su más tierna discípula. Desde el primer momento pensó que recorrerían el laberinto de la mano a la búsqueda de aventuras. Ella era más que una amiga, una hija y su salida marcó un antes y un después en el recorrido de Chiyoko. Se apartó del grupo, no quería que la vieran derramar lágrimas por el vacío que había quedado en su corazón, debía mantener una imagen serena. Subió a una colina y miró al cielo con las manos juntas posadas en el pecho. Le reza a Manon mientras solloza.
—Padre Manon, os lo suplico, cuidad de ella como habéis cuidado de mí... —Luego mira al césped del suelo y habla consigo misma, aunque dirigiéndose a Christa.— Te digo adiós y acaso, con esta despedida, mi más hermoso sueño muere dentro de mí... Pero te digo adiós para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en ti...
Limpia las gotas de sus ojos con delicadeza como si tuviera maquillaje y se queda en esa posición, atendiendo a la naturaleza de su alrededor. Es en estos momentos cuando más sentido le aportan los olores y sonidos de la fauna y flora. Sale el sol y sonríe, ha recuperado su energía.
Regresa al grupo.