Partida Rol por web

Tras un rato de espera, tres almadías emergen de la niebla que cubre el río y se acercan al vado. Son conducidas mediante pértigas por figuras cubiertas de mantos de colores apagados. Cuando están cerca veis que se trata de elfos que saludan a Baldor cuando lo ven. Al acercarse a vosotros charlan un rato con el viejo mercader y os miran con curiosidad.

Brann aguarda ante la llegada de los elfos del bosque, parecía que el mercader les conocía bien, y seguro que con ellos el viaje hasta las Estancias del Rey Elfo sería más seguro.

A pesar de vivir relativamente cerca y haber viajado mucho, jamás había estado en el reino del Bosque Negro, algo que sin duda le gustaría contemplar.

Se había empezado a sentir incómodo tras saber que debían pasar por las tierras del Rey Thranduil. Pero la idea de tener que hacer una parada en sus salones, le hizo estar apunto de rechazar formar parte de la idea inicial. -Esos traidores. Quién sabe lo que podrían hacer...- Pero fue tomando conciencia de que solo se trataría de un intercambio comercial a medida que discurría el viaje y entablaba relación con el mercader. Además, recordaba la nobleza de la joven Sarunniel y de cómo se había desenvuelto durante sus andanzas tras las huellas de Oin y Balin, esperando que el hecho de su presencia en el grupo pudiese incidir sobre las intenciones del resto de esos sucios comeflores.

Al llegar a la linde del río y ver las balsas llegar, se estremece. -Elfos y agua... ¿Por qué no también un dragón?- Pensó para sus adentros. -Eeeh... Saludos!.- Dijo cuando notó la curiosa mirada de los balseros.

Decir que se sentía como en casa sonaba a obviedad en el caso de Sarunniel. Buena conocedora del antaño llamado Bosqueverde el Grande, se desenvolvía con soltura y seguridad durante el viaje hasta el vado donde tomarían las almadías.

Mae g'ovannen - saludó informalmente a los elfos que les aguardaban y se dirigió a ellos en el idioma propio de los elfos del bosque.

[Sindar] Venimos acompañando a Baldor y a su hijo. Sera mejor que no nos demoremos mucho, pues tendremos que cargar todas esas mercancías en las embarcaciones - dice mientras señala la caravana de Baldor.

A lo largo del camino, Holdin había pasado el rato hablando con el joven Belgo, comparando sitios donde hemos estado y enseñándole una canción graciosa a dos voces. Pero al llegar al bosque Negro, se mantiene en silencio. No es un lugar agradable, por mucho que lo habite el pueblo de Sarunniel.

Cuando ve llegar a los elfos, se hace a un lado, e intenta entender algo de la conversación de Sarunniel y sus amigos. No es que Holdin sepa hablar élfico, ni mucho menos. Pero alguna palabra suelta conoce, gracias a las canciones y a lo poco que ha sacado de oído; lo suficiente para impresionar a alguien. Un "buenos días, soy Holdin, bardo" puede ayudar mucho en caso de que se meta en sitios donde no deba (y eso que el bosque Negro se supone que ya está abierto)

"Vale, ha dicho Baldor. ¿Carro? No, no es carro, eso es otra palabra. ¿Barco? Embarcación. Creo que ha dicho algo de una embarcación. ¿Cabremos todos en ese bote?"

Como parece que Sarunniel lo tiene todo bajo control, me acerco a Falco.

- Bueno, señor Guardacercas. Aún estoy esperando que me cuente que hace aquí, y cuales han sido las aventuras que ha corrido en el camino. Estoy seguro de que alguna graciosa copla podremos sacar de ello.

El grupo de elfos parece conocer ampliamente al viejo Baldor y le saludan calurosamente. Entrecruzan algunas palabras con Sarunniel, vagos saludos, empiezan a cargar las almadías con algunos equipajes y ayudando a que los ponis entren por su propio pie. Los animales parecen algo nerviosos pero con un leve susurro a la oreja de cada uno, uno de los elfos, consigue tranquilizarlos.

Tras un buen rato, las almadías están preparadas para el viaje y cuando subís a ellas, no tardan el zarpar. Los elfos las conducen de forma experta ayudados por largas pértigas y por la perezosa corriente del río. El viaje se alarga algunos días. Durante estos días veis como el bosque se va oscureciendo a lado y lado del río a medida que os adentráis en el Bosque Negro. Tupidas ramas cubren la luz del sol, sin llegar a presentar el temible aspecto de vuestro viaje al sur, por el Río Largo en la busca de Balin y Oin hace apenas tres meses.

Finalmente, tras algunos días de viaje, las almadías se adentran en una ensenada con algunas cabañas en una playa de cantos rodados. Sois saludados levemente desde la costa y, poco después, las almadías se adentran por un pequeño arroyo a través de un cañón rocoso. Cuando os queréis dar cuenta, estáis atravesando un rastrillo, la oscuridad os envuelve y las palabras de vuestros acompañantes resuenan en vuestras cabezas como una cálida bienvenida.

- Sed bienvenidos a los Salones del Reino del Bosque.

El viaje se da por finalizado en un embarcadero subterráneo donde os recibe un elegante elfo, un viejo amigo de Baldor. A pesar que no podéis oir qué trata con el mercader, estáis convencidor que hablan de vosotros puesto que de vez en cuando os lanza una mirada con ojos suspicaces. Al cabo de un momento, se os dirige directamente.

- Bienvenidos al Reino del Bosque. Mi nombre es Lindar y hablo en nombre del rey Thranduil. Agradecemos sinceramente vuestra voluntad de acompañar al amigo Baldor pero lamento deciros que no contábamos con vuestra presencia.

Con una amplia sonrisa, Holdin se acerca al bodeguero.

- Mis saludos para usted, Lindar. Mi nombre es Holdin, hijo de Haldar, bardo errante, aventurero y defensor de la gente común. A mi lado están los valiente Brann y Thror Brazo de plata, cuyas grandes gestas en la Batalla de los Cinco Ejércitos algunos juglares aún cantan. Entre ellos, yo mismo. A Sarunniel supongo que no necesito presentarla. ¡Oh! Y este de aquí es Falco Guardacercas, un mediano.- Holdin tuerce un poco el gesto.- Entiendo que no esperaráis nuestra compañía, mi buen Lindar, pues ni nosotros mismos sabíamos que íbamos a venir. Al bueno de Baldor le habían traicionado sus primeros guardaespaldas, pero por suerte llegamos para ayudarle. Como nos compadecimos de él, que tenía que cruzar solo toda la extensión de bosque, incluyendo la parte insegura, decidimos que lo más seguro era acompañarle. Así, podremos ayudarle en lo que necesite, por si acaso tiene algún problema con... lo que haya más allá de los Salones del buen Rey Thranduil.- Carraspea un poquito, para plantear lo más educadamente posible el tema.- Ni que decir tiene que estaremos más que satisfechos con cualquier lecho que podáis dejarnos; el camino se antoja largo, y quien sabe cuando podremos volver a dormir en una cama de verdad. Agradecemos, pues, cualquier habitación que podáis cedernos.

Lindar pasa gradualmente de la suspicacia al interés.

- Estimado Holdin, hijo de Haldar, y sus honorables compañeros. Ante tal presentación parece claro que os debemos grandes respetos. Bien hacéis de procurar por la salud del viejo Baldor pues hace tiempo que venimos observando extraños sucesos en el bosque. Baldor es mayor y sospecho que aunque su hijo es joven, éste no puede servirle de mucha ayuda. Creo que vuestra presencia es muy importante. Sin embargo, amigo Holdin, ¿qué me contáis de vuestros compañeros más allá de las breves presentaciones?

Me pongo a hacer beatbox.

Holdin saca su laúd, y hace un rápido rasgueo. Acto seguido, comienza a cantar en rápida sucesión una variante de la canción que tocó en la Ciudad del Lago, algo menos improvisada y bastante más cuidada. Particularmente, en esta versión se encargó de subir un poquito las hazañas de Sarunniel. Suponía que al elfo le iba a gustar más oír las aventuras de su compañera más que las de los demás. Cuando termina, hace una pequeña reverencia.

- ¿Conocéis la canción del bodeguero y el ratón? Es muy simple, y de niño me encantaba cantarla.

En el momento en que Holdin le nombra en su presentación, el enano realiza una marcada reverencia. Lo cual considera acertado pues sabe del orgullo y la pomposidad de los elfos. Ya que, aunque no precisa de nada para valerse por si mismo, un techo y un lecho siempre son de agradecer. Más si se deseaba permanecer junto a quien habían decidido escoltar.

Quedó sumamente impresionado por el recital dado por el trovador, por el que acabó sonriendo inconscientemente.- Vaya con el muchacho... ¡Parece que ha aprovechado bien el tiempo! -Piensa conmovido.- ...¡Bien hecho! -Acaba susurrando

- Apreciado amigo Holdin -el tono con que habla Lindar deja entrever que la actuación del bardo lo ha dejado francamente impresionado- las hazañas que contáis son realmente impresionantes. Según me ha informado uno de nuestros vigías en el este, Galion, esas repugantes criaturas, esos habitantes del pantano como los llamáis, están infestando varias ruinas del linde este del Bosque Negro. Dicen que son temibles y me sorprendre gratamente que hayáis podido salir con vida de una de sus madrigueras y, además, sacando del peligro al valeroso Balin y a su primo Oin. Creo que os vendrá bien un poco de descanso estos días antes de emprender el viaje hacia el oeste a través del Bosque Negro.

Pasáis unos días en compañía de los elfos del Bosque Negro. Lindar os hace las veces de anfitrión y junto con Baldor y su inseparable hijo Belgo, decubrís algunas salas de las Estancias del Reino del Bosque. A pesar que no se os permite ver directamente al rey Thranduil ni a ningún miembro de la corte, sí que podéis llegar a escuchar cánticos élficos a través de cavernas subterráneas iluminadas por la radiante luz lunar reflejada en miles y miles de cristales y piedras preciosas, así como lámparas que parecen brillar con luz propia con una luz embriagadora.

Tras un par de días de descanso reconfortante, Baldor os propone preparar la ruta que os llevará a la Puerta del Bosque Negro, al oeste del Bosque Negro, siguiendo el sendero Elfo. Realmente es la senda más directa, pero no la menos peligrosa, os señala el mismo Lindar. Sin embargo cualquier otra opción supondría un elevado retraso, algo muy a tener en cuenta estando como estáis a las puertas del invierno.

- No es que esta sea mi zona más conocida.- Comento, bajo el humo de una pipa.- Pero sin duda, creo que coger aquí al sur sería una buena idea...

Sarunniel tuerce el gesto ante la propuesta del bardo - Mmmm.... no me parece tan buena idea, creo que sería mejor mantener el rumbo hasta este otro punto y dirigirse al norte después. Puede que recorramos una distancia ligeramente mayor, pero el camino es más favorable para la caravana ¿qué decís? - dice mientras observa inquisitiva al resto de compañeros.

Holdin asiente.

- Pues es cierto. Olvidaba la caravana.

mmm... la verdad es que con la caravana nuestras posibilidades de atajar se reducen. Comenta Brann mirando el mapa con detenimiento. Aún así debe de haber algún camino alternativo, podríamos seguir el camino que comenta Sarunniel y girar hacia el norte unas millas antes... más o menos por aquí. Dice señalando el mapa. Al menos acortaríamos un poco.
 

Pues yo digo que todos os equivocáis.- Zanja el enano.- La ruta de Brann es la más apropiada, pero no estais contando con la climatología y como afecta esta a los caminos.- Planta su manaza sobre el plano.- A veces, menos es más. Así que aunque esta senda, a priori pueda parecer más larga, -indica señalando el camino en el mapa.- contaremos con un factor de velocidad importante que nos proporcionará un tiempo menor para la llegada.

A la mañana del tercer día, los cánticos de los elfos del Bosque Negro os despiertan temprano. La luz de la luna aún ilumina el Arroyo Encantado cuando lo cruzáis perezosamente mediante almadías en las cuales se ha cargado todo vuesto equipaje e incluso los ponis, que se han visto liberados del peso y observan atentamente como sale el sol por encima de los árboles que recorren el lindero del arroyo.

- ¿Véis ese vado? Os dejaremos allí - os comenta Lindar desde una de las almadías - es el cruze del Arroyo Encantado con el sendero Elfo. Siguiendo el camino llegaréis a la puerta del Bosque Negro en unas tres semanas. Por lo que os oímos, no conocéis demasiado en bosque. Os recomiendo que no os apartéis del sendero por nada. No creo que nada de lo que veáis más allá de él os resulte en absoluto gratificante. Dentro de la oscuridad que envuelve el bosque, el sendero es lo único que os puede mantener firmes. Y lo más importante, bajo ningún concepto bebáis agua de ningún arroyo. Esas aguas están malditas.