Partida Rol por web

El embate de los dos trasgos hace retroceder a Holdin, que sin embargo coloca el escudo alto para evitar ser herido, o al menos, evitar ser golpeado. Retrocede hasta que ve un hueco por el que meter su espada. Su tentativa se queda en tentativa, por supuesto, porque al final la espada solo encuentra aire, y no puede darse el lujo de volverlo a intentar pues vuelve a colocar el escudo delante.

A pesar de no haber sido sorprendido, el joven Brann no puede evitar recibir sendos impactos de sus atacantes. Pero en vez de amedrentarse, golpea con fuerza con su espada contra uno de los trasgos que le rodeaban para acto seguido protegerse con su escudo.

Se disponía a atacar a su agresor, cuando una segunda bestia aparece por su lado. Clavandole su lanza y haciéndole errar su golpe.

Sorprendida por el repentino y furioso ataque de los trasgos, apenas tiene tiempo de preparar su arco y lanzar una flecha sin demasiada precisión, errando por bastante el tiro, que iba dirigido a una de las criaturas que acosaba a Holdin.

Maldición... murmura para sus adentros mientras prepara la siguiente flecha.

Brann arremete duramente contra uno de los trasgos y, de un solo tajo, hiende su espada en el cuerpo de éste, que cae al instante víctima del ataque. El resto de compañeros tratan de hacer frente a la embestida pero apenas pueden rehacerse de la sorpresa del ataque. Por su parte los trasgos toman se notan tranquilos, sabiendo que luchan en un entorno que les es favorable y aumentan el ímpetu en su ataque, llegando a dañar a Holdin.

Holdin se resiente del primer espadazo, pero no le da tiempo a echar de menos la sangre que pierde porque un segundo corte de espada le hace caer al suelo de costado. Retrocediendo como puede, se pone en pie, a tiempo para lanzar una estocada al trasgo que se le acercaba a rematarle. Pero su movimiento es lento. La fatiga del viaje le está pasando factura, y no para bien.

"Tengo que alejar a los monstruos de Sarunniel y sobre todo de Baldor y Belgo."

- ¡Atrás, monstruos! ¡Regresad a la sombra!

En un audaz movimiento, Holdin emplea el escudo para apabullar a sus enemigos, dejando su guardia al descubierto...

Reponiéndose del anterior golpe, el enano embate con su hacha buscando el torax de su rival.

-¡Muere bestia inmunda! Ruge el enano intentando impulsar todo su potencial en el golpe.

Tras lograr deshacerse de un primer enemigo, Brann intenta sortear el cuerpo del trasgo muerto para atacar a su otro contrincante, pero no logra alcanzarle.

¡Aguantad compañeros, seguid así! - grita desde la retaguardia, mientras dirige un proyectil directo al pecho de uno de los trasgos que acosan al joven bardo. ¡Cuidado Holdin, vigila tus flancos!

Mira de reojo hacia donde se encuentran Baldor y Belgo para asegurarse de que no corren peligro, y se prepara para seguir combatiendo a los trasgos. 

Thror situa firmemente los pies en el suelo y de un simple golpe con el hacha impacta a uno de sus enemigos de forma y manera que recibir el golpe y verse en el suelo es uno y lo mismo para la criatura. Por su lado Brann, hace frente a la acometida del único trasgo al que hace frente sin conseguir hacerle daño. Lo mismo le sucede a Holdin que, jadenado, apenas consigue golpear a los dos trasgos a los que se enfrenta. Aunque, sorprendentemente, un certero disparo cruza el aire e impacta a uno de ellos.

Sin embargo, los trasgos caídos no hacen mella en sus compañeros que siguen luchando con ímpetu.

Holdin solo veía blanco. Su brazo se movía espasmódicamente, como movido por si solo, entre el dolor y solo hasta que encontró un trozo de carne blanda se apartó, levantando el escudo para evitar ser golpeado. Escuchaba gritos, gruñidos y acero contra acero, pero para Holdin el mundo se acababa en el costado herido y en el escudo que levantaba entre jadeos, alejándose del fragor del combate como buenamente podía...

Aprovechando el impulso, se gira para dar con el mango del hacha en el costado al trasgo de la daga.

Algunos enemigos habían caído, pero la batalla era cada vez más encarnizada. La sangre de sus compañeros manchaba la tierra a sus pies, y no sabía cuanto tiempo podrían resistir la embestida de los trasgos. Escogió a su nuevo objetivo, apuntó rápidamente, guardó la respiración y soltó la cuerda del arco, que vibró con su característico zumbido. Sin embargo, el trasgo al que iba dirigida pudo reaccionar a tiempo, y con un movimiento rápido de su brazo izquierdo logró desviar la saeta con su escudo.

¡Arrrgh, estúpida criatura! - gritó de frustración mientras cogía otra flecha de su carcaj y la colocaba en el arco

A pesar de sus esfuerzos, Brann no era capaz de alcanzar al trasgo que tenía enfrente, que esquivaba sus golpes agilmente. Además, su compañero bardo estaba en problemas por lo que el joven hombre puso todos sus enfuerzos en atacar con fuerza.

La lucha se hace ardua y pesada y los trasgos no parecen ceder. Thror y Brann apenas consiguen hacer frente a sus enemigos. Holdin toma una amplia bocanada de aire y a pesar del cansancio impacta a uno de de sus enemigos que cae al suelo. Parece que el bardo queda a merced del segundo trasgo que alza su lanza en el justo momento en que un rayo de sol se filtra entre el denso bosque e ilumina la flecha que, lanzada por Sarunniel, da con el trasgo en el suelo con la punta del proyectil saliendo por su espalda.

El bardo iba a girarse para agradecer la ayuda a Sarunniel, pero Brann es golpeado con dureza, para horror de Holdin.

- ¡No! ¡Aguanta, Brann!

Corriendo hacia él, empieza a cantar con voz frenética una canción de días antiguos, cuando los guerreros de los hombres resistieron los embates de "la Sombra del sur" y no cayeron ni aún cuando fueron golpeados con todo su poder.

Con la velocidad de un rayo tras el primer impacto. Y esquivando la acometida del rival, remata la faena con un certero golpe al cuello del enemigo.

Cuando en ese momento, oye gritar a su espalda:

- ¡No! ¡Aguanta, Brann!

En ese instante, ve como su compañero sigue enzarzado con un rival y emprende la marcha para prestarle su ayuda.

Brann aguanta como puede los ataques del trasgo que tenía enfrente, y alterna el intentar protegerse con ataques para derribar a su enemigo.

Las acciones se aceleran en el momento en que Brann se ve impactado por una lanza. Sus ojos se nublan por un momento pero, de un solo pensamiento, una fuerza insospechada nace en su pecho, lanza un fuerte ataque contra sus oponentes que, junto a los esfuerzos de Holdin y Thror, acaban con el grupo trasgo en el suelo. Sarunniel apenas ha podido recargar su arco. Todo ha sido muy rápido.

Una suave brisa de tibio aire refresca el entorno, abochornado por el ataque. Todo ha sido muy rápido, una emboscada. Demasiado casual. No os atrevéis a decir en voz alta lo que pensáis. En medio de la refriega, os parece haber visto la temible figura de un orco de gran tamaño, envuelto en gruesas capas y harapos acechando entre los matorrales.

Baldor, Belgo y la caravana están a salvo. Parece que, escondidos tras unos matorrales, han conseguido pasar desapercibidos del ataque y mantenerse alejados del peligro·