Asombrado por la belleza de la mujer el ex-policia dudo un momento pero rapidamente las palabras salieron de su boca con rotundidad cual balas de un fusil de repetición. - ¿Quien soy?. Seguramente el hombre de tu vida muñeca, pero eso lo tendras que averiguar tu por tu cuenta. En cuanto a que quiero y ya que estas en este antro de mala muerte mi amigo y yo estamos buscando a tu jefe, el señor Beaumont -
Si bien Hudson se mantiene atrás, al pie del rellano y mirando por las escaleras, no fuera cosa de ser sorprendido de nuevo por sombras misteriosas y enanos, no puede evitar girar la cabeza como si fuera un búho y clavar la vista en aquel espécimen de mujer. No se consideraba un sujeto salido, ni mucho menos, de hecho siempre se muestra respetuoso con las mujeres, y de ser honesto tendrían que admitir que no es precisamente muy exitoso en ese aspecto, pero aun así no puede evitar devorar a aquella mujer con la vista. Cualquier intención o deseo queda completamente en evidencia en la mirada de James, aunque no se mueve de su lugar y se mantenga en absoluto silencio mientras es Trevor el que habla.
¿Mi Jefe? Mmmm creo que están ustedes equivocados. La mujer colocó su mano izquierda en el tobogán de la curva de su cintura. Mientras que la otra reencontró entre los dedos un cigarrillo a medio fumar. Se giró y caminó sobre sus tacones dejando libre el paso de la puerta. Un camisón blanco transparente dejaba entrever una ropa interior ceñida a su prodigioso e hiperboleo* cuerpo.
Jack Beaumont no es mi jefe. El ruido de su taconeo hacía mortal juego ritmico con su voz. Bajo la luz y la poca ropa los detectives descubrieron las zonas que no aparecían en los mapas turísticos. Las cordilleras emergentes desde las planicies de su vientre. Intuyeron petróleo en aquellos salvajes valles. Uno se podría imaginar a si mismo conduciendo bajo las estrellas por las autopistas de sus piernas. Y como en una de esas Road Movies, parando a dormir en los moteles de sus lunares.
No se queden ahí. Pasen. no le daban miedo las distancia cortas.
* Me he tomado la libertad de inventarme esta palabra que imaginariamente viene de Hiperbole.
Trevor se adentro en la habitación con los sentidos aguzados ya que sabia perfectamente que la bella mujer que les habia abierto estaba tejiendo sus redes alrededor de ellos, redes en las que intentaria atraparlos al igual que al soplon, a Beaumont y probablemente tambien ak amldito enano. Ya que esta bella mujer no podia ser otra que la tal Kate.
- Empezare de nuevo entonces mi nombre es Trevor y el de mi compañero James. Y si Beaumont no es su jefe entonces ¿usted no trabaja aqui?, ¿nos hemos equivocado de sitio y esto es un motel?. Quizas sea usted la tal Kate de la que nos han hablado, la novia del señor Beaumont? -
Encanto... dilató la pausa para consumir la vida del cigarro en dos profundas caladas. El tiempo no parecía importarle lo más mínimo.
...No has acertado nada. Yo trabajo aquí cantando. Esto no es un motel. Beaumont no es mi jefe y tampoco soy su novia. sonrió sensualmente. Se intuían los mensajes advertidores de peligro grabados en sus dientes por otros que habían ido a morir allí.
Pero no quiero quitarte ningun merito. Mi nombre es Kate. guiñó el ojo derecho en un gesto con el que podría dominar la mitad del mundo. La mitad masculina.
Hudson entra a la habitación, invitado por aquella mujer, la cual no para de robarle vista en cuanto puede, aunque siempre se mantiene detrás de Trevor y con un ojo por sobre el hombro, tarea cada vez mas difícil teniendo en cuento la imagen que hay delante de él. Se detiene bajo el umbral de la puerta y ahí se queda, como un camaleón, tratando de mirar con cada ojo hacia ambos lados. Por un lado al pasillo, desde donde cualquier peligro podría emerger, y por otro lado a aquella mujer, ya de por si mas peligrosa que el pasillo, aunque mucho mas vistosa.
- A la mierda con esto, Trevor – se dice al ver que su compañero no parece llegar a ningún lado. Como siempre, la predisposición de Hudson daba a los demás la oportunidad, pero su falta de paciencia no les daba mucho tiempo para hacerlo – señorita – dice finalmente mientras abandona el umbral de la puerta y se adentra un paso mas dentro de aquella habitación, con una voz dura, como quien por unos segundos puede resistir y abandonar el encanto con el que aquella mujer puede mantener hechizado a quien tenga delante, aunque sin olvidar nunca que se encuentra frente a una dama. De ser un hombre, y a esa altura de la noche, Hudson no tendría que usar tantas palabras – no estamos aquí para jugar adivinanzas, y no nos importa que haga usted aquí, o que hace con su vida amorosa. Lo único que nos interesa es encontrar a Beaumont, así que agradeceríamos cualquier información que pueda darnos al respecto... aunque supongo que será de las tantas personas que no sabe donde está, ¿cierto? Por favor, diga que me equivoco – por él, y por el bienestar de muchos mas le convenía decirle que estaba equivocado, pues para Hudson el día se hacia mas y mas largo y ya no esta dispuesto a seguir preguntando con una sonrisa por aquel desgraciado de Beaumont.
Trevor, querido, dile a tu amigo que no debería preocuparle donde está Jack Beaumont. cogió una cajetilla de Lucky Strike que tenía encima de la mesa. La abrió. Había dos únicos habitantes allí. Se tomó su tiempo para escoger a uno de ellos. Lo levantó hasta llevarlo a la barandilla roja de su labio inferior.
Cuando él se entere de que han estado aquí, será él quien les encuentre a ustedes. se inclinó hacía Trevor con el cigarrillo apretado en sus labios.
¿Tienes fuego encanto?
- Oh, si, claro – dice con ironía mientras vuelve a apoyarse bajo el umbral de la puerta - me olvidaba que Beaumont era el jod... - detiene en seco aquella ultima palabra al darse cuenta de que está frente a una dama – Beaumont está caminando sobre hielo fino – vuelve a empezar – se a metido con la gente equivocada y en este momento somos sus mejores amigos... y como somos tan buenos amigos vamos a encontrarlo de una forma u otra. Así que, por favor, señorita, no nos quiera hacer creer que alguien que trabaja con una rata como Dexter es un pez gordo dentro de la mafia, y díganos en donde está Beaumont, antes de que nos haga bajar y comenzar a patearle el cul... trasero, a sus clientes – dice mientras lleva una mano al interior del saco, para volver a mostrarla a la vista, ya acompañada de su mechero, el cual, tras un leve chispazo, lanza una tenue llama que Hudson presta a la mujer.
Gracias su cuerpo se había girado hacia el fuego ofrecido. Sus ojos orbitaron alrededor de un sol en miniatura nacido en el extremo del cigarro.
No se donde vive habló con los pulmones cargados de humo hasta los topes. Pero no teneis de que preocuparos. Vendrá por aquí.
Tarde o temprano. las palabras atravesaron la cortina de humo expulsada. Los detectives sintieron que se quemaban por dentro. Como un fuego veraniego interior que se extiende rápidamente en unos órganos hechos de paja. Avanzaba rápidamente y la vista de ambos empezó a nublarse por el humo oscuro.
Creo que es hora de que se marchen. Tengo que ensayar una canción la silueta oscura de Kate se fundía entre la nube de humo negro que se hacía más y más densa. Todo se convertía en sombras salvo una solitaria bombilla mantenida en el aire por un alambre curvado que colgaba del techo. Su luz se debilitaba cediendo a la negrura hasta que como un sol muerto se apagó bajo un manto de tonos rojos.