Partida Rol por web

Kimaru, el joven que se encontraba con Meina, estaba a punto de contestarla, cuando de repente algo cayó sobre el,  era como un extraño polvo transparente que se volvía visible con algún reflejo del sol que entraba entre las hojas y las ramas de los arboles que os rodeaban. 

Fue entonces que una terrorífica voz habló. 

 Si gustar tanto dejar marcas sobre mi gente, ¿ no tener ustedes problemas con devolverles el gesto ?

El joven el cual las toxinas no parecieron surtir efecto en el se estremeció y trató de ponerse en guardia.

-Mierda...no veo nada.-Masculló mirando en todas las direcciones, pero era casi imposible adivinar de donde venía la voz. 

—No —respondo inmediatamente a la voz—. Agradecería que no nos dejes marcas encima.
Aparezco la espada en mi mano y me coloco espalda con espalda con Kimaru, tratando de aguzar el oído.
—Trata de usar tus otros sentidos, Kimaru.

También intento controlar mis escalofríos, si me tiembla la mano no podré ayudar al muchacho si se le complica. Necesito concentrarme e ignorar todas las distracciones.

—Necesitamos saber si eres la persona que se robó las ovejas. Si no lo eres, aceptaríamos cualquier información que nos puedas brindar.

La extraña y oculta voz del bosque volvió a escucharse...

 ¿ Y creer que todo girar alrededor de los Urbanitas... ? - la voz sonaba muy molesta- creo saber a que se debe, pero... no explicar por que ustedes necesitar de herir arboles jóvenes, ¡¡ con los vuestros ya tener cierto acuerdo en donde estar las zonas en donde poder dar uso a los viejos leños !!

Tras un pequeño silencio se volvió a escuchar su voz. 

 A...aunque si no entender buenas palabras, mis amigas poder ser mas persuasivas... 

Pronto comenzaron a escucharse el extraño sisear de serpientes, aunque...no parecían ser muy allá, como si alguien las estuviera imitando. 

Kimaru, el joven, se mantenía en guardia sin saber muy bien de donde venía la voz, aunque trataba de descubrirlo. 

—Lamento mucho el daño a los árboles, fue necesario para evitar perdernos —respondo impasible a la voz—. Pero si usted es realmente responsable del robo de las ovejas, no tiene ningún derecho a reclamar daños hasta que deshaga el suyo y se atenga al castigo apropiado.

No consigo terminar de hablar y ya parece que el diálogo no va a ser la opción. Miro de pronto a Kimaru, tratando de averiguar qué es lo que va a hacer e imitarlo. Me pongo junto a él, también en guardia, intentando cubrir sus puntos ciegos.

—Repito que no tenemos ninguna intención de violencia, devuelva las ovejas y nos iremos sin que nadie salga lastimado.

El joven seguía atento a los arboles, intentando enterarse y aclararse de donde podían venir las voces...era un tanto dificil pero no tardó en alzar una mano y señalarte.

-Ahí, entre las hojas.-Dijo en voz baja para que le escucharas. 

Asiento a las palabras de Kimaru y observo atenta en esa dirección.
—Sigamos atentos al entorno, pueden ser más de uno —le digo por lo bajo, mientras me quedo plantada en el lugar, todavía en guardia—. Si se trata de una bruja de verdad, podría además atacarnos desde cualquier dirección con su magia, no necesariamente desde su ubicación.

Antes de que Ubara’k pudiera alejarse o siquiera planear hacia donde dirigirse, los dos humanos que se encontraban abajo la reconocieron de entre las ramas, siendo el joven quien señaló hacia la dirección exacta donde se encontraba la guardiana del bosque.

-No se yo si eso de ahí es una bruja…tiene cola.-Dijo Kimaru un tanto confuso.-A lo mejor es un dragón.

Ahora ella estaba al descubierto, al igual que los otros dos. 

—¿Un dragón? —pregunto sorprendida, por lo repentino de la ocurrencia, ya sin poder disimular nos nervios durante ese instante.
—¿Cómo nos vamos a enfrentar a un dragón? —pienso en voz alta, pero siendo apenas un murmullo.
Me aclaro luego la garganta y trato de recuperar rápidamente el semblante.
—No importa, tenemos que recuperar esas ovejas —le digo entonces a Kimaru, volviendo a plantarme firme para dirigirme ahora a lo que sea esa criatura—. Sabemos dónde estás, muéstrate, por favor, para que sea más sencillo este intercambio. De ser posible, evitemos también un combate innecesario.

     Grrrrr... -  le rugía cabreada al notar la mirada de ambos visitantes sobre mi figura - E...Es por cosas c-como esta que no me gustan los urbanitas... - para girarme y prestarles total atención, pues tenían  - el bosque escucha...  por lo que si lengua irse me , muchos problemas pasar para todos lados... pero si quieren mis consejos... Esten alerta esta noche - para entonces callar, pero sin llegar a moverme pues realmente no tenia idea de como mantener - El bosque tomara lo que piensa que le pertenece y tras ello... todo volver a funcionar como siempre... sin mas... ni menos...

—Eso no es un dragón, es una persona —le digo a Kimaru, relajando la postura, pero sin perder de vista a esta criatura.

—Necesito hacer mi trabajo, para eso debo recuperar las ovejas perdidas —respondo, ignorando en gran parte los comentarios que hace sobre la gente que vive en... ¿la ciudad?—. ¿Me estás diciendo que los animales huyeron de su dueño por su propia cuenta? ¿Te refieres al bosque en sentido figurado o literal? ¿Qué sucede de noche? Por favor, danos una explicación más clara, si quieres que creamos que no has sido tú la responsable.

-¿Persona?...tiene una cola y es de colores.-Señaló Kimaru no convencido con la explicación de Meina.

Aún así, cuando su acompañante comenzó a preguntar de forma tan sucesiva, Kimaru también aprovechó.-Solo somos dos aventureros, nos han contratado porque un rebaño de ovejas ha desaparecido y creen que es obra de una bruja.-Explicó.-Si sabes en que dirección puede estar la bruja o algo al respecto, solo señala la dirección y ya nos apañamos nosotros solos. No venimos con intención de hacer daño al bosque ni nada parecido. 

—Tiene raciocinio —respondo inmediatamente a Kimaru, mirándolo de reojo con un cierto grado de molestia—. Ergo, es una persona. ¿O para ti sólo lo son los humanos?

Respiro hondo y niego con la cabeza, no es momento para eso ahora, hay que terminar un trabajo y no puedo ponerme a criticar a mi compañero ahora.

—Estoy perdiendo la paciencia —le digo ahora a la habitante del bosque—. Por favor, no nos compliques el día, no tenemos nada en tu contra.

   Ohhhh claro, tiempo de urbanita siempre valer más la del resto - mentaba molesta luego de un impasible silencio en el cual solo me había dedicado a mirar a ambas figuras - pues si tanto buscar muerte,sigan la senda de hongos hacia el este - a la vez que usaba mi cola como puntero - sabrán que llegaron a lo que buscan cuando deje de haber vegetación y solo se topen con grietas en el suelo.

Kimaru se rascó la nuca y no pudo evitar mirar de reojo a Meina.-Oye…tampoco hace falta hablarle así, si hubiera querido matarnos ya lo habría hecho, digo yo.-Murmuró tratando de calmarla, tras eso se cruzó de brazos y miró a Ubara’k

-¿Por qué en tu bosque hay una zona sin vegetación y con grietas, está enfermo o algo?.-Preguntó con genuina curiosidad.

-Nosotros estamos aquí porque a un granjero le han desaparecido las ovejas y en la aldea creen que ha sido una bruja quien lo ha causado. Solo buscamos ayudar.

—Ya lo hubiera intentado —corrijo a Kimaru—. No digas cosas raras, por favor.

Por un instante me distraje, pero ahora vuelvo la mirada fija en esta muchacha con cola. Pese a todo, mi compañero tiene razón, quizás, si no se ha puesto agresiva ahora, tal vez no tenga esa intención. Claro, a menos que esté esperando el momento oportuno.
—¿Podrías ser más clara con tus indicaciones? —le pregunto, haciendo desaparecer la espada de mi mano y apareciéndola detrás de mi espalda—. Es la primera vez que nos metemso en este lugar. Si realmente nos quieres ayudar, ¿podrías guiarnos hasta donde dices?
Me quedo pensando un momento más, luego continúo:
—Em, no es precisamente la muerte lo que buscamos. Sólo ovejas.

Doy unos pasos adelante, enseñando mis manos vacías.

—Si nos ayudas, estoy dispuesta a repartir la remuneración contigo. Claro, si no te interesa el dinero, siempre puedo comprarte algo de comida con lo que te corresponda.

    Primero me quedaría mirando al joven, que tenía cierta duda que igual me llamaba ligeramente mi atención. 

  Así como hay Urbanitas que no respetar lo que no es vuestro, hay ciertos seres que se olvidan del gran orden... y la raza de aquellos seres si que les gusta recordarnos eso... - tras ello volvería mi atención sobre la chica - hmmmmm....

   Si querer darme algo, quiero la mitad de las lanudas - comentaba tajante, pero no tan dura como antes - tengo a ciertos interesados,  pero si esta vía conseguirlas de forma pacífica, dispuesta de ayudarles...

—¿Lanu...? Ah, claro.
Doy otro paso adelante, despacio, con prudencia.
—Eso no me corresponde a mí decidirlo, lo siento —le respondo, manteniendo el tono neutro y excesivamente formal—. Si te interesa quedarte con parte del rebaño, deberás consultarlo con el anciano que nos contrató, allá en el pueblo.
No sé exactamente en qué dirección apuntar, que no tengo ni idea de cómo orientarme en este lugar, así que no lo hago para no pasar vergüenza.
—Sin embargo, puedo ofrecerte ayuda para... em... ¿sanar? el problema que tienes con tu habitat. Sería a cambio de que nos guíes. Además, puede que esto que te está afectando a ti prolifere y más adelante sea un peligro para más personas, lo correcto sería cortarlo por lo sano lo más pronto posible.

Me quedo entonces mirando el suelo, pensando un rato largo.

     Ja !! - comentaba burlonamente - ¿ de verdad creer que el desastre de los capa roja curarse asi por que si ?, esos ingratos y sus colonias subterraneas lo volveran a arruinar todo en cuanto uno les deje de mirar - iba diciendo, solo para notar como el rubor de la vergüenza se dibujaba en mi cara - O-olvidar lo de esas alimañas, s-se supone que no tienen que saber eso ustedes...

     C-como s-sea... - intentado muy torpemente recuperar la compostura inicial - m-mitad lanudas... eso o nada...

—Nada entonces —respondo inmediatamente—. No puedo negociar con algo que no es mío.
Inclino brevemente la cabeza, a modo de despedida, para continuar por nuestro camino.
—Gracias por las indicaciones, trataremos de sacar el mejor provecho de ellas —digo, antes de volver a caminar—. Por cierto, cuando dije "cortar por lo sano", me refería a solucionar el problema de raíz, ir a por los responsables y ajusticiarlos, precisamente para que eso que dices de las grietas y la deforestación no siga sucediendo.

Medito en silencio durante un momento las palabras de la muchacha, luego añado, mientras reanudo la marcha:

—Todavía estás a tiempo de aceptar nuestra ayuda, aunque puede que acabemos resolviendo tu problema por nuestra cuenta, si resulta que el robo de las ovejas tiene algo que ver y los culpables son los mismos.

Ubara’k y Meina estaban metidas en una especie de enfrentamiento/negociación. El acompañante de la forastera se mantenía serio, sin saber muy bien si meterse o no, al menos hasta que Meina rechazó de semejante manera la alianza entre ambos para encontrar a las ovejas.

-Oye…-Murmuró.-No sabemos siquiera si las ovejas siguen vivas o para que las están utilizando…además, ¿no son en si propiedad del granjero?, a lo mejor debería usted hablar con el granjero para tratar de hallar una solución, es verdad que medio rebaño es mejor que nada, pero…tal vez deberíamos trabajar juntos, pensar en una solución y ya tras eso decidir que hacemos con las ovejas.-Señaló a modo de solución.