Partida Rol por web

Desde luego daba envidia ver a esas dos…lo que darías por estar en medio de ese abrazo, o que te abrazaran a ti…pero no, estabas cubierto de mierda y eras un exladrón, más suerte la próxima vez.

Respondiste a la criada, la cual te miró con malas pulgas, pero cuando hiciste esa pregunta…la princesa  y la criada se miraron, como si fuera una emotiva despedida…que bonito, te habían pillado cariño en cuestión de minutos. La criada apartó a la princesa y sacó de un escondrijo entre sus pechos una bolsa llena de oro, podías olerlo, ¡Oro!, ¿tu recompensa?, podías apostar tu vida a que iba a ser así. Se lo tendió a la pequeña, la cual asintió con la cabeza y fue hacia ti, para entonces guardarse la bolsa dentro de la túnica, ¿eh?

-Ahora…ahora seré tu compañera de viaje la…ladrón…así…así que llevémonos bien, ¿si?-Preguntó con ojitos tristes, pero con un ligero toque de aventura.

Espera, ¿tu y ella?  

La escenita ya me empezaba a cansar. Mucho amor, mucha felicidad, mucho sentimiento, mucho drama... ¡¿Oro?! ¿Era el día de la paga para la princesita? Lo que me faltaba. Y se me acercaba... ¿Para darme una limosna quizás? No, claro, obviamente era para acompañarme. - ¿Cómo? -

- ¡¿Cómo que para acompañarme?! - Había algo que no entendía ahí. Mi nuevo trabajo era... ¿Hacer de niñera? - Acompañarme ¿Dónde? ¿Qué quieres que hagamos? - Tenía que escaparme ahora de la ciudad con una princesa con actitud de una niña infantil... Iba a morir, iban a torturarme mucho más de lo que lo habían hecho hasta ahora.

Cuando la chica dijo que te iba a acompañar, no dudaste en exaltarte, no ibas a ser niñera de nadie y menos con ella…una princesa, te matarían por raptarla, seguro. Pero la niña te miró confusa.-Yo…bueno, acompañarte en tu aventura…es…es…es que…hay…bueno…es complicado…-Murmuró un tanto cabizbaja y sombría, por suerte su criada se acercó por la espalda y la abrazó con fuerza.

-La llevarás contigo y harás lo que ella diga, ¿está claro?.-Preguntó frunciendo el ceño. No sería bueno pelearse con ella, posiblemente te daba una patada que te crujía…o peor.

NO ME HABÍAN EXPLICADO NADA. Tenía que acompañarme, ¿Sin más? ¿Esa era su forma de asegurarse de que no hacía cosas malas?... Era un poco excesivo.

- Esto... - No sabía ni qué decir, hasta que la criada vino con nosotros.

No podía negar que no me importaba que se pusiese echa una fiera conmigo, que se pelease conmigo o alguna otra cosa más. ¿Por qué no podía acompañarme ella? No, la niña. La princesita remilgada.

- Bien... ¿Y dónde iremos? - Y hasta cuándo.

No te hacia demasiada gracia, especialmente porque era una princesa, ¿pero que ibas a poder hacer?, con un poco de suerte dejarla tirada a las afueras de la ciudad, ¿entonces volvería, no?

Pero preguntaste por el destino…la chica te miró fijamente unos segundos y se quedó pensativa.-N…no lo se…yo…¿a…a donde ibas a ir tu cuando te liberé?  

¡Ni siquiera tenía un plan!, enhorabuena, estabas de mierda hasta el cuello.

- Eh... - Es una broma, ¿No? - Clavé la vista en la criada con temor en mi mirada. Tenía que ser una broma. No podían pretender que me fuese de la ciudad sin plan de escape, con la princesa como paquete y sin rumbo fijo. - Pues, a ver... - 

No podía ir a un sitio conocido, si las noticias del robo llegaban a Shanteen y poco después aparecía yo desde Schwindra, no haría falta atar muchos cabos. Mi cabeza en una estaca era el resultado final. Las dos opciones que había pensado mientras estaba en prisión eran sitios donde podía encajar con mis habilidades.

- Solo había pensado en KharazKhar o en el mar de Zafiros. Sé que pillan lejos, pero no hay muchos sitios donde ocultarse de un "robo" así... - Pero con una princesa, imposible. ¿Qué diría?

No podías creerte aquellas cosas, pero aun así…no podías decir nada al respecto, al final te quedaste pensativo, ¿A dónde podías ir?...le dijiste sobre KharazKhar, incluso el mar de Zafiros, pero era un viaje muy largo. El problema fue que la chica quería responderte, pero nuevamente la criada intervino.

-Nada de eso, iréis a la montaña de la manzana, ¿estás loco?, ¿tu quieres que maten a la princesa? , ¿o que la torturen?, ¿acaso no tienes corazón?...es muy pequeña y débil…-Susurró abrazándola de nuevo como si fuera una especie de mamá pato.

La princesita ni si quiera podía hablar sin intermediaria. - Piensa en cosas positivas, Vixen. Estás vivo, al menos por ahora. Seguramente tengas comida, la niña es rica y le habrán dado bastante oro. Y las cosas no pueden empeorar, más no. Por que si te matan ahora mismo, te libras de una buena. - Intentando entrar en un modo positivista, volví a hacer frente a la criada sobreprotectora.

- Bien, ¿Y dónde está ese sitio y qué se supone que haremos allí? - Le pregunté forzando una sonrisa a la criada pesada. Mientras estuviese ella, era imposible hablar con la princesa.

Intentaste relajarte como tan buenamente podías…te había salvado la vida, pero aun así…estabas haciendo un esfuerzo enorme para no mandarlas a paseo. Rápidamente preguntaste por el lugar y sobre que podríais hacer allí.

La princesa iba a hablar, pero Astarte fue más rápida.-Está al norte del reino, ¿no has visto nunca un mapa?.-Preguntó con cierto poco apego hacia tu persona.-Se supone que vas a escoltarla, cuidarla y hacer todo lo que ella diga, ¿está claro?, es tu princesa, así que trátala como un poco de respeto…y límpiate por dios, apestas a mierda.

La pequeña princesa abrió la boca de par en par, un tanto alarmada por el lenguaje de su criada, incluso llegaste a oir que decía algo por lo bajo..."se cortés, por favor.

- "Ni his visti ninqui in mipi." - Repetí en voz baja imitando a aquella criada de lengua viperina mientras hablaba con la princesa. Pues sí, me tocaba de hacer de niñera y cuidar a la princesa, aunque si ese era el precio de escapar con vida y empezar de cero en otro lugar, tendría que aceptarlo.

- Por supuesto que la cuidaré princesa. - Dije antes de hacer una reverencia. La verdad es que no lo haría por que me lo dijese la tetona sobreprotectora o por que fuese de la realeza. Princesa o no, me había salvado la vida. Tenía un favor que devolverle.

- Y lamento mucho que mi "aroma" no sea de su agrado. Los ladrones no es que seamos muy cuidados, y los calabozos no cuentan con las instalaciones necesarias, pero me libraré de la suciedad de mi cuerpo y ropa cuando me sea posible. - Cuando me sea posible encontrar agua en el desierto. - Como si algo así fuese tan fácil, aunque era lo que menos me preocupaba. No quería que nadie descubriese que alguien se había fugado durante la noche, mejor huir cuando aún quedaba algo de oscuridad.

- Bueno, ¿Habéis acabado con la despedida? Por que yo ya he terminado de empaquetar y estoy listo para partir. - Dije intentando acelerar el proceso.

Ninguna gracia te hacia hacer aquello, NINGUNA, pero a pesar de ello, dijiste que cuidarías de la princesa, haciendo una reverencia frente a ella, lo hacías…como el pago de un favor, ella te salvó la vida, a fin de cuentas.

Aunque a pesar de las palabras de la atenta y talentosa criada, aceptaste a llevártela lejos, exclamando que se despidieran, provocando que la princesa mirara con ojos llorosos a Astarte. Hubieron unos segundos de silencio, hasta que la voluptuosa chica agarró y abrazó a la pequeña, hundiéndola de nuevo entre sus pechos mientras le susurraba algo al oído, provocando que la pequeña sonriera y riera con suavidad, sorbiendo los mocos y lágrimas que tenía en los ojos.

Era una emotiva despedida…pero como si fuera de una madre y su hija, o de una hermana y su hermana menor…¿Cuál era su exacta relación?

La pequeña se giró y te miró con tristeza, dándote a entender que estaba lista para irse.

Tiré de mi bufanda fuerte, como apretándome el cuello, ya que prefería morir a seguir viendo tanta ñoñería. - ¡Arggggggg! ¡Que me lleven de nuevo a los calabozos! - Bueno, estaba siendo un poco exagerado, pero la escenita melodramática que se estaban montando también era pasarse un poco de la raya. ¡A quien iban a matar es a mi! La princesa se iba de vacaciones.

Dejé de tirar de la bufanda cuando acabaron y la princesa se giró, entonces me la puse de nuevo en su sitio.

- Bien, si habéis acabado... POR FIN. Nos vamos. No ha sido un placer conocerte, pero espero que nos veamos de nuevo. - Le guiñé un ojo a la criada de una forma entre penosa y patética y comencé a andar hacia delante, hasta que me di cuenta de que no había estado nunca en el palacio.

- Esto... ¿Por dónde se sale? - Tampoco es que fuese a ponerme a buscar puerta por puerta una salida.

Aquella escenita no te gustaba para nada, pero era mejor no decir nada, aguantar, quedarse callado y ya está, luego te irías de rositas, ¿verdad?, eso era como un perdón real o algo por el estilo, solo que la princesa te acompañaba, eso era como una recompensa doble o algo así.

Fuera como fuera, cuando la princesa te miró, exclamaste que era hora de marcharos, pero no sin antes soltarle una puya a la criada, la cual te miró con una cólera y un odio que parecía estar diciendo a gritos “Hazle daño y te lo haré por triplicado yo misma”.

Aunque justo cuando comenzabas a andar…te diste cuenta de que no tenías ni idea de por donde ir, la princesa se disculpó, dando un ultimo abrazo a su criada y acercándose a ti.-T…tu…tu sígueme, ¿vale?-Dicho eso se levantó su capucha, volviendo a esconder su apariencia.

A la criada parecía no caerle nada bien, así que cuando la princesa no estuvo mirando, le lancé un beso para hacerla rabiar. Que al menos hubiese merecido la pena la espera. Luego seguí a la princesa, que había vuelto a ocultarse. - Espero que no haya muchos guardias. - Por mi olor destacaba bastante, y si empezaba a amanecer mi pelo brillaba bastante con la luz. No quería ser como un destello en la mañana.

Seguí a la princesa de cerca, con un ojo en ella por si se caía y otro en las esquinas por si debía ocultarme con rapidez. Los guardias de palacio debían ser más astutos que un guardia cualquiera de la calle.

Cuando le lanzaste un beso a la criada, ella no dudó en devolverte el gesto, pero pasándose un dedo por el cuello, como si te fuera a degollar, lo tenías bien merecido. Pero fuera como fuera, comenzaste a seguir a la pequeña princesa por los jardines, buscando algo parecido a una salida.-Shhh…no hagas mucho ruido y…y no, no suelen haber guardias por aquí a estas horas, pero es mejor si no haces ruido, así iremos más seguros.-Pidió casi en tono de suplica mientras te imitaba, resguardándose en las esquinas y observando si alguien os seguía…pero parecía ser todo lo contrario o…

Me parecía gracioso que la princesa me mandase a callar. Pues claro, no es que yo fuese un ladrón ni nada parecido. El maestro del sigilo, el señor de las sombras, dueño de la oscuridad, capaz de robar cualquier cosa que me propusiera... aunque bueno, me habían pillado un grupo de guardias de mala muerte en las calles. Y encima había acabado hasta el cuello de mierda. Y luego me había tenido que salvar una pri... En fin. Que depende del día o era sigiloso o un gato con cascabeles.

- No te preocupes. Soy un experto en esto. - Dije con el poco orgullo que me quedaba.

No tardaste en fardar a la chica, diciendo que eras un experto en aquello, desde luego depende del día claro…para ser un maestro del sigilo y un experto en todo aquello, te atraparon esa misma mañana. Fuera como fuera, notaste algo extraño y agarraste a la chica, apartándola del arbusto, del cual saltó un hombre encapuchado y con una extraña máscara, armado con dos dagas.

-Huh…¿Cómo has podido oírme?, ¿acaso tienes telepatía?.-Gruñó por lo bajo mientras la princesa ahogaba un grito de terror.-Apártate de ella y vivirás.  

Cogí a la princesa al notar un movimiento extraño en un arbusto. Al principio pensé que era un guardia y pretendía usar a la princesa como rehén para escapar, pero luego vi que se trataba de un asesino. - ¿Qué cómo te he visto? ¡Nada se le escapa al maravilloso Vixen de Schwindra! - Como que me había asustado pensando que me volvían a meter en los calabozos.

Lo único que quería era a la niña. ¿Para matarla o para secuestrarla? - Bueno, si la quieres... para ti. Total, yo soy un ladrón. - Me alejé dos pasos haciendo ver que le iba a dejar hacer lo que quisiese y aproveché para arrancarme un trozo de túnica de la manga. Luego me detuve, aún de espaldas a ellos. - La verdad... es que no puedo dejarla, ¿Sabes? Le debo la vida y esas cosas de honor que un ladrón no debería entender. - 

Me giré y cogí a la princesa con mi mano izquierda para ponerla tras de mi. Con el trozo de tela en mi mano derecha, puse la vista en una de sus dagas con el objetivo de intercambiarla por lo que llevaba en mi mano. - Codicia. -

-¿Maravilloso Vixen de Schwindra?.-Preguntó la princesa por lo bajo a la vez que se mantenía tras de ti, por otra parte, aquel asesino o secuestrador, te miró fijamente tras esa máscara, sin reírse, sin hablar, sin decir nada más allá de las palabras que te dijo en un principio. Aunque la princesa no tardó en asustarse cuando dijiste que la ibas a entregar.-¿Q…que?, no…no puedes hacerme eso, tu…tu prometiste y…¿Eh?...-Cada vez entendía menos que querías hacer, pero se fijó en como te rasgabas la tela y de repente usabas tu poder “codicia”.

Tu habilidad especial parecía estar a punto de surtir efecto cuando de repente aquel asesino hizo un gesto con la mano y te quedaste con la tela.-¿Eso es todo?...tsk…voy a tener que matar a dos en una sola noche, muy bien…que así sea.-Y sin previo aviso se lanzó contra ti en un abrir y cerrar de ojos.  

Como un rayo, aquel asesino se me abalanzó para matarme sin dudar ni un solo segundo así que salté hacia un lado para intentar esquivarle. - Es muy rápido. - La princesa en ese momento era un obstáculo para mi. Si debía estar pendiente a ella no podría pelear tranquilamente. Tampoco podía mandarla lejos a ella sola, por temor a que hubiese más de un asesino.

Intentando aparentar seguridad miré a Shina de reojo situándome entre ella y el atacante. - Princesa, mantente un poco alejada. Yo me encargo. - Y si no, tendrás que llamar a los guardias, pero primero tengo que intentar encargarme sin que den la voz de alarma. - Mi habilidad no había surgido efecto alguno, esa persona sabía hacer frente a ello. Tendría que intentar desarmarle de forma física.

Me acerqué a él para intentar darle un golpe seco en su muñeca derecha, para que soltase una de las dagas que llevaba en su mano.