Partida Rol por web

Entro en mi despacho que también uso como habitación y compruebo mi arma mientras espero a Evans.

Diez minutos más tarde alguien llamaba a la puerta del capitán Robins. Era Julie.

-La soldado Evans se presenta, señor -dijo ella con formalidad marcial una vez la autorizaron pasar o, en su defecto, la puerta se abrió.

Pase y cierre la puerta Evans. También compruebe que su talkie no este emitiendo. Tenemos que hablar muy seriamente de lo que esta ocurriendo aquí.

Le señalo una silla con la pistola mientras termino de comprobarla.

Descanse y hágame el favor de sentarse.

-Sí, señor.

Evans, en la medida que puede, se relaja. Comprueba que su talkie no esté emitiendo (sólo recibiendo) y ocupa la silla que el capitán le ha señalado. Deja el fusil a un lado, el seguro puesto para evitar accidentes.

-Usted dirá, señor.

Los ojos de Evans se posaron sobre el capitán. ¿Había algo así como devoción en su mirada o era simple respeto hacia su superior?

Asiento al ver como comprueba su radio y al ver la forma de tratar su arma. Ella comprende que su arma es su único amigo y lo trata como tal...no como esa pandilla de perdedores que se llaman soldados a si mismo.

Me gustaría saber lo que opina o conoce del incidente de ayer noche, en el que murieron los 15 presos.

Me siento frente a ella, mirándole fijamente a los ojos para comprobar lo que hay en ellos.

Evans sostiene la mirada del capitán, en ningún caso su mirada es desafiante.

-No tengo nada que opinar acerca de eso, señor. Anoche ocurrió algo en ese lugar, algo lo suficientemente grave para que usted actuara como actuó, hizo lo que tenía que hacer y de haberme encontrado en su situación seguramente yo habría hecho lo mismo...

Hizo una breve pausa, observando la reacción de Robins ante sus palabras.

-Desconozco los detalles, capitán y para serle franca tampoco me interesa conocerlos, para mi es suficiente con su palabra.

No me importa haber matado a aquella gente, no piense que trato de disculparme o alguna tontería parecida. Lo que trato de hacer es llamar su atención, sobre el echo de que en medio de la noche, no había ningún soldado de guardia y sus puertas se abrieron. De no haber salido yo a graduar mi mira nocturna del rifle, esos 15 presos camparían por sus anchas.

Le doy un segundo para que se situé.

Alguien retoco los turnos de guardia, alguien abrió sus celdas. Los horarios de ayer noche han desaparecido...tenemos un traidor.

Evans parpadea. ¿Eso era un reproche?

-Señor, eso es algo muy grave -acotó algo dubitativa-. No era turno de mi guardia, señor, era el turno de... -¿de quén era el turno? ¡Diablos, no lo sabía!- ¡Mierda! No recuerdo de quién era el turno, pero no era el mío -frunció el ceño- ¿Quién hay que pueda tener acceso a los sistemas y los conozca lo suficiente como para sabotearlos?

La sangre de Evans hervía, la sóla idea de que existiera un traidor la enfuerecía.

-Hay que encontrar a ese maldito y hacer que se arrepienta...

Ni era su turno ni era el de nadie por lo que parece. Se supone que solo los capitanes y los tenientes. Mi teniente es un perro que no hace lo que le digo, y la capitana Black...es demasiada amiga de los presos. Ambos son sospechosos para mi.

La miro y espero a que se calme un poco. Le cuento esto en confianza porque creo que es la única del pelotón a la que respeto y la única que toma su trabajo en serio. Tiene que averiguar de forma discreta si alguien tenia guardia anoche y se la anularon...y descubrir quien la anulo.

Oír aquellas palabras de boca del capitán hizo que el pecho se le hinchara de orgullo. No es que le importara lo que los demás opinaran o dejaran de opinar de ella sino que le importaba lo que EL opinara de ella y lo que acababa de decirle era bueno, muy bueno.

-Como usted ordene, capitán, me honra que deposite en mi esa confianza -se puso de pie, no sonreía... sus ojos lo hacían por ella-... Voy a descubrir a la rata traidora y la voy a traer ante usted, le doy mi palabra.

Si la descubre no hace falta que la traiga. Le mete dos tiros detrás de la oreja y me informa mas tarde. Esta tarde hay registro de celadas y me gustaría contar con sus ojos.

La miro muy serio antes de terminar.

Puedo contar con su lealtad, soldado Evans?.

-Hasta la muerte, capitán -fue la respuesta que brotó espontánea de labios de Julie.

Permaneció en el mismo lugar, en posición de descanso aunque por dentro hacía cabriolas de alegría y satisfacción.

Asiento con gesto satisfecho ante la pronta respuesta de la soldado Evans. Me pongo en pie y extiendo mi mano hacia ella.

Cuanto con usted soldado...se que lo dará todo en el cumplimiento de la misión. Le llamare para la revisión de celdas, y luego espero un informe verbal a las 18 horas de hoy. Puede retirarse soldado Evans.

Evans estrechó la mano del capitán con fuerza, no era de extrañar, ella era una chica ruda, femenina hasta donde cabe, pero ruda.

-Con su permiso, señor -dijo la soldado a modo de despedida y cogió su rifle para abandonar el lugar.

Informe verbal, estaba bien, no podía informarle el avance de sus indagaciones por radio ya que la frecuencia, por mucho que utilizara una diferente a la usual (la que usaban todos los militares del recinto) podía ser intervenida y no podían arriesgarse a poner sobreaviso a la rata que los había traicionado. No bien terminaba de cerrar la puerta tras de sí y ya iba a pensando en cuál sería su siguiente paso.