Acto seguido, Dwama se marchó de nuevo a la posada del Potro. Allí se despidió de Vesta. Aunque ella hubiera querido repetir, a Dwama le gustaban los hombres. Era cierto que lo pasó bien la noche que pasó con ella, pero nunca había entrado en sus planes repetir. Vesta lo entendió y Dwama esperaba no haber herido sus sentimientos. Se dio un buen baño y lavó sus ropas zurciendo los múltiples agujeros de las muchas heridas recibidas. Cuando estuvo todo seco, volvió a ponerse su coraza, se armó con su equipo y se despidió de Maridosen y Vesta para marcar a la fortaleza de Rufus y Burne.
Esta vez.fue recibida con presteza. Ya no la toman por un loca con ansias de notoriedad. Ella y los suyos habían demostrado que eran buenos guerreros. Gente valiente y comprometida que valía la pena tener del lado de uno. Las noticias del regreso de los aventureros habían llegado a oídos de los mandatarios y se apresruaron a aceptar audiencia.
Dwama contó todo lo que habían vivido en templo y lo hizo con todo lujo de detalles. Contó cómo habían exterminado a aquella banda de sabandijas asaltacaminos y como habían limpiado todas las estancias de aquella antigua fortaleza. Contó sobre el fallecimiento de uno de los suyos y por último hizo hincapié en las advertencias que sus dioses les habían proferido. Les habían dicho que unos nuevos héroes estaban de camino a cumplir con su objetivo en aquella historia y que ellos debían marchar a sus lugares de origen para armar un gran ejército, pues una nueva guerra se aproximaba.
Le dieron la enhorabuena por lo conseguido. Los caminos serían de nuevo seguros para el comercio. Eso les pareció lo más relevante. Por otra parte, al no haber evidencias de un posible culto, pues no sé toparon con monje alguno, tampoco vieron una gran amenaza y aunque no se rieron en alto cuando comentó lo de los dioses, si lo hicieron por lo bajo y sus rostros evidenciaban la incredulidad en ese aspecto.
Fuera como fuera, esa noche Dwama durmió a todo lujo. Cenó bien con los dirigentes de la villa y se comprometieron a ayudarle a costear el oro que quedaba invertir para hacer que urgrosh de su abuelo, Gralick Aliento de Ajo, brillara con el color de la magia. Algo que no llegaron a hacer nunca...
Al día siguiente, con su mochila llena de raciones de viaje y su cantimplora llena, marchó rumbo a Rastor para reunirse por fin con su familia y comprobar si lo que Jack había dicho sobre su lugar de origen era cierto o no.
FIN.
Godofredo no se sorprendió en exceso ante la aparición de Jack. Al fin y al cabo si un clérigo se sorprendiese por apariciones divinas, vaya un clérigo sería... Y tampoco lo hizo por el hecho de que este les anunciase que su parte de la misión en Hommlet había llegado a su fin, puesto que sospechaba que la aparición de Maridosen era una acción directa y deliberada de su dios, como muestra de beneplácito por la primera parte de la misión divina, no en vano su promesa había sido la de encontrar mujer con la que engendrar descendencia y se le acababa de presentar no solo una bella mujer medio elfa, raza de conocidas virtudes procreadoras, sinó que por encima de aquello tenía origen nobiliario incluso superior al suyo propio.
Agarrando a su nueva amada por la cintura y acercándosela a él Godofredo estalló en carcajadas ante la confirmación por parte de Jack de sus suposiciones.
-¡Queridos amigos! ¡Yo partiré raudo junto con mi amada a mis tierraspara organizar nuestras esponsales cuanto antes! Sombríos tiempos nos aguardan y nada podemos dejar ya al azar, me temo... ¡Sabedos todos invitados!
En ese momento, trastabillando torpemente entró en escena un harapiento y apestoso humano que nada más ver a Godogredo se hinca de rodillas, rogando exajeradamente
-¡Mi señor! ¡Osanna Mi señor! ¡Aquí estáis sano y salvo!- el plebeyo se lanzó a besar los pies de su amo
Sorprendido por un momento, Godofredo pateó a Delcojón, no de forma violenta, si no únicamente para que dejase de hacer eso.
-¡Borrico! ¡Tarde como siempre! ¿Por qué has tardado tanto en llegar, rufián? ¿En que burdel has perdido tu tiempo en lugar de acudir raudo a la llamada de tu señor?-Preguntó, si bien no parecía estar realmente enfadado, puesto que Godofredo estaba contento de ver a su fiel escudero.
-LLegas solo para tener que irnos. Recoge mis cosas y las de mi futura esposa de la posada, puesto que hoy mesmo partiremos rumbo a Miramonte.
La noticia pilló por sorpresa a Delcojon. Todas ellas en verdad y si bien primero fue a responder con disgusto al hecho de tener que volver al camino, la sorpresa acabó imponiéndose.
-¿Es cierto lo que oyen mis oídos, mi señor?-preguntó teatralmente -¿Habéis encontrado acaso mujer con la que desposaros?-miró de arriba a abajo a Maridosen con una pícara sonrisa.-Ah... ¡Y qué buena hembra, mi señor!-
Ante aquello, Godofredo respondió sacándose el guante y empezando a golpear a Delcojón en la cara, como si de un perro mal enseñado se tratase.
-¡Chitón bellaco o haré que te cuelguen por tamañas palabras! ¡Ahora le debes absoluta pleitesía...! Más en verdad es día para celebrar y no para ajusticiar, así que toma- le tiró una moneda de oro -Tienes una hora para gastarla.
Agradeciendo y con mil reverencias especialmente dirigidas a Maridosen, a quien ahora empezó a tildar de "Hermosa ama" de " Noble señora" y de "gentil mujer" el bribón se perdió corriendo por lo callejones, en busca de buen lugar para gastar su moneda.
Tras tres horas el siervo de Godofredo volvió junto a su amo, sin duda había gastado su moneda en la posada botera, bebiendo cerveza rancia y con alguna mujer de dudosa higiene, pero ahí estaba, con los pertrechos de su Señor y su nueva futura esposa.
Menos mal que la hembra tiene poco que cargar, mi asno no podría con todo lo que habéis conseguido amo. dice señalando a las pesadas bolsas de oro y plata que había conseguido en el Templo.
Volvamos a Miramonte, hay que organizar el casamiento! El siervo parecía especialmente contento, sin duda pensaba que su Señor moriría sin esposa ni descendientes, y verlo con tamaña mujer de afiladas orejas le había impresionado.
Tras la vuelta de Del Cojón el grupo se separó definitivamente, Godofredo, Maridosen y su siervo cogieron dirección sudoeste, hacia las tierras del Conde, por su parte Dwama cogió el desvencijado camino del oeste que la llevaría al pueblucho de Rastor.
La unica que quedó en Hommlet fue Sheiland, feliz al fin con su marido y su hijo, con una posición de poder en el pueblo como representantes del Gremio de Comercio.
Y hasta aquí llega la historia del grupo de Godofredo, aunque quizás en el futuro los Dioses les encomienden otras misiones.
FIN.