Partida Rol por web

-Claro...si lo dicen unos pajaritos si, pero si lo hace el niño del pueblo no... -Dijo poniendo morros.

Al menos, ya estaban en el camino correcto, el problema es que como siempre pasaba con los adultos, era muy tarde y muchos ya habían sufrido su afilado cuchillo.

-Calla niño, -le dijo a Roberto Alonso- los pajalitos se lo han dicho a un muelto que nos habla, dejemos que unos animales con podeles misticos y neclománticos sigan hablando... ¿Qué más infolmación tienen esos pajalillos pala nosotlos?.

En efecto, nadie le hacía caso a Roberto Alonso.

-Pol cielto, pol casualidad ya... ¿A quienes investigaste en cada noche?. Si no hablas ahola... no te halé descuento de pomada anti-espinillas cuando seas mayol.

El silencio de Vicenta Valbuena fue casi como una confirmación de que verdaderamente se trataba del Demonio. Inicialmente había pensado que la mejor estrategia sería esperar al día siguiente, en el que solamente quedarían tres personas con vida, pero, viendo lo evidente que era todo y la falta de coordinación de los aldeanos a la hora de votar, acabó por decidir que lo mejor sería acabar con todo aquello cuanto antes.

—Muy bien. He cambiado de opinión. Voy a utilizar mi último voto contra Vicenta Valbuena. Debemos acabar con esto ya.

 La acusación terminaría haciendo a la mujer abrir los ojos como platos durante algunos segundos, visiblemente ofendida por el señalamiento, y hasta quedándose en shock durante un largo periodo antes de recuperar la compostura.

 - Conque eso fue lo que te dijeron... De por sí no tenía mucho para defenderme de lo de Roberto más allá de la ambigüedad entre ambos, para con lo tuyo he quedado aún peor... Puedes pensar y hacer lo que quieras, estas en tu derecho y en este punto es lo más lógico votarme, pero pase lo que pase se decidirá ahora - concluiría, sacando de su bolsillo un reloj sujeto a una cadena, fijándose en la hora y comparándola con el cielo. -. La noche no debe tardar en llegar, y al siguiente amanecer, sabremos la verdad tras todo este lio...

Cae la noche, refresca bastante y tenéis que poneros una rebequita para protegeros del frío. Los últimos habitantes se reúnen para crear una gran fogata. La votación es tensa, incluso los muertos se alzan en un último intento porque su voz sea escuchada. Y finalmente el recuento es unánime, por una gran mayoría se escoge que Vicenta Valbuena sea sacrificada. El fuego arde con ella dentro, y mientras tanto os preparáis la cena.

Mañana será otro día, tal vez no quede nadie para ver salir el sol de nuevo... o puede que si.

Y así fue como todo terminaba, para bien o para mal...

-Pues menos mal que Vicenta Valbuena ha sido eliminada. -Comentó echando un vistazo por quien los fantasmas habían votado en estas últimas elecciones- ¡Ojalá alguien nos hubiela dicho que ella ela el demonio antes!. Pelo bueno, suelte que teníamos a los cuelvos neclománticos esos... Tu y yo, Isabel Luiz. Únicas supelvivientes y... -En ese momento se percató de Roberto Alonso- ¡Hostia!. ¡Un niño!. ¿Siemple has estado ahí?. Haz un poco de luido o algo, anda...

En efecto, nadie hacía caso a Roberto Alonso...

Me quedé pensativa. Casi, podría decirse, en un estado de melancolía. Taciturna. Siempre imaginé este momento como de alegría. Júbilo tras desenmascarar a los demonios. Pero, había habido tantas muertes que ya una no sabía si alegrarse porque todo acabara.

Supongo que, simplemente, echaba de menos a mis amigos.

¡Ojalá, Alma, ojalá!

¡¿Un niño?! ¿Dónde?

Paloma ve arder a la endiablada Vicenta Valbuena y sus ojos se iluminan con el fuego. Después levanta la mano y da un chasquido con sus dedos.

¡Vicenta Valmala ha muerto! ¡El diablillo que nos asesinó regresará al infierno! Y ahora... ¿Qué? Paloma mira a los fantasmas sin saber por qué siguen allí. ¿Qué pasará con nosotros? ¿Vamos al cielo o nos quedaremos aquí hasta la eternidad?

De repente se apartó hacia un lado y cubrió sus ojos con sus manos. Estaba llorando.

Debo confesar algo importante. Soy la enterradora dijo; lo que ya sabían. Por una extraña razón, Dios ha querido que el Enterrador mantenga sus poderes incluso cuando morí. ¿Por qué? No lo sé, debe ser un glitch de esta realidad. Según las leyes de nuestro pueblo, cuando uno muere, pierde sus poderes de oficio. Pero yo, que soy la enterradora, continué con mis labores habituales y descubrí secretamente el rol oculto de Esbirro Navarro, Mariano Escarlata y Vicenta Valmala justo después de lincharles. Sé que en circunstancias normales no debería tener esa información, ni siquiera estando borracha; de hecho fue información real y confirmada. Fue injusto para el bando de los malvados, ¿no? Porque sin esa información quizás la incertidumbre estuviese de su lado y hubiesen tenido una mejor oportunidad... Paloma ya no lloraba. Por lo menos, tres de nosotros quedaron con vida y me alegro por eso...

Amanece un nuevo día en la aldea, el mal ha sido erradicado. El diablillo volverá al infierno de donde nunca debió salir.

FIN

-¡¡¡Veis!!! ¡¡¡¡VEIS!!!! !!!VEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEISSSSSSSSSSSSSSSSSS!!!!-El pequeño Roberto les echaba en cara a los mayores sobre la verdad absoluta que tenían sus palabras. Ahora que era un hermosos y nuevo día, con un pueblo diezmado PERO sin Diablillos.