Posé una mano en el hombro de don Pelayo, en un gesto que dábale a entender mi amistad y apoyo incondicional. En verdad, aquello rallaba en lo inadecuado, al no ser noble mi linaje, pero en cierto modo la amistad que nos unía al caballero y a mi rompía hasta cierto punto esas barreras, y en aquellos momentos difíciles sabía yo que necesitaba él de un amigo, no de un consejero.
- Lamento profundamente vuestra pérdida, don Pelayo, et sabed que habredes la mía ajuda en aqueste asunto hasta que se resuelva. Si non habemos podido fazer nada por la vostra madre, habrá de estar la mía sapiencia al servicio de la lid de encontrar a vostra hermana.
Aquello era cuanto podía decirle. Que supiera que tenía a su lado a alguien que le acompañaría hasta el final, a toda costa, prestos mis saberes, limitados en mucha medida, pero también valiosos, a ayudarle.
- En cuanto a ese asunto, vos he de contar algo: vuestro hombre, Tiago, díxome que hase organizado batida para ir tras la pista de vuestra hermana, huida del convento, como dezía aquella misiva. Teme Tiago que la batida sea organizada por un enemigo de la vuestra familia, et por eso ha marchado con el afán de librar a la cacería de uno de sus miembros, pudiendo así vos et yo mesmo* unirnos a ella, non sé bajo cuál pretexto. Quizá aqueste asunto non vos agrade, mas credo que debiéremos unirnos a ese grupo, et tomar control dél, et ansí asegurar el buen puerto de su misión, mas non entregar a vostra hermana, sinon salvarla.
Todas aquellas palabras le dije al de Arango, y supe que no habrían de agradarle, pues viendo su honor y buen hacer, no creía yo que fuese a concederse la indignidad de mentir, ocultar su apellido, o actuar de forma deshonrosa. Pero, por otro lado, comprendía yo que muy grande era el amor por su hermana, y que este habría de prevalecer por encima de juramentos y honores, aunque la vergüenza por la mentira le hubiere de costar oraciones y penitencias.
Entre tanto, volví a rozar con mis dedos las tapas de aquel libro de medicina. Conocía esa obra, célebre por la sabiduría que encerraba, tratado de una disciplina que mis muchas ocupaciones me habían impedido abordar: la medicina. El saber de las enfermedades del cuerpo y el alma, los humores y el intelecto, que quizá hubiera podido serme de ayuda en horas como estas, estando la madre de don Pelayo tan enferma, perdido el juicio. Por ello, se lo hice saber a don Pelayo, y pedí su permiso**.
- Con vuestro permiso, mi senyor, non he podido evitar posar mis ojos en aqueste célebre tratado, De Medicina, de Aulo Cornelio Celso. Es un volumen muy valioso, el cuál contiene antiguos saberes a los que non muchos han acceso. Si dieres el vuestro permiso, podría llevarlo conmigo, et fazer de él estudio, et conservarlo del destino que pudiere sufrir aquí. Quizá en un futuro aqueste saber sea de ajuda.
* En mi último mensaje dejé caer a Tiago que yo también me uniría, por si quiere hacer dos huecos en lugar de uno en la batida :P.
** Coger el libro sin permiso de Pelayo no es mi estilo (sólo hago esas cosas si van a meterles fuego :P).
Ahí va el tocho. Si con tanto castellano antiguo se pierde el mensaje, decídmelo y aclaro cualquier cosa que haya quedado sin entender.
Tras las palabras del sabio alquimista, el lejano repicar de las campanas de la catedral anunció la llegada de completas. En esa hora funesta, ahora llamada a la incertidumbre y el desasosiego, hubo de decidir el noble caballero de la Orden de Alcántara como obrar en los asuntos que acontecían a su hermana. De poco tiempo disponía éste para tal menester, pues, como bien explicó el salamantino; con la llegada del siguiente amanecer partiría sin demora una comitiva que, formada por gentes de dudosas intenciones, estaba destinada a encontrar a su hermana con la mayor de las urgencias.
Pocas elecciones tenía el caballero en aquel momento, pues se presentaba ineludible la obligación unirse a tal compaña a fin de asegurar que el incierto futuro de su hermana no cayera en las manos equivocadas.
Quizá, la única decisión que se le antojaba posible antes de acometer tal lid, sería visitar en aquella última noche el convento del cual hubo de huir Doña Adriana con premura. Más no parecía presentarse para bien tal decisión, pues entre lo tardía de la hora, más la mala predisposición de la priora con la familia de Arango, parecía querer dar un resultado infructuoso aquella suma de circunstancias.
Teme Tiago que la batida sea organizada por un enemigo de la vuestra familia, et por eso ha marchado con el afán de librar a la cacería de uno de sus miembros, pudiendo así vos et yo mesmo* unirnos a ella, non sé bajo cuál pretexto. Quizá aqueste asunto non vos agrade, mas credo que debiéremos unirnos a ese grupo, et tomar control dél
-Por supuesto que iremos, Sixto. Pues si mi hermana ha escapado del convento, seguramente embaucada por algún truhan que ayudado del demonio le ha hecho perder la razón. Y soy yo y mi familia los principales afectados por dicho comportamiento y por tanto los que habremos de poner enmienda. Non pienso tolerar que nadie faga lo que a mi me debe por derecho realizar y non como una cacería, por supuesto!!. Pues mi hermana no es ningún jabalí ni alimaña a la que haya que dar caza. Habrán de verse conmigo los que quieren poner el honor de mi casa en tan baja estima. Por supuesto que la buscaremos, pero no para darle caza, sino para enmendar lo que se ha hecho y encontrar al culpable de que mi hermana haya realizado semejante desatino-
digo bastante airado mientras golpeo en varias ocasiones la mesa de la estancia
-Hablaré con Tiago para que me informe en todo punto de esta desfachatez!!!. Mañana estaremos allí a primera hora!! Muchas gracias por ofrecervos para acompañarnos, pues toda ayuda será poca.
Con vuestro permiso, mi senyor, non he podido evitar posar mis ojos en aqueste célebre tratado, De Medicina, de Aulo Cornelio Celso. Es un volumen muy valioso, el cuál contiene antiguos saberes a los que non muchos han acceso. Si dieres el vuestro permiso, podría llevarlo conmigo, et fazer de él estudio, et conservarlo del destino que pudiere sufrir aquí. Quizá en un futuro aqueste saber sea de ajuda.
Cogedlo, si por supuesto. En vuestras manos seguro que estará bien cuidado y buen provecho le sacarás. Cuando hayas estudiado del todo lo que sea menester, podremos devolverlo a las estanterias de la biblioteca de mi familia. Para ese momento, quiera Dios que esta casa vuelva a ser lo que fue*-
* Asumo que conozco el libro y que pertenece a mi familia. Si no es así, y nunca lo he visto me soprendería que estuviese por hay encima de una mesa en mi casa y le preguntaría a Tiago por él antes de poder cederselo a Sixto
Por mi, nada mas haría esta noche. Ir a descansar y prepararnos para estar mañana listos, tras hablar con Tiago sobre la caceria que se esta organizando a mis espaldas
Difícil fue conciliar el sueño aquella funesta noche, sobre todo para Pelayo que, atormentado por los golpes que la mala fortuna había dado ha su familia, intentó mantenerse en vela hasta la llegada de Tiago. Empero tal llegada nunca sucedió, quedando así sin respuesta varias cuestiones que aún rondaban la cabeza del caballero. Ya el gallo cantaba, y el sol pronto saldría. Era hora de ponerse en marcha, tras la ineludible oración matutina...
-Tiago no vuelve durante la noche y tampoco cuando despunta el alba.
-El libro es de tu familia si; uno de los volúmenes de la colección de tu padre.
Edit: Román y Rodolfo aprovechan el viaje a Oviedo y se quedan en la ciudad atendiendo diversos asuntos de la Orden. Además, como favor personal, intentarán velar, en la medida de sus posibilidades, por los intereses de la familia Arango.
FIN de vuestra introductio.