- ¿Qué es lo que pasa, Eskjö? - La voz del capitán resuena a tu espalda, tan imponente como siempre.
Cuando giras la vista, el hombre se encuentra con la mano en el pomo de su sable, erguido junto a Lidia, que mira fijamente y con interés la escena. Más allá puedes vislumbrar como los hombres también miran hacia aquí, pero sin acercarse.
No, no era normal... Karinna tenía que haber parado a descansar en algún momento. No podía ser que llevara toda la noche y el día caminando sin detenerse. Pero cuanto más se decía aquellas cosas, más se desesperaba Keira.
El capitán ya debería haber llegado a la playa y ella no estaba allí. Pero tampoco podía presentarse habiendo perdido a alguien. Le había dejado como responsable de aquel grupo de marineros inexpertos y no quería aceptar que le había fallado.
Caminó sin descanso, acompañada de Clady. Entrecerró los ojos ambarinos cuando le preguntó si el capitán las esperaría.
- Sí, sí que nos esperará. Siempre se ha preocupado por su tripulación y no se irá dejando parte de ella en tierra - . Su voz denotaba el orgullo que sentía al hablar del Capitán Blake. Miró a Clady y una sonrisa, quizás la primera en muchas horas, se perfiló en sus labios.
Continuaron caminando, rodeando la isla, sin haberla encontrado por ningún lado. Estaba ya oscureciendo cuando Keira propuso hacer un alto en el camino.
- Es una tontería seguir caminando así, sin saber a donde va. Ya no tengo claro que estemos siguiendo su rastro. Parece haberse evaporado en el aire... - Comentó, volviéndose a mirar a la joven rubia. - Creo que hemos estado rodeando la isla. ¿Sabes si queda mucho para llegar a la playa donde nos espera el Black Dragon? - Le preguntó con un nudo en la garganta. Estaba a punto de rendirse, de tirar la toalla y reconocer su derrota.
Frunzo el ceño muy confusa. Karinna no ha podido evaporarse de la nada, ni salir volando. Esta isla cada vez me gusta menos.
-Me alegra saber que nos esperarán porque estamos a una jornada de camino. Y no se me ocurre qué más hacer, no quiero dejar tirada de Karinna pero es imposible seguir su pista- digo con tristeza en la voz.
A la desesperada, se me ocurre una última idea pero sé que no es la mejor del mundo.
-Sé que es una imprudencia pero ya que estamos... ¿y si la llamamos a gritos a ver si nos oye?
Escucho la voz del capitán a mi espalda y consigo no sobresaltarme de pura casualidad.
- Pasa que le he traído al hombre que usted nos mandó matar porque yo no soy la mano asesina de nadie. Debe ser el verdugo el mismo hombre que dicta sentencia, y tener los arrestos para finalizar el trabajo él mismo. Máxime cuando el hombre al que manda matar resulta ser, o eso afirma, su propio amigo. Y ahora, si no le importa, y si le importa también, yo me retiro. Tiene usted hombres de sobra para hacer lo que le de la gana. Buenas tardes. - Sin mediar más palabra me dirijo camino al barco, aunque parece que será difícil llegar a nado.
"Supongo que tendré que esperar a que el propio Blake vuelva en el bote. Bueno, no es para tanto. Al fin puedo descansar..."
En vista de que nadar quizá sea poco aconsejable, me tumbo en la arena esperando la decisión del capitán Blake de volver al barco.
No se cómo de lejos está el barco ni si se puede llegar a nado, y si en caso afirmativo podría subir, pero eso, que yo doy por terminado mi trabajo.