Partida Rol por web

- Gracias por los aportes – Intervino el padre – Y por lo que dijo Dominique, agradezco tu ofrecimiento, si crees que puedes ayudar será bien recibido. Pero si te supone algún problema no te preocupes, no es la primera vez que la organización oculta la identidad de alguien. Nos costará más tiempo pero el resultado será el mismo – Dijo agradeciendo los gestos.

- Pensar en un apellido nuevo – Le dijo a la familia de Justin – Y por lo demás… Creo que tanto Juliette como Clara se pueden ir a su casa si lo desean, nos vemos el domingo donde siempre – Esbozó una ligera sonrisa – La verdad es que tengo ganas de que recuperemos pronto la normalidad

Miré a todos:

-No me supone un esfuerzo cambiar de aspecto, como dije. Haré lo que sea necesario, incluso estar oculta. Lo que haga falta, con tal de que nadie sufra daño por mi culpa.

Miré a Dominique ahora, para responder a su pregunta:

-¿Cuántos soldados me vieron? Creo que aparte del general muerto, sólo el soldado que me condujo a donde me tuvieron prisioner, pero no sé si es uno de los que murió fuera en el jardín, no me fijé tanto en aquellos cadáveres.. Ojalá lo haya sido..

Al punto de decirlo me arrepentí de mis palabras..¡Le estaba deseando la muerte a alguien! Ésa no era yo.. ¿o sí?

-Buscaré ropa nueva entre la que me podáis dejar, y también algo para mis padres.. Podríamos llamarnos.. no sé, ¿qué tal Valjean? Yo podría ser.. Marie. Marie Valjean.. es un nombre fácil de recordar. Además, Valjean es un apellido común en algunas regiones de Francia..

En una novela que me gustaba, "les Miseràbles" de Victor Hugo, el protagonista Jean Valjean, también buscado por la extrema justicia de su época, ha de procurarse una nueva identidad.. Me parecía un buen homenaje.. Y dudo que algún alemán la hubiese leído.

Ahora sí. Había encontrado el tan mentado «punto muerto», pero no dije nada. Mis labios permanecieron mudos y solo un gesto vago asomó al borde de mis labios como a un abismo insalvable.
Entrecerré los párpados y me crucé de brazos, impaciente. Quería terminar con esto pronto, revisar la herida del sacerdote y, literalmente, huir de allí. De pronto sentía como si me ahogara...
Pero no era el aire lo que me faltaba.

Más de acuerdo o menos, por fin parecía que esto podía seguir adelante. Pasarían varios días hasta que todo volviese a la normalidad, pero si se actuaba con cautela todo saldría bien.

Juliette se quedó con sus padres hablando sobre como sería el futuro ahora. Ellos estaban un poco más tranquilos, pero la incertidumbre aún era enorme y el golpe psicológico aún reciente.

Dominique que parecía algo ausente se fue con el padre a su habitación a atenderle de las heridas y Edouard se disculpó y se marchó al igual que las otras dos chicas. Cada uno debía de volver a pensar en sus quehaceres y obligaciones. Excepto la familia de Dominique, claro.

Una vez en el dormitorio del sacerdote, abrí mi bolso, separé y preparé los elementos que iba a utilizar, con lenta meticulosidad, mientras aclaraba mis ideas. En apenas un puñado de horas, muchos hechos habían acaecido dejando una profunda huella en mí. Estaba confundida y a la defensiva, de eso no cabía duda, pero tenía algunas cosas claras. Desde la noche anterior había sopesado la posibilidad de irme de mi hogar, para evitarles a mis padres cualquier desagradable consecuencia por mis actos. Y al enterarme de que durante el rescate de Justine había muerto (además de los dos guardias) un general alemán aquella idea se asentó y echó raíces. La muchacha no había sido conducida a una dependencia militar ni a ningún despacho policial y eso me sabía muy extraño. ¿Por qué un jerarca nazi se habría ocupado personalmente de una muchacha arrestada tras un simple incidente callejero? Extraño era poco decir; inquietante era una palabra más adecuada. Un escalofrío me recorrió la espalda. Y ahora...

Ahora un interrogante corroía mi cabeza. Aturdida por la noticia del general muerto, no había atinado a preguntar nada más. Pero ese era un buen momento para hacerlo y aclarar mis dudas.

Mientras retiraba las ensangrentadas vendas de las heridas y auscultaba el estado de las mismas, indagué con voz serena, pero con el corazón estrujado por una respuesta que intuía y temía:

- ¿Qué decidieron los padres de Justine? ¿Abandonarán la ciudad o permanecerán en París?

Me quedé a solas con mis padres, porque cada cual fue a atender sus cosas. Eso me hacía sentirme aún más inútil, pero.. como bien me había hecho entender, exponerse no lleva a nada, sino a que puedan capturarnos o a matar a alguno de nosotros, y eso no lo querría yo por nada.

Miré a mis padres, tan serenos. Desde luego que eran un ejemplo a seguir. No sé yo cómo hubiese reaccionado ante una situación como la planteada..

-Quería agradeceros cómo os habéis portado conmigo. Supongo que tenéis un montón de preguntas que hacerme, o tal ves este no sea un buen momento. Pero por lo visto, no tenemos nada que hacer más que escondernos. Yo.. -sentí que las lágrimas volvían-.. yo sólo quería ayudar. No meteros en problemas..