Partida Rol por web

—Pues ya te lo he dicho, preguntando a Krowen cuando fui a ver si el bichillo era responsable de todo lo que había detectado Tío Aurelius, y ya aproveché para preguntar por el "equipo pulpo"— A Tassae no le extrañó el tono de Ajo. Le había tomado el pelo tantas veces que era normal que desconfiase de ella de primeras. De hecho, cada vez era más difícil engañarlo —. Estaba bastante herido y me entró la curiosidad. Una parte de mí esperaba que los gatitos fuesen los responsables, pero no. Fueron los gigantes. La cosa es... si está tan herido es que el tema de las curaciones mágicas debe estar más complicado de lo que pensamos. Deberíamos hacernos con tantas pociones como podamos.

Tassae asintió mientras comía hinchando los carrillos como un ratón hambriento. Coincidía en que el que los gigantes se hubiesen ido no era solo cosa de los arpistas, puesto que de haber querido hubiesen arrasado toda la ciudad. Aquellos enormes tipos tenían que tener algún otro motivo. Pero había algo en lo que discrepaba

—Hay otra posibilidad. ¿No os distéis cuenta de que los gigantes, cuando atacaron Tribore sabían donde estaba exactamente el brazo? El punto exacto donde tenían que cavar. Por eso vino un grupo, atacó y se fue. —Tassae interrumpió su razonamiento para comer más pan de frutas antes de seguir—. Aquí, una gigante que el grandullón de nuestro amigo describió como poco receptiva y nos alertó sobre ella vino a parlamentar antes de atacar ¿No es raro? Quizás los objetos no estén donde piensan.

»Por cierto, quizás Thöras pueda convencerlos. A él le conocerán, ¿no? Vale, ya no se parece tanto a Thöras pero tiene sus emblemas y podrá decir algo con lo que le reconozcan.

- Entonces, ¿fuiste a Everlund tú sola sin nosotros? – preguntó Ajo suspicaz, con un tono más dolido que enfadado - ¡Te podría haber pasado cualquier cosa, lagartijilla! Esas calles no son seguras para que vayas paseándote tú sola por ahí – Ajo también tenía un lado paternal sobre todo con la gnoma que le parecía una niña por mucho que supiera que al igual que los caniches no iba a crecer más – Además, seguro que Thöras le habría gustado ver a los gatetes voladores… si es que ahora no le da por comérselos – miró de repente a Thöras con una mirada evaluadora - ¿Sientes impulsos ahora de comer gatetes? – por algún misterioso motivo el cerebro de Ajo había asociado que a los dragonborn podían sentir cierta fascinación por comer gatos.

Se volvió a Tassae.

- Pero bueno, no queríamos ir a Everlund para que no nos echara la bronca otra vez el viejo por decir que andamos usando sus circulitos para nuestras cosas. – refunfuñó más molesto con la bronca que les echó Krowen que otra cosa.

- Si la gigante vino a parlamentar será porque era educada y no ve a las razas pequeñas como inferiores y habrán ido a buscar lo que necesitaban para no quedarse atrás en la carrera armistisca con los otros gigantes. – a Ajo a veces le gustaba usar palabras largas y complicadas que había oído en sus viajes.

- Lo que me lleva a que a lo mejor tu tío se ha vuelto a meter en líos y necesita que lo rescatemos. Si la reunión con la condesa Sosa no fue bien quizás lo encerrasen en una mazmorra para que no les cause problemas y no intervenga. – comentó como posibilidad. Aunque encerrar a un dragón podía ser difícil Aurelius era un poco raro y le gustaba meterse en líos.

~ Escena tras la derrota de la Gran Jefa Guh ~

Toda la alegría por haber conseguido causar un infierno de azufre, llamas y ceniza ardiente que realmente había ayudado al equipo y la de ver levantarse de nuevo a Ajo, se esfumó cuando comprobó que Izztyl ya no respiraba. La gnoma agitó con esfuerzo al drow, intentando despertarlo, pero estaba claramente más allá de lo que una poción pudiese hacer.

¡Os dije que era una mala idea!

Tassae se puso a rebuscar como una loca entre los bolsillos de Izztyl. Sabía que, igual que ella, el drow se callaba cosas. Lo mismo tenía algo entre sus ropas que pudiese salvarle la vida. Aquella situación le recordaba demasiado a la vivida con Thoras... o con Darumg.

Venga, seguro que tienes algo—murmuró nerviosa, tratando de controlarse para que no asomasen las lágrimas— Te has convertido en piedra, caído en trampas de hiedras, has escapado de los zhentarim y de un maldito Geas... Seguro que tienes algo. 

Los drows siempre estaban preparados... o eso decían.

Observo a mi alrededor la carnicería que hemos perpetrado aquí. Por todas partes se ven cadáveres de goblins, ogros y gigantes de las colinas y la sangre cubre el suelo hasta los tobillos. El cuerpo abotargado y repugnante de la líder de los gigantes yace a mis pies, erizado de flechas como un puercoespín. He necesitado al menos una docena de ellas para abatirla.

Mis botas chapotean en la sangre y con cada paso contengo una mueca de dolor. Tanto ella como su último esbirro vendieron cara su vida logrando herirme, pero ellos salieron peor parados que yo. Debería sentirme contento y orgulloso, soy el héroe de la jornada, hoy he llevado a cabo un genocidio que se cantará durante décadas, he matado a la infame Jefa Guh y he logrado arrancar a Ajo de las puertas de la muerte con mis bayas. Y aun así, me siento profundamente infeliz.

Sin que me importe mancharme de sangre los pantalones, me arrodillo junto al cuerpo inerte de Izztyl esperando verle incorporarse de un momento a otro. Es un pensamiento infantil, pero cierro los ojos y aprieto los puños con todas mis fuerzas pidiendo a cualquier fuerza de la naturaleza que nos devuelva a nuestro archidruida.

La aflicción me atormenta y también la culpa. Izztyl está muerto porque, a pesar de no haber fallado un solo disparo, no fui lo bastante bueno para acabar antes con nuestros enemigos. Porque, a pesar de sus sabias reticencias, insistí en liberar la región de la plaga de los gigantes. Porque, a pesar de que Tassae usó su magia para otorgarme velocidad sobrehumana, no conseguí llegar a tiempo para salvarle...

Cualquier otro diría que el sacrificio de Izztyl ha salvado cientos de vidas pero eso no me consuela y me prometo a mí mismo que lo traeré de vuelta a cualquier precio para poder pedirle perdón.

Matábamos gigantes a un lado y otro, el olor a sangre y a sudor de oso se mezclaba con la fétida peste de aquella reina hedionda; y entonces, el último de los gigantes conectó dos golpes seguidos que ni la adrenalina que bombeaba por mis venas logró mitigar.

Frío. Oscuridad.

"He estado aquí antes."

Concentro todas mis fuerzas en abrir los párpados pero mis ojos ya no son míos para responder.

Soledad. Vacío.

"...como en las cuevas."

"Vuelvo a estar perdido y solo."

Hago un esfuerzo inhumano para recordar

"Fui un druida una vez, pero parece que de eso haga mucho tiempo"

Me aferro a los recuerdos pues siento que se me escurrirán entre los dedos si no logró concentrarme suficiente en ellos.

Veo a un maestro: Vezrack. Amigos: una gnoma sonriendo después de alguna travesura, el arquero enfurruñado inchandose a bayas, y ese familiar olor a ajo que no puedo asociar a otra cosa que al hogar.

Siento como una fuerza tira de mí con un magnetismo insistente.

Se lo que es. Estoy volviendo a la raíz.

Tassae rebuscó y rebuscó, pero salvo papelajos escritos en a saber qué, algo que parecía veneno, un colgante que seguramente debería haber llevado puesto y hierba de Yondala, no llevaba nada que pudiese serles de utilidad. ¡Y eso que era todo un superviviente! A medias.., La gnoma miró sorprendida durante unos instantes la hierba pero agitó la cabeza sin darle importancia. No tenía sentido enfadarse con los muertos y además ella misma había pasado por una fase de vaciar bolsillos ajenos solo por diversión. 

—Nada que pueda ayudarlo ni ayudarnos,— dijo en tono asustado, lo que hacía que parlotease aún de forma más desenfrenada— aunque escamoteó algo de hierba extra a tío Aurelius. Menos mal que no le pilló, que siempre ha sido muy maniático con sus cosas. Como cuando era pequeña y... Bueno, da igual. Y esa no tiene la concha, seguro que se la ha comido, pero no tenemos tiempo de abrirla en canal para comprobarlo.

Lo cierto es que tampoco tenía ganas. Tassae hizo un gesto a Thoras y Ajo para que le ayudasen a levantarlo y meterlo en lo que parecía haberse convertido en una bolsa de contención de amigos muertos.

—Tenemos que ir rápido a algún sitio donde puedan ayudarlo...Thoras, en Aguas Profundas alguien podrá ¿no? Es MUY grande...¡¡Y se lo deben!!

—Yo de religión no sé mucho, lo confieso. Nunca he entendido por qué hay dioses a los que les gusta que les recen por la mañana y otros por las noches y otros a todas horas, aunque supongo que será porque sus padres no les prestaban atención de pequeños y los pobrecillos están faltos de cariño. No sé, si Darumg estuviera aquí se lo podríamos preguntar. ¡Pobre Darumg! Siempre se van los mejores... Bueno y yo también, pero yo he vuelto así que tan bueno no sería.

»¿De qué estábamos hablando? Ah, sí, de los clérigos de Aguas Profundas. Pues la verdad es que hay un montón de templos por allí, o los había cuando yo todavía estaba alistado en la Milicia de la ciudad. Siempre soñé con que algún día sería uno de los famosos jinetes de grifos y patrullaría la ciudad desde el cielo. ¿Quién me iba a decir que terminaría volando sin grifo ni nada?

»Perdón, divago de nuevo. Lo que quiero decir es que tienes toda la razón, Tassae, Aguas Profundas es enorme y tiene de todo. Hasta templos dedicados a todos los dioses que se te ocurran: Cyric, Lazhánder, Mystra, Selûne, Tyr... bueno, yo no me sé más nombres, pero están todos, seguro. Alguno tiene que ser capaz de revivir a Izztyl y estarán deseando hacerlo cuando se enteren de que hemos acabado con la Jefa Guh.

»Deberíamos llevarles una prueba de todos modos. Una oreja, un dedo... ¡ah, ya sé, su cara! Vamos a llevarnos su horrible cara para que nadie tenga dudas.

Y emocionado con la idea de agenciarme este nuevo trofeo, echo mano de mi daga para empezar a cortar la piel colgante y grasienta que rodea su cráneo enorme. A lo mejor puedo encontrar a alguien en Aguas Profundas que haga un estandarte con ella para aterrorizar a otros gigantes de las colinas que se atrevan a acercarse a la ciudad.

Si es que siempre seré el mejor defensor que nunca haya tenido...

- Preguntaremos allí, claro – apuntó Ajo con poco convencimiento. Si hubiera alguien allí capaz de resucitar el viejo Arpista se lo habría dicho cuando necesitaban resucitar a Thoras, ¿verdad? Pero él solo les hablo de la fortaleza de Helm y que allí iba ser muy difícil incluso conseguir que nos dieran la hora, mucho menos una resurrección, menos aún para un drow. Se encogió de hombros. ¿Para que discutir con sus amigos que se empeñaban en obviar que Musgo era un drow y el resto del mundo, salvo ellos, los odiaban por ser unos verdaderos hijos de puta?

Además, si se lo llevábamos a Reidoth seguro que lo curaba de ser drow como había curado a Thoras de ser un semielfo para transformarlo en un dragoncito pequeñito reshulón.

Se volvió a encoger de hombros. Se fue a darle tajos a la oreja de la giganta con la guja. Estaba orgulloso por la matanza que habían hecho y ahora podían curar a Musgo de ser un drow. No entendía porque Tassae y Thoras estaban tristes, pero ellos eran raros, eran así. Como eso de arrancarle la cara. Seguro que la gente civilizada de Aguas Profundas le ponían mala cara. Hasta los Lanzaslargas le pondríamos mala cara a algo así. Miró la cabeza del jefe orco que llevaba clavada en la jabalina que sobresalía por encima de su hombro. Una cosa era cortar cabezas y clavarlas en picas como gente respetable y otra arrancar caras. Eso no estaba bien, no, pero ¿para qué discutir con Thoras? La gente hacía cosas raras cuando lo pasaban mal.

- Yo necesitaré descansar un poco aquí antes de partir y ahí fuera quedan la atalaya y una casa abajo. Quizás haya más cosas. Vosotros diréis si queréis descansar aquí después de revisar eso o si queréis que aprovechemos las horas de luz que nos queden para el camino de regreso y dormir a la fresca. – lo dijo con el tono de quien le es indiferente una cosa u otra, pero el descanso ahora era impepinable. Estaba a un soplido de caerse rendido.

En otra ocasión, la gnoma hubiese detectado el escepticismo de Ajo y hubiese aprovechado que iba a descansar para darle la tabarra hasta convencerle aun sabiendo que no era posible. Pero en aquel momento estaba preocupada y nerviosa. Quería volver cuanto antes a Waterdeep y de hecho, hasta la misión en el norte había desaparecido de su mente. Volvería, por supuesto, pero ahora estaba demasiado frenética como para tenerlo en mente. Con la muerte de Thoras había sentido principalmente rabia, porque había sido totalmente inesperada. En un momento estaba fuera del alcance de su vista y al siguiente muerto aplastado por una piedra. En esta ocasión había sido más cercano... y había estado a punto de ser una doble perdida

—Descansa, yo vigilaré... y cuanto antes vayamos, mejor. No estoy cansada— mintió sin dudar un segundo. Estaba reventada, pero si podían acercarse un poco más, apurar unas horas de viaje no pasaba nada. —En cuanto te encuentres mejor, nos pondremos en marcha

Y efectivamente, Tassae se puso a vigilar, pero no agazapada entre unos arbustos, sino como un ratón con diez hechizos de aceleración combinados, entrando y saliendo de las ventanas, puertas  y mirando por todos los recovecos. Tras un rato, volvió a la habitación. Ajo parecía algo más descansado y seguramente se pusiesen de nuevo en marcha. Como si sirviese de algo, Tassae se puso delante de la bolsa de contención y comenzó a agitar los brazos

—Para volar tienes que mover los brazos como un pájaro, Izztyl, o como un murciélago.—la gnoma paró de mover los brazos y añadió— Pero también tienes que respirar, así que lo dejamos para luego.

Ajo buscó un lugar seco de sangre donde poder atender sus heridas un rato y comenzar a leer el libro ese que le había quitado Tassae a Musgo, el que había tirado sin darle importancia. Era curioso que estuviera en élfico. Hacía mucho que no lo leía. Algunas palabras le parecían raras. Quizás fueran del dialecto élfico de la infraoscuridad. ¿Serían recetas secretas de archidruida? Ajo comenzó a leer mientras descansaba para recuperar fuerzas.

DIARIO DE IZZTYL, 1490DR - 1º día de Otoño

¿Se puede estar más lejos de la infraoscuridad que sobre las nubes? creo que no. Es extraño. A los demás parece no importarles caerse en cualquier momento. Me pregunto cómo han sobrevivido con ese umbral tan bajo del peligro.

DIARIO DE IZZTYL, 1490DR - 7º día de Otoño

Según lo que hemos leído, la poderosa entidad extraplanar con la que Zephyros trata de contactar con sus rituales podría decirme donde encontrar el Oasis de Eldath. Lamentablemente no tengo los conocimientos mágicos suficientes y pedirle ayuda a Tassae en eso implicaría revelar mi verdadero propósito.

Esta noche cuando todos se duerman seguiré estudiando el ritual.

DIARIO DE IZZTYL, 1490DR - 11º día de Otoño

Mis compañeros han hecho un pacto con los arpistas. Ya debería haber reportado a los Zentharim al respecto o robar ese pergamino con acceso a sus portales y enviárselo a mi facción. Cuando me pregunto por qué no lo he hecho, la única respuesta que encuentro es que eso me alejaría irremediablemente de mis compañeros.

No es que ellos me importen, Solo que no quiero volver a pasar por lo que viví durante mi exilio en Norboth.

Si estar solo fue duro en las cavernas, no quiero imaginarlo aquí arriba.

DIARIO DE IZZTYL 1490DR - 16º día de Otoño

Para que algunas raíces lleguen a lo más profundo, otras deben ser podadas. No puede ser casualidad que la parte de la espada que encontramos tenga precisamente esa cualidad mágica. Una de dos: o bien alguna entidad superior nos está manipulando para sus propositos (¿esos gigantes de las nubes que nos pueden observar des de la distancia? ¿un dios?) o bien realmente estamos en medio de una corriente de entropía que nos llama a restaurar el órden natural.

Oigo un mensaje distorsionado en el cambio repentino del tiempo, pero todavía no alcanzo a entender qué dice.

Debo comulgar con los espíritus para tratar de averiguarlo.

DIARIO DE IZZTYL 1490DR - 35º día de Otoño

Como cuatro gusanos llevados por el enorme pajaro a sus polluelos. Estar sentado en el nido del Roc me conecta con el gusano en la calavera. ¿Tiene eso algún sentido?

Mis predicciones no habían contemplado la muerte de ese gigante, ni la del roc, ni la de Weevil. El cuenco de la muerte no estaba completamente vacío. Quizas ese gusano que asomo eramos nosotros. Unos seres insignificantes hambrientos de muerte, apurando los restos de un cascaron vacio.

No podia durar mucho tiempo.

Los huevos habian anunciado un desequilibrio. Un exceso de ganado y fertilidad que debe ser corregido.

sin duda alguna, el futuro depara un conflicto.

El futuro requiere un conflicto.

DIARIO DE IZZTYL 1490DR - 41º día de Otoño

Hoy he sentido miedo. Cuando la roca ha empezado a trepar por mi piel he imaginado una eternidad de cautiverio, sin posibilidad de volver a la raíz y deseando durante décadas o siglos a que alguien me libere o me destruya.

Sin embargo, cuando la piedra ha llegado a la altura de mi pecho, he sentido... calma. Como si las aguas se templaran de repente. El miedo ha desaparecido, y también la rabia y el ansia. Todo se ha vuelto frío y silencioso.

Nunca imaginé que la comunión con la roca iba a ser algo tan plácido.

Hoy entiendo mejor los elementos.

DIARIO DE IZZTYL 1490DR - 43º día de Otoño

¿Por qué me han hecho regresar de la piedra? he vuelto a sentir felicidad al ver las caras de mis compañeros y Tassae me ha abrazado, que asco. Me avergüenzan mis emociones.

No se dan cuenta que todo tiene un precio, y no solo en oro o en los recursos mágicos para hacer venir a Aurelius. La raíz sabe cuando la han engañado y busca nuevas grietas por las que crecer.

Mi vuelta a la carne se ha pagado con la vida de Thöras. Debería alegrarme que sea él quien ha vuelto a la raíz y no yo, pero no es así.

Me avergüenzan mis emociones.

DIARIO DE IZZTYL 1490DR - 52º día de Otoño

Mis compañeros siguen pensando que Reidoth es la solución para hacer volver a Thöras. No se dan cuenta que hemos topado por casualidad con algo mucho más grande. Mi conclave druídico es sobradamente más capaz que ese druida solitario de hacer que el arquero renazca. Lo único que me preocupa es que cuando demos con ellos sea demasiado tarde para Thöras.

¿Qué hace la Raíz Oscura en la superficie? ¿Tendrá que ver con el desequilibrio que están causando los gigantes?

Al final todos los caminos llevan a la raíz y la raíz se abre camino.

Registro el edificio a conciencia buscando supervivientes y, a los pocos trasgoides que encuentro todavía rondando por allí, los espanto si no logro abatirlos antes con mis flechas.

Este no me parece el mejor lugar del mundo para descansar porque temo que algún gigante despistado regrese mientras lo hacemos, pero el pobre Ajo se ha llevado una buena paliza y no llegará muy lejos si no le damos antes un rato para que se recupere. Además, reconozco que a mí también me viene bien para recuperarme de la pedrada y del cubo de basura que me han arrojado.

Entiendo que Tassae y Ajo encuentran a nuestro archidruida tan fascinante que no pueden evitar la tentación de registrar sus pertenencias, pero yo prefiero respetar su intimidad y sus posesiones. En cambio, las de nuestros enemigos me merecen mucho menos respeto y no dudo en llenar la bolsa de contención con cualquier cosa de valor que consigo encontrar. Todo lo que consiga será útil para pagar la resurrección de Izztyl.

Sin embargo, una vez que veo que nos encontramos algo mejor y que aquí no vamos a sacar nada más de provecho, animo a mis compañeros a ponernos nuevamente en camino de regreso a Aguas Profundas. Nos espera un viaje de unas 80 ó 90 millas y cuanto antes nos movamos, antes llegaremos. Ya encontraremos un lugar donde hacer noche mejor que este, donde no acudan orcos y gigantes a rendir pleitería a su descarada reina muerta.

La primera parte del viaje la hicisteis a pie pues no teníais suficientes recursos para volar ya que la hechicera se encontraba bastante extenuada del combate final. Aún así aprovechasteis para alejaros lo máximo posible de la escena pues estabais convencidos que mas gigantes acudirían en algún momento u otro.

Encontrasteis un lugar seguro gracias a las dotes de exploración de Thöras y acampasteis durante la noche sin mayor percance y problema, mas que por vuestros propios pensamientos. El aire era frío, iba a ser un invierno complicado para mucha gente, no cabía duda.

Quizá iba a ser el último invierno para muchos.

Tras unos días de viaje llegasteis a Aguas Profundas.

La cosa seguía igual o peor. La integridad de la ciudad estaba intacta pero los miles de refugiados, desamparados que llegaban en oleadas hasta la ciudad lo convertía todo en caos: la milicia y todos los organismos públicos estaban completamente saturados, los templos abarrotados y todas las posadas por encima de sus posibilidades. Las enfermedades corrían como la pólvora y la ciudad antaño limpia y espectacular se veía fea y desastrosa.

Se hablaba de ataques de los Gigantes de Hielo por mar que tenían a la flota en jaque, varias derrotas de las milicias que habían sido enviadas al exterior y otros percances. La comida escaseaba y la delincuencia subía.

Os podéis hacer la idea.

A nuestro regreso encuentro Aguas Profundas cambiada. No más fea, porque a mis ojos esta siempre será la ciudad más bonita del mundo, pero sí más bulliciosa, más ajetreada, más... viva. ¿A quién no le gustan los atascos en la carretera de circunvalación de la ciudad y tener que abrirse paso a codazos por las avenidas principales? Es la ciudad del Esplendor y de la Libertad, donde las tabernas están siempre abiertas aunque la enfermedad corra a sus anchas por sus calles y los clérigos no den abasto.

Tampoco las defensas me habían sido nunca tan espectaculares como las veo ahora: la muralla del Troll, el Escudo de Melair, las estatuas andantes... Y a esto hay que sumar los competentes lanzadores de conjuros de diversas órdenes, la caballería de grifos, la Milicia, la Guardia de la ciudad... No se me ocurre un lugar más seguro que este en toda la Costa de la Espada. ¡Qué digo la Costa de la Espada, en todo Faerûn!

Me abro camino como puedo entre las calles atestadas tratando de llegar al cuartel general de la Milicia y enseñarles mi más reciente trofeo. Tienen que saber cuanto antes que los gigantes de las colinas han dejado de ser para ellos la amenaza nororiental y centrar sus esfuerzos en la contienda marítima a la que tan poco puedo aportar.

Allí, mire donde mire, veo milicianos con cotas de malla cubierta por tabardos negros con borde dorado y trato de hacerme recibir blandiendo mi insignia para identificarme como uno de ellos a pesar de no vestir su uniforme. Necesito ser recibido por el oficial de mayor graduación que pueda conseguir que me escuche y no dudaré en apelar al nombre del difunto Sildar Hallwinter si eso me ayuda a abrir algunas puertas y llegar hasta algunos oídos.

Ajo acompañaba a Thöras. Con el tiempo se había acostumbrado a las grandes ciudades, aunque no dejaran de hacerle sentir incómodo. Su sitio estaba en la naturaleza, en el camino buscando comida de manera honrada o siguiendo el rastro de algún orco o goblin para darles caza. A las ciudades iba para estancias cortas. Comprar, vender, cobrar alguna recompensa, buscar un nuevo trabajo y cogerse una buena cogorza. Ahora no era muy distinto, solo que Thöras sabía moverse con desenvoltura en la ciudad que era la suya. Parecía tener muy claro que la prioridad era presentar el trofeo. Quizás eso nos ayudase a que nos recomendaran para un clérigo que resucitara a Musgo, aunque yo preferiría un druida como Reidoth que pudiera curarle lo de ser Drow. Sería mucho más útil.

En fin, de momento tocaba hacer de guardaespaldas de Thöras para que impresionase más.

Tras dar muchas vueltas y tener que tirar de hilos así como demostraciones de trofeos algo escatológicas os dieron permiso para acceder al palacio y reuniros con la Comandante de los Magos de la Milicia Thyriellentha Snome.

Al parecer el resto de altos cargos parecían estar muy ocupados o directamente "en el campo". Aún así os dieron una audiencia rápida y extraordinaria de 5 minutos.

Era una mujer humana adulta de unos 50 años. Os recibió en un gran despacho en la planta baja del palacio y al entrar visteis como un ante-salón se había convertido en una gran sala de espera donde había todo tipo de personas esperando su audiencia igual que vosotros.

Al entrar se bajó las lentes que usaba para leer para miraros y luego cotejó con su diario de visitas para validar vuestra presencia.

— Caballeros, les puedo atender unos pocos minutos antes de que tenga que reunirme con la siguiente familia.

Tras esto se puso a leer y parafraseó lo que tenía escrito en su libro.

— Me han avisado que traen noticias acerca de la presencia de los Gigantes de las Colinas y si no leo mal... que han acabado con su líder.

Hizo un ademán cuando intentasteis sacar la cabeza para que os lo ahorraseis. — Aquí tenemos maneras mas... delicadas de validar ese tipo de afirmaciones, no se preocupen. Ya me he encargado de validar vuestra veracidad. Además, tras vuestro paso por Loudwater no dudo que lo que dicen es cierto. El palacio me da la capacidad de otorgaros una recompensa de 500 monedas de oro de manera excepcional por vuestros servicios. Algo completamente inusual en los tiempos que estamos viviendo, pero agradecemos encarecidamente su ayuda.

Tras conversar un par de minutos con vosotros donde le contasteis los detalles y vuestra petición acerca de los clérigos y la resurrección de Izztyl.