Partida Rol por web

Por primera vez en mucho tiempo visteis a Aurelius realmente concentrado, la teletransportación era poderosa y conllevaba ciertos riesgos. El Norte no estaba como para equivocarse de lugar de aterrizaje.

Su piel empezó a brillar en un tono metálico y sus ojos de iluminaron. De las palmas de su mano empezó a salir una luz azulada que lo envolvió todo. Lo último que escuchasteis fue:

— Ah sí, recuerdo un sitio..

Sentisteis de nuevo aquella sensación, pero esta vez fue un poco mas bestia y fuerte. Cuando exhalasteis de nuevo, os encontrabais en un lugar completamente diferente. La mejor manera de describirlo era una mezcla perfecta entre una biblioteca y un templo.

Aparecisteis ahí en medio y varias personas se acercaron a ver que estaba pasando. Muchos de ellos vestían túnicas parecidas y miraban entre una mezcla de curiosidad y miedo.

Uno de ellos que parecía de un rango superior se acercó a vosotros. Se presentó como Ormus un alto sacerdote de Oghma el Señor del Conocimiento. Aurelius lo apartó un momento y le explicó algunas cosas, de mientras unos cuantos sacerdotes se acercaron para atender a los enanos heridos que enseguida se los llevaron a un lugar mejor.

Al poco rato se acercan ambos y os comentan que empezarán con el ritual para traer de vuelta a Izztyl, que ha conseguido un buen precio de 300 monedas de oro que cubre los componentes, a cambio de algo que les dará al templo aunque no os revela exactamente el trueque.

Aurelius se encargará de que al volver a su forma nadie sepa que Izztyl es un drow.

—No fue una criatura, fue un charco. ¿Y por qué no usaste una red para trasladar la estatua? Tienes que llevar siempre una, tío, que pueden ser muy útiles. O una bolsa tan chula como la que compramos a Ajo. Aunque bueno, si accidentalmente te la tragases podría ser una digestión muy rara.

Desde pequeña, Tassae había querido irse de aventuras con su tío, que era el gnomo más alucinante de toda su familia, y ahora que hablaban de que se uniese a ellos, la joven gnoma no pudo evitar emocionarse. Aunque sabiendo lo que era realmente el dragón cobrizo, dudaba que pudiese acompañarlos. En todo caso asintió a las palabras de Ajo

—La emperatriz esa se llama Cállate Lítica, aunque creo que prefiere que la llamen Kayalitica— explicó la gnoma asintiendo vigorosamente. Quizás había oído hablar de ella, al fin y al cabo les había pedido que investigasen a los gigantes— Ha sido todo muy interesante desde que nos encontramos. Nada más separarnos nos subimos al castillo de un gigante de las nubes, Zephiros. Al parecer nos recogió porque nos perseguía "tu amiguita". Ha sido interesante conocerlo y he podido leer muchos libros en su idioma. No lo leía desde que te olvidaste esos papelajos en casa hace la tira de años.

No tardaron en aclarar con Aurelius temas menores, como la teleportación a un lugar seguro. Aquel poder a ojos de la gnoma era extraordinario. Y pensar que ella se sentía orgullosíima de sus bolas de ácido o fuego y de hacer que Ajo y Thoras fuesen aún más destructivos de lo habitual. Tenía mucho que aprender. Había sido increíble. Un segundo y ¡pum! Ya estaban en un sitio donde podían curar a Izztyl. ¡Y encima se encargaría de que no descubriesen que era un drow! Lo cierto era que Tassae quería saber cual había sido el trato, pero también sabía cuando no podía conseguir algo y, al menos en aquel momento, Aurelius no se lo iba a decir. Pero lo descubriría tarde o temprano. Vaya que sí.

—¿Tardará mucho en despetrificarse?—  preguntó mientras observaba los extraños preparativos. No pensaba irse hasta ver como lo hacían— Si quieres podemos ir a tomar algo como dijiste. Aunque no sé donde estamos seguro que tú conoces una buena taberna, ¿eh?

Estaba preparado para ver al gnomo senil transformarse en un magnífico dragón broncíneo que nos sacaría volando de estas montañas, pero en su lugar lo que ocurre es que el paisaje se desdibuja y aparecemos en una especie de biblioteca.

A punto estoy de vomitar entre dos estanterías, pero consigo controlar las arcadas a duras penas a fuerza de darle pequeños tragos de vino a la vasija encantada para quitarme el mal sabor de boca. No pretendo faltar al respeto ni nada por el estilo al culto local, pero estos viajes tan bruscos no son para gente delicada como yo. Además, ver tantos libros solo empeora mi dolor de cabeza y el malestar estomacal al pensar en la cantidad de gente ociosa que habrá malgastado su vida transcribiéndolos para traer aquí una copia.

Me alegro de que sea el viejo Aurelius quien se ocupe de negociar con los sacerdotes y de que estos se lleven a la pareja de malheridos enanos para atenderlos. Haber conseguido salvarles la vida en una situación tan complicada es para mí la mayor de las recompensas y me siento agradecido de que no nos cobren a nosotros esta atención sanitaria.

Por supuesto, la que requiere Izztyl me apresuro a pagarla. No puedo dejar de imaginarme en lo traumático que tiene que ser para mi nuestro drow estar atrapado ahí dentro, en ese sarcófago de piedra que le envuelve.

—Tienen que darse prisa, por favor —les pido a los cultistas—. El pobre lleva atrapado un buen rato y me da miedo que se le acabe el aire ahí dentro.

La verdad es que ahora que ya no tengo la adrenalina del combate recorriéndome el cuerpo, empiezo a acusar la pedrada que me dio uno de los gigantes y lo único que quiero es buscar una cama en la que echar una buena siesta mientras la gente competente de este lugar se ocupa de Izztyl.

- Lavin, Aurelius, si podíais teletransportarnos, ¿por qué no lo hicimos la primera vez cuando fuimos a por los dragones azules en vez de volar? – le preguntó Ajo cuando recuperó el resuello. Era más duda y curiosidad que reproche, aunque había un poco de lo último también.

- Muy buen precio, Aurelius – le agradeció Ajo, él si que sabía negociar – Yo iré a descansar y recuperarme de mis heridas y luego a ver si encuentro alguien a quien trocar mi hacha por una buena guja mágica.

Miró a los demás.

- Deberíamos pensar en reponer pociones de curación y ver si alguien vende pociones para convertir la piedra en carne. Si nos vuelve a pasar algo similar no podremos llamar a Aurelius otra vez…

—Hombre Ajo, no estaba en su mejor momento precisamente— respondió Tassae sentándose en el suelo. Si ahora mismo ella tuviese que hacer algo más complicado que atarse los cordones, seguramente se echaría una siestecita— Recuerda como estaba de débil. Para concentrarte hace falta unos mínimos. Hablando de eso, todo va perfecto ahora, ¿no?

Tassae asintió al resto de lo que decía el bárbaro. Le parecía estupendo comprar pociones, les hacía falta. Y si podía hacer que su guja fuese mágica, pues aún mejor. En cuanto a lo de descansar... la gnoma tenía infinita curiosidad sobre como sería el hechizo. Y no pensaba perdérselo.

—Uff si hubiese una poción para esto sería fantástico. Ojalá Izztyl supiese hacer este tipo de cosas. Sabe curarnos, sería genial si pudiese hacerlo

Tras la donación que pedían en el templo fue cuestión de una media hora que reunieron lo necesario para realizar el ritual. Alto Sacerdote Ormus se encargó de todo junto con Aurelius que creó una ilusión encima de Izztyl para darle forma de elfo de la superficie. Nadie se dio cuenta del cambiazo.

Durante el resto del día os dedicasteis a hacer recados y buscar un buen sitio para descansar. A la mañana siguiente partiríais de nuevo hacía el Cañón de la Piedra Muerta, que a estas alturas ya se habrían dado cuenta de la intrusión.

Miró a Ajo con expresión confundida.

— ¿Qué gracia tiene teletransportarse? Si no se viaja a los sitios, no se puede admirar la belleza de las tierras, conocer extrañas criaturas de los cielos y vivir nuevas experiencias ¿entiendes Ajo?

Soltó una risotada.

No sentía la necesidad de explicarles que toda esa zona era territorio de La Muerte del Desierto, Iymrith la dragona mas poderosa de Faerûn sin contar a Klauth. Qué sabían ellos de los dragones, de su sentido de la permanencia, territorialidad y las rencillas que tenían entre ellos. Que la guarida de sus preciados hijos, igual que la suya, estaba protegida por distintos conjuros y uno no sabía si teleportarse ahí podía acabar de una manera terrible.

Le sonrío.

Escuchó atentamente todas las historias de Tassae y las complemento con alguna de las suyas. Parecían dos lunáticos hablando y seguramente parte de lo que decían era exageración una visión algo distorsionada de la realidad, pero ellos se entendían.

— Estoy intentando resolver o al menos contener a la Condesa Sansuri, somos viejos.. conocidos. No puedo interferir demasiado en vuestros asuntos y por lo tanto me será imposible revelar mi verdadera identidad. Os acompañaré hasta ahí y os ayudaré en cuanto pueda pero deberéis resolver ese asunto vosotros mismos. En pocas lunas me reuniré con ella a Lyn Armaal. Estoy seguro que llegaremos a un acuerdo para que se calmen al menos por un tiempo.

Se encogió de hombros sin darle mucha importancia.

— ¿Zephyros? Creo que conozco a ese chiflado, coincidimos alguna vez, era uno de los magos de la corte de Sansuri hace años pero le perdí la pista. Estaba obsesionado con Annam El-Padre-De-Todos-Los-Gigantes y el oráculo ese... Me alegro que siga vivo.

Comió algo y se fue a dormir a la posada o al lugar donde os quisierais alojar.

—¡¡Izztyl!!— La gnoma saltó para dar un abrazo al "elfo", que o bien tenía que estar confuso por haber visto todo lo que había ocurrido, o bien tenía que estar por aparecer en un sitio como aquel. Astutamente, y aunque el abrazo era sentido, aprovechó el gesto para evitar que dijese alguna tontería que le desvelase como drow o algo de lo que se pudiese arrepentir— Tío Aurelius te ha traído aquí para curarte.

- En eso llevas razón – aceptó Ajo la explicación de Aurelius de porque era mejor viajar que teletransportarse, pero ignorando a Tassae – Está bien eso de la Condesa, sí. – asintió – Nosotros también queremos buscar luego el templo de Annam y la oráculo, a ver si pueden ayudar con todo este lío, pero solo sabemos que está en la Espina del Mundo y es un poquitito grande para ponernos a buscar cueva por cueva a ver dónde está el templo. No es como si tuviéramos un mapa donde pone la localización exacta o un sospechoso recuadro negro tapándolo, ¿sabe? – siguió a lo suyo – Pensamos que quizás los gigantes de piedra aquí supieran algo y podríamos sacárselo a base de ostias. – se encogió de hombros – Aunque si usted sabe algo de eso nos ayudaría. Si no, después de aquí imagino que nos iremos a matar unos cuantos gigantes de las colinas, a ver si ello saben algo, pero dicen que son los tontos dentro de los gigantes, así que no se yo si sabrán mucho de templos… Espero que los de piedra tengan alguna pista para buscar el templo ese. Que verás que divertido va a ser viajar por la Espina del Mundo en pleno invierno… - con un tono sarcástico que indicaba que no le hacía ni puta gracia la idea.

El frío se desvanece, empezando por la punta de mis dedos y rápidamente devolviendo la sensibilidad al resto de extremidades. Sentir el tacto áspero de la ropa sobre la piel era extrañamente agradable y antes de que pueda enfocar con la mirada, alguien se lanza sobre mí.

Mi primer impulso es agarrar la daga, pero ese alguien que me apresa suena como Tassae. La maraña de pelos debajo mío son del color de los de Tassae y olisqueando como un animal ....efectivamente huele como Tassae.

No cojo mi arma, pero miro a un lado y otro con desconfianza.

- El viejo... ¿qué hace él aquí? ¿Cu-rarme?

"mierda, volvemos a estar en la torre de los arpistas" pienso al ver las estanterías de libros y las túnicas.

- Los guarida de los gigantes. Por un momento pensé que me convertía en uno de ellos y...  

¿habéis acabado con su reina?

Veo a Ajo y Aurelius en la sala y busco al que me falta.

- ¿Han matado a Thöras?

Tassae se descolgó del drow, que seguía tan rígido como cuando era una estatua, aunque con mejor color y respondió a Ajo.

—Bueno, tan a ciegas no vamos, pero también es verdad que si logramos fastidiar los planes de la Emperatriz esa, podemos ir más tranquilos al norte, que los capullos de piedra son los que están ahora destrozando ciudades. Además, querías esa espada, que te reconozco que nos vendrá muy bien antes de ir a La Espina. 

Después se giró hacia el Izztyl, que parecía genuinamente preocupado por su compañero semielfo. Para que luego Ajo creyese que era un mal tipo.

—No, tranquilo. Thöras está bien, solo tiene unos rasguños, pero pesabas más que un gigante gordo, no veas lo que nos costó sacarte de la cueva... y tuvimos que llamar a mi tío con esa cosa-de-un-solo-uso que nos dio, ¿recuerdas?. El viajecito le ha mareado y ha preferido ir a dormir, que mañana hay que volver a terminar lo que empezamos. Ajo es el que se ha llevado la mayor parte de los golpes, como siempre. Después de que te transformaras, él solo estuvo aguantando los golpes de los gigantes.— explicó señalando al gruñón de su amigo. Tanto él como ella tenían el aspecto de haberse visto envueltos en un desprendimiento de rocas, llenos de polvo y magulladuras, pero no parecían estar muy afectados por ello. Al menos la gnoma, que seguía tan hiperactiva como siempre— Pero eso, que hay que descansar. Que aún tenemos que volver a por Cállate Lítica y nos convendría comprar alguna poción y cosas así.

- Venga, tenemos que buscar un sitio para escondernos y poder descansar un poco a curarnos estas heridas. Hemos matado a varios de estos gigantes que estaban esperándonos, pero no sé cuantos más quedarán ahí dentro. – les animó a sus compañeros a moverse y no quedarse simplemente ahí en medio esperando a que vinieran más gigantes.

Si hubiese sido más rápida lanzando el maldito hechizo...

—Todos.— Tassae sentada en el suelo, con la cabeza apoyada en las rodillas, desanimada, más incluso que cuando habían visto morir a Darumg. Al fin y al cabo, tras caer el enano habían podido enterrarlo y despedirse de él. Con Thöras, ni eso. Miró con tristeza la bolsa de contención, donde por algún motivo, Ajo había metido a su hermano de batalla— Son más, más fuertes, están más preparados, tienen mejores defensas, conocen el territorio. Son invencibles.

La gnoma levantó la cabeza, con los ojos enrojecidos, pero también llenos de ira y añadió

—Y os juro que no va a quedar de ellos ni los huesos. 

Aurelius parecía triste.

— Lo siento de verdad por vuestro amigo no puedo hacer nada para ayudaros, hay algunos clérigos que son capaces de devolverlos a la vida si han pasado pocos minutos, pero no creo que tengamos esa suerte. Una resurrección completa es.. algo complicado es algo que pocos altos sacerdotes pueden hacer, yo.. no conozco a nadie que pueda asistiros con ello.

Pegó un par de caladas a su pipa.

— ¿Queréis seguir y vengas a vuestro amigo o preferís retiraros? A mi no me queda mucho tiempo, pero os puedo echar una mano si queréis seguir.

Dice señalando hacia las profundidades de la grieta.

- No, no lo son. Invencibles digo. – le contestó Ajo – Vamos, retrocedamos un poco y escondámonos para descansar un poco. – inició la marcha.

Edit:

- Seguiremos, seguiremos, viejo, pero antes debemos curar un poco nuestras heridas o caeré en apenas un par de golpes de esos gigantes.

Cuando hubieron encontrado un escondite adecuado entre las ramas derribadas del nido del roc, volvió a hablar con sus compañeros mientras se curaba las heridas.

- Mataremos a esa emperatriz. Con su tesoro podremos pagar a un clérigo que devuelva la vida a Thöras. O a un druida. Creo que también pueden hacer algo así. – comentó tranquilamente – Pero ahora debemos tener más cuidado. Si seguimos como hasta ahora acabaran haciéndonos papilla. Ya hemos matado a 10 gigantes de esos entre ayer y hoy. ¿Cuántos más pueden quedar? – se preguntó – No sé si quedaran gigantes rebeldes por ahí vivos. El gigante moribundo que encontramos dijo que la emperatriz había matado a todos los que se le oponían, pero alguno habrá sobrevivido. Lo difícil será encontrarlos si los otros gigantes no lo han conseguido y luego convencerlos para que se nos unan contra la emperatriz… Deberíamos intentar avanzar más discretamente. Quizás Musgo pueda usar su magia esa…

Os retiráis a un lugar seguro a las afueras del Cañón para descansar durante un rato. No perdíais de vista la entrada pero no parecía haber cambio alguno. 

Habíais hecho ruido en la batalla, pero el lugar era muy grande y entre el río y el viento que aullaba en aquel cañón no teníais claro que el resto de integrantes os hubieran escuchada... si es que quedaban integrantes.

—Sí, quédate un poco más, por favor...

Ni siquiera el haber recuperado al drow y estar con su tío conseguía animar a la gnoma del todo. Caminó en silencio hasta el lugar que les mostró Ajo para descansar y se sentó. Había prometido arrasar con todos, pero quizás no era la mejor opción. Ahora que la ira comenzaba a asentarse, podía pensar con mayor claridad. Deprisa, comenzó a hacer unos pequeños dibujos en la tierra con anotaciones extrañas a su alrededor antes de girarse y comenzar a rebuscar en su bolsa, sacando con cuidado el dragón de juguete, pergaminos pociones, la hierba de Yondala, algo que parecía un nuevo proyecto y un montón de trastos más.  Por primera vez en su vida, la vieron seria y concentrada; ni siquiera cuando trabajaba en sus proyectos parecía tener tal concentración, pues usualmente parloteaba sin parar. Ahora, lo que normalmente sería un alivio, casi daba miedo.

—Toma— dijo a Izztyl entregándole su varita de lanzar telas de araña, momentos antes de ponerse un extraño colgante que había comprado. No había querido usarlo antes, porque no se sentía tan desprotegida, pero las cosas eran diferentes ahora. Ahora necesitaba estar protegida al máximo para proteger a sus compañeros. 

—Tienes razón— dijo finalmente a Ajo—. Lo hemos hecho mal, pero podemos hacerlo bien. Vamos a hacerlo bien para salvar a Thöras. No dejamos atrás a nadie. Tengo un plan

»Lo primero de todo, tenemos que avanzar en silencio. Izztyl nos puede ayudar con eso. Tenemos que tener mucho cuidado de que no nos descubran y sobre todo, de ver lo que nos espera delante. Sabemos que nos esperan, así que tenemos que tener cuidado no solo con que estén escondidos, sino con las trampas. No creo que puedan almacenarlo, pero imaginaos un caldero de barro petrificador cayendo sobre nosotros. Si eso pasase...— Tassae se estremeció pensando en lo desagradable que tenía que ser convertirse en piedra... o que se convirtiesen Ajo o Izztyl. Sorprendentemente, hablaba despacio. La diminuta parte de su cerebro que le permitía ponerse seria estaba trabajando al máximo de su capacidad.— No nos lo podemos permitir. Hay que estar atento a todo. Intentaremos evitar todos los combates posibles... y si vemos algún gigante herido, o uno que no esté en actitud hostil... bueno. Hablaré con él. No tengo porqué descubrirme, puedo hablarle directamente a la cabeza, así que no sabrá donde estoy. Si veo que no funciona, intentaré confundirle para que crea que estoy en otro sitio, que soy un espíritu o algo.  También haré que me digan donde están los prisioneros o cosas de Kayalithica.

Tassae borró las notas con el pie, antes de continuar.

—Si hay que combatir, os daré lo mejor que pueda, pero os adelanto que no creo que pueda ser mucho. Izztyl, invoca muchos animales y estate atento por si tienes que volver a forma humana para que Ajo no caiga. Y si tenemos que gastar las pociones para haceros más grandes, más fuertes, para curarnos o fumarnos la hierba que nos dio Aurelius, hay que hacerlo. No estamos en situación de ahorrar recursos. Insisto en lo de movernos en silencio, evitando luchar, aunque tenga ganas de... Si hacemos mucho ruido y hay vigilantes arriba bastará con un desprendimiento para acabar con todo. Aunque si eso ocurre, creo que aún podría "daros vidilla" una vez más Estoy demasiado cansada como para hacerlo más de una vez hoy, así que espero que no haga falta. Lo necesitaréis en combate... y no tengo tanto poder. Ojalá pudiésemos descansar de verdad antes de encontrarnos con esa loca o seré tan útil como una regadera debajo del agua.

Dicho esto Tassae se volvió a sentar, dedicándose a activar la perla para conseguir un poco más de energía mágica para aquel terrible día.

Thöras volvía a la raíz y un frío distinto al de convertirse en piedra se instalaba ahora en mi piel. Habíamos salido victoriosos del combate, pero era evidente que el ambiente había cambiado, quizás tomando un rumbo distinto en adelante.

La siempre relajada Tassae ahora pedía venganza entre dientes, demasiado seria. Ajo parecía preocuparse más de animar al resto que de las posesiones materiales o de registrar los cadáveres de los gigantes. Y el viejo dragón Aureulius nos miraba con lástima, más entristecido que cuando su propia vida estaba en riesgo.

Cogí la varita y las botas que me daba Tassae con desgana. Las sabría utilizar, pero antes había que despedir el alma del guerrero y sus posesiones me servirían para tal efecto.

Coloco las botas frente a mí y busco un puñado de tierra cerca del lugar donde nos hemos resguardado. Escarbo con mis uñas negras. Me corto y mezclo la tierra con la sangre siguiendo unos repetitivos patrones.

- L'elamshin d'lil Ilythiiri zhah ulu har'luth jal

- L'elamshin d'lil Ilythiiri zhah ulu har'luth jal

- L'elamshin d'lil Ilythiiri zhah ulu har'luth jal

Cuando termino el ritual de despedida, me vuelvo a levantar hacia mis compañeros y asiento a su plan.

Mis dientes se aprietan con fuerza y mis ojos negros brillan fijos en el fondo del cañón. Sería fácil adivinar ahora mis pensamientos.

- Silenciosos como arañas.