Partida Rol por web

Olya... No hay antídoto. CJ no puede hacer nada por Elaine... La única solución es meter a los afectados en las cámaras de criogenización, para dar tiempo a que encontrar un remedio... Pero para eso el tren tiene que continuar

Con un sollozo, me dejo caer sobre el pecho de mi padre, aferrándome a sus ropas como si así pudiera mantenerle con vida, conmigo. 

No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo. ¿Cómo podía estar mi padre de acuerdo con todo esto? ¿Cómo podía verme por esas cámaras pasando hambre, pasando frío... y comparar nuestras vidas a las del resto, y aceptar?

Mis lágrimas caen sin cesar sobre el jersey polvoriento y viejo de ese maquinista que, al final de su vida, ha resultado ser un completo misterio para mí.

-Papa... -murmuro.

El tren debe continuar. Los de Tercera hemos tomado la cabeza, así que es nuestro. El tren debe continuar bajo nuestras normas, y quien no desee seguirlas, que se enfrente al frío exterior. Puede que sea posible la vida en la tierra ahora, pero no debe ser tan agradable como esas... esas balsas de agua caliente de Primera. No será tan agradable como esa comida tan elaborada y sabrosa. Ahora hay una manera de acabar con los indeseados sin condenarles a la muerte; sólo les condenaríamos a la misma vida que nos han hecho vivir a cientos de inocentes durante décadas.

Me incorporo lentamente, limpiándome el rostro con la manga, y sin mirar al muchacho junto a mí, expreso con voz serena:

-Llevémoslo a criogenizar. Podrá explicarnos todo lo sucedido cuando se recupere. 

Deshaciendo con cuidado el abrazo a mi padre, para evitar perturbarle, me pongo en pie.

-De CJ me encargo yo.

Y no va a haber tren suficientemente largo, ni John suficientemente fuerte como para pararme.

-Y después volveré para hacerme cargo de la Máquina -por fin, dirijo una mirada al muchacho, frunciendo el ceño-, ¿Rhazes está muerto por fin?

El tiempo pasaba demasiado despacio.

Quizá era así como el señor Dmitry veía las cosas. O como quería que fuera, pues después del encuentro con su hija, después de tanto tiempo, en la cabeza del anciano maquinista se preguntaba a si mismo si lo del veneno había sido buena idea. ¿Un día mas... o dos?

Lo hecho, hecho estaba.

La voz de Olya sonaba muy lejana, al igual que la de Kaidan. A penas conseguía poner en orden sus pensamientos.

- ¿El final?- Intentaba recordar pero no tenia las ideas claras.- Nunca ha habido final... coff cofff-  Cada vez estaba mas débil hasta el punto que la consciencia iba y venia por momentos. -Paramos el tren...coff... Murieron cientos durante la primera hora. Gilliam perdió las piernas por al gangrena. Hellen (la madre Elaine) la vista... Marko, la razón, al parecer. El joven Rhazes tiró de mi para... salvarme. Entonces lo supimos: El frio... nunca acabará, hija mía. -

Una tos deja que su últimos minutos de vida, recobre el sentido parcialmente para abrir los ojos lentamente y encontrarse con los de Olya.

-Rhazes ha sido el que ha velado por el bienestar del tren... siempre. Puede que parezca un cabrón pero se enfrentó a...Coff... otros como Marko. Ellos querían haber matado a todos los de 3ª. Rhazes se lo impidió....coff coff... Rhazes solo es el cabeza de turco que todo el mundo necesita...-

El anciano nota como la vida se le escapa. Sonríe sin aire dentro de sus pulmones, pero eso ya no le importa.

- Hasta que...volvamos... a vernos...mi niña.- dice en sus últimas palabras ladeando la cabeza y dejando de respirar...para siempre.

¿El final? Nunca ha habido final... coff cofff Paramos el tren...coff... Murieron cientos durante la primera hora. Gilliam perdió las piernas por al gangrena. Hellen (la madre Elaine) la vista... Marko, la razón, al parecer. El joven Rhazes tiró de mi para... salvarme. Entonces lo supimos: El frio... nunca acabará, hija mía. 

Miro hacia Kaidan, frunciendo el ceño.

-¿De qué está hablando...? -murmuro, con un hilo de voz.

Sin embargo, antes de que pueda pedir ayuda a alguien para poder trasladarle, siento que las fuerzas de mi padre desaparecen, por lo que me apresuro a arrodillarme de nuevo junto a él. No, no, no. Todavía no. Por favor, todavía no. Dame más tiempo, sólo un poco más de tiempo...

 Rhazes ha sido el que ha velado por el bienestar del tren... siempre. Puede que parezca un cabrón pero se enfrentó a...Coff... otros como Marko. Ellos querían haber matado a todos los de 3ª. Rhazes se lo impidió....coff coff... Rhazes solo es el cabeza de turco que todo el mundo necesita...-

-No hables, papa -gimo, angustiada, tratando de levantarle sin tocarle. Tratando de mantenerle con vida. No sé qué hacer. No sé... no sé qué hacer.

Pero es evidente que no sabe lo que dice. Es evidente que no está en sus cabales. Nunca aceptaría una barbaridad como la de las vírgenes. Nunca aceptaría que me pasara algo así. 

-Papa, aguanta, por favor -apenas me atrevo a tocarle. Temo que moverle sea el tiro de gracia que le acabe empujando al más allá, así que simplemente apoyo con suavidad las manos sobre su pecho-. Por favor, tengo que contarte...

  Hasta que...volvamos... a vernos...mi niña.

-No -mi padre sonríe, y esa misma sonrisa se congela en su expresión, en el rictus de un muñeco sin vida-. No. No por favor. Por favor...

No puede ser. No entiendo nada de lo que ha sucedido. ¿Por qué no me ha esperado? ¿Por qué estaba aquí, aliado con Gilliam y con Rhazes? ¿Por qué ha defendido a Rhazes? ¿Por qué... por qué todo?

-¡No, por favor! -Exclamo, apoyando la frente contra la suya. Todavía está caliente, así que rodeo sus hombros con mi brazo sano, apretándole contra mí. No puedo creer que después de tantos años haya llegado tarde. Si no me hubiese entretenido en discutir con Alan, si no me hubiese entretenido en tratar de razonar con Rhazes podría haber tenido unos minutos más con él. Podría haber hecho tanto para llegar antes...- Papa...

El dolor es indescriptible. Ni siquiera me acuerdo de la herida en mi brazo, mientras trato de retener el cuerpo sin vida de mi padre junto a mí. Tenía tantas cosas de las que hablarle, tantas cosas que preguntarle. Quería que formara parte de mi vida. Me lo arrebataron hace tanto tiempo, y apenas he tenido tiempo para despedirme. No, ni siquiera me he despedido. Ni siquiera he podido decirle que le quiero...

-Kaidan... -sollozo, alzando la vista de mis ojos vidriosos para buscar a mi compañero- estoy embarazada.

La mala noticia provocó un nuevo ataque de llanto en Olya, pero era mejor decirle la verdad. Pero no tardó en levantarse de nuevo, tan llena de resolución como siempre, a pesar de todo. Dispuesta a llevarselo todo por delante y a salvar a su padre costara lo que costara. Pero para el señor Lébedev, ya era demasiado tarde.

- N... - empezó a responder a su primera pregunta. Se interrumpió cuando vio que el viejo maquinista estaba diciéndoles sus últimas palabras. Hablaba entre toses y más ido que allí con ellos, pero aun así pudo retirar el velo que tenían en sus ojos y acabar con la última mentira del tren. El causante de que todo se hubiera ido a la mierda en un primer lugar, el que había condenado a la humanidad a aquella maltrecha existencia, les había engañado. Fuera no hacía menos frío. No tenían opción alguna, y solo les había dicho aquello para salvar su cuello en ese momento.

Sabía que, si hacía lo que tenía pensando, el resultado sería el mismo, pero Kaidan tuvo claro que haría una última cosa antes de mandarlo todo a tomar por culo.

Iba a matar a Roger.

De nuevo, se mantuvo en silencio, escuchando sin más. No se creyó aquello de las bondades de Rhazes. Puede que en los primeros tiempos hubiera sido así, pero, desde que tenía memoria, el Rhazes que conocía era muy diferente del que describía el maquinista. Aquél cabrón había acabado disfrutando de lo que hacía.

Finalmente, Dmitry Lévedev expiró su último aliento, entre los gritos de Olya, incapaz de hacer nada por impedir la muerte de su padre. La observó llorarlo, sin saber muy bien qué hacer, o si con hacer algo interrumpiría algo que no era suyo. Al final, solo extendió el brazo y le dio un leve apretón en el hombro sano, para que notara que estaba allí con ella. Se giró poco después, con una nueva sorpresa.

- Kaidan... estoy embarazada.

Al principio se mostró perplejo, pero luego recordó el momento en el vagón de las piscinas, en el que Olya se había cubierto el vientre con aquél trapo blanco después de caer al agua. Así que se debía a aquello... Giró la cabeza, y encontró el abrigo de Alan tirado a un lado.* En su bolsillo, la carga de Kronol que habían acordado utilizar para volar la puerta del tren y forzar su detención. Ahora aquél gesto no les daría una nueva oportunidad, solo serviría para que todo acabara por fin. Algo que, vividos aquellos últimos momentos y descubierto hasta donde llegaba realmente el alcance de todo, tenía pensado hacer de todas maneras.

Pero aquellas tres palabras bastaron. Si antes había estado decidido a detener de una vez por todas aquél ciclo de muerte y sufrimiento, aquellas tres palabras, y lo que implicaban, fueron suficientes para que ahora pasara a pensar todo lo contrario. Aunque fuera lo último que hiciera en su vida, iba a asegurarse de que el tren siguiera su marcha. De que Olya y aquello que llevaba en su vientre tuvieran un futuro.

No había nada que pudiera decir ahora mismo que aliviara la situación, de modo que dejó que fueran los gestos los que le hicieran saber a Olya que podía contar con él. De modo que la abrazó hasta que se le pasara el sofoco. Y que se fuera todo el tren a hacer puñetas si no podían permitirse siquiera un momento para llorar a los suyos.

- Olya... - dijo al cabo de poco - hay que volver atrás. Tenemos que contárselo al resto.

Dejo que los brazos de Kaidan me acunen mientras descargo todas mis lágrimas y todo mi dolor sobre su pecho. Los minutos pasan lentamente, mientras mis aullidos de agonía se convierten en gemidos, y estos en sollozos quedos, que van deshaciéndose en mi garganta conforme las lágrimas dejan de fluir.

Es todo tan injusto. La muerte de mi padre, el sistema que me ha obligado a vivir sin él todo este tiempo, el camino que hemos recorrido hasta aquí, y las personas que hemos perdido por culpa de tres personas que decidieron aislar a un porcentaje de la población en un zulo mugriento hasta que muriesen. 
Siempre he creído que gracias a mi padre había conseguido tener más conocimientos que el resto de ciudadanos de Tercera. Pero ahora... ahora me siento absurda. No comprendo nada de lo que ha ocurrido. No comprendo por qué Roger nos convenció de que era posible vivir fuera, si hace relativamente poco tiempo que trataron de hacerlo y se convirtió en una masacre. No comprendo por qué murió Gilliam para iniciar una revuelta, si todo va a terminar siendo como antes. No entiendo por qué mi padre decidió suicidarse.

Estoy triste, confusa y furiosa. Y eso tiene que solucionarse.

- Olya... hay que volver atrás. Tenemos que contárselo al resto.

Me separo de él lentamente, limpiándome las mejillas y la nariz con el antebrazo, y asintiendo con la cabeza.

-Tenemos que decirles que no se puede vivir fuera. Y tenemos que averiguar qué es lo que sabe CJ -me pongo en pie lentamente, llevándome una mano a la venda que me recubre el hombro. Al menos ha dejado de sangrar-. ¿Están todos bien? 

Roger quería partirle la cara a ese idiota de Kaidan.

¿Que no hizo nada por Ha en la sala de criogenización? Habia bichos por todos lados y no llegó a tiempo. Él podía decirle lo mismo sobre su deforme amigo Rafaello, pero al final calló apartándose de ellos y dirigiéndose a la máquina. Al fin y al cabo, pese que había intentado muchas cosas y todo por Ha, no había servido de nada. Suspiró en un intento por alejarse de todos.

Tras el ligero frenazo y llegar ala zona de maquinaria, se paró frente a una puerta en un lateral del mamparo: La salida. Poco caso hizo de la figura tendida en el suelo, al fondo de la larga cabina. Una figura de un hombre anciano. El padre de Olya, recientemente muerto. La portezuela tenía los bordes oxidados y la rueda de la manivela estaba corroída por el frio y la humedad, así como el tiempo. La observó y vió que necesitaría ayuda. Recogió del suelo una barra metálica y la usó de palanca hasta que la manivela cedió completando su recorrido y dejando libre los seguros de la puerta.

Después se apartó, tiró la barra aun lado e hizo una señal al resto para que se apartaran. Tragó saliva y su mirada se fijo en el ventanuco que había en la propia puerta. Había luz. Y nieve. Dudaba de abrir esa puerta. Si sus cálculos no eran correctos, 50 años según él, moriría allí mismo, y los cercanos si no bloqueaban la puerta, a los pocos minutos.

Rhazes había dicho que hacía 20 años no se podía salir. ¿Podría estar equivocado.? Al fin y al cabo, la Crioquímica Atmosférica no era una ciencia tan tan precisa.

Cj se puso tras John y le agarró el brazo, presa de la intriga y el mismo miedo. Pasase lo que pasase, sabía que podía morir. Y aunque John la hubiera...repudiado.. aún estaba allí. El resto esperaban expectantes.

Roger se adelantó y pulsó el botón de apertura manual. Las puertas cedieron y pronto iluminaron todo con una luz cegadora, reflejo de la nieve del exterior. Una bocanada de aire frio entró dentro del compartimento haciéndoos encogeros de frio. Mucho frio.

El científico tembló, cerró los ojos y dio una bocanada profunda al aire del exterior. Cuando expulsó el aire, la nubecilla de vaho le envolvió por completo. Pero abrió los ojos y sonrió. El termómetro de la puerta había bajado considerablemente hasta los -2º.

-No, no estaba equivocado.- Miró al resto y con un par de lagrimas e los ojos, salió al exterior, donde, el que decidiera salir, vería las ruinas congeladas de una antigua civilización.

El puñetazo de Olya fue impactante e importante a partes iguales. Me lo merecía, pero en parte no podía dejar que nadie sufriera más que otro, y aunque doliera más que nunca, solo uno debía sacrificarse. - Olya... el tren es largo, lo acabamos de recorrer de la cola hasta la cabeza. No será facil y estar ahí alante es una tarea propia para alquien que sepa de mecanica. Arreglarlo todo antes de que se estropeé y esas cosas. Jake, Roland y yo somos de los mejores, pero Jake es joven y Roland tiene a Elaine. Es mejor así, aunque vaya en contra de lo que quieres. No te vuelvas como Rhazes. No importa si vais y venis hasta la cabeza, pero deja que me quede yo dentro. No soy un lider, ni tampoco soy un martir. Yo solo os empujo a demostrar lo que valeis, y en especial tu y Kaidan sois los más indicados para mantener el tren a salvo del peligro de sus propios habitantes, con la ayuda de los de tercera y primera.

No obstante, el tren comenzó a pararse y... derepente todo cambió de perspectiva.

Avanzamos juntos a la puerta de fuera inicialmente yo continué para darle al botón y que siga iniciando el tren su marcha, pero fue entonces Roger quien abrió la puerta y me hizo pararme frente a un terrible frio. Me agarré a mi mismo buscando a Sarah para darle también mi calor, pero no sabía que aquel frio, era motivo de una alegría tan grande como la que mostraba Roger. Al mirarle me quedé más confuso de lo que ya estaba. Acerqué a Sarah a Olya, Jake y Kaidan. - Esperad aquí - Y entonces me acerqué junto a roger - ¿-2 grados? - Pensé sorprendido - Eso... es suficiente para no congelarnos - pensaba mientras tiritaba. Miré al suelo exterior y con un pie pisé la nieve para ver cual densa era. - Y si...

Mi mente empezó a pensar a una velocidad diabolica. Durante toda mi vida había trabajado en el tren por dentro, pero... y si se pudiera mantener las funciones de dentro y evitar que andara más tocando solo los instrumentos de fuera? - Y si... Jake, Roland. - Llamé a ambos mecanicos - La energía del tren funciona por el movimiento mismo de sus ruedas, pero... y si quitaramos las ruedas para que el tren no se mueva y las unimos a otro tipo de enganche para que así genere esa energía que necesita el tren. Mantendriamos el tren parado pero con energía, suficiente para explorar el exterior y tener un lugar caliente y al mismo tiempo salvar a Elaine. Solo tenemos que hacer la misma mecanica de la maquina perpetua que lleva el tren, pero sin necesidad de ruedas. Eso también resolvería el tema del maquinista. Tenemos poco tiempo, trabajariamos contrareloj y con este frio, pero si lo conseguimos se acabará este maldito ciclo del tren. - Miré a todos procurando saber que les parecía mi idea, que igual aunque fuera loca, era la mejor que nos daba la victoria.

Roland seguia algo disonante, pero una luz lucio en su mente ...

- No es necesario quitar las ruedas, solo tenemos que eliminar la transmisión de moviemiento a las ruedas, es algo mas facil y rápido de hacer ... la viela girara, pero no transmitira esa energía a las ruedas .. asi podriamos sobrevivir un tiempo , y a los heridos del tren sin tener que salgan al exterior ..., solo hay que encontrar donde esta la pieza en la maguina y desmontarla antes de accionar de nuevo el motor, de manera que seguira funcionando pero no se movera ni un centimetro ... , eso podria funcionar ... -

Las luces se apagan repentinamente, obligándonos a ir hacia la sala de máquinas. Hacia la tumba de mi padre.

Y es por esto, joder, que tendríais que haberme hecho puto caso antes.

Sin embargo, el desconcierto inicial dura lo suficiente como para que el gilipollas de Roger consiga hacerse con una palanca y abra la puerta que conecta con el exterior.

-¡Nnn... -Exclamo, extendiendo los brazos hacia adelante, esperando a que alguien sea más rápido que yo para detenerle.

Pero es tarde, la puerta cede, y se abre con un sonido metálico. Y fuera... un frío de cojones. Pero no ese frío del que me hablaba mi padre. Estamos helados, pero vivos, y la bocanada de aire fresco que entra del exterior me golpea como una caricia, como si toda mi vida hubiese sobrevivido con el mínimo oxígeno, y ahora se me llenaran los pulmones por primera vez. Aire fresco, puro... aire natural. Y huele tan bien.

Los hombres hablan, pero no les escucho. Doy un paso al frente, atraída por la promesa de luz natural, aire limpio, y espacio abierto, pero un dolor punzante vuelve a recorrerme el vientre, y me doblo hacia adelante, esbozando un quejido.

-Joder -murmuro, dejándome caer de rodillas. 

De pronto siento como si un pez de gelatina saliera rápidamente de mi cuerpo, y un líquido caliente me mancha el pantalón, recorriéndome pierna abajo. Joder, joder. 
Me arrebujo bajo el abrigo, intentando que nadie lo vea. No es el momento. 

-Tenemos... -murmuro, sintiendo que me desaparece el color del rostro-, tenemos que poner el tren en marcha. Elaine...

Empiezo a tiritar. Hace un frío de cojones con esa puerta abierta.

-¿No podemos hacer planes con el tren en marcha? ¿No podemos esperar un poco más antes de buscar otra solución? Siempre podemos volver a pararlo. Ahora... ahora no podemos permitírnoslo.

- Es buena idea ... podemos continuar un poco parar en el sitio mas adecuado, por temperatura, por edificios, por comodidad ... no tenemos que parar AHORA ... podemos parar en otro sitio donde la temperatura sea aun mejor o incluso que haya mas sitios donde refugiarnos, incluso cerca del tren para aprovecharnos de los recursos de el, como metal y piezas ..., debemos ponernos otro vez en marcha y seleccionar el sitio adecuado y recuperarnos todos ... -

Donde les dejeis a ellos me quedo yo.- dijo John cruzandose de brazos, evitando mirar a nadie.
 

En cuanto las luces se apagaron de repente, Kaidan tuvo claro lo que ocurriría. La velocidad del tren fue disminuyendo, hasta finalmente detenerse del todo. El frío empezó a invadirles, pero no fue nada comparado con lo que sintieron en cuanto Roger abrió las puertas exteriores. Escuchó el grito de Olya, demasiado tarde. Puedo haberlo detenido... pero incluso él tenía curiosidad por saber la verdad, por ver lo que realmente había en el exterior.

La puerta abierta dejó a la vista un interminable océano de nieve, con un frío que inmediatamente les caló los huesos... pero en el que se podía vivir, con la protección adecuada al menos. Después de toda una vida encerrados en el tren, acostumbrados a estar agolpados en el vagón de tercera, ver aquella cantidad de espacio y de aire no viciado le quitó el aliento al principio.

A pesar de que le castañeaban los dientes y se sentía como si acabaran de echarle un balde de agua fría por encima, dio un paso, y luego otro en dirección a la puerta, fascinado. No fue el único. Escuchaba a Alan y Roland elaborar sus teorías para ver como darle la vuelta a la situación. Él no entendía gran cosa de lo que decían, pero, por mucho que trabajaran, dudaba que siendo tan pocos pudieran conseguir algo antes de que el frío pudiera con ellos.

Esuchó la nieve crujir detrás de él, como si alguien se hubiera dejado caer, pero, absorto, no hizo caso. No hasta que escuchó la voz de Olya. Al verla de rodillas, pálida y tapándose con su abrigo, fue hacia ella para ayudarla a levantarse y a entrar en calor, pensado que se debía al frío. Pero en cuanto notó la pernera mojada y la expresión de dolor de Olya, supo que era mucho peor que eso.

Oh, mierda.

- Tenemos que volver al tren - dijo a los demás, mientras trataba de ayudar a su amiga a ponerse en pie. Tenía que darse prisa - No podemos permitirnos esto ahora, tenemos que volver a poner el tren en marcha. A Elaine le queda menos de una hora de vida, ¿La vais a poner en riesgo? Hay cosas más imporantes a tener en cuenta, joder. Ahora que sabemos la verdad, podemos prepararnos para ello, pero ahora, solo conseguiremos matarnos a nosotros y a los que quedan dentro ¡Vamos, maldita sea! - casi gritó con impaciencia, nervioso por la preocupación.

Siento los brazos de Kaidan levantándome del suelo, y metiéndome de nuevo en el tren, y asiento con agradecimiento. Me arde la piel, a pesar del frío, y siento que me va a explotar la cabeza. Pensaba que sería el estrés, el disparo, todo eso... pero ahora... ahora no estoy tan segura.

-Algo no va bien... -le susurro al oído, mientras me ayuda a apoyarme contra la pared- Haz que entren, por favor.

Ya no tengo ganas de discutir. Que hagan lo que quieran. Cuando me recupere... pues entonces saldaremos deudas. Ahora sólo necesito... sólo quiero descansar. Busco a Alan con la mirada, tiritando.

-Pulsa el botón... 

Roland tenía razón solo teniamos que quitar lo que le daba el movimiento a las ruedas pero... En ese momento vi claro que era una dinamo... Sin movimiento que generaba red electrica a su vez, no se podía completar el ciclo y por tanto tener esa energía ilimitada, o casi. Habría que sustituír el movimiento de las ruedas del tren a otro distinto, y de llegar a lograrlo, hacer que este sea perpetuo... Una taréa imposible para el poco tiempo que teniamos.

Cerré los ojos tratando de concentrarme y buscar salidas, pero no había ninguna salvo pulsar el botón de nuevo... O bajar ahora. - Elaine... O salir todos con vida... ¿Por qué siempre me tocan las decisiones dificiles? - Y no solo ello, estaba presionado por otros cientos de seres que estaban allí. Olya y su hijo, Kaidan, Jake, John, Megan, Roland, Roger... Sarah.

Muchas vidas recaian sobre una sola toma de decisiones pero era facil volver a donde estabamos antes, y no podiamos deshacernos de Rhazes y CJ pues John era importante para todos también. - Maldita sea - Mascullé entre dientes - Ojalá hubiera tiempo suficiente - Inmovilizad a Rhazes. Y CJ, espero que esta vez estes con nosotros, pues te toca sacarle donde está el antidoto para Elaine - dije en un tono frio a CJ sin mirarla mientras me acercaba a la puerta donde estaba el motor, en donde una vez entré y supe todo... El principio y el final...

Sin más, fui hacia delante y pulsé el botón - Toca dar una última vuelta