Tras el disparo de Alan, todo se volvió un caos en segundos, con ambos vagones llenándose de gritos y disparos. Las balas empezaron a volar de un lado a otro, acertando a varios de ambos bandos. Los de primera tenían más armas de fuego pero de su parte tenían la precaria protección que había conseguido John y tras la cual consiguieron refugiarse algunos. Pero otros no lo conisguieron, entre ellos a varios de sus amigos. Pero Kaidan estaba a otra cosa. El estallido del combate lo había sacado de su estado casi catatónico, y ahora solo estaba centrado en vengarse de los de primera por la muerte de Raffaello, de los que murieron antes que él, y viendo la cantidad de gente que caía en ambos bandos, de los que vendrían después.
Él no tenía un arma de fuego, pero tal y como Roland le había recordado antes, tenía algo mejor: el fuego mismo. Sacó uno de los cócteles que habían preparado antes de su mochila, y lo arrojó hacia el grupo más grande de primera que pudo ver. La botella se rompió, derramando su aceite inflamable y bañando en llamas a todos los que estaban cerca, provocando unos gritos desgarradores que eclipsaron a todos los demás. Aquello les dio un breve respiro a los de tercera, y aunque algunos guardias seguían disparando, ninguno logró alcanzarle.
Rhazes seguía en retaguardia, disparando a todo lo que se moviera y gritando órdenes. A pesar de las palabras de Alan, Kaidan sabía que era imposible que le hicieran caso, al menos mientras Rhazes viviera. Entre los gritos y los disparos, dudaba que alguien hubiera llegado a escuchar el discurso entero, y menos aun serían los que le hubieran prestado atención. La batalla era todo lo que había, y para que negarlo, Kaidan agradecía que fuera así. Cogió un segundo cóctel y de nuevo lo arrojó hacia el otro vagón, con la esperanza de darle al de facto líder de primera, aunque este lo vio y consiguió esquivarloo, obligando a Kaidan a cubrirse cuando le respondió con su arma.
Motivo: Ataque 1
Tirada: 1d6
Resultado: 6
Motivo: Ataque 2
Tirada: 1d6
Resultado: 5
Motivo: Defensa 1
Tirada: 1d6
Resultado: 4
Motivo: Defensa 2
Tirada: 1d6
Resultado: 5
Perdón, no vi que había un par de posts sin destinatarios. Mea culpa. ( Escribiendo^^)
La locura se desató entre los disparos.
Las balas perdidas alcanzaron a la gran mayor parte y no era para menos. Usar armas de fuego en un espacio tan cerrado creaba un cuello de botella largo y oscuro, tan solo iluminado por los destellos de las balas y la luz del día que se colaba por los ventanales de plexiglass. Estos últimos resistían estoicamente el embate de los disparos, empujones y demás golpes.
Pero las bajas se contaban en ambos bandos. El muro férreo de John aguantaba hasta que le dieron en la cara, momento en el que cayó de rodillas, momentáneamente, y el escudo metálico dejó huecos para que las balas llegaran mas atrás hiriendo al resto.
Alan hablaba entre los disparos instando al razonamiento, pero había demasiada rabia contenida en el bando de 3ª, sobre todo en los hombres que seguían a Roland. Una bala le impactó en el brazo y poco mas pudo seguir diciendo antes de que las nuevas ráfagas de disparos se sucedieran. El resto siguió la misma suerte, hasta que las balas de ambos bandos se acabaron.
- A por ellos!!- Grito alguien. No sabría decir de que bando fue, pero las palabras estaban cargadas de odio. Los de 1º exigían su tributo sexual y sangriento. Los fieles sacerdotes de la Maquina, alguno profesaba su fé con arma en la mano.- Sea la voluntad del la Maquina!- La purga debía continuar.
Pero no contaron con algo. Aquello que realmente si limpia el pecado y quita las ganas de pecar mas. desde antonces, y para las historias venideras, aquello se llamó El fuego de Kaidan.
El aceite se pegaba a la ropa y a la piel, y el fuego limpiaba de todo rastro a aquellos a los que tocaba. Los sacerdotes ardían como teas en la oscuridad. Los soldados intentaban sacarse el blindaje que quemaba ya hasta por dentro. La mayor parte eran de 1º. Pero algunos de 3ª, mártires de la ocasión también sufrieron las quemaduras.
Para cuando los aspersores de emergencia se activaron, pocos se salvaron. Entre ellos el peor de todos.
Rhazes.
Golpeaba la puerta, presa del pánico, pero esta no se abría. Estaba bloqueada. Había caído presa de su propia trampa: Las puertas no se abrirían si no desde el otro lado con apertura manual, ante la falta de suministro energético.
Algún avispado intentó llegar hasta él, pero el arma de Rhazes aún estaba cargada, por lo que cayeron al suelo.
- Atrás, malditos! Atrás!- Mascullaba amenazando lo poco que se moviera delante de él.
El resto, heridos, y tratando de esquivar los cuerpos, el fuego, el humo que os hacía toser... avanzábais a duras penas. Solo quedaba un arma frente a vosotros, la de Rhazes. Casi lo teníais a alcance de la mano.
Casi.
La puerta se abrió de improviso y el aire de quemado se fundió con el olor de la humedad de la zona de reciclaje del agua. Mucha humedad al parecer, pues a vuestros pies llego un poco de agua, que apagó los pequeños focos incendiados que aún quedaban.
Rhazes vio ahí su escapatoria. Se incorporó, dolorido y echó a correr al interior del tren dejándoos como dueños y señores, de una pequeña guerra. Una de la que después de tantos siglos y purgas, nadie hasta hoy había conseguido salir victorioso.
Ya podéis pasar al siguiente vagón, con vuestras heridas y sin munición (que veo que alguno aún quiere mas guerra) XD