Partida Rol por web

La zona de los guardas ( sobre todo para Olya)

Un lugar lo mas parecido a un almacén que a una estancia de vivienda. A un lado se disponen las camas de los guardas, dispuestas en literas embutidas en la pared, mientras en un lado hay una mesa con sillas. Posiblemente para que los guardas jueguen al poker o incluso coman. El resto de paredes están llenas de taquillas y armarios, donde están los enseres personales de los guardas, así como mantas.

En el lado opuesto, hay una armería con 3 rifles descansando en su stand y otros tantos vacíos.

Olya, por primera vez en su vida, puede disfrutar de la luz del sol de la mañana, a través de unos grandes ventanales por los que se ve el mundo helado correr rápido ( digamos que ha pasado ya un buen tiempo XD)

Mordiéndome el labio inferior, observo cómo introducen los códigos para entrar en la zona de guardias. Jamás había visto tanto del tren en toda mi vida, y la sensación de estar descubriendo un mundo nuevo me abruma durante unos instantes. 
Ajena a mis zozobras, la puerta de la sección de guardias se abre lentamente, y decido dejar a un lado la indecisión y entrar con una zancada, que se ve abortada en cuanto una luz intensísima me obliga a cubrirme el rostro con las manos, trastabillando hacia un lado.

-¡Joder! -Exclamo, sintiendo como una fuerza superior apretándome los ojos con unos pulgares enormes- ¡Joder! -Repito, chocando a ciegas contra una pared.

Tardo varios minutos en poder retirar las manos de mis ojos, y otros tantos en poder entreabrirlos lo suficiente para lograr vislumbrar algo. Para entonces, John ya ha guardado las armas en la mochila, y alargo los brazos para que me dé alguna.

-Dame algo que pueda esconder dentro de la ropa -murmuro, con los ojos todavía llorosos y parpadeando frenéticamente.- Además, necesit...

...

Eso... ¿eso es el exterior?

Emitiendo una luz con la potencia de un millar de lámparas, algo se mueve a toda velocidad a través de un rectángulo que supongo que será una ventana. Algo muy blanco y azul. El cielo... 

Lentamente me aproximo hacia ella, alzando las manos para apoyarlas contra el cristal. Está frío, y la condensación deja la huella de mis dedos alrededor de mi piel, pero apenas lo noto, mientras observo, fascinada todo lo que hay más allá de este condenado tren. Nieve, montañas, nubes... mi padre había intentado describírmelas, pero es difícil hacer un estudio detallado de algo que no has visto jamás. Y esto es...

-Es increíble -murmuro.- Y cuánta... ¡tanta luz! ¿Siempre hay tanta luz?

John se restrego los ojos al notar la luz de golpe pero pronto se recompuso y fue a por los rifles, apresurandose para buscar su bolsa y esconderlos. Se dio cuenta que la pierdeniños estaba flipandolo muy fuerte con el exterior y respondio a su pregunta.

-Bueno, aveces hay más y otras menos... de noche poca. Cuando oscurece sale una pelota blanca que brilla que dicen que se llama luna.-respondio John sin dejar lo que estaba haciendo.- Emite luz, pero no es gran cosa, pelota amarilla esa tiene más potencia.- explico señalando al sol un segundo, mientras acomodaba su ropa para meter las armas en la bolsa. Saco unos calzoncillos que sin duda se podian quedar pegados en cualquier superficie y dejo solo algo de ropa limpia, la cual diferencio olfateando.

-Pierdeniños, ¿Ve esa taquilla? la cuarta empezando por la derecha, abrala, la convinación en 0069. Es de un gilipollas que se cree muy gracioso, mire a ver si se a vuelto a dejar la pistola el muy soplapollas.- dijo a Olya, esperando que espabilara.- Puede quedarsela, le enseñare como se usa para que no se dispare a un pie.

Cuando oscurece sale una pelota blanca que brilla que dicen que se llama luna. Emite luz, pero no es gran cosa, pelota amarilla esa tiene más potencia.

Si no estuviera tan maravillada por lo que tengo delante de los ojos, me volvería para golpearle.

-Sé lo que son el sol y la luna, John -replico, admirando los nevados paisajes que se extienden delante de nosotros, a gran velocidad- sé que eso es el sol, y que la luna sale de noche.

Bueno, o lo creía. Jamás ninguna descripción que me hicieron podría compararse a esto. Tanta luz, tan brillante. Casi tengo que obligarme a no mirarlo directamente, pues unas lucecitas molestas empiezan a bailar delante de mis ojos cuando lo hago.
Sin embargo, pronto algo en el paisaje llama más mi atención, y debo reprimir un gemido de entusiasmo cuando percibo algún fantasma de una estructura de metal, asomando con sus hierros oxidados bajo la capa de nieve. ¡Civilización! ¡Allí vivían las personas! Dios, esto es tan emocionante que por un instante casi me olvido del plan, la amenaza de violación, la muerte de mi padre. Mi padre... cómo me gustaría estar viendo esto con él.

Con un suspiro apagado, me retiro de la ventana y avanzo hacia la taquilla que me ha indicado John, introduciendo torpemente el código que me chiva. Casi inmediatamente después de abrirla me caen a los pies un montón de revistas viejas, ya descoloridas, con chicas desnudas en la portada. Las aparto con indiferencia, mientras rebusco el arma mencionada.

-Aquí está -anuncio, orgullosa, mientras se la muestro al guardia. 

-Entonces ¿para que pregunta?.- gruño John sin detenerse.

Miro a la pierdeniños y añadio.- No creo que extrañe la pistola pronto, una vez se la escondimos en broma y tardo tres días en darse cuenta, pero meta de nuevo las revistas en su sitio, si le falta una lo nota al momento... y tenga cuidado... hay material genetico en esas hojas como para repoblar este planeta y algun que otro más.

y tenga cuidado... hay material genetico en esas hojas como para repoblar este planeta y algun que otro más.

Eks. Cojo con cuidado las revistas, sosteniéndolas entre el dedo índice y el pulgar, y las devuelvo a su sitio, esperando sinceramente que este guardia en cuestión no participe en el ritual de las vírgenes.
Una vez he recolocado todo en su sitio, cierro la taquilla con brusquedad, y me guardo la pistola en la cintura del pantalón, cubriéndola inmediatamente después con todas las capas de ropa que llevo por encima.

-¿Y ahora? -Pregunto, sintiendo ráfagas de adrenalina inundándome las venas. 

-Mira en las taquillas, siempre hay alguien que se la deja abierta.- dijo John algo disgustado consigomismo por querer robar a sus propios compañeros.

John agarro su manta y la puso sobre la bolsa para llevarsela.- Hay que darse prisa, tenemos que volver lo antes posible. No hemos encontrado mucho pero tendra que valer.

Mientras termino de guardar algunas armas más en la bolsa, observo con ansiedad hacia John.

-¿Volvemos ya? -Pregunto, inquieta. Nunca había estado fuera del vagón de cola y empiezo a tener un poco de agorafobia, aunque las imágenes que pasan a través del cristal no dejan de fascinarme. Pero tengo que centrarme en nuestra misión y en mi padre.

John reviso de una pasada el vagón que había sido su casa, pensando que tal vez nunca volviera a dormir allí, asegurandose de no dejarse nada. Puso unas mantas bajo su brazo y agarro la bolsa de deporte con las armas, calzoncillos y par de prendas para cambiarse de ropa.

-Yo voy delante, pierdeniños.-dijo John encabezando la marcha, de vuelta al vagón de cola.