No entiendo los comentarios y las miradas de Ean. De hecho, cada vez los entiendo menos. Cuando estamos terminando de registrar el fuerte, antes de irnos, me acerco a él y le cojo de un brazo.
—Vamos a ver, amigo mío... Ven aquí.
Lo llevo hasta un extremo de la plaza y señalo al otro lado del a empalizada, desde donde Jearon nos hace gestos y me está explicando lo que ha descubierto fuera de ésta.
—¿Ese que está ahí de pie es mi amigo invisible? —pregunto, mirando fijamente al hombre, del cual piensa el arquero que es un espejismo.
Finalmente, negando con la cabeza, salgo de la empalizada y emprendo la marcha al lado del varigal de más edad.
—Vámonos —les digo a los demás—, si Jearon ya ha explorado fuera y no ha encontrado huellas, no las encontrará ninguno de nosotros.
Así, junto a ellos, comienzo a caminar sendero adelante, en dirección al misterioso pueblo del lago. Nunca he estado en el lago Varn, por eso decidí acompañar a esta curiosa comitiva... Por eso y por Arven, claro, el hecho de que mi amiga de la infancia venga es un punto a favor del viaje. Sumida en mis pensamientos sigo caminando hasta que tropiezo con algo entre la nieve.
—Jearon, ¿qué es esto? ¿Un sendero? —tras escuchar su respuesta mis hombros decaen ligeramente y mi semblante se ensombrece—. La Guerra del Templo —murmuro.
Entonces sopeso las dos opciones que plantea mirando al resto del grupo, sobre todo al joven Liam, de quien dudo que esté acostumbrado a una marcha prolongada tan intensa. En ese momento, Mòr murmura algo sobre la capilla. Al parecer casi todos están de acuerdo. Miro a Arven, pero su mirada continúa silenciosa, embaucada por la belleza del eterno horizonte, y no dice nada.
Es entonces cuando Liam hace alusión a una decisión que acabo de tomar, pero que aún no he pronunciado en voz alta.
"Las cosas que están sucediendo aquí cada vez me resultan más extrañas; no diré nada por el momento, pero habrá que averiguar qué demonios está ocurriendo... En algún momento".
—No creo que sea bueno forzar el paso para llegar hoy al pueblo —respondo finalmente, dándole voz a mi decisión al fin—; vayamos a la capilla, está más cerca. Además, como dice Jearon —añado con retintín, señalando con el dedo pulgar al otro varigal y mirando fijamente a Ean—, si queda algún superviviente, estará allí.
Y dicho lo cual, emprendo la marcha tratando de seguir el sinuoso sendero que se desvía del camino principal, entre la nieve y el hielo, entre árboles y preguntas, entre incógnitas y bruma.
Motivo: Viaje
Tirada: 1d10
Dificultad: 11+
Resultado: 10(+10)=20 (Exito)
Doy por hecho, Bran, que te estarás partiendo de risa en estos momentos con este post, no? :P
Ahí tienes la tirada... Ups! Se me ha olvidado marcar el oculto :S si quieres la hago otra vez... (no, por favor! para una vez que no pifiamos XDDDD).
El arquero espera arco en mano para ir a explorar la capilla cuando de repente, la pelirroja tarada vuelve a actuar como la loca que es.
Ean empieza a estar harto de que esa mujer se ponga a señalar lugares donde no hay nadie, hablar de gente invisible, nombrar frases suyas como si existiera y de dedicarle miradas con retintín. Pero lo peor es que a los otros parece no importarles ese amigo invisible.
¡Como si el loco fuera yo! Vamos, que a cabezón no me gana nadie.
-A ver amigos...-dice Ean girándose hacia Mòr, Liam y Arven- ¿alguien le puede decir a esta dama de pelos color naranja...que no hay nadie a su lado? Es más, ¿Por qué seguimos a esta mujer que a todas luces está como un cencerro? Además...-dice girándose hacia ella-¿ Por qué vuelves a repetir lo de los supervivientes y el puesto de guardia...como si lo dijera tu amigo invisible? ¡sí lo has dicho tú antes!!!! ¿No tendrás doble personalidad, no, pelopanocha?
Ean mira a sus compañeros, expectante.
"¿Pelopanocha? ¿Pero qué se cree este albino, que él es el más guapo del mundo?".
Sin embargo, y viendo que claramente Ean no sabe contar, decido no responder. Me giro hacia Jearon y lo toco en el hombro con un dedo, casi como queriendo comprobar que es real. Después me giro hacia los demás, a los que el arquero ha mencionado tan directamente y espero su respuesta, mirándoles con las palmas hacia arriba, esperando su respuesta...
Cuando miro al resto del grupo me froto un momento los ojos al contar a los presentes. Arven, Liam, Mór... y ¿Jearon?
¿Es posible que este tipo haya pasado desapercibido todo el viaje? ¿Por qué nadie me lo presentó en ese pueblo de mala muerte? En la ciudad te puedes esperar puñaladas de todo el mundo, pero al menos son más civilizados...
Pero no voy a dar mi brazo a torcer tan fácilmente.
- Tranquila, pelirroja. Sólo bromeaba - digo mirando hacia otro lado. - Pero si todos los varigal utilizáis capas iguales y el mismo bastón, no me digas que no es fácil confundiros...
El bufido de Yldiane al ignorar a Ean es perfectamente audible para todo el grupo. Sin dignarse a decirle nada, se adelanta unos cuantos pasos por el camino que lleva a la Capilla.
A penas se separa del grupo, no tarda en llamar a todo el mundo e informarles de que alguien ha pasado por allí recientemente. El camino está abandonado, pero hay pisadas y ramas rotas que indican la presencia de alguien. Más aún, hay dos extrañas marcas paralelas en el suelo, prácticamente ocultas por la vegetación y que habrían pasado completamente desapercibidas para todos si no fuera porque la mujer llama vuestra atención sobre ellas.
Intrigada por el extraño rastro, avanza rápidamente por el sendero hasta que, en un lateral, encuentra el objeto que había dejado esas marcas. Una improvisada camilla, creada con un par de astas de lanza y unas correas, yace desechada a un lado del camino. No os cuesta deducir que ese tipo de camilla podría haber servido para arrastrar a alguien por el camino principal, pero sería mucho más complicado hacerlo por el tortuoso sendero abandonado que lleva a la Capilla.
Seguís ascendiendo y ocasionalmente encontráis dos pares de huellas que caminan de forma irregular. La posibilidad de que algún superviviente del paso de montaña se haya refugiado aquí cada vez parece más plausible. Tras un rato caminando, cuando el sol empieza a ocultarse tras las montañas, o al menos eso suponéis, pues aunque ha parado de nevar el cielo sigue completamente nublado, llegáis al fin a un claro en el que se encuentra una pequeña capilla.
El edificio de piedra parece haber soportado bien las inclemencias del tiempo, pero junto a él se pueden ver los restos de lo que debía ser un cobertizo o una cabaña de madera que está completamente derruida y cubierta por la vegetación.
En cuanto veo las marcas de huellas en la nieve y la desvencijada camilla portátil, tengo claro que en la capilla cercana a donde nos encontramos se refugian supervivientes de la masacre de la atalaya. Con un nudo en el estómago, continúo siguiendo a la guía de nuestra comitiva por el duro y sinuoso camino que asciende por la ladera. La noche se nos echa encima justo cuando remontamos el último promontorio antes de llegar.
La capilla.
Lo primero que pienso cuando la veo es que es más pequeña de lo que habría imaginado. Humilde y sobria, casi parece insignificante en mitad de la naturaleza que la rodea. Recuerdo las historias que Wailen solía contarme acerca de la iglesia del Uno, y no puedo evitar sentirme un poco decepcionado. Esperaba algo más grandioso. Con un suspiro, me acerco cuidadosamente hacia el desastrado cobertizo de madera que flanquea el edificio principal. No parece que los supervivientes puedan haberse refugiado ahí, por lo que deben de encontrarse en el edificio principal, que parece mucho más sólido y seguro.
Examino la capilla, triste, lánguida y solitaria en mitad del paraje nevado. No debería significar nada para mí, pero por algún motivo siento que no pertenezco a este lugar, como si no tuviese derecho a entrar. Miro a mis compañeros, preguntándome si alguno de ellos tomará la iniciativa, pero viendo que ninguno se adelanta, avanzo con cautela hacia el umbral del edificio, con la intención de cruzarlo. Espero no encontrarme con ninguna sorpresa.
—C’maoghs, iogh dom*… —murmuro mientras me sumo en la oscuridad.
*C’maoghs, iogh dom: «C’maoghs, perdonadme» en la lengua antigua.
Liam comenzaba a tener sus reservas sobre la actitud de algunos de sus compañeros, pero el tenía un trabajo que hacer y no era quien para juzgar las peculiaridades o la educación de cada uno. No en tanto no se convirtiesen en algo más que una molestia, claro.
Vio las señales como todos los demás, aunque no sacó las conclusiones obvias que veía en los rostros de algunos. Si, era probable que aquellas señales fuesen de supervivientes del fuerte pero si había alguien con fuerzas para transportar la camilla ¿Donde estaba haciendo guardia? ¿Por que no se había adelantado hasta el pueblo en busca de ayuda?
No, aquello no era tan sencillo como parecía, se dijo Liam preparando de forma metódica varios de sus suministros médicos mientra observaba lo que rodeaba aquella capilla. Algo le decía que de una manera u otra las probabilidades de tener que tratar a heridos eran altas.
Miro cómo mi amiga de la infancia emprende el camino y apoyo mi mano en el hombro de mi compañero de armas para animarle.
- Tranquilo Ean... Véte tú a saber qué ha vivido en todos estos años vagando por el mundo. Seguro que no puede ser bueno. - Me giro hacia él y sonrío. - No hay más que ver cómo eras cuando llegaste de la ciudad. ¡Al menos ahora te rodeas de gente decente!
Lanzo la pulla para animarle, aunque mis palabras encierran bastante verdad. Sin decir nada más, subo con el resto del grupo hasta que llegamos a la capilla. Con asombro, veo que Mòr y Liam avanzan sin precaución hacia el templo.
- ¿Os habéis vuelto locos? - susurro mientras desenvaino mi espada. - ¡No sabemos quién puede estar ahí! ¡Cúbreme, Ean! - le digo a mi compañero mientras avanzo vigilando a mi alrededor.
Arven increpa al grupo para que avance con cuidado y, desenvainando su espada, le dice a Ean que le cubra mientras se adelanta hacia la capilla. Jearon asiente ante la actitud precavida de la guerrera.
- Iré a explorar los alrededores - le dice a Yldiane. - Asegurad la posición y esperadme aquí.
Sin darle tiempo a responder a su compañera, se escabuye entre los arbustos caminando con agilidad.
Arven embraza su escudo y, espada en mano, se coloca junto a Mór y Liam dedicándoles una mirada furibunda mientras susurra que el lugar podría estar lleno de enemigos. De forma instintiva, miráis a vuestro alrededor, pero no es escucha nada más que el viento soplando entre los árboles. Pese a todo, os aseguráis de tener vuestras armas al alcance de la mano por si llegasen a ser necesarias en algún momento.
Llegáis al edificio sin percances y, con cuidado, os acercáis a la puerta.
Ean miró a Arven con una sonrisa, cuanta razón tenia. ¡A saber que había vivido la pelirroja extraña!
-Esta claro Arven, ¡ahora me codeo con lo mejor de la sociedad!- Dijo observando al resto. Sin más, se pusieron en marcha siguiendo al grupo.
Ean se mantuvo en silencio, pensativo, hasta que llegaron a su destino. La voz de su amiga le sacó del trance.
-¡Eso esta hecho Arven!-Dijo el arquero, que con un par de movimientos se posiciono, arco en mano, atento a lo que puediera pasar.
Súbitamente la puerta principal de la capilla se abre y un hombre aparece en el umbral.
Continuamos en la siguiente escena:
La Capilla
Súbitamente la puerta principal de la capilla se abre y un hombre aparece en el umbral.
Continuamos en la siguiente escena:
La Capilla