Ya tienes lo que querías. Es ella. La admiras embelesada mientras la bañas, frotas con la esponja los brazos, las axilas, la espalda, las piernas, Frisbee estirada dentro de la bañera, fumando y encantada con tus atenciones. De vez en cuando os besáis, para no peder las costumbre.
Ahora no piensas en nadie más. Te pide que entres en la bañera y te duches con ella. Lo haces, encantada, subyugada por su aura de su chica mala. Recuerdas las palabras de Sey, es la “esclava” de Bern. Bueno, tú no quieres llegar a eso, pero sí que perteneces a Frisbee. Tampoco, no es pertenencia, no sabes definirlo, ella es...es...Tú eres su juguete. Si te dice ven, tú corres y vas. Y, además, ha controlado, ¿no? Eso te parece.
Lavas su cabello, animada por la, finalmente, buena decisión de hoy, eso crees, con el regalo que te ha hecho el destino. Te demoras en el masaje, con la suavidad de esa mata negra entre tus manos. Os sentáis, tú de espaldas a ella, ahora Frisbee es quien te frota en la espalda y la cabeza.
-Mi chica también merece atenciones -¿Su chica? El corazón te da un vuelco. Sí, claro, su chica. Sus manos te abrazan, lavan tus pechos, aunque ese lavado se transforma en algo más, no toca tus pezones, pero sí la turgente carne, y te vuelves a derretir, te recuestas en ella. Su dedo juega en tu entrepierna -suavecito, suavecito -te susurra al oído. Te tiene fascinada, dominada, y una vez más le entregas tu esencia vital.
Dentro de la bañera, estás completamente relajada. Entregada. ¿Enloquecida, sublimente feliz? .Te pasa el pitillo y te lo pone en la boca.
¿Su chica? Te emociona y te aterra a la vez. Y eso, para bien o para mal, excita sobremanera a tu cerebro.
Su pecho sube y baja dentro del agua, fuma mientras Frisbee la folla, ahora suave...pero haciéndolo porque desea hacerlo. Su voluntad es como una roca, Alice se deja aplastar y lo disfruta...si tan...solo se pudiera ir ..un poco más allá... Dehecha esa idea de su cabeza tan pronto como le ha venido. Esta siendo una velada fantástica...¿Es que no podía conformarse con ello? Si...y no. Pero aún persistía la advertencia de Sey en su cabeza y volvió a descartar la idea de ir más lejos.
Da una larga calada y deja escapar las últimas horas de su orgasmo con el humo que sale de su boca.
¿Y ahora qué...? Volvía a encontrarse extasiada, satisfecha, su cuerpo no le pedía más, tampoco lo rechazaría pero estaba por dejarse llevar por el suave cansancio ahora que sus "necesidades" estaban cubiertas.
-¿Y ahora...? -saca la pregunta de su mente y mira hacia arriba buscado los pozos que Frisbee tenía por ojos.
Frisbee te coge el cigarrillo de las manos, le da una calada y te lo pasa de nuevo. -Ahora fumamos en la bañera. ¿Quieres seguir follando? Eres insaciable. -sonríe.
Fumáis.-Me pone mucho tu cara cuando te corres. -afirma, rompiendo el silencio dentro del agua. Tú estás satisfecha pero si desea tocarte, te dejarías. Que te folle de nuevo, cuando quiera, como quiera. Como tú quieras…eso más adelante. Quizás…
Pasa el tiempo, tranquilas, hasta que decide que es suficiente. Le aclaras la espuma, la rocías de agua, incluso secas su cuerpo con la enorme toalla. Su sonrisa de agradecimiento es tu alegría. Y cuando te abraza por la cintura y se da un nuevo lote contigo devorándote la boca, repondes con las mismas ganas, superada por completo, obnubilada. Drogada sin necesidad de meterte una raya ni un canuto.
-Hay que currar, honey. Las dos tenemos trabajo. Te llevo a la pensión.
Y en su motocicleta recorres las calles a una velocidad desenfrenada, saltándose algunos límites de velocidad. Todo es riesgo con ella y apurar la vida. A la puerta de la pensión más besos de fuego y furia.
No estás enamorada. No de ella. Quizás de otra mujer. Pero sí estás entregada a su voluntad. Amas la sumisión a Frisbee. Se coloca el casco.
-Pásate mañana por el local de tattoos. Quiero hacerte uno. -No suena a propuesta. Sino a ¿orden? -Y no te toques sin mí. -bromea. Arranca y vuela veloz.
La moto alejándose con su característico ruido de la pensión parece marcar el fin de un sueño, devolviendo a a Alice poco a poco a la realidad y al significado de todo lo que acababa de pasar... Su sonrisa de tonta se desvaneció un poco hasta convertirse en una mueca de pensativa neutralidad.
¿Qué había dicho de hacerle un tattoo? ¿Era broma no? Súbitamente agobiada,Alice entra en la pensión subiendo las escaleras a pasos agigantados, saluda a los que se encuentra con una sonrisa fugaz pero no detiene su camino. La bruma de las enloquecedora sensaciones de la mañana se iba despejando y la luz quería penetrar en todo aquello, tratando de discernir la maraña de sentimientos.
¿Un tatuaje? Pero...esto que había entre ellas ¿Sólo había sido un juego, verdad? Una tontería, unas palabras dichas solo para provocar, un lapsus mental agradable...pero ella seguía siendo dueña de sí misma...¿No?
En su cuarto cierra la puerta a su espalda y sale al balcón, hiperventilando con cierto estrés. Sus manos temblorosas buscan la cajetilla del tabaco y saca un cigarro.
¿Que significaba ahora para Frisbee que Alice le hubiera dicho aquello de ser su juguete? Sólo era...solo era un juego ¿O no?
Es un juego, te dices a ti misma. Un rol sexual, eres libre, dueña de ti misma. Sumisa a solas con Frisbee, nada más. Pero conforme fumas y te vas tranquilizando, te das cuenta de que si tu amiga te hubiese dicho de ir ahora mismo al local de tattoos, para allá que te vas.
Si no eres su juguete, eres su chica.
Y mañana irás, te susurra una voz muy dentro de ti. Y cuando estés frente a ella, cuando la beses, el hechizo que ha caído sobre ti, te conducirá a decir sí a todo. Un encantamiento que te has montado tú sola. Frisbee quizá ni le va el rollo bdsm o pasa de él. O nunca lo ha tomado en serio. Es cosa tuya averiguarlo.
Y, si te acaba poseyendo como tú quieres y anhelas, tu sumisión a "tu chica" sabes que será total. Una parte de ti lo desea muchísimo. La otra, cada vez más pequeña, una sombra en comparación, lo niega. Como niegas tantas cosas y al final cedes. Tal vez es momento de aceptarte como eres. Está emergiendo tu interior a la superficie, la Alice desconocida y que querías descubrir.
Ahora toca no negarla. Aceptarte tal y como eres. Entonces, nada más importará.
Después de tres cigarros te sientes lo suficientemente sosegada y tranquila para ponerte un rato a currar. Lo necesitas, centrarte en el trabajo te ayuda a despejar la mente. Ni siquiera quieres pensar en Michelle. La hora de la cena te alcanza con la nariz metida en el portátil. Bajas a cenar, la alegría de Brenda se te pega, su conversación superficial. Allí está Will, pero ni él te busca ni tu a él. Es como si el chico no quisiera molestarte.
Un tren que pasó, te dices a ti misma. Robby bromea mucho, contigo y con los demás. Pero su atención sobre todo es en Robby. Te fijas en todas las personas alrededor de la mesa, qué curioso, hoy estáis todos, amigos, conocidos, gente normal y corriente, con sueños, esperanzas, deseos, como tú misma.
Tú eres Alice Dawson.
La cena pasa tranquila entre risas y bromas, Alice consigue relajarse durante este rato, olvidarse de todo el desbarajuste emocional que lleva encima...y que ella solita se ha buscado. Cuando acaba ayuda a recoger y a limpiar, tal vez sólo por mantenerse ocupada, dedica un par de sonrisas amistosas a Will y a Robby, encantada de verlos tan bien. Todo había quedado olvidado, y tal vez era mejor así. Amigos y ya está...ya lo dice el refrán, donde pongas la olla no pongas la...en este caso, el strap on. Tal vez no sea buena idea tener relaciones amorosas ni sexuales con nadie de la pensión, las cosas se podían poner incómodas luego. Echaría de menos la verga de Will...pero así era mejor.
Terminan agotándose las excusas para estar lejos de sus pensamientos y sube a la habitación donde sabe que tendrá que hacer frente a... ¿qué? o a ¿quién? ¿A sí misma? ¿A las consecuencias de sus decisiones? A todo eso...a Michelle, a Frisbee...incluso a la chica bailarina de la discoteca, aunque con todo lo sucedido casi se había olvidado de ella. Parecía una criatura increible pero tal vez tenía demasiado...demasiado en qué pensar como para plantearse ahora un tercer dilema.
-Rubia sol...morena luna... mi tragedia es mi fortuna- con una sonrisa amarga, Alice recuerda la letra de la canción y, aun sin ser muy idéntica la situación...desde luego que el estribillo le recordaba su indecisión.
Se muerde el labio inferior y se acuesta en la cama. Mejor sería intentar dormir...tal vez por la mañana todo fuera más claro...o al menos tal vez podría tomar una decisión pensando con su cerebro y no con sus instintos. Para variar.