La mujer de negocios lanza una sonora carcajada que vibra en su dormitorio. Casi no te has fijado, pero tiene muy poquitos muebles, un gran armario empotrado, una gran cama donde estáis ahora, el mueble largo donde reposa el tv, y una mesita. Unas cortinas ocultan un gran ventanal.
-Eres una diablesa. Va, cierra los ojos. -Las yemas de sus dedos acarician ligeras como el vuelo de un colibrí tu cuello, pasa a la nuca y detrás de las orejas. Presionan y sueltan, alternativamente. Cambia a un masaje suave, que va y viene hacia la zona de tus hombros. Ella también ha cerrado los ojos. Sus dedos resbalan por tus brazos, y ascienden, igual que la marea.
Empiezas a notar cierto calor corporal y, ya sea por la cercanía de Michelle, por el masaje o porque estás sugestionada y predispuesta, tus pechos reaccionan. De nuevo en tu cuello, los diez dedos descienden pendiente abajo en zigzag hasta que sus uñas, a través de la delgada tela de la camiseta, arañan tus senos.
Y…entonces…
Entonces Michelle te empuja y cae sobre ti en la cama. Riéndose. -Has picado. Que sí, que los masajes son ciertos. Pero qué tal un poco de sexo…convencional…
Cae sobre la cama sintiendo el dulce peso de Michelle sobre ella y se ríe de su propia inocencia, poniendo una mueca de falsa indignación.
-¡Aja! Que no quieres mostrarme tus brujerías por encargo eh...malvada jajaja - ríe con su broma mientras se acomoda encantada de la nueva posición y lo muestra llevando las manos a su cuerpo para acariciar su piel, volviendo enseguida a notar su excitación ante su propuesta.
-Suerte que decías que el deseo tardaría en volver unas horas...yo ya estoy lista...
-También he dicho que tu fuego te abrasa. Y es peligroso si caes en la espiral del sexo. Te voy a tener controlada.-te dice, entre beso y beso. Acaba por sentarse sobre ti, se desprende de la camiseta y te quita la tuya. Su cuerpo acusa las huellas del tiempo y de la gravedad, pero conserva una bonita figura, se nota trabajo de gimnasio, cremas, dieta.
-Me encantan tus senos. -la fascinación y el deseo maquillan sus maduras facciones.
Los besa como si fueran dos iconos de dioses. Se recuesta poco a poco sobre ti, buscando tu boca, uniendo sus pechos a los tuyos, su cálida piel frotando la tuya, rozándose y besándose los delicados pezones.
-Qué gustito más rico…¿Qué frutas quieres en el batido? ¿Elijo yo?
-¿Peligroso? Anda que...- dice incrédula, pero no le da mayor importancia, siguiendo la supuesta broma de Michelle ¿Cómo iba alguien a hacerse daño por tener demasiado sexo? De seguro que le estaba tomando el pelo.
Alza los brazos para ayudar a la rubia a sacarle la camiseta y la ayuda a ella también para desprenderse y de paso se regodea en el tacto de su piel, paseándose con las yemas de sus dedos. El cuerpo de Michelle era escultural, marcado por la edad pero parecía que cada huella del tiempo le favorecía de una manera divina y eran mudos testigos de su amplia experiencia vital. Sentía el deseo por besar cada centímetro de su piel, lamer cada arruga, cada perfecta imperfección...
-Eh...¿Batido? ¿Ahora?- se queda un poco sorprendida por la oferta, seguramente porque no le llegaba suficiente sangre al cerebro en este preciso momento. - Ah si...si emm pues me gusta el plátano y las fresas especialmente...pero elige tu, seguro que me sorprendes.
-Sí, batido de frutas. Ahora. -te da una lenta y larga lamida desde el cuello a los labios. -Plátano, fresas…una copa de vino…- notas que su bajo vientre entra en contacto con el tuyo.
-Sorpresas -susurra- Tú ya sabes lo que me gusta…
Te besa de nuevo, se aparta luego y se sale de la cama. Su sonrisa es enigmática, va caminando hacia atrás, mostrándote su desnudez madura y cálida, hasta que sale de la habitación.
¿Qué habrá querido decir, qué es lo que quiere? ¿es otra prueba?
Alice se queda mirándola con lascivia, mordiéndose el labio inferior, su mirada la persigue ávdamente...seguramente Alice esperaba que pasara algo antes de irse ¿de verdad se había ido? ¿A por batido? ¿Ahora? ¿Qué estaba tramando esta mujer?
Se ríe un poco para si misma, mira alrededor, pensando en sus palabras...¿cómo podría sorprenderla? Entonces se le ocurre. Se levanta de la cama y busca algún aparato de música con la mirada, habían quedado en que bailaría para ella ¿no? Seguro que era eso lo que quería...De no encontrar a simple vista alguna minicadena o similar, optaría por buscar el mando de la tele y tratar de sintonizar un canal de música.
No sabes si es el baile u otra cosa, pero te decides por lo primero. Hay una cadena de música estilo retro, fabricada con madera auténtica. Conectas tu móvil, la música se inicia * , tú empiezas a moverte envuelta en los cálidos acordes de la canción...
A los pocos segundos, la cabecita de Michelle aparece por el hueco de la puerta, observándote -Oh.
Corre silenciosa dando saltitos con los pies desnudos, lleva una vasija llena de fresas, se sienta en la cama, apoyándose la espalda en los almohadones, alzadas las piernas y juntas para que no se le "vea" nada. Sus ojos brillan por el deseo. Pilla una fresa y la muerde con sugerente descaro...
*Elige la música ;)
La música de ritmo marcado, algo oscura pero insinuante, empieza a sonar llenando la habitación y Alice mueve las caderas de un lado a otro, paseándose como una modelo contoneante por la habitación.
Cuando Michelle entra en el cuarto, la morena sonríe con lascivia y se apoya en una pared para usarla de barra de streptease, sin dejar de tener los ojos prendidos en los de ella, la provocación no parecía tener límites en su mirada ni en sus gestos, se acariciaba así misma, serpenteando con su cintura. Vuelve a acercarse a Michelle...se inclina y roba una fresa sin usar las manos, tan solo los labios, esperando a que ella tomase la mitad de la fruta...o que hiciera cualquier otra cosa.
Michelle te contempla moverte y bailar, con la misma lujuria y lubricidad en su mirada, responde robándote la fresa de la boca mientras te besa. Te deja ir y sigue observando tu cuerpo, el contoneo de tus caderas, el ligero ondular de tus pechos, o tus cabellos ocultando parte de tu cara traviesa de expresión provocadora.
La mujer se relame, se come alguna que otra de las frutas, aparta ligeramente las piernas y una de las fresas la desliza con lentitud en su sexo, acariciando con ella sus labios entreabiertos. La punta de la fresa estimula su clítoris y a ti, entretanto sus ojos no se apartan de tu danza.
Dawson deja escapar la fresa y continua bailando sin perder la.mirada de Michelle...es evidente que su excitación crece desmedida e incontrolable, Michelle la había definido muy bien como un fuego abrasador, pues así se sentía ahora mismo. Y la rubia era la gasolina.
Antes siquiera de que termine la canción, Alice ya se ha arrodillado frente a la mujer y, con las manos en las rodillas de ésta, pide paso para tomar la fresa de entre su intimidad y tal vez algo más...
Forsaken termina y salta a la siguiente canción de la lista de reproducción del móvil de Alice.
Suena Californication de Red Hot Chili Peppers y, a su ritmo, Alice comienza a devorar con lascivia la flor de Michelle, con mayor acierto que la vez anterior, ya no era tiempo del ensayo y error, ya había tomado nota de los puntos más sensibles de su cueva y fue directa a explotarlos, utilizando la lengua pero también las manos, ambas si fuera necesario. Sentía la extrema necesidad de hacerlo bien, de impresionarla...de satisfacerla, en parte porque sabía que gran recompensa tendría y en parte porque deseaba volver a oírla gemir.
La nueva canción suena. A su cadencioso ritmo tu lengua, tu cabeza, tu lengua y tus labios se deleitan en la dulce entrepierna de Michelle. El ambiente es mucho más acogedor que en el coche, la luz tenue y la música acompañan a las dos mujeres, a los ronroneos y suaves gemidos de la rubia, expuesta por completo para ti.
Has acertado. Esto es lo que le gusta a Michelle. Te lo dijo y lo recuerdas.
Sus dedos se pierden entre tus cabellos, en tus hombres, en tu nuca. A veces te empuja contra ella, en otras te libera. Se retuerce, su espalda se arquea y boquea pidiendo clemencia. Tú no se la das, al contrario, estás poseída por el demonio de la lujuria. En tu boca sientes el primer orgasmo de tu amante. Lo sientes, lo bebes, tu boca se llena de ella. La escuchas suspirar, más, más, más, te quiero siempre ahí, sigue por favor...
Sobreviene un segundo. El estremecimiento de su cuerpo se traslada al tuyo. -Dame tu boca -Michelle tira de ti hacia ella hasta alcanzar su boca la tuya y fundirse fuego y gasolina. Sus manos se apoderan de tus pechos, acarician y quizá aprietan más de las cuenta, pero no notas el dolor, o casi que te gusta. Se detiene un momento en esos besos desgarradores para pasarte una fresa y luego devorarla de tu misma boca.
Los acordes llenaban la habitación, afinando los gemidos, acompasando los jadeos de Alice, que se estaba excitando a más no poder sólo por escucharla, saborearla...tenerla de esa manera tan íntima hacía que su propio sexo se abriera y se inflamara como si Michelle la estuviera tocando. Realmente sentía que podría correrse ella misma así.
Tras el segundo orgasmo, la rubia reclama los labios de Alice y ella se los da encantada, apartando la vasija de las fresas a un lado y echado todo su cuerpo sobre el de ella, su cabello lacio cae como una cortina que enmarcaba sus caras devorándose mutuamente mientras la morena decide seguir probando cosas. Eleva una rodilla y la pone pegada al sexo abierto de la madura mujer y prueba su sensibilidad haciendo un masaje firme pero no profundo para no hacerle daño, si es que acaso eso era posible. Su rodilla marca una presión constante durante unos segundos y luego Alice comienza a mover su cadera provocando que el sensual baile fuera acariciando rítmicamente su sexo. Curiosamente, todo era tan nuevo para la morena que ni se podía imaginar que las mujeres que gustaban de la compañía de otras habían descubierto esta postura hacia mucho tiempo, pero para Alice todo era una novedad y ello debía resultar refrescante pues cada movimiento y cada beso y cada acción estaba levemente teñida por el adorable matiz de la falta de experiencia y el cuidado que se tiene cuando uno prueba algo por vez primera.
Mientras tanto la fresa ha desaparecido entre los labios de ambas y un chorrete de jugo gotea de los labios de Alice y caen un par de gotas sobre la zona de los pechos que Michelle, algo que la morena utilizará como excusa para echarse sobre cada centímetro de su piel para devorarla pasionalmente.
Los endurecidos pezones de Michelle reciben la humedad de del interior de tu boca apagando los dos volcanes en los que se han transformado. Ella te araña la espalda inconsciente, consumida por el placer. -Espera. Te enseñaré - jadea a tu oído.
Se escabulle de tu presa, sudorosa, cambiáis de posición, tú de espaldas sobre la cama y ella se sienta de nuevo sobre ti. Te separa las piernas, levantas la pelvis, ella se desliza hacia atrás...de pronto notas el contacto de su sexo en el tuyo, de su clítoris rozando tu perla...Michelle inicia una cadencia lenta de caderas, a pesar de su agotamiento, quiere regalarte con el placer que tú le has dado momentos antes.
-Muévete a mi ritmo...así...despacio...-para ti es el delirio. Estás tan cachonda, tan caliente, que la sutil danza entre ambas te conduce al primer orgasmo robándote el aliento y la respiración. Ella apoya las manos sobre la cama, su cuerpo está brillante de sudor, la expresión de su cara es poesía erótica. Sus caderas no se detienen.
Te sientes morir una vez más. Te viene de nuevo...
Te está follando una mujer. O tú a ella. Estáis follando las dos. Es impensable. Es un alucine.
Deja hacer al Michelle, se recoloca, se contonea, se abre...y se ve morir en cuanto nota el tacto del sexo de Michelle contra el suyo propio. Un escalofrío, no...un tremendo temblor se adueña de su cuerpo, un espasmo la recorre como electricidad y le provoca el primer orgasmo, que la deja tan sorprendida como desmadejada, jadeante y sudorosa...y por supuesto con ganas de más. Torpemente al principio y con mayor acierto luego, Alice se mueve al ritmo que marca la rubia pero se siente morir de nuevo y con ello pierde el ritmo una y otra vez. Se ríe avergonzada por ello, sus jadeos van a más, parece que empieza a encontrar su límite a pesar de que trata de aferrarse a su amante para que no se separe de ella.
-Oh...no quiero que esto acabe nunca...Michelle...-musita con la voz tomada, algo afónica incluso a estas alturas.
Pero todo tiene su fin...Michelle cae rendida sobre ti, cuando justo tú estabas por rogar un alto...solo segundos para seguir con ese balanceo tan rico. No es necesario, tu amante experta te abraza, ambos cuerpos brillantes de transpiración, su jadeo es agónico, casi te excita de nuevo a pesar de estar en el pico más alto de la cumbre más alta.
Michelle gime acurrucada en tu cuello, lamiendo las lágrimas de sudor, de tu garganta hasta tus senos, devoras su boca, sus uñas se te clavan en la carne tersa, entre vosotras brota una sinfonía de besos, caricias, mordiscos y arañazos como colofón al polvo que acabáis de echar. Finalmente ella se deja caer a un lado, respirando con dificultad, rota, destrozada, riéndose. Te coge una mano y la aprieta, en silencio, incapaz de articular palabra.
Tumbada junto a ella, Alice no está mucho mejor, también se encuentra agotada, rendida. Si no fuera porque Michelle se había derrumbado un momento antes, ella misma habría suplicado parar. Ya era demasiado desde la cena...tanta excitación contenida y luego liberada tan ampliamente. Ahora sí que se encontraba al límite, pero su sonrisa no podría ser más amplia.
-Eres...un volcán.- musita la morena, apretando la mano de la rubia con la suya, tira un poco de ella para apegarse más, siente una gran necesidad de contacto. Se ríe, sonrojada por lo tonto que han sonado sus palabras pero notaba sus neuronas en rompan filas.
Su mirada se clava en la de ella, se pone de lado, acurrucada, apoya la mejilla en el dorso de la mano. Se la queda mirando, como hechizada. Pero tenía una pregunta y tenía que hacerla.
-Y...¿Ahora qué? ¿Cómo podremos superar esta noche?- dice con una sonrisa cansada pero satisfecha- El listón está realmente alto.
Tu compañera de cama te mira también, con ojos fatigados, sonrientes y traviesos. Te pone un dedo en la punta de la nariz y presiona. -Meccc. Error. Meccc. Error.
Después se aprieta más a ti, te acaricia un pecho, no busca más, es solo el placer que le reporta sentir la cálida textura de tu piel. -Me encantan tus...tetas -se ríe. Te besa a continuación- Eres muy joven y te lo dejo pasar. Al fin y al cabo yo pensaba como tú a tu edad. Alice, no es necesario superar esta noche. Tal vez ha sido el mejor de nuestros encuentros, ¿y qué?
Sus dedos recorren las líneas de tu seno- Hablabas de Carpe Diem, ¿¿recuerdas? Disfruta del momento. Puede que mañana sea un fracaso. No importa. Vendrán más polvos. Dulces. Otros salvajes.
Su mirada es penetrante -Te voy a follar mucho y seguido. Con la mirada, con mi sexo, con mis manos- otro beso- No pienses como una multinacional, beneficios constantes. Yo no me frustro si un mes gano menos que otro, o si alguno me va muy mal, no me pongo neurótica ni despido a mi asistente. En particular una asistente con una boca y una lengua como las tuyas.
Te da otro beso, sonriendo con los ojos cerrados. -Y ahora ves a prepararnos ese batido. Que yo no puedo sostenerme en pie.
Cerraremos la escena con tu turno, libertad en tu narración. Si Alice quiere más sexo, sería ya al día siguiente. Y si quieres alargar la escena para seguir conversando, me lo dices, sin problema, solo estamos tú y yo, así que podemos hacer lo que nos de la gana ;)
La morena se sonríe divertida ante su gracioso sonido de error y también alza su mano libre para acariciar su cintura y cadera con el dorso, suavemente como lo haría una pluma mientras asimila las palabras de Michelle, tomándolas en serio.
-Carpe diem...tal vez me haga un tatuaje.- dice, recordando la propuesta de Brenda, pero en seguida sus pensamientos vuelven al momento presente.
-Si...vale...esto no es economía. Solo es pasarlo bien. - resume, a su juvenil e imperfecta manera.- En verdad creo que yo no podría con más noches como esta jaja.
Su mano sube hasta el cuello y la mejilla de la mujer y su sonrisa pierde ese matiz travieso y lujurioso, transformándose en un gesto relajado e incluso tierno. Parece volver a quedarse hechizada, obnubilada en los ojos de la Michelle. Luego de unos momentos se da cuenta de que debe parecer estúpida y se sonroja sacudiendo la cabeza.
-Ah eh si...batido...¿La cocina es...? Bueno ya la encontraré, espero no tropezarme con tu "cuarto de juegos" sin querer jajaja.- dice como una broma tonta para relajar la caramelosidad del momento mientras se levanta despacio y se recoloca el cabello. Una vez hecho esto, se inclina para besar fuertemente con afecto el muslo de la rubia y se levanta del todo para encontrarse con la verticalidad.
Por mi cerramos por aquí si quieres, no más sexo por ahora no jajaja que sino alguien muere jaja...
No termino de encontrar las palabras adecuadas para darle un cierre a la escena jajaja podemos dejarlo así o cierras tú o o como veas