Fui a llamar a los del hospital, para contarles lo de los militares, ayude a trasladarse hasta donde los militares habían dicho. Uno a uno fueron subiendo, después el viaje, era peligroso, como todos los que habíamos tenido desde que el mundo se convirtio en una mera supervivencia. Dudaba entre seguirlos o seguir sola, finalmente los seguí, ellos me habian acogido cuando lo necesite, debía corresponderles, que mejor forma que llevarlos a ese lugar donde quedaba un poco de esperanza.
Durante el camino miraba por la ventana, sumida en mis pensamientos, desde que el mundo cayó en desgracia, solo había tenido un pensamiento para seguir en pie, buscar a mi hermana, algo dentro de mi decia que seguia viva, no perdería la esperanza de encontrarla, quizas, era posible que en ese lugar donde sería el hogar de todos los humanos pudiera encontrarla, era una esperanza a la que me aferraba...
Se podría decir que las cosas han mejorado notablemente en las últimas horas. De estar ladrando y suspirando por un poco de comida, a fumarse un Lucky Strike en una camioneta Ford con asientos de cuero y una mujer nada desdeñable en el puesto del conductor.
Por eso, Nick sonríe como un tonto cuando recorre las formas que se intuyen bajo la camiseta de la chica, mientras fuma con deleite el cuarto cigarrillo en poco más de una hora. El sol le caliente la piel y le arranca brillos dorados al rólex que aún lleva en la muñeca, a pesar de que está a punto de caerse a pedazos.
Cruza las piernas y se arrellana en el asiento, mientras observa tranquilamente la procesión de árboles que bordean la carretera. Las botas de cocodrilo están llenas de barro y mugre, pero aguantan con cierta integridad los inconvenientes derivados de cualquier apocalipsis zombi. De su traje blanco, es mejor no hablar.
Cierra los ojos y el sopor comienza a invadirle en una ola irrefrenable. Inconscientemente, se lame el antebrazo izquierdo para aliviar el picor. Por suerte, parece que nadie le ha visto hacerlo. La camioneta sigue su destino con un rugido monótono y tenue que llama al sueño. Por primera vez en mucho tiempo, Nick descansa profundamente.
Amanece.
Por primera vez en mucho tiempo contemplo como sale el sol y siento un poco de esperanza, esto no ha acabado de ningún modo, tal vez Fort Benning sea una nueva lucha constante como lo era Sunset Falls, pero al menos tengo esperanza.
Linda duerme apoyada en mi hombro mientras el autobus nos lleva hacia nuestro nuevo hogar, verla dormir sin que la alteren las pesadillas es como una promesa de que mañana aun habrá algo para todos nosotros.
No se que nos espera, pero se que será algo mejor que la larga noche que acabamos de superar, sea lo que sea lo que nos quede por delante me enfrentare a ello, por mi hija, por mi nieto, por todos.