Partida Rol por web

- Me decanto por las flechas con sonajeros ya que son poco ruidosas de hacer y porque podrían funcionar, aunque lo de incendiar los cultivos no veo como algo óptimo entre lo factible ya que sinceramente podríamos necesitar los alimentos más adelante. 

-Manos a la obra entonces. Le indico a Lucas. ¿Se te dan bien las manualidades? O sino que lo intentemos entre dos. Quiero hacer uno más grande para colgarlo en el otro extremo, con el ruido de las ramas y el viento debería ser suficiente para camuflaje sobre nuestros propios ruidos. No sea que a media noche alguno se tire un pedo y terminé atrayendo infectados. 

Miro alrrededor.

-Queda una hora de luz, aprovechemosla. Max y Mario se dan una vuelta a ver si liquidan a esos seis que estaban bastante cerca.

​​​​​​Lo demás pues hacemos una hoguera para quemar a los muertos de antes y algo de luz tendremos. Así probamos si el fuego es algo a lo que reaccionan y si se acercan más infectados. 

Espero que no, lo único que nos faltaría sería atraer una horda hasta aquí.

Finalizó murmurando lo último para si misma.

La idea de atraer infectados, de la forma que sea, le parecía horrible. Un pequeño grupo ya les había dado muchos problemas, no quería saber que pasaría si hubiera una verdadera horda de ellos.

La idea del atraer, de la forma que fuera, a mas de aquellas criaturas era nada agradable; incluso creando una distracción y presuponiendo que sus facultades mentales sean las de animales, suponía seguir atrayendo una atención no deseada.

Pero quizás formaba parte de un plan cuyas complejidades Ángel no terminaba de entender.

-Me apunto a lo de la hoguera, os dejo las manualidades para vosotros- el técnico no quería participar en forma alguna en la idea de los "sonajeros" y si algo iban a necesitar de verdad era fuego y un lugar seguro. Limpiar un poco más el campamento, traer tanta leña como les fuera posible (sin talar árboles) e intentar mantenerse calientes debía ser la prioridad.

-Y Me quedo con el primer turno de guardia- se ofreció voluntario.

-Muy bien jefa- dijo tomando su arco y preparándose.  -A por esos seis entonces-  Luego miró a su compañero  -¿Vamos Mario?-

- La verdad es que soy algo bueno aunque no lo suficiente por la edad, no tengo demasiada experiencia pero las manualidades son aburridas y es mejor hacerlo entre dos o más, jefa - señaló en doble sentido más en serio que en broma aunque sin poder imaginarse en cómo hacerlo con el traje puesto ni en como luciría Red aunque para él ya era suficiente con que sea mujer.- Si alguien me ayuda con el hueco, yo meto hasta las bolas... mmm, perdón, meto las bolas - entre risas.-  

Don Juan, hazte a un lado, que con mi verba conquisto cual Cervantes... bueno... bueno... espero no morir virgen o intentando tirarme a una zombi que esté bien buena - pensó para sí.-

Era una suerte que no pudieran ver su cara de boludo alegre, imaginando todo eso como el adolescente socialmente torpe que era... no era un pervertido ni cosa parecía, solo un tontuelo inocentón que deseaba insertarla antes de morir.   

Escucho con atencion lo que decia Red a lo cual asiento para decir:

-Bien,entonces yo ayudo con la hoguera de zombies para ver que se atrae.

Lueho planificaria un sistema el cual nos fuese comodos a todos para subiry bajar de los arboles sin que tengamos que trepar cada vez.

-Eh Lucas- dijo luego del comentario del joven señalando con el pie una infectada muerta con la pollera rasgada.  -Por qué no pruebas con está, seguro cae muerta ante tus encantos- luego se echó unas risas

- Estira una fría - refiriéndose a una cerveza y mirando a otro lado luego de otear el cadáver.-

Tras mucho esfuerzo logro hacer cinco flechas con cascabeles. Luego de lo cual busco el lugar óptimo para ir a dormir, ya que mañana será otra jornada bastante larga...

Bueno, es posible que no haya pensado en la idea de que el incendio se acabe propagando por Cencido pero vamos a ver, ¿cuántas posibilidades reales hay de eso? Las llamas deberían ser lo suficientemente altas como para escalar una montaña. Pero sí, si hemos salido es para "salvar" Cencido, no para poner nuestra querida ciudad en peligro.

"Así que finalmente vamos a dormir en los árboles, ¿eh? Tiene su qué" pienso, asintiendo a la decisión tomada por los compañeros.

- Me gusta esa idea de las flechas sonajero para alejarlos de nosotros. -admito, pensando que es una buena idea. - Puedo ayudar a hacerlos.

Pero cambio de idea cuando Red nos dice a Max y a mí que vayamos a acabar con nuestros invitados no deseados.

- Pues no, no contéis conmigo. Vamos a por ellos, Max. -le digo a la vez que ofrezco mi puño para que choque.

Al escuchar a Max y Lucas bromear sobre una infectada, le doy un toque en el hombro.

- Concentración. -le aviso, un poco molesto por su actitud. - Recomiendo emboscar y atacar desde lejos, evitemos el cuerpo a cuerpo.

No entiendo cómo puede Max bromear. Yo intento pensar en estas cosas como... cosas. Porque cada vez que les miro y pienso que antes eran humanos, veo sus heridas, escucho el "CRACK" de la flecha destrozando su cabeza y me dan ganas de vomitar.

Vuelvo a colocar en mis manos mi querido arco largo y, pues nada, a aumentar mi récord de infectados muertos. Luego le pediré a Angel que apunte en esa libretita suya el número exacto, para que nadie diga que es mentira.

Me adentro en el bosque con mucho cuidado y vigilante a cualquier movimiento o ruido inesperado, no vaya a ser que tengamos más de seis invitados no deseados.

Al encontrarnos con los seis infectados, apunto a uno de ellos, apuntando a la cabeza del otro infectado al que no está atacando Max.

Max asintió ante la idea de Mario, para nada intentaría atacar cuerpo a cuerpo a aquellas cosas.  Y se puso en camino intentando ser lo más sigiloso posible.  Una vez los tuvo a la vista buscó la mejor posición para el ataque manteniéndose alerta por si había algún otro peligro que no hubiese visto.  Luego se tomó su tiempo para apuntar al cerebro del infectado más cercano y disparó.  Inmediatamente se preparó para lanzar otra flecha pues sabía que aquel impacto no sería suficiente.

Mientras que Mario y Max se dirigen a buscar el recurso que encontraron Adrián y Lucas, el resto del grupo se encamina hacia la base de la montaña para proceder a quemar cadáveres.

Los exploradores, haciendo lo posible por ubicarse con las indicaciones recibidas, tardan un buen rato antes en dar con el lugar en cuestión, pero guiados por la presencia de un infectado, y después otro, finalmente logran dar con el sitio. Habiéndose movido como sombras en la noche, tras tomar posiciones, no tardan en iniciar la caza de uno a uno de los infectados, iniciando Mario y terminándolo Max si aún seguía en pie.

En poco más de un minuto, habiéndose mantenido ocultos hasta los últimos instantes, tras usar 12 flechas (y recuperar 6) finalmente logran acabar con el grupo de infectados. Tras asegurar la posición corroborando la muerte de los mismos, y que no hay más en un entorno próximo, proceden a retornar hacia el campamento por una nueva ruta.

En el proceso, dan con otros tres infectados más, los cuales abaten sin demasiados inconvenientes con cuatro flechas. Para desgracia de Mario, Max se ha llevado 6 de las 9 muertes... si es que estos seres en verdad están vivos, aunque tienen sus dudas.

Tras esta última guerrilla, deciden tomarse un breve descanso. Moverse en sigilo en Cencido es una cosa. Hacerlo aquí, con ramas, piedras, desniveles, etcétera, es un revienta piernas digno de mención.

Por su parte, tras un rato prudencial desde que salieran los exploradores, el resto del grupo se pone en movimiento, intentando hacer el menor posible. Para su desgracia, mientras que los técnicos parecen manejarse relativamente... aceptable, los guardia armada, con sus armaduras pesadísimas, no hacen más que hacer sonar las hojas, golpearse con alguna rama en la cabeza, etcétera. Cuales elefantes por chatarrería.

Sea como sea, llegan al camino, al pie de la montaña, y con todo el cuidado del mundo proceden a apilar los cadáveres entre los cinco. Se encuentran en ello cuando, de pronto, uno de los ranger comunica por radio. - Emh... chicos, tenemos compañía. - Nótese que los exploradores se han ido a otro canal para poder coordinarse, así que este detalle no lo escuchan.

Ángel, Red y Sebastián preparan los arcos. Lucas, a la vera, confía en que el conflicto no llegue hasta ellos... aunque si ha de llegar, que llegue.

Arrastrados por los ruidos, desde el camino del norte se aproximan cuatro infectados, y desde el puñetero bosque, otros cuatro. Tomando por objetivo inicialmente a los más cercanos, los del bosque, empieza la ofensiva. El intento de ofensiva... el desastre de ofensiva.

Con los exploradores fuera, Ángel y Red son los encargados de ir mermando a los infectados. Para su desgracia, las cuerdas de ambos arcos deciden fallar en el peor momento. La de Ángel simplemente salta y requiere de un encordado rápido, pero la de Red, peta. Intentando aprovechar la habilidad de los técnicos, Adrián y Sebastián les ceden sus respectivos arcos. Posiblemente, al no tratarse de su propio arco, Red manda una flecha a saber dónde, que se pierde entre las copas de los árboles. Por su parte, Ángel intenta tomar de nuevo un objetivo... y la cuerda le estalla esta vez.

Los cuerpos se estresan hasta unos niveles no conocidos hasta ahora, en lugar de seguir intentando encarar a los infectados, mente y cuerpo sugiere poner pies en polvorosa. Si ya de por sí no hay potencia de fuego, ahora que dos de los arcos están inutilizados todo parece apuntar hacia lo peor.

Por su parte Sebastián, el guardia armada, el lucifer del equipo, parece tranquilo. Procede a acomodarse el lanzallamas, a angularse mientras avanza, haciendo por escorar a los infectados en el camino, recibiendo toda su atención mientras busca evitar poner a arder todo el jodido bosque.

Hacha en mano voy a ayudar a los compañeros, si no queda de otra, debo ser quien les salve el pellejo.

- La caballería va en camino a rescatar a las princesas. Dos cosas, chicos: no me disparen por error ni pierdan la calma que estoy con ganas de patear muchos traseros zombis.

Aquello no me gustaba para nada, encima que le entrego mi arco a Red me rompe la cuerda, me cago en la leche. Aun asi no tenia tiempo para putear era momento de poner pies en polvorosa o de ultina si el del Lanzallamas tenia exito podriamos reparar los arcos. Solo era cuestion de ver que sucederia primero. De todas formas me alejaria a una posicion que me sea ventajosa.

Nota para el diario: si vas a enviar a gente a la jodida muerte, al menos que sean adultos y un poco profesionales. Tendré que tener unas palabras con el compañero acerca de llamarlos "princesa" (por los antiguos textos rescatados debía ser un término despectivo que se usaba para la gente débil y cobarde en clara alusión a los mitos de la Primera Edad de los Castillos en que las hijas de los regentes eran doncellas desvalidas)

Estaba claro que el combate iba a ser mucho más duro que los anteriores: sin los tiradores disponibles para el campamento, y con sus armas fuera de servicio, tendrían que buscar otros métodos de acabar con sus amenazas más cercanas de la forma más rápida y efectiva.

-Nuestras opciones ahora mismo son escasas, jefa- Ángel apretó los dientes con tanta fuerza que estaba seguro que podría partirse un diente con la presión, pero era en esos momento cuando debía mantener la mente fría- Y dado que el sigilo ahora mismo está descartado, igual nos deberíamos plantear métodos más agresivos,  como el uso de armas de fuego... o prenderles fuego y cambiar a una posición más ventajosa... 

Ninguna de las dos opciones se le antojaba válida en aquellos momentos, hacer ruido era justo lo contrario de lo que había pensado desde el principio, y el uso de fuego contra ellos, lejos de ser infalible, suponía unos riesgos laterales bastante peligrosos.

Pero sin los arcos, no les habían quedado opciones, y aquellas cosas se movían muy deprisa.

JA. El combate ha durado tan poco que se nos podría acusar de abusones. Con la amenaza de que un infectado apareciera a nuestras espaldas en cualquier momento, nos apostamos en posiciones estratégicas y nos los cargamos en el más absoluto silencio. Mentira. Se escucha el silbar de las flechas antes de destrozar el cráneo de los infectados, el gruñido gutural de esas cosas cuando se dan cuenta de que hay presa cerca y el ruido sordo al caer al suelo cuando son alcanzados.

Ni siquiera han llegado a estar cerca. Aunque me jode que Max acabe matando más que yo.

Pero me doy cuenta de que, si los pillamos desprevenidos y desde distancia suficiente, diez de esas cosas no deberían resultar un gran problema siempre y cuando no nos entre el pánico.

Aprovecho que nos paramos un momento a descansar para observar el cielo, aunque no tardo en mirar a nuestro alrededor temiendo que un infectado ataque en el momento en que estoy despistado. En realidad, estoy comenzando a sentirme bastante agotado por tanta presión.

- ¿Crees que quedará más gente.. hmm.. viva por aquí fuera? -le pregunto a Max, con ganas de no escuchar a mi cerebro.

Vuelvo a mirar al cielo.

- Deberíamos volver. Cuando estemos en el rango, informa de que llegamos por si han puesto las trampas.