Partida Rol por web

Te ponías encima de Bahiti y sin dejarle descanso ni tiempo a reaccionar, la penetrabas y montabas mientras te abrazabas a ella y le propinabas pasionales besos. Poco a poco te adueñabas a ella y ella te envolvía con sus piernas mientras correspondía a tus avances sin protestar.

Lo único que decía y repetía una y otra vez era "Oh, si".

Gemía, jadeaba, bufaba, gimoteaba, gruñía y crees que incluso lloró. Todo mientras sus bajos te ordeñaban con una firmeza y habilidad como las que poco habías conocido. Empezabas a atener algunos arañazos en la espalda de sus orgasmos, pero aparte de eso, la tenias a punto de caramelo.

Tras que se había arriesgado a tomarla, complacido sintió las piernas de la reina envolverlo y enseguida sentía su instintivo empuje dominante regresar con toda su fuerza. Se sentía mucho más en su elemento ahora que la altiva reina cedía a esos tratos más rudos.

La voz de la mujer, sus gemidos, y hasta el llanto que le parecía haber escuchado, todo le resultaba especial aliciente, con lo que su pasionales ruidos tampoco tardaron en salir. -Ah, sí... Bahiti, tú... gata en celo -Incluso disfrutó más de lo que había pensado esos arañazos en su espalda-, una gata con garras.

Se estremecía entre gemidos, tratando de aguantar, mientras su falo hinchándose era tan diestramente exprimido por los interiores. Por lo que quería más. Con lo que tomó con firmeza los monumentos de muslos que tenía para pegar más su cadera a la de ella, en lo que le comía la boca a besos.

De pronto, empujó una de las piernas de la chica para estirarla, y entonces mover su cadera para arremeter un poco más de lado, buscando gozar más de ese coño, restregar ese interior para ver cuanto más podía meterse en ella. -Debo... suponer que... ¿le gusta que la traten así? -Sin esperar una respuesta, le quitaría ropa que aún tuviera puesta, aunque tuviera que arrancársela, y de inmediato voltearla para soltar un recio bofetón a su trasero-. Que tu cuerpo es solo para ser tomado y que lo gocen -Se le montó encima igual de rápido, sometiendo la cabeza de la chica contra la cama, en lo que su cadera la embestía con dureza. 

Bahiti se dejaba montar sin hacer mucho más, estaba cansada y extasiada pero aún podía hacerse la muñeca mientras te beneficiabas de su cuerpo. -No seas vulgar.- Dijo divertida. 

-No soy una simple fruta que cuelga del árbol para ser tomada.-

Soltó una larga exhalación mientras volvías a empujar con ella contra la cama.

Lionbane no pudo evitar soltar una risa cuando una Bahiti soberbia referenciaba su falta de clase. Así como sus ansías lo llevaban a pegar su cara a la de ella y bajar un poco para lamer su cuello con deseo. Nunca le habían dicho ese tipo de cosas mientras trataba de domar a un saco de carne, pero en ese momento le parecía divertido, y hasta estimulante. -¿Te parece que soy vulgar? -Tras escuchar placenteramente tal exhalación, la sostuvo contra la cama, hundiendo los dedos en su espalda, apretando su piel con posesivo anhelo mientras su cadera atacaba con vehemencia-. Supongo que como hombre, no puedo evitarlo, ¿cierto? -dijo sonriente, con tono de broma.

-Oh, ya lo veo. Es toda una pena -dijo Lionbane con fingida decepción-, porque si lo fueras, una fruta tan exquisita, la tomaría una y otra, y otra vez -Acto seguido, la tomo con firmeza de la cadera y plantó una sonora nalgada en su retaguardia-, siempre haciendo que salpicara jugo hasta más no poder.

De estar sometiendo a la reina, de pronto la levantó, tomándola del cuello para forzar a su cabeza a mantenerse junto a la de él. -Ronronea para mí -dijo cual orden mientras sometía su cansado cuerpo y castigaba su coño. Aunque aún si no complacía su pervertido capricho, estaba dispuesto a conseguir sus propios ruidos de Bahiti, soltándola para dejarla caer en la cama, mientras no daba tregua con su bombeo, invadiría su culo a dos dedos, separándolos en su interior, como para probar su elasticidad.

La mujer se dejaba embestir entre gemidos, gozando de tu presencia masculina. -Si, no sois mucho más que bestias de carga y apareamiento, no se puede esperar mucho de vosotros.- Asentía ella con una de esa sinceridades que dolía en el alma.

Te abrazaba cuando te agarrabas a su cuello y la lamias, y su cuerpo continuaba estremeciéndose. Si bien tardó un poco a reaccionar a tu petición antes de soltar un -Purrrrrr- de tono divertido. -Eres extraño ...- 

El chasquido en su nalga hizo que trotara con algo más de brio contra ti mientras te miraba con ojos abiertos. Quizá era que no estaba acostumbrado a un hombre en su propia iniciativa. Mucho menos con esos tratos tan bruscos.

Tus dedos hundiéndose en su ano y estirándolo hasta que ella se quejaba hicieron que se quejara de nuevo. Su ano era estrecho y prieto. -¡Cuidado orangutan!-

Lionbane se sentía en la cima, con la reina dejándose tomar, sonidos del chocar de sus carnes en cada embestida y los gemidos de la chica deleitando sus sentidos. Aunque las respuesta de tan naturaleza tan honesta de Bahiti, le hacía sentir menos en la cima y más como simio. Aún así, ponía su mejor cara. -Pues mantenga la mente abierta, mi reina. Porque le voy a mostrar lo que hace una bestia cuando encuentra a una hembra tan sensual.

A pesar que le tomó un poco, en el momento en que la chica le obedecía ronroneando para su placer, la firmeza en su coño endureciéndose cual roca, y mientras su mano bajaba para frotar sus dedos con vigor, estimulando el botón más sensible en su entrepierna, y sus lamidas pasaban a chupar el cuello de la chica con intensidad, antes de dejarlo, y voltear a ver a Bahiti a los ojos. -Y tú eres una belleza caprichosa... que me calienta como nada -Respondió en tono divertido, y acto seguido, comenzaría a besar sus labios en medio de todo ese estímulo.

Iu terminaba por llevarse otra sorpresa cuando la reina empezó a juntarse más a él para encontrar su cadera, después de como le había planteado una bofetada. Era la clase de ímpetu que quería ver, por lo que lo tendría presente para causar más "ánimo."

Aunque los propios ánimos se despertaron al sentir el prieto ano de la chica en sus dedos, y todavía más al comprobar su estrechura. 
Las esclavas con el orto más que dilatado o a medio salir tenían lo suyo, pero una mujer con un ano estrecho seguro que debía sentirse muy bien. 

-Oh, creo que sí fui un poco brusco -Fingió preocupación mientras salía del interior de Bahiti, para en su lugar mover otra extremidad por la zona. Su lengua, la cual talló desde el coño de la chica hasta más arriba-. Pero no se preocupe por nada, reina mía. Solo relájese -Sin miramientos empezó a lamer el ajustado esfínter a profundidad y con cuantiosa saliva, a la vez que su mano soltaba otra nalgada en el trasero, y su otra mano se adelantaba a invadir y atacar su entrada-, y yo me haré cargo del resto.

Bahiti se relajaba cuando empezabas a lamer, y también empezaba a soltar más gemidos y esos ronroneos que tanto parecían gustarte. Su culo en pompa mientras tu lengua lamía, humedecía y se metía en sus partes.

Abrazándose a una de sus almohadas y hundiendo su cara en ella, levantaba su cadera al aire para que llegaras fácilmente y temblaba ligeramente mientras la masturbabas. tu ultimo bofetón en su culo logrando que se agarrara más fuerte a la almohada mientras soltaba un quejido, quizá acostumbrándose más a tu modo de tratarla.

Ahondaba con su lengua acariciando los bordes y explorando la profundidad del apretado esfínter, acariciando con profundidad la retaguardia de la chica, masajeando sus nalgas cuando la escuchaba gemir, y travieso con su lengua dar una lenta repasada por sobre su entrada cuando le complacía con aquellos ronroneos. -La gatita más deliciosa de todas.

Al ver la buena disposición con que perfilaba el culo en pompa, de inmediato aprovechó para poner el chupar con celeridad ese ano, creando húmedos sonidos en la babosa mezcla que lamía y succionaba de los cerrados pliegues del esfínter que pasaban por sus labios. Y cuando comprobó que esa última nalgada no levantaba más que un quejido a una almohada, sonrió para sí con seguridad. De a poco se estaba ganando a Bahiti. Por lo que era momento de volver a subir la temperatura.

Separando cuanto podía las nalgas de la chica, separando consigo lo que pudiera del ano, haría rápidas y profundas penetraciones con su lengua, atacando con humedad, con el mover de su lengua adentro después de cada piquete con que la empujaba.

Cuando viera que tenía suficiente saliva en el culo de la reina, la tomaría por la cadera y la levantaría sin más para ponerla sobre él, de forma que en lugar de tener la almohada frente a ella, tuviera su erecta polla. -Ya que mi banquete de bayas no fue de su agrado, ¿quizás ahora tenga antojo de algo más robusto? -Comentó sugerente, levantando un poco la cadera de forma nada sutil. Así como la manera directa en que dos de sus dedos empezaron a remolinearse dentro del culo de Bahiti mientras su otra mano tallaba su coño por encima.

Estabas disfrutando de esa mujer, gozando de sus sabores y su sedosa piel cuando levantaste su cadera al aire y esta se convirtió en ceniza. Sorprendido diste un paso atrás, pero las paredes se desmoronaban, las alfombras des hacían, y poco a poco todo fue derrumbándose dejándote en la nada de la selva, donde incluso los arboles ardieron sin fuero, marchitándose y dejando una asfixiante niebla de ceniza y humo.

Fue rodeado de un eterno gris que empezaste a notar un dolor punzante en tu pecho mientras tosías, una sensación de ingravidez te rodeaba y notabas cada fibra de tu cuerpo protestar de dolor mientras una oleada de fuego te rodeaba como si te quemara.

El dolor era tan intenso que finalmente no conseguías aguantar la conciencia y simplemente te sumías en la nada, inconsciente.

De estar en el paraíso, gozando de la mieles de esa mujer divina, degustando su intimidad, llenándose los dedos con el tacto de tan suave piel, y endulzándose sus sonidos tan placenteros, todo se derrumbo en cenizas.

Nada quedaba del lujoso cuarto, las exóticas alfombras y hasta el templo que tanta fascinación le causaban desparecía frente a sus ojos. Ni el bello paisaje de la selva que había aprendido a apreciar se iba entre niebla y humo.

Sostuvo su pecho con dolor mientras todo a su alrededor se desvanecía, y era reemplazado por fuego. Después de momentos en que por fin sentía recobrar algo de control, ahora ni siquiera podía dejar de toser. Por lo que cerró los ojos con fuerza, y esperó a que el dolor terminara de consumir lo que quedaba de su conciencia.