Partida Rol por web

RESOLUCION TURNO 1146
 

Adronath seguía protegido tras el árbol. Sus movimientos se acompasaban a los del orco, si iba hacia un lado, el dunadan se movía en el mismo sentido, manteniendo el tronco entre ellos. El orco trato de engañarlo en un par de ocasiones, realizando una finta para luego cambiar la dirección de su ataque. Pero el edain no cayó en esas tretas, y supo anticiparse al trasgo. La daga volaba sin alcanzar su objetivo.

Desesperado, no encontraba el momento de cortar sus ataduras, se puso a gritar pidiendo ayuda. No podía hacer mucho más, salvo lanzarse desesperado a un ataque a mano descubierta, o seguir huyendo hacia el bosque. Ninguna de las dos ideas parecía ser razonablemente asequible. Sus gritos atraerían a los aliados, a la par que tal vez lograría disuadir al orco.

RESOLUCION TURNO 1146
 

El elfo no solo corto los cordajes, si no que al percatarse de la falta de una mano no dudo en examinarla por si necesitaba de cuidados. La mano sangraba ligeramente, a pesar de la herida, y por alguna razón, el corte había sido tan limpio que la propia sangre que estuvo manando había coagulado y cerrado la herida con rapidez. Necesitaría cuidados si no quería que la ponzoña se apoderase del resto de su cuerpo, bien lo sabía el animista.

Elorham, aun apurado, trataba de recuperar el resuello mientras hacía preguntas nerviosas sobre sus compañeros, y sobre Adronath. El elfo trataba de contestarlas lo más calmadamente posible. El éldar no conocía al dunadan, ni había visto a nadie, pero sí que pudo decirle algo sobre el resto de compañeros. Según su nuevo amigo, Zigûr, la princesa y Eruannë estaban a salvo, no muy lejos de allí.

Apenas había terminado de hablar, cuando unos gritos de auxilio se escucharon a lo lejos. - ¡¡AYUDA!!, ¡¡AQUÍ!!, ¡¡AYUDA!! - se escuchó. La voz fue reconocida por Elorham, era Adronath, aún vivía, y necesitaba ayuda.

Turno 1147

Adronath cada vez estaba más cansado aunque no se daba por vencido. Los ataques del orco se acercaban más y más a su objetivo que no era otro que el guerrero duandan. Pero poco más podía hacer él. Sin no encontraba algo con lo que defenderse o venía alguien a ayudarle pronto su enemigo le acertaría con una de sus lanzadas de daga y entonces estaría perdido.

Sin saber qué más hacer, Adronath siguió pidiendo ayuda por si los elfos le escuchaban.

-¡¡AYUDAAA!!, ¡¡ESTOY SOLO Y UN ORCO ME ESTÁ ATACANDO!! ¡¡AYUDAAAA!!

Si bien no creía que la ayuda llegara quizás el orco se sintiera amenazado y decidiera dejara a su presa...quizás.

Turno 1147

La noticia de que el resto de los compañeros estaban a salvo le dio ánimos al rohir. -Vamos, es Adronath. ¡Necesita ayuda!

Y comenzó a retroceder sobre sus pasos confiando en que los elfos le seguían. De nuevo, los pasos del animista eran ligeros como los de un ciervo salvaje mientras sorteaba arbustos, rocas y árboles. -¡Seguidme!, les instó a los Primeros Nacidos

Turno 1147

Los elfos no tuvieron casi tiempo de reaccionar, los gritos que provenían del bosque, hicieron que el hombre recién liberado los instase a seguirlo, a correr en ayuda de ese tal Adronath.

Sin pensárselo, salieron tras el. Sabían que el peligro al que se enfrentaban, y que tenían que actuar rápido. Corrieron en dirección a los gritos, tras Elorham.

- Hay que darse prisa, ese insensato alertara a los demás orcos... - dijo el líder asegurándose de que el rohir lo escuchase...

Turno 1147

El orco no cesaba en su intento de matar al dunadan, aunque empezaba a desesperarse. Había visto morir a algunos de sus compañeros por las flechas y la insistencia de pedir auxilio comenzaba a transmitirle la sensación que de un momento a otro el mismo seria también una victima. Sin embargo, opto por acabar lo que estaba haciendo, y asesto una serie de tiradas con su daga. 

RESOLUCION TURNO 1147
 

Por alguna razón, el dunadan pensaba que la ayuda estaba en camino, pero lo cierto era que cualquiera que tuviese orejas, podría escucharlo. Estaba claro que el ataque a los orcos sugería la presencia de aliados, elfos a juzgar por la manufactura de las flechas. Pero los gritos no solo atraerían su gracia, sino también al enemigo, era algo que no había pensado. Sin embargo, en aquel momento, creyó que era la mejor idea.

Una vez más, el baile alrededor del árbol se desarrollaba con rapidez. Las idas y venidas de ambos contrincantes, y el esfuerzo por defenderse de Adronath, dificultaban que el orco lograra alcanzarlo. Sin embargo, en una de las fintas que el trasgo intento, el dunadan fue sorprendido, y el arma del enemigo logro rozar levemente su brazo. Sirvió para recordarle que no era más que cuestión de tiempo que el cansancio o la mala suerte, lo dejara a merced del oscuro ser.

El orco, al haber catado la sangre de su presa, se envalentono aún mas. Apenas unos segundos atrás, había dudado en marcharse, pero ahora, estaba seguro de poder acabar con el humano antes de replegarse.

RESOLUCION TURNO 1147
 

Tras las buenas nuevas, los compañeros del rohir estaban a salvo, de nuevo se escucharon los alaridos de Adronath. A gritos pudieron escuchar cómo se encontraba solo y estaba siendo atacado por un orco, algo que Elorham ya sabía. Seguía vivo, era lo importante.

El animista salió corriendo, ya sin sus ataduras, instando a los elfos a seguirlo. El edain se manejó con asombrosa agilidad, incluso los elfos se sorprendieron, corriendo entre los árboles, sorteando raíces y obstáculos. Los elfos se lanzaron tras él, y no se quedaron atrás, siguiéndolo muy de cerca. Pese a su agilidad, los elfos no lograron correr más rápido que el rohir. Poca distancia los separaba de su objetivo, pronto podrían ayudarlo…

Turno 1148

La herida que el orco le hizo en el brazo no le dolió pues la atención del dunadan estaba puesta en las fintas y movimientos para alejarse del orco. Pero estaba seguro de una cosa. Si seguía en ese árbol el orco acabaría por cogerle y materle. Tebnía que salir de ahí como fuese. Pero ¿dónde ir? Debía buscar un arma y entonces la lucha estaría igualada.

Tras fintar un para de veces hacia un lado Intentó ver si había algún enemigo caído que tuviera un arma a la vista. además se fijó en el camino para ver por donde habían venido. Sabía que le habían obligado a tirar su espada y su escudo y que, por lo que él había visto, no lo habían cogido. Así que si iba en aquella dirección quizás seguiría allí. Si no quizás estuviera más cerca de donde se habían batido con los orcos y los elfos habían caído. Quizás allí hubiera más armas.

Tenía que tomar una determinación, pero antes debía tener conciéncia de lo que teneía a su alrededor y de donde se encontraba. Pero mientras seguiría jugando al gato y al ratón con el árbol de por medio que le daba una seguridad extra frente al arma del orco y sin dejar de gritar por si alguien le escuchaba, pero esta vez gritó en sindarín por si los elfos le escuchaban..

-¡¡AYUDAAA!!, ¡¡ESTOY SOLO Y UN ORCO ME ESTÁ ATACANDO!! ¡¡AYUDAAAA!!

Turno 1148
​Percepción

No había armas cerca, salvo la partida por el propio orco, que no estaba lejos. Suponía que podría encontrar sus armas, pero para ello tenia que ir hacia el este, por donde habían salido corriendo los orcos cuando fueron atacados. Al oeste, a bastante distancia, estarían las armas de los elfos muertos, y la lanza de Elorham. Todo aquello se basaba en la certeza de que ninguno de los orcos las había cogido, tendría que correr para averiguarlo...

TURNO 1148

Elorham llegó a la carrera esquivando rocas, arbustos, raíces de árboles. A gran velocidad, ya que la vida de su amigo estaba en peligro. Había oído sus gritos de auxilio, y ahora llegaba el momento de salvarle como tantas otras veces había hecho Adronath con él.

-¡ADRONATH!, gritó y entonces vio al orco. El rohir se detuvo, y de repente una sonrisa se dibujó en su rostro, pues el animista no venía solo. Detrás de él corrían varios elfos armados que intentaban seguirle el ritmo. Ahora le alcanzaban.

-La muerte te espera, escoria, le dijo al orco sin una pizca de piedad en su voz.

Turno 1148

Adronath había tomado la determinación de correr hacía su espada y escudo que había tirado cerca de allí, al ser desarmado por los orcos, siempre y cuando éstos no se los hubieran agenciado como botín, que sería lo más previsible. Pero no podía pensar en eso, tenía que pensar que estaría allí y que con sus armas acabaría con aquel orco.

Mirando a su adversario con firmeza, el dunadan empezó una cuenta atrás ... tres ...dos  ...u... No llegó a terminar aquel número cuando cerca escuchó la voz de Elorham. El dunadoan sonrió, pero acto seguido se reprochó a sí mismo haber atraído a la muerte a su compañero. Si bien él estaba malherido, su amigo estaba igual o peor que él. 

A punto estuvo de gritarle que se marchara cuando vio aparecer tras el animista, varios elfos que le seguían. El ánimo y la alegría casi hacen que se quedara sin respiración poblando de lágrimas sus ojos. Pero no olvidaba al orco. Si bien su ayuda había sido escuchada y los refuerzos llegaban, el orco seguía hostigándole y seguramente se querría cobrar su presa antes de tener que salir corriendo, lanzándole una última cuchillada con su daga. Ese recordatorio hizo que el guerrero siguiera los movimientos de su adversario en todo momento sin dejar que la alegría le hiciera bajar la guardia.

Turno 1148

El orco estaba apunto de volver a intentar atravesar al dunadan con su arma, cuando escuchó los gritos de Elorham. Se giro solo un momento, lo suficiente para ver que no venia solo y darse cuenta de que su vida corría peligro. Sin pensarlo, corrió hacia la espesura del bosque, en dirección hacia donde debía encontrase su campamento.

RESOLUCION TURNO 1148
 

Elorham y los elfos llegaron a tiempo para ver como un orco acosaba a Adronath. El dunadan llevaba parapetado tras un árbol un rato ya, esquivando la daga que portaba el trasgo, manteniendo el tronco entre ellos. Un grito del rohir, alertó al orco que, tras un rápido vistazo, decidió salir huyendo.

Los elfos y el animista habían llegado del norte, el orco corrió a toda prisa hacia el oeste, en dirección al campamento de aquellos seres. Nadie se lo impidió, los elfos temían la llegada de muchas más alimañas. Debían de largarse de allí lo antes posible, si se quedaban, la horda los alcanzaría y entonces ni las flechas élficas lograrían salvarlos.

Sin apenas hablar, el cabecilla de los éldar instó a todos a marcharse, abriendo la marcha hacia el este y alejándose de los problemas a buen paso, se adentraron en el bosque hacia el noreste. Pasaron entre los cadáveres de los orcos que los habían capturado, yacían ensartados por varias flechas, bocarriba. Pero no se detuvieron y continuaron su trote vivaz durante un buen rato hasta que los elfos se pararon. No es que estuviesen muy cansados, pero se creían suficientemente a salvo como para tomarse un respiro.

Turno 1149

- Descansad un poco - le dijo a Adronath y Elorham, que si que estaban algo mas cansados que los elfos - Hemos llegado, pronto estaremos a salvo - dijo algo enigmático.

- Mi nombre es Firadel, siento no haber tenido tiempo de presentarme antes, pero teníamos que alejarnos de allí a toda costa - se excusó - La horda estaba cerca - dijo con total seriedad, aunque su voz era amable.

Turno 1149

Elorham se dejó caer en el suelo de hojas y de musgo. Estaba agotado, pero no podía relajarse. Imágenes de orcos y de oscuridad ocupaban sus pensamientos, y de vez en cuando se miraba el muñón que hasta hacía poco había sido su mano.

Miró a Firadel, y asintió en un gesto de agradecimiento. -Nos habéis salvado. ¿Qué hay del resto de nuestros compañeros? Me dijiste que estaban a salvo. Zigur, Eruanne y la princesa. ¿Dónde se encuentran? ¿Y el resto?

Entre todos habían rescatado a la princesa de los elfos silvanos. Y habían pagado un precio muy alto por tamaña hazaña.

Quería preguntar hacia dónde les llevaban, pero en realidad al animista no le importaba demasiado. Cualquier lugar era bueno para él ahora, y más si iba a poder reencontrarse con el resto del grupo.

Turno 1149

- Descuidad, vuestros amigos están a salvo - dijo para tranquilizar a Elorham - Pero me temo que solo encontramos a la princesa, al erudito y la moribunda Eruannë... - dijo con un rostro inmutable, pero en cierto modo taciturno.

- Nos pondremos a resguardo y pronto los veréis - trato de animarlos

Turno 1149

Adronath vio como el orco salía corriendo al advertir la presencia de Elorham y los elfos. Estaba dispuesto a seguir esquivando sus acometidas con el puñal, esperando adivinar por dónde iba a lanzar su puñalada para poder esquivarla y que no le llevarfa a la timba...esquivando.

Pero todo eso había acabado, el dunadan miró a su amigo y a los elfos y sonrió. Y acto seguido cayó de rodillas y lloró como un niño. La tensión del momento le pudo y no supo ni quiso detenerla. Tenía que que soltarlo todo.

Cuando llegaron hasta él, le dijeron que se tranquilizara pero él ya estaba mucho más tranquilo que hacía escasos segundos. Le habían salvado la vida y eso le bastaba.

Mientras le cortaban las cuerdas que aprisionaban sus piernas* escuchó como Elorham preguntaba por los demás. La mala noticia no se hizo esperar. Si bien la princesa estaba con vida, de sus amigos no sabía nada.

-He arriesgado mi vida para que ellos tuvieran una oportunidad para salvarse -dijo en un susurro recordando a sus compañeros-. No puede ser que no llegaran a salir con vida de esta persecución... es... es terrible esa noticia.

Tras decir esto el dunadan miró al os elfos y luego a su compañero Elorham. Solo ellos dos seguían con vida de la incursión en la torre del mago. Y solo ellos dos se había quedado a ayudar a sus compañeros moribundos para que tuvieran una oportunidad.... para nada.

Adronath volvió a llorar, pero esta vez de tristeza, amarga y dura, fría y sincera.

RESOLUCION TURNO 1149
 

Extenuados, heridos, Adronath y Elorham habían logrado deshacerse de los orcos por el momento. Lo hicieron con la ayuda de aquel grupo de elfos, todos muy callados y envueltos en un aura misteriosa. Cuando al fin pudieron detenerse, el elfo se presentó. Aseguraba que habían llegado, aunque no estaba claro a que se refería. La horda se acercaba y debían ponerse a salvo, huir, o quizás esconderse. Firadel les informó que algunos de sus amigos sí que habían sobrevivido. Zigûr, Eruannë y la princesa se encontraban a salvo. Aquello significaba que los demás, Ástomer, Drustan y Lafinwë, habían quedado atrás.

Adronath murmuraba cuando de súbito varias cuerdas, una por cada uno de los presentes, aparecieron de la nada. Colgaban desde arriba, desde las espesas copas de los árboles y estaban separadas entre sí, desperdigadas cerca de distintos troncos en las cercanías. Uno a uno, los elfos se encaramaron a cada una de las cuerdas, y fueron izados rápidamente, sin esfuerzo por su parte. Solo quedaron el líder elfo y los dos edain.

Firadel les dijo que solo tenían que sujetarse fuerte, y que los subirían. Y así fue, se sujetaron con fuerza, Elorham se enrollo la cuerda alrededor de su cintura, mientras que Adronath uso sus dos manos. Comenzaron a subir, hasta desaparecer entre las ramas.

Cuando llegaron arriba, se posaron en unas superficies de madera, redondas, que se adaptaban a la parte más alta de los árboles, dejando que el tronco la atravesase en su centro. Aunque en principio no parecía que aquella estructura no pudiese aguantar el peso de tres individuos, realmente estaba diseñada incluso para más. Tenía espacio para que al menos seis personas pudieran tumbarse. Desde alli, podían ver entre las otras copas, más de aquellos armazones, pero no llegaron a ver a Eruannë, ni a Namiré o a Zigûr. Sí que vieron a los otros elfos, repartidos de a tres.