Los agentes toman nota de tus declaraciones en sus libretas. Al verte titubear sobre el nombre d ella chica, se miran entre ellos, luego uno dice: “Bueno, por el momento aceptamos los dos nombres. Lo aclararemos más tarde… Y”, te da una palmada en el hombro, algo bastante grotesco en una situación tan horripilante, “ánimos, joven. No había manera que pudieras haber podido intervenir”, captando, sin embargo, con gran perspicaz la causa del decaimiento de tu espíritu.
Cierro la escena.