Mientras Linnet está acabando la cena, se comienzan a oír ruidos extraños en la zona de alrededor de la casa de Zen. No se puede ver mucha cosa a través de las ventanas puesto que ya esta bastante oscuro y la luna aun no ha salido para iluminar la noche.
Varios minutos después se comienza a escuchar sonidos de lucha en la parte trasera de la casa y como si algo arañara la puerta delantera. De pronto se abre la puerta y entra Zen como su madre le trajo al mundo, buscando su espada.
-Chica! Nos atacan! Sal de aquí mientras los distraigo!
Sale al exterior por la puerta trasera con el arma en las manos y gritando mientras corta el aire.
A Linnet la cogen de sorpresa. No se lo esperaba. Cuando Zen volvio al combate...¿que hizo Linnet? Fue a buscar su baston magico. No iba a dejar a Zen solo, no despues de lo que habia hecho por ella.Cuando lo tuvo en sus manos salio por donde habia entrado por ultima vez Zen... a ver contra que se enfrentaba.
El exterior está poblado de sombras de brillantes ojos rojos y con blancos colmillos afilados que atacan a Zen con lo que parecen unas afiladas garras. Zen mueve su espadón con una facilidad increíble y se escuchan algunos aullidos de dolor por parte de los atacantes.
-¿¡Qué haces!? ¡Vete de aquí! No puedes enfrentarte a ellos!!
Se acerca a Linnet acabando con una de las sombras que quería abrirle la cabeza.
Miedo. Tenia miedo. Aquellas criaturas eran abominables. El ambiente estaba enrarecido por al extraña situacion... sangre, gritos, gruñidos.. Pero tenia que hacer algo. Podia, por una vez podia y podia marcar la diferencia. Tenia en sus manos el baculo... quizas, podia usarlo y desterrar aquellas criaturas. Cada fibra de ser queria irse... Dudaba, usar aquella arma tendria un precio para ella... a la larga pero un precio muy caro. No, Zen le habia dado mucho y era hora de pagar... solto el sello y dijo las palabras de mando...
No puedo editar el turno anterior este es el bueno.
Cuando el cayado sagrado golpea el suelo, una luz, mas potente incluso que la del mismísimo sol, llena el lugar y hace que las sombras se desvanezcan como si el viento se las hubiese llevado, pero eso le cuesta un alto precio a Linnet... su cuerpo se encuentra tan pesado que pierde la consciencia y cae desplomada en el suelo mientras Zen, sorprendido se acerca rápidamente hacia ella.
Al despertar, no reconoce la habitación de Zen. Todo lo que hay son unos pocos árboles, un cielo estrellado y un fuego que calienta su cuerpo. Una manta cubre su cuerpo, protegiéndola del frío, a pesar del fuego. Zen está a un lado, con el espadón preparado para cualquier cosa.
Lo que paso... lo que paso, le costaria recordar a Linnet. Cosas fragmentarias... una luz... gran cansancio y despues nada... No sabia que habia pasado... pero se despierta. Arboles, fresco... es la primera informacion que recogen sus sentidos.¿Donde estaba?¿Con quien? Su segunda pregunta quedo respondida... Zen estaba alli. Intento reincorporarse pero no pudo. La cabeza le bailaba pero tenia fuerzas para preguntas:
-Ey... ¿estas bien?¿donde estamos?
-Pensaba que no despertarías... llevas 2 días durmiendo.
Le deja un cuenco de sopa al lado para que coma un poco y se sienta junto a ella. Sigue con la atención puesta en la oscuridad que les rodea pues no se fía ni de su sombra.
-Llevo cargándote desde que nos atacaron... deberías perder peso. Estamos viajando hacia tu pueblo.
Dos dias... no podia haber pasado tanto tiempo... Zen le tiende una sopa para que coma algo. Bueno, es logico es liquido y es muy facil que el liquido entre... Le hace un gesto como agradecimiento y antes de coger el bol con la sopa, hace unos gestos con sus manos... las tiene entumecidas. Cuando ha recobrado algo de pulso, coge el bol y come poco a poco. Es un poco insipida pero esta caliente... valdra para ese momento. No dijo nada de su pueblo, solo le pregunto una cosa a Zen:
-¿Que eran esas criaturas? Aun no se muy bien ni que hice... solo una ligera idea...
-Seres oscuros... soldados que sirven al mal que nos acecha.
Se afianza a su espadón como si el simple hecho de mencionar a esas criaturas pudiese invocarlas y hacer que apareciesen a su alrededor para atacarles y acabar con sus vidas, como bien querían cuando atacaron su casa.
-Las armas normales apenas les hacen daño... gracias a ese cayado conseguimos que se desvaneciesen y nos diese tiempo a recoger... pero te desmayaste... no vuelvas a usarlo, si no es el último recurso.
Estaba aun un poco cansada. Aquel acto habia sido un acto estupido y temerario... y valiente. Era la unica cosa valiente que habia hecho despues de lloriquear durante toda su aventura. No sabia ni porque lo habia hecho. Apenas conocia a Zen... pero bueno, estaban vivos... ya se preocuparia del precio mas adelante:
-Vale, no lo hare... pero sino lo hubiera hecho, quizas ahora los dos estariamos criando malvas...
Y ahora era la hora de las grandes palabras... las mas dificiles para ella, que tenia su orgullo.
-Gracias
-De nada, chica.
Le da unas palmadas en la cabeza como diciendo "buena chica".
-Descansa un poco más y mañana nos pondremos en marcha... a ver si llegamos a tu pueblo dentro de poco... no me gusta estar tan desprotegido y menos en un lugar donde las sombras toman forma.
Aprieta con una mano la empuñadura de su gran espadón, observando la oscuridad. Quien sabe lo que puede estar acechando tras la oscuridad de la noche.
Linnet se volvio a rebujar en la manta. Tenia frio y necesitaba descansar. Ciertamente, estaba cansada fisicamente o algo parecido. Comercia algo mas cuando volviera a estar lista. Solo le iba a pedir una cosa una cosa a Zen:
-Zen, voy a descansar un poco mas...¿podrias prepararme un poco mas de caldo para dentro de un rato?
El viaje se hizo corto. Caminaban tanto como podían durante el día y por la noche establecían su campamento alrededor del fuego, más para protegerse de las sombras y los enemigos que del frío. Pero al fin, al mediodía del tercer día de viaje, ambos divisaron la linde del bosque de Farone... hogar de los aldeanos de Ordon, el pueblo de Linnet, y de los Kokiri... escondidos en lo más profundo del bosque lejos de la visión de los humanos.
La aldea no ha cambiado nada. Sus casas siguen en el mismo lugar, el arrollo aun moja sus tierras y a lo lejos se puede escuchar el mugido de las reses. El primero en divisar a Linnet y al grandullón es el herrero que deja lo que está haciendo para correr hacia ellos mientras grita que uno de los chicos ha vuelto.
Tras él, llegan todos los demás. La avasallan a preguntas: ¿Dónde estaban? ¿A dónde habían ido? ¿Qué había pasado con los demás? ¿Quién es ese hombre que la acompañaba?
Algunas de las chicas y mujeres de la aldea se acercan a admirar a Zen que parece incluso más fuerte y musculoso que el propio herrero, que ya es decir.
Bueno, te comento porque tu no comenzaste esta partida. Lager, hijo del herrero, murió en la entrada al Templo del Bosque al que fuisteis porque un mono le robó la mochila a Kara... allí os rodearon y gracias a Farale conseguisteis escapar todos menos él. Tus compañeros de Ordon son: Yard, Kururu y Kara.
Puedes continuar escribiendo en esta escena para rolear lo que pasa a la llegada, pero te pasaré a otra escena donde esta Eldar y así ya os voy reuniendo a todos... supondremos que ha pasado un día desde que llegaste, ok?