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Verdades y mentiras sobre los vampiros de hoy (y de aquí)

Origen

La mayor parte de los vampiros no saben mucho más que lo que pueda haberles contado su sire... si es que quiso contarles algo. Hay muchas leyendas sobre el origen de los vampiros, muchos mitos sin confirmar y muchas historias increíbles inventadas, en muchos casos, por los propios vampiros para despistar.

Lo cierto es que, lo único que se sabe es que todos provienen de Akasha, la Madre, y de Enkil, el Padre. Ambos eran reyes del antiguo Egipto. Akasha fue la primera en experimentar el cambio debido a un espiritu convocado por Maharet para atacarla. Este espiritu que era tan ambicioso como ella y que deseaba poder sentir presumia a Maharet y Mekare de que podia absorber sangre y alimentarse de esta. Ambas se mostraron incredulas ante tal afirmación, pero cuando Akasha ordenó la muerte de las dos brujas sólo pudieron invocar al espiritu para que las defendiera, y lo unico que hizo fue comenzar a desangrar a Akasha. Por alguna razon que nadie supo explicar el espíritu se fusionó con Akasha. Akasha decidió convertir a su esposo, que estaba a punto de morir, dejándole beber de su sangre.

Características

Por si alguien lo había dudado, los vampiros son cuerpos muertos reanimados por fuerzas aún desconocidas. Su piel es fría y pálida y, según pasa el tiempo, se va haciendo más marmórea y traslúcida, con lo que los vampiros más antiguos tienen más dificultades para pasar inadvertidos, pues su piel se asemeja cada vez menos a la de un humano corriente.

Los vampiros no se sonrojan, no se excitan, no respiran (no sueltan vaho), su corazón no late, no sienten ganas de hacer sus necesidades, no tiritan, no pueden tragar comida "humana" sin sentir un rechazo instantáneo y, por supuesto, no pueden tener orgasmos. Para fingir (porque no dejará de ser una actuación) todas esas cosas ha de gastar un punto de sangre, o varios, en función de la duración del teatrillo.

La excitación vampírica, aunque puede conllevar lo que los humanos conocen como sexo, se centra en el placer de la sangre. Es muy difícil que un humano consiga sobrevivir a una verdadera noche de pasión vampírica, pues la sangre de los dos cuerpos entra y sale con demasiada facilidad.

Inevitablemente, los fluídos vampíricos están compuestos por sangre. Los vampiros lloran sangre, sudan sangre y, si tuvieran mocos, serían de sangre.

El imaginerío popular relaciona las debilidades de los vampiros con los ajos, las cruces, la plata o hasta el agua bendita. Lo único cierto es que, si quieres acabar con un vampiro, tu único amigo es el fuego. Aunque, y esperemos que no se descubra, también es cierto que una estaca en el corazón puede resultar definitiva para un vampiro... pues le paraliza mientras esté ahí dentro.

Es cierto que las capacidades físicas de los vampiros se ven aumentadas. Su fuerza es superior a la humana y son más rápidos. Ven más allá de lo posible, y oyen a distancias inimaginables, su olfato reconoce olores que los humanos no son capaces siquiera de percibir. Mentalmente, son capaces de embaucar a sus víctimas a través de sus palabras y de sus miradas. Además, suelen tener otros dones o capacidades mágicas, heredadas de su sire, o del sire de su sire.