La mayor recompensa que obtendré no me la puedes dar tu dice a Lunitari si no que me la darán mis familiares, camaradas y ciudadanos de mi mina cuando se enteren de en qué me he metido. Si alguna acción en el mundo ha de hacer que a uno le dejen de tratar como a una babosa, ha de ser semejante a esta.
Lo que tu haces ya ha estado bien hace un gesto rápido con los deditos eso de prepararnos una aventura para aquello de romper la rutina sacándonos de excursión a partir cabezas, salvar el mundo y luego hacer que nos preparen una cena y esas cosas. Una pausa Vamos que repetiría. Así que si se te ocurre otra misión pseudosuicida que requiera el hierro fresco de un arma y un corazón ardiente de un enano, por favor, llámame.
Se chupa el dedo -No lo digas, no lo digas, no lo digas
Y una bonita armadura nueva y un hacha mágica también estaría bien.
¡Lo dijiste! Con lo bien que habías quedado. Pero bueno, si cuela, cuela.
Comienza a masticarse la barba, hambriento, pero también tapándose un poco media cara con ella, por el corte que le da pedir algo a la diosa. Están ricos los pelillos.
No pudo evitar que una amplia sonrisa se le dibujar en la cara tras el comentario del enano, aunque no lo cogió por sorpresa, ya se había acostumbrado a la forma de ser de sus cuatro compañeros. Después carraspeó para recomponer su rostro que volvió al serio semblante que normalmente mostraba el elfo.
- Bueno, creo que en este tema no puedo hablar por el grupo, así que solo daré mi humilde opinión. Dado que esta misión me fue encomendada por mi señor y es a quien juré lealtad, solo el hecho de haber cumplido su encomienda ya gratifica los perjurios recibidos en estos días, mi señora. – Las palabras del elfo sonaron sinceras en todo momento. Bien es cierto que por dentro sentía el deseo de pedir algo a cambio de los servicios prestados, pero era más fuerte su respeto hacia su señor y hacia la Diosa que aquel deseo, por lo que no le fue muy difícil ocultarlo.
La mayoría de preguntas que el guerrero tenía en mente habían sido respondidas, sin embargo aún quedaban en su mente algunas por responder. Tenía intención de echar en cara muchas cosas, sin embargo, al ver la respuesta de Alyena y la actitud de sus compañeros se esfumó de su mente toda su frustación y sólo un deseo cruzaba la mente del guerrero.
Mi señora, yo si deseo que me concedáis un regalo. Depués de todo lo que hemos hecho y lo que nos habéis ocultado creo que lo merecemos.
El guerrero miró directamente a los ojos a Alyena antes de continuar. Sus ojos no mostraban furia, pero si seguridad.
Vos conocéis a Milos y sabéis incluso mejor que yo que no merece la situación que vive. Imploro vuestra intervención ante Mishakal y podáis devolverle la alegria y la salud que poco a poco le está destrozando. Creo que lo merece y es un buen hombre. Ha trabajado para vos en varias ocasiones, y sabéis perfectamente que tengo razón.Con eso quedaré gratamente satisfecho, mi señora.
El guerrero continuó mirando a Alyena esperando la aceptación de su petición.
Alphonsus había permanecido extrañamente silencioso durante los últimos momentos, mirando con gesto ausente a la joven mientras el resto comunicaba sus peticiones. Parecía cansado, como si por fin hubiera encontrado el momento para relajarse y el esfuerzo de todos esos días hubiera caído sobre sus espaldas.
Un brillo extraño bailaba en sus ojos mientras observaba a la diosa. Era un deslumbramiento extraño, a medio camino entre la fascinación y la estupidez. Quizás el mago por fin había tomado conciencia de lo que acababa de ocurrir. Quizás solo estaba embobado por la belleza de la joven. Tal vez era solo agotamiento.
En cualquier caso, no había pasado por alto que Ayena lo había llamado “mago”. Aún no terminaba de entender lo que ello significaba, pero una extraña sensación comenzó a apoderarse de él.
- Yo… yo solo quiero que me dejéis tomar la Prueba. – dijo algo abatido, aunque con un tono cálido y sereno, propio de aquellos que han encontrado su lugar en el mundo.
Uno a uno salvo Tavin, que seguía ensimismado contemplando el cuadro que representaba al Alcázar, fueron expresando sus opiniones y sus peticiones sobre la recompensa que esperaban recibir por completar la misión. Alyena escuchó atenta, asintiendo a medida que iban hablando.
El pequeño jugueteaba con sus incontables bolsillos toqueteando sus ganzúas y sus pequeños “tesoros” como el mismo los denominaba cuando volvió la vista todos estaban expresando sus deseos así que el pequeño con una sonrisa de oreja a oreja se sentó en el suelo en medio del grupo y argumento.
Mi señora Alyena yo no puedo pedir nada mas he visto el Alcázar mas bonito que nunca había visitado, he conocido a tres dioses, he encontrado unos amigos maravillosos de los que no me gustaría separarme, he estado al borde de la muerte si no más allá, he peleado, he arreglado la seguridad de las cajas del Alcázar, algunas tenían que ser reforzadas ya se lo dije al señor del castillo pero por lo general eran un desafío…
No necesito recompensa para mí ha sido todo la recompensa una experiencia especial…
Alyena se despidió de todos agradeciéndoles el trabajo realizado y el grupo fue conducido al gran comedor donde no les faltó de nada, desde la mejor cerveza de Kalaman saciar a Tajpuk, a la comida más selecta y deliciosa para el disfrute de todos. La cena transcurrió en armonía, mezclándose momentos de silencio en que cada uno pensaba en lo que les depararía la vida después de su aventura, con momentos en que comentaban algún aspecto vivido en el Alcázar, y que con la tranquilidad de sentirse seguros, veían desde otra perspectiva.
A la mañana siguiente, cada uno tomaría una dirección distinta, Tajpuk y Elendorn emprenderían el camino de regreso a casa, Alphonsus posiblemente volviera a Wayreth, mientras que Tordek seguiría en Kalaman, la ciudad en la que vivía. Tavin, como buen kender era un misterio, y lo mismo se quedaba en Kalaman, volvía a Kendermore, o decidía explorar algunas ruinas cercanas en busca del dragón rojo o algún otro dios que le faltara por conocer.
Todos eran conscientes de ello cuando los sirvientes de palacio retiraron los últimos platos vacíos de la mesa. Era ya madrugada y el cansancio por el día vivido se unía al sopor que surgía tras la cena, y a más de uno los párpados amenazaban con cerrarse más pronto que tarde. Algunas lámparas de aceite colgadas en las paredes del comedor se habían ya apagado, al igual que la mitad de las velas colocadas en la lámpara circular que colgaba del techo y las de los candelabros de la mesa.
Bueno, os dejaré un tiempo por si quereis despediros del resto ya que esto está llegando a su fin...
El guerrero inclinó la cabeza en señal de asentimiento y se mantuvo callado hasta que se les indicó avanzar hacia otro salón para disfrutar de una buena cena.
Se despidió de Alyena con una inclinación en señal de respeto y acompañó a sus compañeros hacia el salón.
Se mantuvo en silencio, quizá rememorando los últimos días y momentos pasados, quizá dando gracias a Kiri-Jolith por haberle concedido la oportunidad de volver sano y salvo, quizá por que sabía que aquello era una despedida. Durante la cena no abrió prácticamente la boca, sólo al final se despidió de ellos.
Os deseo buena ventura en vuestro futuro. Aquí tenéis vuestra casa cuando necesitéis. He aprendido mucho de todos vosotros. La fortaleza y bravura enana, digna de elogio, al igual que la lealtad y habilidad sin igual élfica... Comentaba posando los ojos sobre cada uno de los presentes, una ligera sonrisa se dibujó en su rostro al dirigise a Tavin...el oportunismo y siempre alegre curiosidad kender, que nos ha salvado en tantas ocasiones cómo la magia de Alphonsus, el hacha de Tajpuk y el arco de Elendorn. Sus ojos se movieron en último lugar hacia el mago. Sentiros dichoso Alphonsus, pues habéis conseguido que aprecie el valor, inteligencia y utilidad de un mago. siento mis prejuicios anteriores hacia vos, pues reconozco mi equivocación. Habéis demostrado estar a la altura de la circunstancias mejor que cualquier otro. Mi agradecimiento.
Mi casa es vuestra casa. Si alguna vez pasáis por estos lares, tendréis un té caliente y un lecho sobre el que recostaros. Estoy en deuda con todos vosotros. Si necesitáis de unos días más de reposo antes de vuestra partida...
El guerrero se despidió de sus compañeros. Según salía de la estancia y del castillo, sus labios reflejaron su alegría y ralajación. Estaba contento consigo mismo. Mañana por la mañana iría a ver a Milos, quería ver con sus propios ojos si su petición había sido escuchada. Le comentaría una fantástica aventura al interior de alguna fortaleza, en compañía de los mejores hombres que uno podría tener a su lado. Cómo consiguieron un objeto valioso, cómo se enfrentaron a múltiples peligros y enemigos, y cómo devolvieron a la señorita Alyena ese objeto tan importante para ella. Pasaría el día con Milos y su señora, disfrutando de un buen vaso de licor y riendo y recordando grandes aventuras.
La verdad... el enano intenta unirse a las palabras del guerrero es que vine pensando que a más de la mitad de vosotros os iba a tener que arrastrar por todas partes para impedir que os entrara el canguelo o os fuerais detrás de una mariposa de colorines. Se comienza a frotar la cabeza, pensativo. Todo el mundo menos él se ha dado cuenta de que tiene las manos pringosas de justo haber comido sin utilizar apenas cubiertos. Y ello ha pasado a su cabeza ahora. Pero ahora ¡eh! se da unos golpecitos en el pecho y les señala respeto al máximo, sabéis... habéis cambiado mi concepción de la valentía humana y élfica. La kender todo el mundo la conoce, así que... pero... y cambiar la IDEA que un enano tiene de algo, levanta un dedo no es fácil... se nos meten en mente cosas que no es fácil extirpar como "magos y elfos, maricas" ya sabéis, pero me he encontrado con un buen par de contraejemplos...
En fin... que vuelvo a casa transformado. Si ahora me dieran a elegir entre salir otra vez de aventuras entre cuatro de mis compañeros de clan o con vosotros, os elegiría a vosotros sin dudarlo. Se queda pensativo. Su pano pringosa ha ido a la barba ahora. Oh dios mio ahora queda que todos nos comencemos a halagar hasta el cansancio, no... no me gustan las despedidas.
Coge la jarra de cerveza vacía, mete su nariz en ella todo lo que puede y comienza a experimentar con el eco. La única explicación razonable a eso es que tiene vergüenza de mirar y que le miren con todo lo que ha dicho. Si es que ha sido medio bonito y todo.
Aquella noche los cinco héroes que habían dejado Krynn libres de los oscuros planes de Raistlin descansaron en el palacio de Kalaman amparados por la protección de la luna roja de Lunitari. En Ánsalon pocos sabían del peligro que habían corrido de no ser por ellos, pero quizá en poco tiempo, sus nombres pasarían de boca en boca, como los misteriosos héroes que acudieron al lugar más oscuro de Krynn para permitir que la luz continuara brillando en el mundo.
El mago permaneció en silencio durante casi toda la cena. Parecía estar enfrascado en profundos pensamientos, y ni siquiera la insoportable cháchara del kender conseguía sacarlo de su mutismo. Apenas si asentía de tanto en tanto y con gesto ausente a los continuos requerimientos del risueño personaje, que parecía empecinado en rememorar cada instante de su aventura más reciente.
Tampoco parecía reparar en los exquisitos manjares que cubrían la mesa, pues apenas si probó bocado. Masticó sin demasiada pasión unos pocos trozos de carne, a pesar del hambre voraz que debería de acosarlo, y algunos frutos secos. Solo su copa vio algo de acción, pues debió llenarla en reiteradas oportunidades. Hacia el final de la cena, una de las esbeltas y delicadas botellas de vino había encontrado su lugar junto al mago, que parecía custodiarla como si fuera de su exclusiva propiedad. Quedaba poco menos de un trago cuando el guerrero hizo su despedida.
El tal Tordek había sido toda una novedad. El mago debía reconocer que el guerrero tenía cerebro. No lo utilizaba demasiado, pero al menos estaba ahí. Era mucho más de lo que podía decir sobre la mayoría de sus colegas de profesión, casi todos unos brutos pendencieros que solo anhelaban riquezas inmediatas y mujeres fáciles. Y, aún más extraño, aquel hombre parecía seguir un estricto código de conducta. Muy diferente al que solía guiar a tantos otros guerreros, presidido principalmente por el afán de riquezas y la bravuconada gratuita y sin sentido.
No se trataba de un Caballero de Solamnia, por supuesto. Pero quizás no se llevara tan mal con ellos. Alphonsus estaba a punto de mencionar este hecho, cuando el enano lo interrumpió.
La cascada y aguardentosa voz lo sacó de su mutismo de una manera estridente y brutal, no demasiado feliz. Como despertarse con el rechinar de un grajo en una fría mañana de invierno. Todo sentimiento de compasión y afabilidad desapareció de repente del corazón del Túnica Roja, que retomó su carácter habitual.
- Yo no me apresuraría tanto a cambiar de idea, compañero. La mayoría de los magos que conozco son unos maricas… y muchos de ellos son elfos…
- Como sea, me gustaría invitarlos también a mi torre y todo eso, pero no creo que ocurra. Si entendí bien las palabras de Alyena, puede que sea convocado para pasar la Prueba en un futuro próximo. No será fácil… y puede que no sobreviva… Diablos, tal vez sea la última vez que tengan noticias mías.
Alphonsus alzó su copa con cierto desdén, como resignado. Sin embargo, el inocultable brillo de sus ojos dejaba traslucir el profundo orgullo que lo embargaba.
- Brindo por eso. Y por gran aventura que hemos vivido. Tal vez no se canten canciones sobre nosotros… pero será un buen recuerdo para las noches de otoño…