El rugido del público me llena los oídos, no necesito voltear para saber que he ganado, mis escuderos gritan y saltan abrazándose de la alegría, saludo al público y en especial a mi dama, volteo mi caballo al campo de justas y hago una reverencia al caballero de la cabellera dorada, en señal de respeto y asegurando que su honor queda intacto, en seguida levanto mi puño al ver que mi estandarte pasa sobre el león dorado hacia la final.