Partida Rol por web

Era por la mañana pero el sol estaba ya muy alto para asegurarse que no afectaría a los concursantes en esta prueba. A una distancia equitativa desde una raya en el suelo una hilera de dianas estaban listas para ser estrenadas , con papel nuevo con círculos concéntricos de colores. Esta prueba era bastante popular por que conectaba mucho con el publico del que siempre había algún voluntario cazador que les representaba y estaba mas cerca socialmente de ellos que las justas de nobles. Las dianas iban a estar ahi durante días, y los papeles cambiados a cada concursante para que después del juicio , los jugadores se lo pudieran llevar de recuerdo 

El dragonido llego con cara de satisfaccion y aclamado por el publico por la anterior prueba . La verdad es que aunque lo llego a vislumbrar en su mente nunca creyo que realmente ganaria la prueba de justa y sin embargo asi fue. Los dioses le habian ayudado, ahora era el momento de no defraudarles con una mala actuacion en arqueria y tambien le serviria para despegarse de algunos contendientes si no lo hacia realmente mal.

Esperaba algo intranquilo pero atento la actuacion de su contrincante mas directo , que demostro ser un duro rival en las 2 ultimas pruebas, y mientras vio como los demas iban haciendolo bastante bien en esta prueba

Con una armadura mas ligera hecha de piel de dragon y con un arco hecho tambien de huesos de dragon, su sola presencia era ya un espectaculo y sus cuernos de draconido , le hacian parecer todavia mas una de estas majestuosas criaturas version humanoide

Tras que los Normandos y los Sajones secuestrasen a Obelisk, que en verdad es la princesa Zafiro, Los dos caballeros que la acompañaron a la justa se quedaron pensando sobre qué hacer al respecto

"Total, ya la salvaremos luego" terminan decidiendo "Eso, o se salva ella sola, que al fin y al cabo la entrenamos nosotros y sabe cuidarse... un poquito"

Ambos echan a suertes quien representará a Obelisk, que en verdad es la princesa Zafiro, y le toca al acompañante de apariencia reptiliana, ese de rasgos dracónidos. "Kiryu de Cybertron" es el nombre con el que se presenta

El caballero, con su armadura plateada, de una aleación no conocida en el reino, y de una talla increiblemente exótica, se acerca a las muestras, y toma un arco que le prestan. Rechaza usar el suyo propio "Pues el honor está en medirse, como el resto de los mortales"

Dispara la primera flecha, que da en la parte exterior de la diana. No es un gran punto, pero es algo-

La segunda flecha, en cambio ¡Da en el centro justo! ¡Menuda diana! el caballero aulla, y en celebración se quita su yelmo, y revela que en verdad es...

¡ES EL LAGARTO DE LA MOTOSIERRA! ¡Un participante de otros torneos! ¿Pero QUE HACE AQUI?

El público le abuchea un poco -su actuación en el anterior torneo dejó muchisimo que desear- y ello hace que su última flecha no tenga el efecto deseado...

Arsil aparecio en escena, esta vez no vestia su acorazada armadura, sino unos ropajes ligeros. Se posicionó alla donde le correspondia y vio a los demás tomar posiciones. Miro el cielo y la diana, calculando la distancia y el movimiento del aire, tenso la cuerda del arco que le habían facilitado para la prueba y espero a la señal de clarinete, que daba comienzo a la prueba.

Como un Halcón fijo, su vista en la diana, disparando con una velocidad inusitada, se dejo llevar sin apuntar lo suficientemente, no asegurandose las tres dianas en el centro, impactando una y el resto en el circulo intermedio.

No era uno de sus mejores tiros, pero la ovación del público le basto, para recuperar su ego.

Malhumorado por mi actuación en la Justa agarro mi arco y tras colocar una flecha en el mismo tenso la cuerda y disparo la flecha que vuela directamente hasta el anillo intermedio. La siguiente flecha se clava fuera del anillo exterior. Sin embargo la tercera flecha se clava directamente en el centro de la diana.

Sonrío para mis adentros sabiendo que de momento no soy el peor clasificado en esta prueba pues las flechas de Obelisk están peor que las mías.

Ya recuperado del último golpe, aquel con el que perdió el yelmo (y el campeonato valga decir), Sir Parsifal en compañia de "escurrido" llegan al campo de tiro con arco, el gordo Rolf sigue inconsolable y está en las caballerizas dándole justa atención y descanso a mi corcel.

La gente me reconoce sin el yelmo y aplaude mi llegada por mi actuación en la justa.... con renovada confianza estiro mis músculos y tenso arco:

La primer flecha se clava en el anillo exterior, casi en límite con el anillo siguiente.

Achuuu!!- El estornudo de "escurrido" sucede exactamente al tirar mi segunda flecha y esta por poco se le clava en la rodilla a un juez.... Enojado le pego con el arco en el estómago al que hasta ahora me ha hecho pasar dos verguenzas.

El público rie, mi último y desanimado tiro sale muy cerca del borde exterior de la diana.... Mi dama se aleja furiosa entre la multitud y yo rompo el arco en mi rodilla por el enojo.

Tras haber estado remozando el gaznate, es lo que tiene ser mas soldado que caballero, en una de las tabernas de las proximidades, resuena el clarin que nos convoca a la siguiente prueba. Y de particular buen humor, me aproximo a mi marca de disparo pues toca tiro con arco. Alzo mi zurda en señal de saludo a mis compañeros y espero a que me toque. Y apoyado en el arco de recio tejo, que voy a usar para competir, contemplo tanto a los arqueros como sus dianas. Cuando un caballero, de curiosa armadura, se quita el yelmo mostrando su identidad, yo ya miro de reojo y no digo nada. Y cuando el pobre Parsifal, estornuda y falla, siento la tentación de preguntarle si es que ha tenido alguna visión. No obstante, puesto que ese tema bien podria ser algo personal, opto por comentar. Sir, permitidme deciros que una buena jarra de cerveza, templada con especias aromáticas, podría ser la solución para vuestro principio de catarro, si es que de eso se tratara. Mas he aquí que me llega el turno. Y alzando la cimera de mi yelmo, agarro mi primera flecha, tenso el arco y sin dudas, hago tres disparos en rápida sucesión. Tan solo una de mis flechas, puede considerarse un buen tiro. Me hago a un lado entonces y cedo la posición para el siguiente tirador.

El Duque Alfeñiquen recibe agradecido un ramo de flores que le entrega una bella bailarina, probablemente húngara, y decide que lo más conveniente para garantizar su conservación sería meterlas en un florero con agua fresca.

- Noble y agraciada damisela ¿Podría indicarme el mejor lugar donde encontrar un florero adecuado para conceder un óptimo refrigerio a estas odaliscas vegetales?

El robusto palafranero de palacio que acaba de darle tres flechas de arcaica factura, que ni es húngaro ni sabe bailar nada más complicado que alguna jota en la romería de su pueblo (y eso tan solo si median mínimo 3 jarras de buena cerveza artesanal) murmura entre dientes alguna misteriosa maldición (esta vez si que probablemente sea de origen húngaro) de la que le entrega un no menos arcaico arco y se larga de allí con cara de pocos amigos.

De inmediato, Alfeñiquen trata de llenar el arco de agua fresca de montaña por el curioso procedimiento de sumergirlo en la ponchera comunal, hecho al que asisten con trágica expresión alguno de los comensales, para después tratar de introducir en el arco las tres flechas a la vez.

Es tal su maña, que consigue que se le dispare el arco y ¡Oh maravilla de las maravillas! la tríade capitolina emprende un riguroso vuelo de varios centenares de metros, incluso rebotando una en el yelmo ornamental del señor Obispo, para llegar finalmente las tres, en gloriosa carambola, a su diana, provocando nueva reunión de los árbitros del concurso, dado que el tirador ha efectuado el tiro desde la zona del catering (aproximadamente desde el triple de la distancia reglamentaria), y ha disparado las tres flechas de una sola vez sin darse la menor importancia y apestando encima a los vapores etílicos de cierto ponche de reconocido prestigio en las más sórdidas tabernas portuarias.

Cualquiera que le viera pensaría que realiza la prueba con gran hastío y por pura diplomacia, sin tomárselo en serio ni por un momento dada su manifiesta superioridad en todo en lo que al tiro con arco se refiera. Seguro que si lo intentase en serio clavaba una flecha sobre la anterior una y otra vez.

¡Cómo se nota que este caballero pudo asistir a academias de caballería privadas en lugar de a colegios públicos!

El bretoniano después de haber perdido en la justa (en la que se suponía que era el más fuerte), apareció en el campo cuando el sol bañaba los prados y dianas y ahora sin esos humos que había demostrado anteriormente. Seguía mostrando con orgullo su melena y un rictus de confianza en sí mismo, pero sus dos escuderos iban tras él a buena distancia y no llevaba armadura ni nada pretencioso. Tan sólo unas calzas amarillas, una botas teñidas de púrpura y un jubón igualmente amarillo con un pequeñísimo sobreveste que lucía su escudo de armas.

Se colocó en posición con su arco de lo más mundano y tras saludar a un lado y a otro tomó una flecha que él mismo había dispuesto en el suelo (sin clavarla) y murmuró algo al apoyarla en el arco mientras cogía cuerda. Respiró muy despacio y soltó la cuerda al mismo tiempo que soltaba aire.