Partida Rol por web

Unos cuantos mensajes de hecho... XD

Me parece que nuestro máster iba con demasiada prisa y te metió en un mensaje que debería ir nada más para mí :)

Mientras los Compañeros trabajan los magos no deben estar ociosos, ¿no? :P

 Continuo atento a la conversación y a sus derivaciones pero sin hacerme notar en demasía. Si la ocasión lo requiere y me interpelan o puedo comentar algo con los soldados o cualquier otro que entre en la conversación o quiera comentar algo conmigo al respecto, mostraré una pequeña sorpresa y comentaré:

- Vaya, una mujer General justo aquí delante nuestro. No debe de haber tantas mujeres con ese rango ¿verdad?

Y trataré de esquivar participar más activamente en la conversación, sólo me interesa escuchar las opiniones de la gente en general.

Uno de los soldados se vira hacia tí al escuchar tu exclamación y te explica.

No es la primera vez que ocurre que una mujer dirija una copañia militar. Pero lo que nos está matando es su rigor. ¡Si es que extraño a veces al viejo Chestor!

El amigo le responde. Vamos, sabes que él ya estabs senil y no hubiera distinguido a un ejercito de enemigos de uno de hormigas. El rey sabrá lo que está haciendo.

El primero vaja la voz y replica, pero puedes oirle también. Ese es otro que está viejo y rodeado de culebras venenosas. De todos los del consejo creo que la joven Amarantha es la de más confiar. Al menos tiene los pies en la tierra.

 Quentin suelta una pequeña carcajada tras las palabras del soldado dirigidas a él y exclama:

-- Entonces señores no me queda más que desearles suerte para sobrellevar el rigor de su general !!

Y tras esto se gira y vuelve a su bebida y sus pensamientos, tratando de no entrar de nuevo en la conversación, sólo desea escuchar y escuchar cosas, pasando desapercibido ....

Los soldados se marchan una vez terminada su leva. Los ves marcharse con paso cansado. El ritmo del lugar ha descendido y parece que seguirá así el resto de la tarde. Al parecer lo mejor que haces es marcharte y contar lo que has escuchaso al mago Akil.

 Poco a poco la taberna se va quedando vacía, cada cual se dirige a sus quehaceres cotidianos, los dos soldados hace tiempo que se han marchado, y el ambiente antes bullicioso es ahora un ténue silencio, solo interrumpido muy de cuando en cuando por alguna petición de cualquiera de los pocos y solitarios clientes que se obstinan en permanecer en la taberna.

Quentin termina su bebida, da un último vistazo a su alrededor y tras certificar la ausencia de más conversaciones interesantes reclaman la atención de la camarera para pagarle. 

Después se dirige tranquilamente a la entrada y sale de la taberna, perdiéndose en las concurridas calles de la ciudad, en dirección a la casa de Akil.

Quentin regresa a la habitación de Akil, este acaba de regresar. Le encuentra sentado al calor de una hoguera con el rostro pensativo. Hay algo en su mente que le da vueltas.

El joven espera a la puerta, a que el mago le deje entrar.

Akil hace un gesto a Quentin para que entre, sonríendole, aunque algo distraido.

- Buenas tardes, Quentin. ¿Qué noticias traes?

Quentin acepta la invitación para entrar en la estancia y saluda a su señor con una inclinación de cabeza

- Buenos días señor

Después se acerca con paso firme a la vez que hace un par de profundas inspiraciones de aire para tratar de calmarse un poco tras la atropellada vuelta de su gira por las calles de la ciudad

- He estado escuchando a la gente por las calles y tabernas y la verdad señor que no he podido hallar gran cantidad de información, todo lo contrario. No obstante he podido escuchar a algunos soldados del rey decir por lo bajo que está viejo y cansado, y rodeado de culebras venenosas. Eso piensan del consejo señor, sólo salvan a una joven, de nombre Amarantha y que al parecer ha sido nombrada recientemente general, para ocupar el lugar de un viejo general llamado Chester, y que en palabras de sus hombres está un poco senil. Aunque eso sí, a tenor de la dureza del entrenamiento a que somete a su tropa la general Amarantha, a veces añoran al viejo. Si me lo permite señor, le diré que en mi humilde opinión esto último no lo dicen de corazón, porque en el fondo parecen estar contentos bajo el mando de esa mujer, de la que incluso dicen que es en la persona del consejo en que más se puede confiar. Y esto es todo lo que he podido recoger por ahí hasta el momento señor.

Akil sonríe amable y satisfecho a las palabras de Quentin. Le indica una silla cercana para que se siente.

- Sentaos, por favor, Quentin. Descansad. Siempre vais tan apresurado que temo que un día desfallezcáis de tanta prisa…  - espera a que este se siente – Interesantes nuevas traéis… Así que Amarantha… Habrá que congeniar entonces con ella. No hay que desoír a las buenas gentes. – una mirada pícara se ilumina en sus ojos - ¿Sabéis si se le conoce pareja sentimental? Estaría bien tener algo más de información de ella, mas entiendo que de momento sea difícil obtenerla. Estoy seguro de que podréis hacer algo al respecto en el viaje y cuando estemos en la corte.

Llena dos vasos con vino de una jarra, tendiendo uno a Quentin. Él da un sorbo del suyo, con la mirada perdida en el fuego por un momento.

- ¿Habéis oído hablar de isla Karveig? Cuentan las creencias paganas, que se trata de una isla a donde van a morar las almas de aquellos que mueren. Personalmente lo creo tan sólo a medias. Se me presenta más plausible la idea de que sea una regio… un terreno mágico de algún tipo… quizás mágico, faérico o divino… - se encoge de hombros – No sé, mas estaría bien descubrirlo. ¿Os gustaría participar en una expedición para encontrar dicha tierra, Quentin?

 Aunque lo intenta Quentin no puede disimular su enorme sorpresa y su aún mayor emoción, sus ojos brillan y están tan abiertos que parece fueran a salírsele de las órbitas, abre la boca, la cierra, vuelve a abrirla y la cierra de nuevo sin poder articular palabra, al fin, en el tercer intento y con un gran esfuerzo acierta a decir entrecortadamente:

- ¿Una ex ... ex ... expedición? ¿a u ... u ... u ... una isla señor? ¿yo? ... cla ... cla ... claro que quiero acompañaros señor !

El anciano saca un largo tomo de encima de varios libros polvorientos, evidentemente lo ha revisado recientemente pues no tiene tanta suciedad acumulado como los otros. Te lo coloca en tus manos. Espero que me lo cuides.

El título del libro es Estudio completo de Leyendas del Norte. Por su puesto, lo que buscas puede que sea un sólo capítulo.

Akil sonríe ante el impetú de su joven amigo.

- Aún no es seguro que vayamos. Dependerá de lo que se decida en el consejo. No obstante, me alegra saber que puedo contar con vos. Aún así, quiero que entendáis que no se trata de una expedición sencilla, si no que será peligrosa y extraña. Si esta isla realmente existe podemos esperar que sea un reino de criaturas mágicas o de la buena gente, o puede que incluso de criaturas más extrañas. ¿Entendéis bien el riesgo que implica, Quentin?

 Esta vez Quentin no titubeo para responder, y su voz sonó tan firme y segura que se sorprendió incluso a él mismo al escucharse decir:

- Lo entiendo perfectamente señor. El riesgo es más que grande, pero estoy dispuesto a asumirlo y serviros señor.

Por fin llega la hora de paritir. El camino es breve y sin problemas. Akil y su fiel amigo se dirigen rumbo a la cuidad. La ciudad es hermosa. Desde lo lejos su visión es imponente. Altas torres y campanarios de iglesias todos como si retaran al cielo.

Al entrar a la ciudad, las calles se descubren mundanas. La suciedad corre por ellas como agua corriente. Mercaderes pregonan, mujeres caminan con cestas y vasijas a la cabeza. Las casas son de maderas y pajas y las más notables tiene una segunda planta. Hay varias tabernas por las pasan cerca.

Luego su camino se torna en una avenida central: Se ve que es el área donde viven los nobles. Al final del camino se alza majestoso el palacio. Sus paredes parecen de mármol o marfil y su lujo puede dejar boquiabierto al que lo ve por primera vez.